Un “canonista” al frente de la Defensa Nacional
GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA nació en 1949 en Cudillero (Asturias). Cursó la licenciatura de Derecho en la Universidad de Oviedo y el doctorado en la Universidad de Valladolid.
En 1973-1974 amplió estudios en la Universidad de Munich, becado por el Gobierno de Alemania Federal. En 1978 obtuvo la cátedra de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad Complutense de Madrid, de la que fue Secretario General en 1981-82.
En noviembre de 1982 ocupó la Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia y la Presidencia de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa con el primer gobierno socialista presidido por Felipe González, cargo que desempeñó hasta febrero de 1984. En esa fecha protagonizó un curioso salto desde su intensa experiencia “canonista” hasta el Ministerio de Defensa, en el que se le designó subsecretario. En 1990 fue nombrado Secretario de Estado de Administración Militar del mismo Departamento.
Desde julio de 1993 formó parte del Gobierno como Ministro de Educación y Ciencia, cargo en el que se enfrentó con sectores radicales de la Iglesia Católica al adaptar la enseñanza religiosa al principio de no confesionalidad establecido en la Constitución Española. Dos años más tarde, en julio de 1995, fue nombrado Ministro de Defensa, cargo que desempeñó hasta mayo de 1996.
Su nuevo desembarco en el Ministerio de Defensa se produjo en el contexto dramático que supuso la dimisión del general Alonso Manglano como director del CESID, el 15 de junio de 1995, y los ceses paralelos de Narcís Serra como vicepresidente del Gobierno y de Julián García Vargas como ministro de Defensa precedente. Con la convulsión política y social que conllevó el escándalo de las escuchas ilegales del CESID, acompañado por las amenazas latentes en los “papeles de Perote”, su principal tarea se centró en “blindar” las operaciones más comprometidas del CESID ante el eventual acceso del PP al Gobierno, tras las inminentes elecciones generales de 1996.
Emilio Alonso Manglano permaneció en la dirección del CESID de forma interina hasta el 7 de julio de 1995, fecha en la que fue sustituido por el general Félix Miranda Robredo. Tras su “dimisión”, el ministro Suárez Pertierra le acogió como asesor en el Ministerio de Defensa con el fin de “aprovechar su experiencia” en el ámbito internacional, cargo desde el que siguió manejando de forma encubierta los hilos de los servicios de inteligencia hasta el 17 de mayo de 1996, momento en el que fue cesado de forma fulminante por el nuevo Gobierno presidido por José María Aznar.
En ese mismo contexto, la designación del general Miranda al frente del CESID se acompañó con la creación del cargo de director adjunto, inédito hasta el momento, y con el nombramiento para el mismo del coronel auditor Jesús Del Olmo, realizado sin conocimiento de quien ya era su superior inmediato.
En realidad, Del Olmo era la persona que en aquellas fechas aglutinaba la incipiente “camarilla de Defensa”, integrada por civiles y militares oportunistas, que tanto han manipulado y perjudicado a la institución militar (Miguel Silva Vidal, Laureano García Hernández, Francisco Torrente, Francisco Veguillas...), liderándola con gran discreción y eficacia como miembro más brillante de la misma, hasta que, con el paso del tiempo, se convirtiera en el denominado “clan Torrente”.
Suárez Pertierra le “heredó” en los mismos cargos de director del Gabinete del Ministro de Defensa y responsable de la DRISDE que ya ocupaba con el ministro saliente, nombrándole de inmediato nada menos que secretario general y director adjunto del CESID. Dicho nombramiento se acompañó con el ascenso ilegal de Jesús Del Olmo a general auditor del Cuerpo Jurídico Militar (ver biografía propia).
No faltan opiniones informadas que vinculan directamente aquella promoción de favor con la propia Presidencia del Gobierno, cuyo Gabinete ya era controlado por su amigo José Enrique Serrano (ver biografía propia), con objeto de destruir los rastros documentales archivados en el CESID sobre los escándalos políticos que en aquellos momentos eran objeto de controversia (caso de los GAL, escuchas ilegales, malversación de fondos reservados…).
Como ministro de Defensa, Suárez Pertierra también fue responsable de otorgar a Miguel Silva Vidal el rango administrativo de director general, sin mérito profesional reconocido para ello (ver biografía propia). Su decisión se basó en razones de amistad personal y en su connivencia para ir consolidando una incipiente “camarilla de Defensa”, después convertida en el “clan Torrente”, cuya beneficiosa proyección de futuro para todos sus miembros ha terminado siendo bien evidente (Torrente, Del Olmo, Sanz Roldán, Villar, Silva…).
Tras cesar como ministro de Defensa, Suárez Pertierra se centró en la actividad parlamentaria como diputado electo por Asturias en la VI Legislatura, en la que fue designado para ocupar la Presidencia de la Comisión de Régimen de las Administraciones Públicas del Congreso, compartida con su pertenencia a la Comisión de Defensa.
Se reintegró al profesorado de la Universidad Complutense en mayo de 2000, trasladándose en diciembre del mismo año a la cátedra de su disciplina en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Desde entonces ha seguido ejerciendo como profesor invitado en diversas universidades españolas y extranjeras, colaborando en diversos comités científicos.
A partir de julio de 2001 asumió la dirección del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, organismo gubernamental adscrito a la UNED (Universidad Española de Educación a Distancia), ocupación que abandonó en abril de 2005 al ser nombrado presidente del Real Instituto Elcano en sustitución del también ex ministro de Defensa Eduardo Serra. Este nombramiento, impuesto en el seno de su Patronato por las presiones del Ministerio de Asuntos Exteriores, produjo no pocas tensiones y la baja de alguno de sus patronos (el Grupo Recoletos).
De hecho, durante una sesión extraordinaria del Patronato bastante tensa, sus miembros aceptaron la propuesta del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, sólo como “gesto de buena voluntad” y ante la confianza de que los cambios no afectarían a Emilio Lamo de Espinosa, entonces director del Real Instituto Elcano. Pero no fue así, ya que el nombramiento de Suárez Pertierra terminó incluyendo una autorización para reorganizar su estructura y consensuar el nombre de un nuevo director, que terminó siendo el de Andrés Ortega, vinculado al periódico “El País” y al entorno del Ministerio de Defensa. El Patronato aprobó también modificar los Estatutos para que, por vez primera, su presidente fuera remunerado.
En 2006 fue nombrado presidente del Patronato de la Fundación Oso de Asturias. Cuatro años más tarde, el 1 de diciembre de 2010, se incorporó a la Real Academia de Doctores de España como académico de Número, con un discurso de ingreso titulado “Laicidad y cooperación como bases del modelo español: un intento de interpretación integral (y una nueva plataforma de consenso)”.
Suárez Pertierra ha sido distinguido con numerosas condecoraciones, entre otras la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort y la Amuravela de Oro, otorgada anualmente por la Asociación de Amigos de Cudillero, su localidad natal. Está casado y es padre de un hijo y una hija.
FJM (Actualizado 30/06/2009)
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