«Este libro destapa las vergüenzas de Estados Unidos en los últimos cien años». Bill Maher
Oliver Stone, ganador de un Óscar de la Academia, y el historiador Peter Kuznick nos desvelan la otra cara de la historia de Estados Unidos analizando los grandes acontecimientos que desde la Guerra de Secesión y hasta la actualidad han marcado el «siglo americano» a través de un prisma crítico y constructivo. El resultado es un libro que cuestiona el discurso oficial transmitido dentro y fuera de las fronteras de la superpotencia —centrándose en los errores porque los grandes aciertos ya han sido glorificados— que han marcado la historia de Estados Unidos y, por tanto, del mundo.
La Primera Guerra Mundial, el New Deal, la bomba atómica, el asesinato de Kennedy, la carrera armamentística de Reagan, el 11-S, la llegada de Obama al poder… son solo algunos de los importantes hitos que los autores revisitan y examinan. Porque tal y como ellos mismos afirman en la introducción: «Somos esclavos de nuestra concepción del pasado y rara vez nos damos cuenta de hasta qué punto esa forma de entender la historia determina nuestro comportamiento aquí y ahora. La comprensión de la historia define nuestra idea de lo concebible, de lo realizable».
Herbert Hoover decía que Estados Unidos se está convirtiendo rápidamente en el santuario de las ideas de la civilización. Por ahora, puede que sea suficiente ser el santuario de esas ideas. Pero no por mucho tiempo. Ahora nos corresponde ser la máquina desde la que esas ideas se expandan por el mundo".
Hace 74 años, el 17 de febrero de 1941, la revista Life publicaba esas palabras. Habían sido escritas por su dueño y fundador, Henry Luce. Y formaban parte de un artículo que pertenece al imaginario colectivo de Estados Unidos. Se titulaba El siglo americano, y su tesis era que EEUU tenía que actuar como "el Buen Samaritano". Es decir, primero, liberar a Europa del nazismo; después, expandir esas "ideas de la civilización" por todo el mundo.
La historia silenciada de Estados Unidos es la documentación de la traición a esos ideales. El director de cine Oliver Stone y el profesor de Ciencias Políticas de la American University Peter Kuznick trazan en él su visión acerca de cómo Estados Unidos ha sido, pura y simplemente, un imperio más. Es un análisis que va en contra de los principios de la historiografía más aceptada en la primera potencia mundial, en la que el papel de EEUU es el de "una potencia hegemónica benevolente".
Para Stone y Kuznick, EEUU es, ni más ni menos, un imperio. Y no el más benevolente posible. En su análisis, la historia de la primera potencia mundial revela una creciente pauta imperial que alcanzó un punto de no retorno en la Segunda Guerra Mundial, justamente cuando Luce publicó El siglo americano. No fue sólo la entrada en EEUU en el conflicto, sino también el nombramiento, en un golpe de mano dentro del Partido Demócrata, de Harry Truman como vicepresidente, en sustitución del muy popular -e izquierdista- Henry Wallace, en 1944.
Wallace es uno de los héroes de Stone y Kuznick. Como también lo es John F. Kennedy, que fue evolucionando, según los autores, desde una posición imperial en política exterior a otra mucho más abierta al diálogo. Justo al contrario que Barack Obama, que pasó de defender políticas de izquierdas en su campaña electoral a llevar a cabo lo que La historia silenciada de Estados Unidos considera simple continuismo con respecto a George W. Bush, al que Oliver Stone califica como "el peor presidente de la Historia de Estados Unidos".
El libro de Stone y Kuznick ha sido un éxito de ventas, sobre todo fuera de EEUU. En su país, ha provocado controversia a pesar de que ha sido presentado en decenas de universidades en foros abiertos, en algunos de los cuales han llegado a participar hasta 10.000 estudiantes, de que va a ser estudiado como libro de texto en varios distritos escolares, y de que ha sido la base para una serie de 10 documentales emitidos por la cadena de televisión por cable Showtime. La clave de las críticas es que, precisamente, el libro es eso: crítico. Y, en cierto sentido, deja poca esperanza a que se cumpla el sueño de los autores de que EEUU tenga una Constitución como la de Japón, que prohíbe las intervenciones militares en el exterior.
'Obama no ha sabido o no ha querido oponerse a Wall Street y a los halcones de política exterior'
En La historia silenciada de Estados Unidos, los líderes que tratan de cambiar la política exterior de la primera potencia mundial son apartados del poder de forma pacífica -Wallace, Carter- o violenta -Kennedy-. Y las perspectivas no van a mejor. "Obama no ha sabido, o no ha querido, o no ha podido, oponerse a Wall Street y a los halcones en política exterior", explica Kuznick en su despacho en el campus de American University, muy cerca de la residencia oficial del vicepresidente de EEUU. "Y las perspectivas son todavía peores: Hillary es muy dura, y en el Partido Republicano no hay nadie que no siga una doctrina de dominación mundial", concluye.
No es más que una pauta histórica. Según Stone y Kuznick, la Segunda Guerra Mundial engendró la Guerra Fría, dentro de la que estuvieron, como episodios, aislados, Corea, Vietnam, la crisis de los misiles cubanos y, en último término, el 11-S, en cuya sombra aún vivimos hoy.
Ahora bien ¿es este libro una mera diatriba antiamericana como tantas otras?
No. Ni Stone -que está en la actualidad rodando en Alemania una película sobre el ex espía y prófugo de EEUU Edward Snowden- ni Kuznick han renunciado a sus pasaportes. La historia silenciada de Estados Unidos es una larga enumeración de errores y de oportunidades perdidas. Unas oportunidades que, en su opinión, EEUU no debería haber dejado pasar. El libro, sin embargo, y a pesar de sus más de 1.000 páginas, no se adentra mucho en las razones que explican esa dinámica histórica, tanto desde el punto de vista interno como desde el de los rivales a los que Estados Unidos ha hecho frente en estos 70 años en los que lleva en estado de guerra permanente (de hecho, con Corea del Norte sólo tiene un alto el fuego, y en el Golfo Pérsico lleva interviniendo militarmente de forma directa e ininterrumpida desde 1987).
Claro que acaso la clave no tenga tanto que ver con el sistema político o económico, como con algo mucho más simple y, a la vez, inamovible: la geografía. Estados Unidos es una isla rodeada de océanos inmensos. Al norte tiene un país al que ignora (como España a Portugal, sólo que mucho más) y al sur otro que es sólo una fuente de problemas en la frontera (como Marruecos con España, pero mucho menos). Solo en 1812, cuando los británicos arrasaron Washington y, 199 años más tarde, en el 11-S, el territorio continental estadounidense ha sido atacado. La gran tragedia nacional de Vietnam costó 58.000 vidas -contando muertos por accidentes- en 15 años. Pero hay por lo menos dos docenas de batallas en la Primera y Segunda Guerra Mundiales en las que morían cifras similares de soldados en el primer día de combate.
"Los estadounidenses no son capaces de comprender lo que es una guerra. No son capaces de imaginarse que la mitad de los varones en edad militar mueran, como le sucedió a Francia en la Primera Guerra Mundial. No les cabe en la cabeza que una ciudad pueda quedar pulverizada, totalmente reducida a escombros, en una semana", explica Kuznick. Y concluye: "Suelo hacer con mis estudiantes un sondeo anónimo, en el que les pregunto cuántos soviéticos murieron la Segunda Guerra Mundial. La cifra media que ponen es 100.000. Fueron 26 millones".
Perfil de los autores
OLIVER STONE es un cineasta estadounidense de fama mundial. Director de películas de gran éxito como Nacido el 4 de julio, Wall Street, JFK, World Trade Center o la más reciente Salvajes, ha recibido numerosos galardones. También ha abordado —suscitando la polémica en no pocas ocasiones— el género documental con Comandante, Mi amigo Hugo o la serie de diez capítulos sobre la historia silenciada de Estados Unidos que es la base de este libro.
PETER KUZNICK es profesor de Historia y director del Instituto de Estudios Nucleares de la American University de Washington. En los años sesenta, se posicionó a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam. En la actualidad, además de su dedicación a la labor académica, es un reputado activista antibelicista y antinuclear que ha publicado numerosos ensayos. Participa regularmente como columnista en varios medios de comunicación estadounidenses.