Es difícil elegir el centro de estudios para el hijo o para el nieto. En otra época se tendía a buscar “buenos colegios”, hoy resulta inútil, todos públicos y privados parecen cortados con el mismo patrón, todos están subvencionados o son de la red pública y ofrecen, por tanto, el mismo tipo de enseñanza, los mismos contenidos y tienen análogos sistemas de enseñanza. Y de lo que me quejo es que, acaso, porque los planes de estudios y los métodos pedagógicos están cada vez peor enfocados, es por lo que la enseñanza en España ha quebrado. Porque, de lo que me quejo, a fin de cuentas es de que la enseñanza ya no cumple su función: formar. En lugar de eso, deforma.
Cuando yo estudiaba se daba mucha importancia a la memoria y al aprendizaje memorístico. Es muy importante esto de la memoria. El razonamiento lógico funciona a base de premisas. Por ejemplo: Premisa mayor: Cervantes escribió la Galatea. Premisa menor: La Galatea es una novela pastoril. Conclusión: Cervantes es un autor pastoril… El razonamiento está bien construido, pero es equívoco. Nos da la imagen de que el soldado valeroso de Lepanto solamente escribió novelas pastoriles, simplemente porque la memoria no nos ha ayudado a recordar que escribió también relatos épicos, poemas, novelas de aventuras, incluso piezas de teatro.
Así pues, el manejar correctamente el razonamiento lógico no implica que nuestros juicios sean correctos… si no van avalados por los datos almacenados en la memoria. Sin embargo, a partir de finales de los 60, con la llegada a España de nuevas corrientes pedagógicas, se desterró completamente el aprendizaje memorístico y la lista de los Reyes Godos o el aprender poemas de memoria (la memoria es un músculo que se ejercita o se atrofia y no puede confiarse en que una enciclopedia ayer e Internet hoy sustituyan a la memoria) fueron proscritos de la enseñanza.
Luego –como me decía Liberato Egea, un querido amigo y camarada muerto prematuramente que vivió la enseñanza con una intensidad desmesurada en los 35 años que ejerció como profesor– hpy se enseñaba que 2+2=4 mediante “titellas”. Fue la famosa teoría pedagógica de “aprender jugando” que ha llevado a que las generaciones posteriores… aprendieran, obviamente, a jugar. Cada vez que se pone en marcha una nueva teoría pedagógica estamos un paso más próximos a la catástrofe. Me quejo de que a nadie se le haya ocurrido dar marcha atrás y revisar porqué antes existía más eficacia en la escuela como medio de transmisión del saber y hoy ha pasado a ser un simple medio de almacenamiento de alumnos mientras los padres trabajan o buscan trabajo.
Lo triste es que se han olvidado valores como el ESFUERZO: no hay aprendizaje sin esfuerzo. En el “aprender jugando”, de lo que se trata es de que el niño no preste su esfuerzo sino que sea ganado por la diversión. De ahí el fracaso. El segundo puntal de la enseñanza es la SERENIDAD: solamente se aprende en un clima relajado, cuando el alumno está centrado y su espíritu está en lo que está haciendo: aprender. Hoy no existe nada más descentrado que una escuela. El problema aparece ya en el hogar, cuando los padres renunciar a imponer al niño una DISCIPLINA. La disciplina, hay que recordarlo, no es la tiranía de los padres sobre los hijos, sino el respeto a un conjunto de reglas aceptadas para mantener el orden y un comportamiento sociales correctos o dicho con otras palabras, una serie de normas cuyo cumplimiento conduce al resultado esperado: serenar al niño, centrarlo en sí mismo. Hoy, los niños aparecen como descentrados a poco de nacer y sus padres, en general y salvo honrosas excepciones, se preocupan poco por eso: “Es normal, a fin de cuentas son niños”. El niño hiperactivo hoy, será el que pasado mañana se mostrará incapaz de adoptar la posición de serenidad receptiva en la escuela necesaria para asimilar la enseñanza.
¿Quién es el pedagogo que se atreve hoy a vender al ministerio de educación DISCIPLINA, SERENIDAD, ESFUERZO, MEMORIA. Pues bien, estos son los valores que conducen a la CREATIVIDAD y posibilitan el PENSAMIENTO CRÍTICO… que los sistemas pedagógicos modernos venden como su gran hallazgo y que, en la práctica, ha desaparecido de las aulas? ¿De que me estoy quejando? De tres cosas:
- de que seguimos sin enterarnos que el sistema educativo español ha quebrado hace años (lo confirma el programa PISA que nos sitúa en la cola de la enseñanza en Europa),
- de que no hay posibilidades de hacer ninguna reforma en otra dirección porque los maestros salidos de las Escuelas Normales serían incapaces de aplicarla y, finalmente,
- me quejo de que la enseñanza ha dejado de cumplir su función (formar el carácter y hacer del niño un “ser cultural”) y ha pasado a la mucho menos loable función de “enseñarle a jugar”… algo que él mismo aprende sin ayuda de nadie.
Ernest Milá