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Los riesgos de un selfie con el aliado norteamericano

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
martes 15 de junio de 2021, 18:44h

La obsesión de algunos dirigentes por obtener una foto junto al presidente de Estados Unidos representa una prueba de sumisión y puede conducir al ridículo.

El signo político del ocupante del Despacho Oval es lo de menos. Por encima de todo, el objetivo es presentarse, mediante una foto con él, como un personaje de relevancia internacional. El problema es que los "encuentros bilaterales" no se improvisan y si no apareces en la lista de reuniones de tu admirado presidente de Estados Unidos, no puedes esperar algo más que una mirada confusa o un gesto de extrañeza.

Media España se burla del episodio representado por su presidente de Gbierno, Pedro Sánchez, en la reciente cumbre de la OTAN, la primera a la que asistía Joe Biden desde su llegada a la Casa Blanca. El aparato de comunicación de Sánchez había anunciado un "encuentro" entre el primer ministro español y Biden. La agenda del dirigente norteamericano es transparente y consultable, y en ella no figuraba ninguna cita con el jefe de Gobierno español.

Para Estados Unidos, la cumbre transatlántica tenía otros protagonistas. Biden se encontraría en discusión privada con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y con los dirigentes de ciertos países fronterizos con Rusia que agitan la amenaza del 'oso ruso'. España no era una prioridad.

Para algunos Gobiernos la maquinaria de propaganda es hoy más importante que el contenido político. La obsesión de Pedro Sánchez y sus agentes de agit-prop por retratarse junto a Biden se tornó en un espectáculo que, a cualquier español, de la ideología que sea, debería ruborizar.

'Cumbre' peripatética de 29 segundos

Una vez tomada la foto de grupo con los asistentes a la reunión del club militar transatlántico, Sánchez inició un 'sprint' para acercarse al presidente norteamericano al que abordó por sorpresa. Paseó junto a él durante 29 segundos en una escena que sus publicistas pretendían utilizar como un éxito. Un remedo de la escuela aristotélica.

A veces, es mejor esconder una imagen que lanzarla al aire. Las redes sociales no solo sirven como instrumentos de comunicación oficial; son también armas susceptibles de volverse en contra de sus 'utilizadores'. Los enemigos políticos de Pedro Sánchez, la prensa española crítica con sus decisiones y ciudadanos, anónimos o no, desmenuzaron el intento de vídeo-selfie. Un paseíllo de menos de cien metros en 29 segundos, durante los cuales el presidente norteamericano no dirige su mirada a Pedro Sánchez sino al final de la caminata.

El esperpento hubiera tenido menos repercusión si desde las oficinas de comunicación de la Moncloa no se hubiera después vendido el hecho como una "primera toma de contacto" entre los dos dirigentes. En rueda de prensa posterior, Sánchez explicó que tuvo tiempo para hablar con Biden del "relanzamiento de los lazos militares", de América Latina, y para felicitar al inquilino de la Casa Blanca "por su agenda progresista y ecológica". Debió ser más sucinto con Biden, porque explicar lo mismo a los periodistas le tomó 44 segundos.

No se trata de mantener viva la memoria de la guerra hispanoamericana de finales del siglo XIX; no se trata de recurrir al antinorteamericanismo primario de los años 70/80. Es una simple cuestión de dignidad frente a cualquier dirigente de Estados Unidos.

Trump ya humilló a Sánchez

Y no es la primera vez que los españoles podemos ruborizarnos con tales actitudes. El propio Pedro Sánchez intentó por dos veces acercarse a Donald Trump en reuniones internacionales. En una de ellas, el presidente republicano le indicó dónde debía sentarse de manera imperativa. Habría que preguntarse cuál hubiera sido el mensaje a Trump. ¿Felicitarle por su victoria? ¿Criticarle por su política 'antiprogresista'? Nunca lo sabremos.

Otros presidentes de gobierno españoles sí han obtenido la foto-premio. Se recordará también la instantánea de la pareja Barack-Michelle Obama en la Casa Blanca con José Luis Rodríguez Zapatero y su familia. Una foto que, por cierto, se intentó ocultar a la prensa por otras razones que el lector podrá entender si la encuentra archivada en las redes.

El selfie oficial con un presidente norteamericano es gratis si el encuentro es – precisamente- oficial. Pero para ello, los intereses de Estados Unidos deben fundamentar esa cita. Algunos recordaban ayer también que el único jefe de Gobierno español en ser recibido y aplaudido por el Congreso norteamericano fue el conservador José María Aznar. Otros les respondían explicando que su único mérito fue alistarse en una coalición militar con George W. Bush y con el socialdemócrata británico Tony Blair para emprender una guerra justificada con una mentira.

De míster Marshall a Mr. Biden

De izquierda o de derecha, la fascinación que ejerce el 'Imperio' sobre los dirigentes españoles sigue siendo una norma. El reconocimiento de esa sumisión se plasma no solo en el mantenimiento de bases militares norteamericanas desde tiempos de la dictadura franquista, sino de la entrada en la OTAN, forzada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), después de mantener durante años su rechazo a integrar esa organización militar bajo el lema "OTAN, de entrada, No". Realismo dirán algunos; beneficio mutuo, pues esas facilidades militares se compensan con otras ventajas, dirán otros.

Pero si esa colaboración de España con Estados Unidos fuera tan trascendente, el papel internacional del aliado ibérico de la Alianza y de Washington no debería traducirse en una carrera por un pasillo para atraer la atención del nuevo presidente de Estados Unidos.

En 1952, el director de cine español, Luis García Berlanga expresó con la película Bienvenido Míster Marshall una sátira de la ayuda norteamericana destinada a Europa. En un pueblo español se preparó la recepción histórica de una delegación estadounidense que acabó en decepción, pues la comitiva yanqui atravesó el lugar sin detenerse.

Esa crítica al régimen franquista, al que Estados Unidos integró en el escenario internacional a cambio de bases militares, provocaba risa, pero también vergüenza ajena. 'Buenos días, Mr. Biden' es un nuevo capítulo para la historia de las relaciones entre Washington y su 'aliado estratégico' del Sur de Europa.

Por Luis Rivas