El coronel y experto estratega Pedro Baños se adentra en las incógnitas de estos juegos de dominio entre países y desvela las claves y trucos del poder mundial, que son unas eficaces reglas universales para conseguir nuestros objetivos manipulando al adversario. Una guerra permanente que se libra en el ciberespacio.
Así se domina el mundo. Una nueva guerra mundial no es imposible. De momento, la pugna entre las grandes potencias se está librando a través de las llamadas “guerras híbridas”. En ellas se combinan coacciones económicas, desinformación, terrorismo, actividad criminal y subversión para provocar desórdenes civiles y confrontaciones localizadas. Es la guerra permanente, sobre todo la virtual, la que se está librando sin cuartel en el ciberespacio.
Esta es una de las conclusiones que arroja el libro Así se domina el mundo, en el que el coronel Pedro Baños disecciona la geopolítica universal y desvela las claves de muchos de los grandes conflictos. Una obra que va directa a las verdaderas causas de los sangrientos choques que han asolado a la humanidad, al tiempo que muestra las raíces de los enfrentamientos que con toda probabilidad jalonarán el siglo XXI.
Pero, ¿cómo se relacionan los países? ¿Qué estrategias de poder utilizan? A través de numerosos ejemplos, veremos que existen diversas estrategias clásicas, todas con un trasfondo de hipocresía y de aprovechamiento de las debilidades ajenas, que han prevalecido a lo largo del tiempo. También descubriremos que durante toda la historia se han cometido una serie de errores geopolíticos que se siguen repitiendo. Aunque hoy en día las reglas han cambiado por una serie de condicionamientos —como los avances tecnológicos— que obligan a modificar las acciones geopolíticas, existen unos fundamentos inamovibles en este campo.
Desde hace algunos años, debido a la compleja situación actual, la ciencia de la geopolítica —y su aplicación práctica, la geoestrategia, que tiene como objetivo la influencia de los países a escala mundial— está adquiriendo una importancia que en cierto modo había perdido tras la Segunda Guerra Mundial. Pero ¿cómo se relacionan los países? ¿Qué estrategias de poder utilizan?
A través de numerosos ejemplos, veremos que existen diversas estrategias clásicas, todas con un trasfondo de hipocresía y de aprovechamiento de las debilidades ajenas, que han prevalecido a lo largo del tiempo. También descubriremos que durante toda la historia se han cometido una serie de errores geopolíticos que se siguen repitiendo. Aunque hoy en día las reglas han cambiado por una serie de condicionamientos — como los avances tecnológicos— que obligan a modificar las acciones geopolíticas, existen unos fundamentos inamovibles en este campo.
El coronel Pedro Baños, un experto estratega, nos adentra en las incógnitas de estos juegos de dominio entre países y nos desvela numerosas claves y trucos del poder mundial que se pueden condensar en unas eficaces reglas universales para conseguir nuestros objetivos, con títulos tan sugestivos como «El mundo visto como patio de colegio», «El portero de discoteca», «Empobrece y debilita a tu vecino» o «Miente, que algo queda».
Las razones del autor
Cambiará la tecnología y el modo de consumar las aspiraciones humanas, pero la ambición de dominación y sometimiento del prójimo seguirá siendo inmortal, como lo ha sido hasta ahora. La geopolítica se ha transformado en un instrumento de “geopoder” (que también se podría denominar “geocontrol” o “geodominio”) encaminado tanto a controlar el mundo —o, cuando menos, los mayores ámbitos mundiales posibles— como a evitar caer subyugado por otro o serlo en demasía.
Por ello se hace preciso conocer cómo los poderosos han manejado, y manejan, el mundo a su alrededor. Ciertas estrategias han sido aplicadas desde hace siglos; otras son más recientes, pero nada hace pensar que se vayan a dejar de aplicar en el futuro, aunque sea con ciertas variaciones. Dentro de este marco, las veintisiete geoestrategias aquí tratadas no son más que la aplicación práctica de ese geopoder, la materialización y concreción de cómo se ha decidido actuar e influir en la esfera internacional.
Este conocimiento nos permitirá estar alerta para, en la medida de lo posible, no acabar manejados como meros títeres en manos de los grandes artífices del mundo. Aun así, tenemos que ser conscientes de la enorme influencia externa que pesa sobre nuestras vidas y de la dificultad para desprenderse de ella.»
Algunas ideas extraídas del libro
«La geopolítica actual podría definirse como la actividad que se desarrolla con la finalidad de influir en los asuntos de la esfera internacional, entendido este ejercicio como la aspiración de influencia a escala global, evitando, al mismo tiempo, ser influidos. Incluso se podría concretar como la actividad que realizan aquellos que persiguen regir los designios mundiales (o al menos de una amplia zona del mundo) al tiempo que tratan de impedir que otros actores internacionales dirijan los suyos, aspirando a que nadie tenga capacidad para entrometerse en sus decisiones.»
Amor, temor, convencimiento
«La pugna siempre ha sido por el poder, el estatus, el dominio, el control de las personas y los recursos, empleando los medios disponibles en cada momento, convirtiéndose la ambición de ganancia en puro deseo de dominio. Y si la violencia es el medio más efectivo para salir victorioso del conflicto, no se duda en emplearla. (…)
Aunque se diga que unos grupos humanos actúan y reaccionan por amor, otros por temor y los demás por convencimiento, en realidad suelen hacerlo por una combinación de esos tres elementos, y no siempre ofreciendo la misma respuesta. De este modo, en el campo de las relaciones internacionales lo más importante es saber de qué manera se puede conseguir que el resto de los actores se someta a los intereses propios en cada momento, debiendo ser plenamente conscientes de que un procedimiento exitoso en un supuesto no tiene por qué ser necesariamente válido para otros. La lección, en este caso, es que el temor a la aplicación de la fuerza, aunque lo sea exclusivamente en último extremo, no deja de ser un ingrediente básico en toda relación externa. Al fin y al cabo, es obvio que solo se puede dialogar con quien está dispuesto a escuchar, entender y racionalizar.»
Principios geopolíticos inmutables
«A lo largo de la Historia, una serie de principios geopolíticos han estado presentes constantemente. Aunque la geopolítica como tal ha cambiado con el paso del tiempo y al hilo de los acontecimientos y la tecnología, estos principios inmutables siguen rigiendo las relaciones internacionales y los asuntos del mundo al que pertenecemos.
El Estado es un ser vivo
Como tal, necesita alimentarse para sobrevivir y crecer. (…)
La economía manda
Lenin decía que “la política es la expresión concentrada de la economía”, algo que sigue siendo perfectamente válido en el momento actual, y que siempre lo será. (…)
El determinante peso de la historia
En 1992, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama declaró que el final de la Historia había llegado. (…) Sin embargo, la realidad fue bien distinta. (…)
No hay aliados eternos, sino intereses permanentes
En las relaciones internacionales, cada parte intenta satisfacer sus propios intereses de forma acorde a sus circunstancias y con los medios a su alcance.»
Los pilares de la disuasión
«La estrategia de la disuasión debe estar basada en tres pilares:
1) Disponer de fuerzas y medios capaces y creíbles, propios o compartidos con aliados.
2) Contar con la voluntad política de emplear estas capacidades bélicas, es decir, la fuerza, si es necesario.
3) Transmitir al adversario, aunque solo lo sea en potencia, que se dispone de esos medios y convencerlo de que los gobernantes pueden ser capaces de utilizarlos en beneficio de su seguridad nacional.
Si los medios y la voluntad de emplearlos son importantes, no lo es menos que el mensaje llegue al adversario. De nada sirve disponer de potentes capacidades si el posible enemigo las desconoce, salvo que esto responda a una intencionada estrategia de decepción que tenga como finalidad que el enemigo opte por un ataque, confiado en su superioridad, para que, ante la sorpresa de encontrarse con fuerzas que lo superan, sea plenamente derrotado.
Esta es la estrategia aplicada por Corea del Norte en su intento de preservar su soberanía y su sistema político y social.»
El oso acorralado
«La historia demuestra —asegura François Thual— que, cada vez que un país se ha sentido cercado, ha terminado por radicalizarse y adoptar posturas más agresivas, lo que puede terminar siendo el caso de una Rusia sometida a una creciente presión, o incluso de Corea del Norte o Irán, pues basta con ver un mapa del mundo que indique dónde hay instaladas bases de Estados Unidos, la OTAN y otros países aliados de Washington para darse perfecta cuenta de quién rodea a quién. Baste señalar que el analista estratégico estadounidense Fareed Zakaria estima que Estados Unidos dispone de 766 bases en el exterior, diseminadas en cuarenta países, que alojan a casi 200.000 efectivos y ocupan 275.000 hectáreas de territorio extranjero.»
El portero de discoteca
«El G8 podría compararse con uno de esos porteros de discoteca a los que se refiere el periodista satírico español Jaime Campmany. Su origen se remonta al G6, formado en 1973 por las seis potencias económicas mundiales en ese momento: Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido. Después, se unieron Canadá (G7, 1997) y Rusia (G8, 2002). Se supone que esos ocho países son los más industrializados del mundo, pero también deberían estar China e India si se siguiera un criterio de desarrollo económico. Sin embargo, en este selecto club se negocian consensos y se acercan posiciones respecto a las decisiones que marcarán la economía y la política mundiales, de ahí que deseen que siga siendo tan exclusivo. Su composición se asemeja bastante al grupo formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. Y todos estos “porteros de discoteca”, con derecho de veto en las cuestiones internacionales que amenacen la paz y la seguridad, no tienen mucho interés en dejar entrar a nuevos socios.
La estrategia del “portero de discoteca” también está presente en el ámbito del Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP).»
Patada a la escalera
«Desde que se tiene conocimiento, las potencias hegemónicas del momento han tratado de impedir que ninguna otra nación, reino, imperio o Estado pudiera trepar por la misma escalera que ellos habían utilizado para alcanzar la cúspide, por el lógico temor no solo a tener que repartir el poder que tanto les había costado conseguir, sino a que incluso fueran despojados de él.
Un documento estadounidense fechado en 1992, el Informe Wolfowitz, recogía que la posición hegemónica de Estados Unidos debía ser preservada frente a cualquier intento de puesta en entredicho por la vía del surgimiento de otros centros fuertes de poder en cualquier parte del mundo. Para ello, entre otras cosas, Estados Unidos debería actuar para impedir la creación de un sistema de seguridad exclusivamente europeo. (…)
En nuestros días, Estados Unidos considera que su vecino molesto es México. A Washington le interesa una cierta estabilidad del país vecino, pero no que evolucione tanto que llegue a convertirse en un fuerte competidor. (…) Esta puede ser la razón de que el actual presidente norteamericano, Donald Trump, haya anunciado cambios en las relaciones comerciales entre ambos países.»
China, la que se avecina
«La República Popular de China es el país con más vecinos directos, pues comparte fronteras con catorce Estados diferentes (Corea del Norte, Rusia, Mongolia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal, Bután, Myanmar, Laos y Vietnam) y bordes marítimos con Japón, Corea del Sur, Filipinas y Vietnam.
Las últimas disputas en el mar del Sur de China, que enfrentan a Pekín con sus vecinos marítimos, han llamado también la atención de un Estados Unidos interesado en detener la carrera de China hacia la cumbre del poder mundial. (…) Habrá que estar atentos a su evolución, ya que China ha aumentado la presencia militar en la región, lo mismo que Estados Unidos. Así mismo, Japón se ha manifestado oponiéndose a la posición china por intereses propios.»
Piensa mal y acertarás
«No hay que fiarse nunca de la fingida buena voluntad de los vecinos. En el fondo, para ser ellos superiores y tener el control (al menos regional), están siempre encantados de que en el país vecino haya división política, florezcan los nacionalismos separatistas, proliferen los enfrentamientos sociales, surjan disturbios o incluso se pueda llegar a romper. Eso cuando no es el mismo país vecino quien propicia, de forma más o menos encubierta, todas esas debilidades intestinas en la nación contigua. Y todo, por supuesto, mientras no perjudique directamente su economía, su seguridad o su estabilidad.»
Jugar con fuego
«Cuando se explotan y aprovechan los fanatismos, hay que obrar con sumo cuidado para evitar en lo posible que se tornen en un monstruo difícil de controlar que termine por abalanzarse sobre su creador.
En las postrimerías de la Guerra Fría, Estados Unidos decidió formar, en colaboración con Arabia Saudí, a los muyahidines para que lucharan contra la presencia soviética en Afganistán y así ganar terreno a favor del bloque occidental. Este adiestramiento y la financiación de grupos radicales islamistas en la década de 1980 sería una de las causas del posterior surgimiento de grupos terroristas como Al Qaeda y el autodenominado Estado Islámico, los cuales, persiguiendo objetivos propios, han desestabilizado buena parte de Oriente Medio y declarado la guerra a Occidente.»
La dominación indirecta
«El gobierno norteamericano es un gran y habilidoso dominador indirecto. Para hacer prevalecer sus intereses energéticos, políticos y estratégicos, Washington emplea no solo las manifestaciones del imperialismo clásico, sino que también despliega una maquinaria diversificada que va desde la influencia económica a una presencia militar y de seguridad, pasando por los múltiples discursos de los mantras mundialistas: la preservación de paisajes y la biodiversidad, el desarrollo sostenible, la democracia, el buen gobierno y la promoción de los derechos humanos. (…)
La estrategia de dominar indirectamente también es utilizada por China. Una perspectiva interesante es la que aportan los militares Liang y Xiangsui al asegurar que “la cultura estratégica china favorece el empleo de la estrategia de la dominación indirecta, como puede ser la búsqueda del sometimiento del enemigo y la consecución de la victoria sin combate”. Demuestran así que la habilidad para los ardides es consustancial al pueblo chino.»
Aquí sí, aquí no
«¿Por qué se interviene en determinados conflictos y no en otros? ¿Por qué Francia tiene misiones desplegadas en sus zonas de influencia en algunos países de África y presiona para que desplieguen fuerzas de la Unión Europea? ¿Qué legitima una intervención? No hablamos de la ya citada war on terror que declaró G. W. Bush tras los atentados del 11-S, mucho más ambigua, sino de refugiarse en un principio aceptado por la comunidad internacional, en una ley nacional o internacional, para conseguir fines geopolíticos y geoeconómicos. (…)
¿Y Siria? ¿Por qué no se invoca la responsabilidad de proteger en Siria? Es un conflicto distinto, pero las oleadas de refugiados, sobre todo a las puertas de Europa, ponen de manifiesto —si cabía alguna duda— que la población civil no está a salvo, con ataques sistemáticos a ciudades, hospitales y campos de refugiados. Sin embargo, en Siria hay potencias con intereses contrapuestos. En este escenario queda patente que la responsabilidad de proteger no es un instrumento objetivo para proteger a la población de las violaciones de los más elementales derechos humanos.»
La visión de la legalidad internacional desde China
«Según los militares chinos Guangqian y Youzhi, las leyes internacionales se pueden resumir en diez principios (que comento entre paréntesis):
• Respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial. (La situación actual de Siria pone en duda la aplicación real de este principio.)
• No agresión contra los demás. (Cada vez se respeta menos, según se ve en los recientes conflictos.)
• No interferencia en los asuntos internos ajenos. (Es uno de los valores que ofrece China a los países con los que negocia, por su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.)
• Igualdad y beneficio mutuo. (Los países más débiles tienen menos probabilidades de ser respetados, sobre todo cuando hay intereses enfrentados.)
• Coexistencia pacífica. (Los intereses económicos y geopolíticos garantizan poca paz y mucha competencia.)
• No emplear la fuerza ni la amenaza de su empleo. (La amenaza del empleo de la fuerza es permanente, pues forma parte del juego geopolítico y es uno de los pilares de la disuasión.)
• Autodeterminación nacional. (Habría que comenzar por definir “nación”, pues solo se la reconoce como tal cuando interesa a los poderosos. Pensemos en los kurdos o los pastunes —unos 40 millones de personas en cada caso—, los suníes en Irak y Siria, los grupos que pretenden su independencia en varios países africanos o los rusófilos en Ucrania. También se podría hablar de otros grupos humanos, partes de un país o las colonias que todavía existen en el mundo, para ver que realmente no se permite la aplicación plena de este principio ni que la población pueda votar sobre su autodeterminación para ser verdaderamente dueña de su destino.)
• Respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales. (China es el primer país acusado de no cumplirlos. Muchas veces son empleados como palanca geopolítica para intervenir allí donde se cree conveniente.)
• Cooperación internacional y honesto cumplimiento de las obligaciones internacionales. (Dependerá de los intereses del momento, pues abunda más la competencia que la cooperación.)
• Resolución pacífica de las disputas internacionales. (Así será siempre que la guerra no se vea como más rentable. Mientras tanto, la guerra se hace cada vez más a través de terceros.)»
El enemigo
«El nuevo enemigo es el radicalismo islamista, que algunos quieren ver como el destructor de Occidente. Así, desde la desmembración de la Unión Soviética y el fin de la amenaza que suponía el comunismo tanto para los occidentales (por cuestiones ideológicas) como para el mundo musulmán (por aspectos religiosos, pues se enfrentaban fe y ateísmo), estos dos últimos parecen haber encontrado un nuevo adversario al que enfrentarse: ellos mismos. La pugna se prolongará largo tiempo. Por lo menos hasta que surja un nuevo enemigo que una a ambos contra este tercero o haga que estén tan entretenidos con el recién llegado al combate que olviden las actuales rencillas o bien estas queden latentes. (…)
La yihad persigue una revolución social y política, un cambio en el modelo de sociedad, en la que política y religión se fundan en un todo. Este proceso de islamizar y radicalizar la sociedad ha sido un mecanismo habitual en el mundo musulmán para alcanzar el poder o mantenerse en él, no dudando en recurrir a acciones militares, internas y/o de conquista, cuando se han considerado precisas. La idea no es ni mucho menos nueva, pues la primera reglamentación de la yihad como guerra contra los infieles, definidos estos como todos aquellos que se oponen al proyecto fundamentalista-integrista, la llevó a cabo Al Shaybani en el siglo VIII y fue desarrollada por Averroes, en su tratado Yihad, en 1168.»
Nada es verdad, ni es mentira
«En el Oriente Medio actual, la Administración Obama facilitó que Irán se convirtiera en el poder hegemónico regional, con influencia directa en Irak, Siria, Líbano y Yemen, y potencial en Bahréin. Esto ha generado la comprensible preocupación en los países de mayoría suní —desde los del golfo Pérsico a Turquía— e Israel. Lo más probable es que la nueva Administración Trump intente buscar un renovado reequilibrio de fuerzas, que difícilmente se puede conseguir de modo pacífico.
Quizá, y viendo cómo funcionan las grandes potencias, no sería de extrañar que en realidad Trump no estuviera haciendo más que seguir con el juego iniciado por Obama. (…) De este modo, los mundos árabe y musulmán, al estar desunidos, no podrán controlar el conjunto del petróleo de la zona y los puntos de paso obligado, lo que ha sido una de las premisas geoestratégicas aplicadas por las potencias occidentales que llevan más de un siglo manipulando esta parte del mundo.»
¿Quién controla los medios de comunicación?
«Hay fuerzas muy poderosas que arrastran a los medios de comunicación hacia una única y exclusiva dirección de pensamiento, de forma tan sumamente eficaz que consiguen transformar en perversa a cualquier persona que se atreve a denunciar esta maniobra de control social. En los últimos años, los medios de comunicación más influyentes del mundo se han concentrado en unas pocas manos, lo que les confiere un inmenso poder con capacidad para hacer tambalear —cuando no derribar— go- biernos, empresas y personas.
Según algunos estudios, hoy en día tan solo seis compañías poseerían, directa o indirectamente, el 95 % de los principales medios de comunicación del mundo (…) De ellas, diez son americanas (ocho estadounidenses —las principales—, una brasileña y una mexicana); tres, europeas (dos francesas y una alemana); y solo una, asiática, aunque su negocio de comunicación se localiza en Estados Unidos. (…)
En los llamados “Cables saudíes”, WikiLeaks muestra con nitidez la estrategia llevada a cabo por Arabia Saudí para influir en los medios de comunicación árabes y de medio mundo.»
Pobres pobres
«Ideologías y religiones han usado y abusado de los pobres, los excluidos, los hambrientos, los humillados, en muchos casos con la excusa de buscar su “salvación”, material y espiritual. Su movilización es muy sencilla. Basta con ofrecerles una idea atractiva que les prometa un futuro mejor, la opción de alcanzar y disfrutar de lo que otros poseen, ponerles al alcance de la mano un cambio en el que ellos serían los privilegiados o al menos ya no habría desigualdad. ¿Quién no se animaría a seguir ciegamente estos discursos tan halagüeños?»
Divide y…
«En cuanto al mundo islámico, George Friedman reflexiona que el objetivo estratégico de Washington es mantenerlo sumido en el caos e incapaz de unirse, pues mientras los musulmanes estén luchando entre sí, Estados Unidos habrá ganado su guerra. Algo similar a esto ha sido siempre la estrategia británica de poner impedimentos a la creación de una Europa unificada, peligrosa para su seguridad porque, entre otras co- sas, considera intolerable la idea de un Viejo Continente dominado militarmente por Francia y Alemania.»
La vulnerabilidad de las poblaciones jóvenes
«Las poblaciones jóvenes, señala Kaplan, son las más proclives a forzar la revolución y el cambio, por lo que ese ímpetu puede ser aprovechado para animar la subversión interna en los países, como de hecho sucede. Se apreció con nitidez en el caso de las revueltas árabes sucedidas a partir de 2011, donde, si bien es cierto que no faltaban motivos internos para su surgimiento, fueron azuzadas desde el exterior para conseguir otras finalidades que nada tenían que ver con el bienestar de las poblaciones sublevadas, y así se demostró en Siria.»
La lengua como instrumento de discordia
«El idioma es un instrumento que se ha empleado a menudo para sembrar la desavenencia, bien sea en el marco de un proceso nacionalista-separatista o como arma de guerra. En los territorios surgidos de la antigua Yugoslavia, por ejemplo, se manipuló el serbocroata —el idioma oficial hasta ese momento— para convertirlo en variantes modificadas, de forma que cada una de ellas fuese hablada en las tres diferentes partes en que Bosnia quedó dividida. De este modo, la variedad lingüística, un elemento que debería enriquecer las sociedades, se transforma en un útil de manipulación por políticos sin escrúpulos y ansiosos de poder.»
Cizaña ciberespacial
«Entre las funciones perversas para las que se emplea el ciberespacio está la de conseguir influir psicológicamente en el adversario —e incluso en los teóricamente aliados—, provocando sensaciones, difundiendo narrativas y afectando a sus mentes. El propósito último es doblegar a las poblaciones y conseguir su fidelidad, de modo que sean ellas las que fuercen a sus gobiernos en la dirección apetecida, llegando incluso a quebrar sus principios y valores.
Es lo que el coronel Ángel Gómez de Ágreda, un referente europeo en análisis geopolítico, denomina “operaciones basadas en afectos”. Las operaciones ya no persiguen solo efectos militares o cinéticos, como hasta ahora, sino que principalmen- te están dirigidas a atacar las mentes. La realidad actual lleva a la certeza de que la mente de las poblaciones se ha convertido en el centro de la gravedad, allí donde está la capacidad de decisión, la voluntad de vencer, la moral, que se puede reforzar o quebrar mediante operaciones de información y guerra psicológica. En definitiva, hoy en día se buscan más los efectos psíquicos que los físicos, pues el poder de una imagen es más fuerte que la más potente de las divisiones acorazadas. Y para tales fines, el ciberespacio se ha convertido en el moderno campo de batalla.»
Las religiones como arma de guerra
«Debemos desconfiar de lo que se oculta detrás de las acciones llevadas a cabo en nombre de una religión. Que los fervorosos acólitos actúen convencidos de su trascendental cometido no significa que los verdaderos intereses de los que manejan a los creyentes sean igual de obvios, pues lo habitual es que estén muy alejados de la religiosidad. Y es que esta estrategia del fervor religioso tiene en realidad poco de religiosa. Los grandes objetivos ocultos principalmente son políticos, económicos y geopolíticos, eso sí, bañados con la deslumbrante púrpura de la fe.»
La estrategia del loco
«El actual presidente de Estados Unidos ha sostenido en infinidad de ocasiones una postura contraria a la intervención militar en ese país de Oriente Medio, así como ainvolucrar a los norteamericanos en aventuras belicistas de dudoso resultado y que no afectaran directamente a la seguridad nacional.
Pero, de repente, Trump sorprendió al mundo, comenzando por sus propios aliados y la ONU, a los que no había consultado previamente, al lanzar un precipitado ataque contra un país soberano, sin esperar siquiera a una investigación independiente y objetiva de los hechos. Al margen de consideraciones geopolíticas (rivalidad con Rusia, freno a la expansión de Irán en la región, la amenaza de fortalecidos grupos chiíes para Israel) y de intereses de política interna (debate sobre las relaciones con Putin durante el proceso electoral, presiones provenientes de su propio partido republicano y de otros lobbies), el presidente Trump podría haber empleado deliberadamente la estrategia del loco. Así, habría hecho gala de una imprevisibilidad estratégica con el fin de mantener a sus posibles adversarios, desde Corea del Norte hasta China, además de a Moscú, con la permanente zozobra de su posible reacción contra ellos, como respuesta a acciones previas o bien por su propia iniciativa.
[También] Corea del Norte sirve de ejemplo para esta estrategia.»
Las copas de champán
«Hay que imaginárselas dispuestas en una gran pirámide digna de una fiesta del gran Gatsby, plena de glamur y estilo, donde el champán empieza a servirse en la copa más alta y llega hasta la última. Si todos los invitados tienen su copa llena, ninguno se quejará. En política ocurre lo mismo, al igual que en las relaciones internacionales. Esta estrategia consiste en compartir, o hacer creer que se comparte, el poder, las ideas, la cultura y los recursos. (…)
También es empleada por los gobiernos corruptos, las cleptocracias. En ellas, además del nepotismo y la malversación de los fondos públicos, está institucionalizado el clientelismo político. Mediante las copas de champán se intenta hacer partícipe de la corrupción al pueblo, que, al sumirse en pequeñas corruptelas cotidianas, queda desarmado moralmente para pedir cuentas a quienes, en la cúspide del poder político, judicial y económico, se enriquecen de forma desproporcionada a costa de las arcas públicas. Por el mismo razonamiento, el partido gobernante que aplica esta estrategia consigue mantenerse en el cargo gracias precisamente a aquellos que, aun a sabiendas de sus fechorías, le siguen votando para que el champán también llegue hasta ellos.»
Errores frecuentes en geopolítica
«Aunque llevamos repitiendo durante siglos que hay que aprender del pasado para no repetir los mismos errores y así crear un futuro mejor, los Estados y sus decisiones geopolíticas han tropezado siempre en las mismas piedras. Unos errores tan antiguos como la humanidad misma, empeñada en estrellarse una y otra vez.»
Perfil del autor
PEDRO BAÑOS es coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva. Ha sido jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ha participado en misiones en Bosnia-Herzegovina (UNPROFOR, SFOR y EUFOR) y hoy es uno de los mayores especialistas en geopolítica, estrategia, defensa, seguridad, terrorismo, inteligencia y relaciones internacionales.