En nuestra anterior Newsletter, advertíamos que el próximo 22 de marzo tirios y troyanos se someterán a una verdadera ‘prueba del algodón’ en las elecciones anticipadas de Andalucía. Es decir, que esa llamada a las urnas marcará quién es quién en la liza política del momento, reafirmando o diluyendo sobre todo la dinámica de ruptura del bipartidismo y las expectativas electorales de Podemos, y aclarando al mismo tiempo las cuotas de representación que puedan alcanzar el resto de las fuerzas de ámbito nacional concurrentes a las elecciones generales: IU, UPyD y Ciudadanos.
Y comentábamos también el último sondeo barométrico de Metroscopia (para El País), con 1.000 entrevistas telefónicas realizadas entre el 3 y el 4 de febrero. En él se asignaba a Podemos un 27,7% de voto estimado para unas hipotéticas elecciones generales, un 20,9% al PP, un 18,3% al PSOE, un 12,2% a Ciudadanos, un 6,5% a UPyD y un 4,5% a IU. Con todas las cautelas que se quieran aplicar a estos hipotéticos resultados, no deja de ser realmente llamativo que un Partido prácticamente nonato como el liderado por Pablo Iglesias le saque casi 7 puntos de diferencia al partido en el Gobierno (PP), casi 10 puntos al PSOE (que ha gobernado en seis legislaturas) y más de 23 puntos a la histórica IU.
Un ranking que incluso acrecentaba la ventaja de Podemos sobre todas las demás fuerzas políticas en intención directa de voto. Así, el voto ya decidido ante unas elecciones legislativas ‘inminentes’ (y con una abstención todavía situada en torno al 34%) sería de un 20,4% para Podemos, un 12,2% para el PP, un 11,2% para el PSOE, un 6,8% para Ciudadanos, un 3,8% para UPyD y un 2,0% para UPyD.
Reconociendo el error que supondría dar por efectivos estos porcentajes en relación con unas elecciones todavía a nueve o diez meses vista, no lo sería menor desestimarlos. Sobre todo cuando derivan de una tendencia que se viene acreditando desde hace mucho tiempo y no sólo en este Barómetro de Demoscopia, sino también en los de Sigma Dos y del propio CIS.
Reflexiones en torno al ‘Todos contra Podemos’
Y ello nos lleva a plantear algunas reflexiones nuevas en torno al fenómeno del ‘Todos contra Podemos’ (en octubre de 2014 ya advertimos que ese era el mejor sustrato para su crecimiento electoral). La primera es la que se refleja en el titular de esta Newsletter: “Si los perros ladran, la caravana pasa”, como dice un conocido proverbio árabe, muy usado en la España medieval y que pasó al acervo de refranes judeo-españoles.
Sobre él hay que decir que el vulgo lo atribuye erróneamente a Don Quijote de la Mancha en una expresión que no figura en la obra de Cervantes (‘Ladran, Sancho, luego cabalgamos’). Quien sí la recoge de otra forma en su poema ‘Labrador’ (1808) es el insigne Goethe, reconocido como el hombre más grande de las letras alemanas y el más universal que jamás haya caminado por el mundo: “Quisieran los perros de la cuadra acompañarnos, pero sus ladridos sólo son señal de que cabalgamos”.
Una frase que, acomodada a las circunstancias, todos hemos podido citar en algún momento de nuestras vidas, y que fue una de las favoritas de políticos como Manuel Azaña, Eva Perón, Hugo Chávez… o escritores como Ernesto Sábato.
Y, como decimos, es altamente significativo que, al día de la fecha, el controvertido Podemos se haya colocado en esa posición de aparente liderazgo social a pesar de la campaña general de descrédito que se le tiene montada desde hace unos cuantos meses, o precisamente por habérsela montado. Francisco Delgado, doctor en Psicología, describía en un artículo de opinión publicado en el digital ‘salamancartveldia.es’ (10/02/2015) la cacería del sistema contra Podemos, en la que, a pesar de su todavía casi inexistente representación política, se le ataca como jamás se ha atacado a ninguno de los partidos que han hundido España en la corrupción pública y en la crisis económica y de valores en la que se encuentra, ciertamente destructiva:
¿Todos contra Podemos?
El objetivo aparente de la cacería nacional que se ha puesto en marcha es desvelar las supuestas irregularidades del Sr. Monedero con Hacienda. Pero, no hay que olvidarlo, el verdadero objetivo es la guerra masiva contra Podemos.
Con un despliegue informativo y una obsesión propia de tiempos inquisitoriales, periódicos, emisoras de radio, canales de televisión, todos, a todas horas, informan de cada pequeño detalle de la situación administrativa del ciudadano Monedero y sus ingresos económicos por su trabajo como profesor asesor. Se ha llegado a límites nuevos: hasta el ministro de Hacienda se ha referido a él personalmente, (cosa que no hizo ni una vez ni en el caso del extesorero del PP Sr. Bárcenas), le ha nombrado la Vicepresidenta del Gobierno diciendo que si los españoles le imitaran de dónde habría dinero para la sanidad. Hasta canales de TV y programas supuestamente liberales o progresistas, como la Sexta o el programa El Intermedio, participan en la cacería con continuos, interminables ‘disparos’, contra ese pequeño grupo de profesores universitarios que fundaron hace menos de un año un partido político que va el primero en intención de voto en unas futuras elecciones.
Lo triste y vergonzoso, desde el punto de vista democrático, es que en esta lucha por debilitar o derribar a Podemos, se puede utilizar cualquier método, vale todo. Mientras, su minoría de líderes insiste y pide, muy razonablemente, que sea, como en toda democracia, una lucha o confrontación de ideas, de programas, de objetivos, no de falso periodismo o mala fe. Pero solo, excepcionalmente, algunos grupos políticos, les escuchan y no entran en la cacería. Los dos partidos de siempre han entrado con toda su jauría disponible, con todos los medios de comunicación a su disposición.
Muchos ciudadanos de voto aún indeciso, simpatizantes de Podemos, de IU o de otros partidos democráticos, expresan su escándalo y su convicción de que esta crucifixión o persecución del pequeño grupo de nuevos líderes servirá para aumentar la confianza y simpatía general hacia ellos.
Pues la maniobra está siendo demasiado burda: ahora sí que una fina cortina de humo está sirviendo para desplazar u ocultar los grandes problemas nacionales: corrupción, paro, justicia, Cataluña.
Como dice mi vecino “se ha dado la orden de disparar los cañones contra peligrosos canarios escapados de la jaula”, mientras hambrientos leones, tigres, panteras, campan por todo el territorio nacional. O, dicho de otra manera, una cacería de todos los de arriba contra una minoría de los de abajo.
Si este articulista llevase razón, que posiblemente la lleve, no quedaría más remedio que reconocer la sabiduría del proverbio árabe citado (‘Si los perros ladran, la caravana pasa’), y la ineficiencia del ‘Todos contra Podemos’ desatada en común por los chupópteros del sistema establecido como guerra santa de exterminio político. Es decir, sobre todo su utilidad no para destruir al enemigo común -como es obvio a resultas de lo que dicen las encuestas- sino para fortalecerle.
Porque la campaña en cuestión, agarrada a cuestiones que por muy reprobables que sean no pasan de ser ‘clavos ardiendo’ en comparación con lo que se gastan PP y PSOE en el festín del bipartidismo y en la masiva corrupción de la ‘casta’, se ha visto venir de lejos. Lo que ahora conviene al establishment, obviamente, es, antes que rectificar y lavar sus miserias, transferirlas a Podemos, convertirle en ‘uno de los nuestros’ en esencia o en potencia, o rebozar a todos los partidos con expectativas de gobierno en la misma mierda para que ninguno pueda oler mejor que otro (ya veremos que se monta contra Ciudadanos o contra UPyD si amenazan de verdad con derribar el tinglado político).
Nada más confirmarse el descomunal avance de Podemos en las encuestas de intención de voto, arrollando al PP y al PSOE y colocándose en primera posición, en elconfidencialdigital (06/11/2014) ya se comentaba la reacción del partido en el Gobierno, armando a todo correr una campaña de máxima contundencia contra Podemos:
El PP va a salir a por todas contra Podemos
Cambia la estrategia del partido. Denunciará pueblo por pueblo qué es la formación de Pablo Iglesias: “antisistema”, “marxista-leninista”, y “sin garantías de no tener corrupción”.
Podemos es considerado por el PP como una amenaza, y no solo por la última encuesta del CIS. Desde Génova se lleva trabajando ya unas semanas en un argumentario contra el partido de Pablo Iglesias, que difundirán los dirigentes populares pueblo por pueblo. El objetivo es hacer ver a los votantes que la nueva formación es contraria al sistema y no garantiza el fin de la corrupción.
Según explican a El Confidencial Digital dirigentes del PP bien situados en la ejecutiva nacional, en el seno del partido “lleva tiempo preocupando” el crecimiento de Podemos, confirmado por las últimas encuestas. Ese desasosiego está propiciado no solo por la repercusión electoral que pueda tener la nueva formación, “sino por las consecuencias para el país de un éxito de esta formación”.
Un alto cargo popular, asegura, sin embargo, que “la existencia de esa preocupación no significa que no haya soluciones. Y todas ellas pasan por responder a los ataques de Podemos y explicar a la gente lo que supondría votar a este partido”.
Argumetario a difundir pueblo por pueblo
Para “advertir” al electorado de la “naturaleza de Podemos”, el Partido Popular ha preparado un argumentario sobre la formación liderada por Pablo Iglesias. Esos mensajes, serán transmitidos “pueblo a pueblo” por los dirigentes locales del PP, para que “todos sepan de qué pasta está hecha Podemos”.
Entre las acusaciones que el PP lanzará contra Podemos, destacan tres por encima de todo:
--Son “antisistema”. Para justificar esta afirmación, los populares recordarán los mensajes de Podemos contra la “casta”, y asegurarán que “es la clase política, la que representa entre otros el PP, la que tiene que buscar soluciones a través del sistema”.
--Tienen ideología “marxista-leninista”. Desde su fundación, “Podemos ha demostrado tener ideas de la izquierda radical”.
--“La corrupción que no se conoce es la peor”. Además, y para responder a las acusaciones sobre corrupción, en el PP van a asegurar que “Podemos no puede garantizar que pueda acabar con la corrupción, o que no se encuentre con corruptos dentro de su partido”. En ese sentido, asegurarán que “la corrupción que no se conoce es la peor”.
Defensa de las medidas adoptadas por el PP
Las fuentes consultadas por ECD aseguran que el PP también se defenderá de los ataques de Podemos contra sus políticas de Gobierno. La primera oportunidad para lanzar ese mensaje será este fin de semana, en la convención organizada por el partido en Cáceres: “ahí hablaremos de las buenas prácticas de gobierno realizadas desde 2011”. Al acto acudirán tanto Mariano Rajoy como María Dolores de Cospedal.
Por otra parte, y para desmontar el mensaje de Podemos en el que define al PP como “un partido corrupto”, los populares recordarán todas las medidas que ha realizado el Ejecutivo de Rajoy contra la corrupción.
Así, asegurarán que “el escándalo de las tarjetas black ha sido destapado gracias al FROB”. Sobre la ‘operación Púnica’, explicarán que “ha saltado ahora gracias al seguimiento de Hacienda a las transferencias en B”.
Por qué van ahora a por Podemos
Los dirigentes del PP a los que ha tenido acceso este diario reconocen que, con Podemos, ha habido un cambio de estrategia, propiciado sobre todo por el crecimiento del partido de Pablo Iglesias.
Así, aseguran que “desde el inicio nos irritaron sus ataques, pero no tenía sentido responder a un partido que representaba al 2 por ciento del electorado porque, de esa manera, le dábamos nosotros más fuerza”.
Ahora, la situación ha cambiado: “Estamos hablando de un partido que mueve el 20 por ciento del censo. Hay que tomarlo en serio y rebatir todos sus argumentos”.
‘Si los perros ladran, la caravana pasa’. Pero si los propios ‘marianitos’ mostraban -imprudentes- a un medio de comunicación social el pánico cerval que los producía Podemos, filtrando la campaña y la pobre argumentación esgrimida en su contra, que por cierto se ha visto perfectamente puesta en boca de sus portavoces y recadistas encubiertos en los soportes informativos, ¿qué otras maniobras de alcantarilla no se habrán guardado debajo de la manga…? Porque la llamada a rebato contra Podemos no se ha parado en ciernes, poniendo por supuesto los medios del Estado al servicio del partido en el Gobierno: “L'État, c'est moi” (que diría nuestro particular ‘Rey Sol’ de Pontevedra).
Se les ve el plumero a la legua. Y ahí están el propio Ministerio de Hacienda, las televisiones públicas y los medios afines (todos subvencionados por el sistema), los tertulianos colaboracionistas (pagados por el sistema)…, poniendo toda la carne en el asador en contra de Podemos. Pero con tan mala baba que se dejan la credibilidad por el camino, porque el personal las caza al vuelo y ya sabe de qué va la cosa; de qué marrullerías políticas está hasta los ‘mismísimos’; de cómo se malentiende la democracia; de que día tras día sigan aflorando, sin parar, nuevos casos de corrupción; de no ver la menor intención de que se reconozcan errores y se rectifiquen cosas que son muy fáciles de rectificar con un mínimo sentido de la ética y la justicia social.
Por poner otro ejemplo de por dónde se estaba armando la campaña de desprestigio contra Podemos, Federico Castaño ya había advertido unos días antes en vozpópuli.com (30/10/2014) que, aunque oficialmente no habría un frente común del PP-PSOE para frenar a la formación de Pablo Iglesias, ambos partidos, hasta ahora mayoritarios, sí estaban activando por separado la ‘campaña del miedo’ como instrumento de autodefensa contra el enemigo común. Y con argumentos coincidentes.
Así, Castaño afirmaba que una veterana parlamentaria del PP, tras poner en valor la importancia de las instituciones para luchar con eficacia contra la corrupción y levantar la suciedad del pasado cobijada bajo las alfombras del poder (¿cuándo, cómo?), sostenía: “Esto es lo que hay que acentuar, sin facilitar altavoces a un jovenzuelo que solo vende la felicidad a través de la revolución, como yo escuchaba en la universidad en mis tiempos mozos”, en alusión al empuje mediático de Pablo Iglesias fomentado en algunos medios informativos no controlados por el Gobierno.
Dentro del PP -proseguía la información de vozpópuli.com- hay otros dirigentes que mezclan esta misma denuncia con la convicción de que el mejor método para frenar a Podemos es activar el voto del miedo. “La lógica dice que vamos a conducirnos por el ciclo electoral explicando que si gana el PSOE las próximas elecciones, acabará pactando con Podemos y con Izquierda Unida en lo que supondría, con todos los matices que se quiera, la formación de un Frente Popular”, asegura un alto cargo del partido. Ante este peligro, hay ministros que no ven otra salida que presentar a Mariano Rajoy y al PP en las próximas elecciones generales como los únicos garantes de la salida de la crisis y de la cohesión territorial, “ante el caos que nacería de una coalición de izquierdas mal avenida y peor dirigida”.
Pese a que no se pueda hablar de una operación conjunta PP-PSOE en contra de Podemos, en la crónica de Federico Castaño se afirmaba que los socialistas compartían la mayoría de los argumentos esgrimidos por el PP y sobre todo el problema ‘terrorífico’ que se plantearía [cabe entenderse que para el sistema vigente y para la clase política que lo sustenta] si Pablo Iglesias pudiese llegar a condicionar al futuro Gobierno. Felipe González se ha sacado de la manga que ‘una alternativa bolivariana’ (¿de qué va a estas alturas de la deplorable decadencia del PSOE?) “sería una catástrofe sin paliativos para España”, mientras Susana Díaz tampoco se paraba en barras: “A los ciudadanos les puede sonar bien la música de Podemos, pero hay que mirar la letra porque supondría la quiebra del sistema financiero y del país”.
Aunque en opinión de la ahora presidenta en funciones de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE-A, el apoyo a Pablo Iglesias se explica por el paro, la desigualdad y la corrupción; “un cóctel explosivo”, según ella, con el que, al parecer, ni su partido ni el PP tienen nada que ver…
Los dos grandes partidos están de acuerdo, pues, en cercenar como sea las ansias de cambio que a través de las encuestas se detectan en la sociedad española, aunque puedan haber reaccionado tarde, cosa que se podrá vislumbrar justo en las elecciones de Andalucía adelantadas al próximo 22 de marzo. Pero esta urgencia (la de la campaña contra Podemos y la del propio adelanto electoral andaluz) no figuraban en la agenda de Susana Díaz hasta el pasado otoño, llegando a recomendar a Pedro Sánchez tras su elección como secretario general en el mes de julio que no situara a Podemos en el centro de su diana la diana principal, sino al PP que era su enemigo a batir.
La realidad ha llevado a Susana Díaz (reserva espiritual y electoral del PSOE más que discutible) a entrar ella misma a batirse cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias antes de concluir 2014, llegando a decir de él que su “cesarismo” (¿o quiso decir ‘felipismo’?) es antagónico con la democracia de la que hace gala. Los españoles, a juicio de Susana Díaz, no necesitan para nada “un catálogo de desgracias, sino de soluciones”, mientras la inmensa mayoría de los electores se preguntan, realmente perplejos, quién o quiénes están aportando las desgracias y las soluciones. Mientras tanto, ya se sabe: ‘Si los perros ladran, la caravana pasa’…
En su blog ‘El mundo es un volcán’ (público.es 05/12/2014), Luis Matías López, que ha sido redactor jefe y corresponsal en Moscú de El País, y miembro del Consejo Editorial de Público hasta la desaparición de su edición en papel, describía perfectamente la situación:
Todos contra Podemos
El Parlamento español está devaluado. Así lo entiende la mayoría de la gente. No importa si esta percepción es o no justa. El caso es que existe. Y motivos no faltan. El guion está escrito antes de los debates, cuyo nivel es ínfimo. Faltan Castelares, Azañas, Pasionarias. Los jefes de filas repiten como cotorras el mismo discurso y los diputados aprietan sin rechistar el botón que les mandan. El resultado de las votaciones está cantado. La mayoría absoluta del PP impone su ley. Consecuencia: el debate salta a las redes sociales y a la televisión, aupadas al status de forjadora de opinión y donde la discusión es más viva, intensa y plural, pero también, con frecuencia, descabellada, enloquecida, más pasional que racional. Podemos, desafío a los que nos metieron en este pozo, y que se forjó en gran medida gracias a los mediáticos parlamentos paralelos, se convierte cada vez más en beneficiario del cambio de paradigma y, al mismo tiempo, en diana contra la que llueven los dardos desde todos los ángulos.
Los líderes de los partidos ven que les resulta más rentable la televisión que el Congreso, así que prestan tanta o más atención a la tribuna catódica que a la parlamentaria. La formación de Pablo Iglesias, el enemigo común, aún sin diputados, se ha catapultado a alternativa de gobierno desde el trampolín televisivo. Las fuerzas tradicionales, tras reponerse de la conmoción, intentan subirse al mismo carro y contraatacar. Sus líderes, al menos los que se sienten capaces de adaptarse al medio, aceptan entrevistas arriesgadas, participan en tertulias diversas y hasta en programas de entretenimiento.
La gente que ya no forma opinión con los ecos de unas Cortes aburridas y previsibles conforma su voto con estas nuevas tribunas. Políticos desconocidos se convierten en rostros populares, se consolidan candidaturas de semidesconocidos, incluso en ocasiones por encima de la dirección de la formación de turno. Al mismo tiempo, el debate se degrada hasta el nivel de las peleas de gallos, el insulto se hace argumento, tanto por culpa de los propios políticos como de algunos periodistas energúmenos que obedecen la voz de su amo y olvidan que deben mantener las distancias. Con todo, el papel de la prensa -en papel o digital- sigue siendo clave: gracias a ella (y a los jueces) se desenmascaran nuevos escándalos cuyos ecos llegan luego al Parlamento convencional y al catódico.
Con la corrupción como tema estrella, los políticos -con la excepción de Podemos- intentan convencer de tres cosas: 1) de que los escándalos, aunque numerosos, son casos aislados, y de que el sistema, clave para la estabilidad democrática, no está podrido y desahuciado, sino tan solo enfermo, pero en vías de curación. 2) de que lo suyo no es para tanto, es decir, la táctica del ‘y tú más’, de cómo te atreves a acusarme si la altura de la mierda es mayor en tu patio que en el mío. Y 3) de que van a aplicar enérgicas medidas de regeneración para que resulte creíble el grito de ‘¡nunca más!’.
Se extiende la percepción de que el corrupto no es sólo el que quiere, sino el que puede, el que toca poder y tiene acceso a los dineros públicos. Según esta argumentación, basta con controlar un ayuntamiento, una diputación, una comunidad, un partido, un sindicato o una caja de ahorros para que, de forma espontánea, surjan como hongos los mangantes. Y si hay formaciones -como Podemos o Unión Progreso y Democracia- que permanecen incontaminadas es porque no han tenido aún la oportunidad de meter la mano en la bolsa.
Este disparate es alentado por los partidos tradicionales; cualquier cosa antes que asumir que la única forma de acabar con esta lacra es un estricto sistema de controles que la hagan materialmente imposible, además de aumentar las penas y dotar de más medios al aparato de la justicia para investigar y perseguir los casos que vayan aflorando.
Entre tanto, se ha abierto la veda. Pim pam pum contra Podemos desde todos los flancos. Se entiende: amenaza a la hegemonía de populares y socialistas, a la Izquierda Unida (rival y eventual aliada) que parecía asentada como tercera fuerza, a minoritarios como UPyD y Ciudadanos, a nacionalistas y empresarios. Es lógico: ataca a un sistema que hace aguas, capitaliza la rabia de parados, trabajadores precarios e indignados de diversa condición. Se le achacan parentescos bolivarianos, propuestas que llevarían el país a la bancarrota, promesas imposibles de cumplir, comportamientos erráticos, indefiniciones ideológicas, cambios de posición cuando más cerca están de tocar poder, falta de experiencia de gestión…
Una cosa es prometer y otra dar trigo, le espetan. Si tocan poder se pegarán el batacazo. Ya verán, ya. Se escarba en busca de manchas en el pasado de sus dirigentes, de puntos flacos, de faltas de coherencia. Muchos de esos ‘fiscales’ solo defienden con uñas y dientes el territorio de la política convencional que han convertido en forma de vida. Son esa casta, por utilizar el término de Podemos, corresponsable de la miseria, la podredumbre y la ira que presiden el paisaje social.
Entre tanto, Pablo Iglesias y los suyos se abren camino y multiplican apoyos, cierto que con algunos titubeos y correcciones de la trayectoria, conscientes de que el radicalismo inicial debe teñirse de pragmatismo, pero sin abjurar de los objetivos esenciales. Convencidos de que es ahora cuando se la juegan de verdad. Y sin perder la calma, marcando distancias con sus enemigos, sin caer como ellos en la descalificación y el insulto. Convencidos de que si les ladran es porque cabalgan.
Para quienes no escarban mucho en la Red, que es donde se manifiestan las opiniones ignoradas o censuradas en muchos medios informativos de corte convencional (cada vez con menos seguimiento ciudadano y credibilidad social), merece la pena reproducir otra opinión sobre la campaña montada por el establishment (PP-PSOE) contra el partido de Pablo Iglesias y, claro está, en defensa de ‘lo suyo’, que es lo que precisamente ha propiciado la triste realidad de ‘lo de los demás’. En secretolivo.com (04/11/2014), revista digital bastante seguida en los medios culturales de Andalucía, el periodista Miguel A. Blanco, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Almería (APAL), escribía, y escribía bien:
Todos contra Podemos
La aparición de Podemos en el espectro social y político del país ha sido un gran revulsivo. Ya no sirven las viejas barajas. Ahora hacen falta cartas nuevas, desde la exigencia que impone la irrupción de un nuevo protagonista que viene arropado por las demandas de nuevas generaciones. La Transición ha sido cerrada y su final no ha podido ser más lamentable y depresivo, ante la degradación de los partidos tradicionales, adormecidos por el sistema establecido y con la democracia secuestrada y derrotada por la sociedad de consumo. A eso se ha unido la crisis, el paro que no cesa, y la gran corrupción de la que sólo conocemos la punta del iceberg. Y el desencanto total.
Por todo eso surgió el 15-M, inicialmente forjado desde el espíritu de la juventud, especialmente del mundo universitario, que también fue protagonista destacado en los inicios de la Transición para conseguir la democracia frente a la dictadura franquista. ¿Se acuerdan? El 15-M tuvo sus propios rasgos que fueron conquistando el espectro de la sociedad para convertirse en una estructura política desde la base. Junto a este movimiento, algo más que las acampadas en la Puerta del Sol de Madrid y numerosas ciudades, se fueron sumando intelectuales, escritores, poetas, una amplia representación del mundo de las ideas, protagonistas del renacer del pensamiento crítico frente al sistema. Y en este contexto surge Podemos. Y esto no es “populismo” como se empeñas las organizaciones políticas y la mayoría de los medios de comunicación, aunque más bien habría que mencionar a los dueños de las empresas periodísticas.
Es patético observar cómo, desde el primer momento de la aparición de Podemos, la reacción en contra fue unánime en las organizaciones políticas oficiales y medios de comunicación, especialmente los grandes periódicos nacionales. Ningún partido, sorprende sobre todo en los de izquierda, ha hecho un examen autocrítico sobre lo sucedido. Y en la prensa, especialmente, se rompen los esquemas de la ética, con tal de derribar al nuevo protagonista que ha surgido al margen de los esquemas y que por lo visto pone en peligro los privilegios de los instalados en la hegemonía del sistema. El objetivo está claro: Hay que desacreditar a Podemos. No han faltado, eso sí, algunos análisis críticos, con rigor y coherencia (por ejemplo, del historiador Santos Juliá), que Podemos no debe dejar de lado.
En este panorama hay, desde luego, distintas actitudes. No es lo mismo el pensamiento de la gran derecha, con sus propias reglas para ejercer el poder, dentro o fuera de las instituciones. Si hay un deterioro democrático, en gran parte es responsable el mundo conservador. No me resisto a citar al premio Nobel de economía, Paul Krugman: “Porque a la derecha política siempre le ha incomodado la democracia. Por muy bien que les vaya a los conservadores en las elecciones, por muy generalizado que esté el discurso a favor del libre mercado, siempre hay un trasfondo de miedo a que el populacho vote y ponga en el Gobierno a izquierdistas que cobren impuestos a los ricos, regale dinero a espuertas a los pobres y destruyan la economía… La verdad es que una gran parte de lo que sucede en la política estadounidense es, en el fondo, una lucha entre la democracia y la plutocracia. Y no está nada claro qué bando ganará” (“Los plutócratas contra la democracia”, El País, suplemento Negocios, 26 de octubre, 2014, p. 26). Pues eso, aquí, en España.
Y en la izquierda, también la responsabilidad. Recientemente Alfonso Guerra se ha destapado con una actitud sorprendente anti-Podemos, aludiendo incluso al “huevo de la serpiente” (gestación del nazismo), una comparación que hace pensar que el histórico dirigente socialista ha perdido ya la percepción del análisis de la realidad. Convendría recordar el entusiasmo que el PSOE despertó en la juventud, en cierto modo, y salvando las distancias históricas. El socialismo significó en cierto modo el espíritu de Podemos en la Transición. ¿Y qué queda ahora de aquel PSOE? ¿Y de aquel joven abogado laboralista, Felipe González? Hay una gran parte de la ciudadanía que se siente traicionada por un sistema que ha reducido la democracia a votar cada cuatro años y poco más. Toda la dinámica de los movimientos sociales, vecinales y culturales, determinantes en la Transición, fueron desmantelados por los partidos una vez acomodados en el sistema establecido. Por todo esto se ha llegado a esta situación. Podemos ha nacido porque es necesario.
Indudablemente, Podemos tendrá que asumir su responsabilidad, aceptar que el pensamiento crítico se acerque a su identidad y que el concepto autocrítico garantice la honestidad y la coherencia ante el engranaje amenazador. Y con este objetivo, Podemos se está asomando a la realidad del sistema, en medio de cierta soledad. Porque todos los demás han realizado la declaración formal de desestabilizar a Podemos e impedir, como sea, su ascenso al control de la sociedad frente al poder. Podemos es vital para empezar de nuevo la construcción de la democracia desde cero. Y en ese camino no está solo.
Que Podemos está siendo acosado instintiva y cruelmente por el sistema es cosa bien evidente y a la vez comprensible, dado el daño que puede hacer tanto al PSOE, consumando su agonía, como al PP, si se llegará a armar una alternativa revanchista. Por eso nadie entiende la tesis de Arriola, el gurú de cabecera de Rajoy, de que el fenómeno de los indignados es pasajero, que el éxito de Podemos en las elecciones europeas no es extrapolable a unas legislativas nacionales y que el vértigo electoral de los españoles evitará de por sí el derrumbamiento del PP. Pronto veremos si el particular ‘profesor Bacterio’ de Génova 13 acierta o no en sus previsiones.
En todo caso, dos son las claves para vislumbrar el futuro que nos puede deparar el año electoral en curso. Una es la propia autocrítica que debe hacer Podemos, sabiendo responder con claridad a los ataques que -con mayor o menor fundamento- recibe desde el ruedo político. Y otra, no menor, es la creciente aceptación social que está logrando Ciudadanos, la formación liderada por Albert Rivera, que, además de decidir entrar en la política nacional, está fijando sus posiciones de forma inteligente en el espacio de la moderación y la regeneración política (hablaremos del tema).
En relación con ambas formaciones (Podemos y Ciudadanos), tanto al PP como al PSOE les convendría bajar el tono de su prepotencia política recordando algo que dijo Napoleón: “No hay nada más imperioso que la debilidad, cuando sabe que está apoyada por la fuerza”. A ‘cranearlo’, si pueden.
Fernando J. Muniesa