Al margen de su acepción más académica, en el argot popular ‘retratarse’ también significa pagar o abonar una deuda; es decir asumir formalmente una realidad poco visible. Mientras que en la vida parlamentaria supone fijar posición personal en votación por llamamiento nominal, de forma que el diputado o senador ‘se retrata’ ante la opinión pública.
A caballo entre ambos sentidos, lo que va a hacer el electorado andaluz el próximo 22 de marzo es ‘retratarse’ en las urnas, mostrar abiertamente sus preferencias políticas colectivas al optar por las candidaturas en liza electoral, cuyas ideologías y propuestas, así como sus recorridos previos, son ya de general conocimiento.
Ahora, a los andaluces les toca retratarse con su voto y mostrar a los partidos políticos como son realmente, haciéndoles ver sus aciertos o sus errores, sus puntos fuertes o débiles en el resultado del escrutinio. Políticamente, Andalucía será como los andaluces quieran, al margen de que esa decisión sea o no la más adecuada o la más sabia, aunque la ortodoxia democrática sostiene que el electorado siempre acierta.
Será un baño de realidad para los dirigentes políticos, pero también para los demás españoles. Para todos aquellos que quieren estigmatizar Andalucía con interpretaciones sesgadas de su idiosincrasia o de su filosofía de vida, ciertamente distinta, por ejemplo, de la vasca o de la catalana.
Allí, en las elecciones andaluzas, se leerá social y políticamente el caso de los ERE falsos y de la manta de corrupción política que en ese territorio, como en otros (Valencia, Cataluña, Madrid, Galicia…), mancha más a quien ostenta más poder. Los andaluces no son, ni mucho menos, más vagos, más golfos ni más incultos que el resto de los españoles, aunque quizás pueden ser más sabios y desde luego más patriotas que otros.
Por estas razones, y porque es la Comunidad Autónoma con más población y número de representantes en el Congreso y en el Senado, hay que prestar una atención especial a los resultados de las elecciones del 22 de marzo y a la posición que alcancen los partidos de ámbito nacional en concurrencia, aunque algunos (sobre todo los perjudicados) afirmen a toro pasado que no son extrapolables a las elecciones generales que deberán celebrarse este mismo año.
Andalucía marca carácter en la política española. Y prueba de ello es que quien ha mantenido ese bastión electoral (el PSOE), ha podido gobernar también la Nación durante un total de seis legislaturas, el doble de las gobernadas por el PP hasta ahora. Ojo, pues, con los resultados electorales de Andalucía, porque marcaran tendencia, como dicen los repipis del mundo de la moda.
Hace exactamente un mes, en nuestra Newsletter del pasado 8 de febrero, advertíamos que las elecciones andaluzas del próximo día 22 serán, entre otras cosas, la prueba de fuego de cambio de modelo político, con efecto expansivo, en su caso, sobre los subsiguientes comicios municipales y autonómicos del 24 de mayo y los generales de 2015.
Y en ella comentábamos la batería de encuestas específicas que se habían hecho públicas, tras el adelanto oficial de las elecciones andaluzas, en las que todavía no aparecía Ciudadanos, dado que en esos momentos el partido de Albert Rivera no había oficializado su presencia en ellas. Pero el pasado 1 de marzo, apenas a tres semanas de la cita con las urnas, El País, siempre sospechoso de promover falsas ventajas electorales a favor del PSOE, publicaba un sondeo de Metroscopia que alteraba las expectativas de voto precedentes con una fuerte irrupción de Ciudadanos.
De hecho, y si bien se mantenía al PSOE como partido ganador con un 34,6% de los votos (porcentaje ya cinco puntos por debajo del conseguido en 2012 y que ya veremos si se queda ahí), el PP caía de forma estrepitosa desde un 40,7% (cuando en 2012 fue el partido más votado) hasta el 22,7%, mientras Podemos se mantenía en tercera posición con el 16,7% y Ciudadanos aparecía de repente, nada menos que atrayendo el 11% de las preferencias electorales. IU también sufría una pérdida de apoyo electoral notable manteniendo sólo un 6,8%, que es casi la mitad del 11,13% que obtuvo en las anteriores elecciones…
Con estos cinco partidos en liza real (UPyD prácticamente está en fuera de juego), ya se podría extraer una primera conclusión evidente: que, aun siendo el partido más votado, el PSOE pierde bastante apoyo electoral en su bastión más emblemático quedando muy alejado de la mayoría absoluta de 55 escaños, y que el PP simplemente se descalabra. El modelo bipartidista queda, por tanto, roto y en muy mala situación para afrontar las siguientes elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo.
Por otra parte, Podemos se estrenaría en la política andaluza con una tercera posición (alimentada con antiguos votantes del PSOE y de IU) que representaría un gran éxito político, abriendo la expansión del partido en el resto del territorio nacional. Aunque la gran sorpresa en estos comicios pueda darla Ciudadanos, que todavía sin implantación sólida en el territorio puede ocupar una cuarta posición muy próxima a Podemos, asentando la gran amenaza en el espacio de centro liberal para los dos partidos hasta ahora mayoritarios.
Con esta redistribución de votos y con la atribución de escaños estimada por Metroscopia en su último estudio (PSOE entre 40 y 44 diputados, PP entre 27 y 31, Podemos entre 18 y 22, Ciudadanos entre 8 y 12, IU entre 5 y 9), mucho más fragmentada que la legislatura precedente (PP tiene 50, el PSOE 47 e IU 12), la gobernación estable con 55 escaños o más (mayoría absoluta dado que el Parlamento andaluz cuenta con 109 diputados) se muestra complicada…
Pero, en relación con la previsión de resultados electorales en Andalucía, no deja de ser curioso que, cinco días después de conocerse la encuesta de Metroscopia, el CIS hiciera públicos los resultados de otro estudio similar, pero previo. De forma que sus resultados, publicados después, no reflejan todavía la gran caída del PP ni el ascenso de Ciudadanos, presentando por tanto una estimación de resultados ya superada en el tiempo, quizás con la intención de frenar la desmoralización de los populares.
El trabajo de campo de la encuesta del CIS se realizó entre el 30 de enero y el 17 de febrero con entrevistas personales, mientras que Metroscopia realizó el suyo a continuación, entre los días 23 y 24, mediante entrevistas telefónicas. De esta forma se entiende que los resultados difieran, precisamente en función de la dinámica temporal que debería ir afinando la decisión de voto.
Con todo, y como se refleja en el gráfico correspondiente a la encuesta del CIS, el PSOE podría ganar con el 34,7% de los votos (similar al posterior del 34,6 facilitado por Metroscopia), mientras que el PP (partido del Gobierno) no bajaba según el instituto demoscópico oficial como se estimaba en el estudio encargado por El País, según el cual todavía caería tres puntos más. Podemos también bajaba en esta encuesta 2,5 puntos (en relación con la del CIS) y Ciudadanos subía de un 6,4% de votos hasta un 11%, mientras IU se mantenía prácticamente igual en ambos sondeos.
Posteriormente, el 6 de marzo, día que comenzaba oficialmente la campaña electoral, La Sexta lanzaba los resultados de una nueva encuesta propia con las siguientes estimaciones de voto: 36,7% para el PSOE; 29,9% para el PP; 14,5% para Podemos; 7,1% para Ciudadanos y 6,0% para IU. Resultados que mejoraban los estimados previamente para el PSOE y el PP y rectificaban a la baja los de Podemos e IU, situando los de Ciudadanos en un 7%, sin presentar tampoco combinaciones postelectorales claras en función de la aritmética parlamentaria.
Maquillajes interesados aparte (que en todas las encuestas puede haberlos), se siguen confirmando, pues, una baja traumática del PP y una irrupción de Ciudadanos en la política andaluza, correlacionadas. Junto a una caída del PSOE de momento contenida, que le permitirá ser la opción más votada, y la fuerte emergencia de Podemos, que se sitúa como tercera fuerza política desplazando a IU a un quinto puesto.
Otro dato derivado de la encuesta del CIS, que teóricamente sería la más solvente en base a sus 3.500 entrevistados (muestra muy amplia), es que, mientras tan solo el 5,5% de los encuestados dice no conocer a la presidenta de la Junta y candidata del PSOE, un llamativo 43,7% afirma desconocer a Juan Manuel Moreno, que es el candidato del PP al Gobierno andaluz, lo que representa un handicap electoral desde luego gratuito (porque es difícil votar lo que no se conoce) y del que Mariano Rajoy es el único responsable.
Por su parte, el PSOE aprovechará el aparente tirón electoral de su candidata, Susana Díaz, con una campaña en la que ésta asumirá todo el protagonismo, limitando al mínimo la presencia del secretario general del partido, Pedro Sánchez.
En la práctica, y al margen de que Díaz haya reiterado que tras el 22-M no pactará ni con el PP (la llamada ‘gran coalición’) ni con Podemos, ya veremos lo que pasa, porque la realidad de la distribución de escaños se suele llevar todo por delante. Y el caso es que la competencia entre partidos, el compromiso regeneracionista de los emergentes y las expectativas de unos y otros para alcanzar más tarde el Gobierno de la Nación, van a exigir un talento político apreciable para salir del embrollo; revelándose entonces la verdadera capacidad de los nuevos dirigentes políticos.
En esa situación, tanto el papel de Ciudadanos como el de Podemos pueden ser definitivos. Lo dicho: Andalucía se retrata en las urnas, pero marcando también el futuro de la política española.
Fernando J. Muniesa