Pablo González es un periodista y politólogo vasco afincado en Polonia, nacido en Moscú por los asuntos derivados de la Guerra Civil española y un reconocido estudioso del entorno postsoviético; de hecho está cursando el doctorado en la Universidad del País Vasco, donde participa habitualmente en el podcast GeopolitikaZ IT/GI, en el que analiza asuntos de política internacional relacionados con el Este de Europa.
El pasado 6 de febrero el reportero fue detenido durante varias horas por los servicios de seguridad ucranianos en Kiev. Aún no había comenzado la invasión rusa. Se encontraba en el Donbás, junto a otros compañeros periodistas, con los que realizaba la cobertura informativa para varios medios, entre ellos Público. A Pablo González no le había dado tiempo a gestionar la acreditación militar para cubrir el frente de la guerra en el Este de Ucrania; por eso, mientras uno de sus compañeros se adentró en la zona de conflicto, él y su otro colega fotoperiodista decidieron hacer un reportaje sobre la población de la zona fuera del área de guerra.
Fue entonces cuando recibió una llamada inesperada: eran los servicios secretos ucranianos que le pedían que se personara lo más pronto posible en Kiev para acudir a un interrogatorio. Los tres reporteros viajaron hasta la capital para atender esa petición. Pablo González entró al centro de detención y avisó a sus colegas: "Si en dos horas no he salido, anunciáis mi detención por las redes sociales". Así lo hicieron.
Durante el interrogatorio, Pablo González fue acusado de "prorruso", le achacaron haber trabajado para el diario Gara y resultó sospechoso porque su tarjeta de crédito es de Laboral Kutxa (Caja Laboral), una entidad financiera vasca. Esas pruebas, además de su dominio perfecto del idioma ruso y su conocimiento de la región, bastaron para hacer esa acusación. La consecuencia es que le "invitaron" verbalmente a marcharse del país en un plazo de tres días, aunque el Gobierno de Ucrania nunca dictó una orden de expulsión.
Las visitas del CNI
El reportero explicó su caso a la Embajada de España en Kiev y conversó con el cónsul general en la capital ucraniana, mientras Público realizaba gestiones con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Al tiempo que esto sucedía, agentes del CNI se personaban en la vivienda de familiares y allegados suyos en Euskadi y Catalunya para hacerles todo tipo de preguntas: estaban interesados en conocer todo sobre su vida y trayectoria para comprobar si efectivamente era "prorruso". Los agentes también les advirtieron de que había sido acusado de trabajar en Gara, "un medio pro-ETA y subvencionado por Rusia" e incluso de "pasar información a Rusia".
En declaraciones a Público, una de las personas visitadas por el CNI explica que "la situación fue surrealista, de película"; no daba crédito a lo que le estaba ocurriendo. El reportero, cuando tuvo conocimiento de esas visitas (todavía en Ucrania), hizo las maletas y salió inmediatamente del país, aconsejado incluso por diplomáticos españoles en Kiev.
Pablo González viajó a Euskadi, donde permaneció varios días sin noticias del CNI ni de ningún otro organismo de seguridad de España o de otro país, hasta que comenzó la invasión de Rusia a Ucrania. La mañana del 25 de febrero, cuando el mundo despertó con la noticia de la invasión, Pablo González viajó a Varsovia para desde allí dirigirse a la frontera, a la espera de que empezaran a llegar los refugiados que ya se sabía iban a huir de esa guerra: "Tengo que volver a Polonia para ganarme el pan", dijo entonces a Público el periodista freelance. Desde ese mismo día el reportero ha cubierto la crisis migratoria derivada de la invasión.
En la madrugada de este lunes, 28 de febrero, agentes de los servicios de seguridad polacos (ABW, por sus siglas en polaco) irrumpieron en el hotel donde se alojaba en la localidad de Rzeszow, en la frontera con Ucrania, y se lo llevaron detenido.
Cuando se cumplen 24 horas de su detención, González no se ha podido comunicar con su abogado ni con sus familiares. La última vez que Público estuvo en contacto con él fue el domingo día 27, en torno a las 20 horas; en dicha conversación comentó que se retiraba al hotel a descansar. González solo ha podido hacer una llamada con la que puso en alerta a su abogado, Gonzalo Boye.
Las autoridades polacas "me dicen que mi cliente habría participado en actividades contra el Estado polaco", ha explicado a Público el abogado, tras reconocer que no ha podido recabar mucha más información al respecto. Por su lado, las autoridades españolas piden tiempo para averiguar cuáles han podido ser las razones de la detención. Para Boye está claro: "La detención de Ucrania está relacionada con la detención en Polonia, necesitamos transparencia para que se conozca este caso de violación a la libertad de expresión".
Uno de los periodistas que acompañaron a González a su viaje a Ucrania comentó a Público que su detención solo se entiende por una petición de seguimiento de los servicios de inteligencia ucranianos a los de España y luego a los de Polonia.
En el momento de publicar este artículo, el CNI no había respondido a los requerimientos de información por parte de Público en relación a las visitas que recibieron los allegados de Pablo González tras su primera retención en Ucrania.
El periodista Pablo González continúa detenido e incomunicado por el gobierno polaco
Las acusaciones disparatadas del gobierno polaco lo califican de “espía ruso”. Aducen que es un peligroso agente de inteligencia prorruso a favor de Putin. Ante ello, no solo hay silencio desde el gobierno español sino desde la mayoría de los medios masivos que a lo sumo se limitan a reproducir información de agencias. De esta manera, acatan con total pasividad estas acusaciones y normalizan la detención de Pablo González.
En un escueto comunicado del gobierno polaco, éste asegura que el periodista arrestado el 28 de febrero en la localidad de Przemy?l, en la frontera polaca con Ucrania, permanecerá en prisión preventiva tres meses, pero puede ser sentenciado a 10 años de cárcel por actos de espionaje. El comunicado agrega que Pablo “Realizó operaciones en beneficio de Rusia, beneficiándose de su condición de periodista, lo que le permitió viajar libremente por el mundo y Europa, incluyendo zonas de conflicto militar y territorios marcados por tensiones políticas“.
Ante la suma de acusaciones, falsedades y difamación para justificar su detención numerosas organizaciones de derechos humanos, plataformas y asociaciones de periodistas, así como sindicatos de base, exigen su inmediata puesta en libertad. El colectivo editorial de Kaosenlared se suma a esta reivindicación que exige el cese de la injusta detención y su urgente liberación.
La esposa de Pablo González: "Esto es una película de terror, que lo traigan ya"
Desde su domicilio en una localidad de Bizkaia, Ohaina Goiriena atiende por teléfono a Público. Acaba de enterarse por este medio de que su marido, el reportero Pablo González, se juega 10 años de prisión por un cargo de espionaje del que está acusado y en prisión provisional en la localidad fronteriza de Rzeszów, donde cubría la crisis humanitaria desatada por la invasión rusa de Ucrania. El pasado lunes, 28 de febrero, Oihana recibió la llamada de Pablo comunicándole que había sido detenido. Esa fue la última vez que habló con él.
¿Qué tiene que decir sobre la acusación de que Pablo González es un agente de los servicios de Inteligencia rusos?
Pues que es falso. Lo desmiento totalmente. Hace 16 años que conozco a Pablo. Su vocación es el periodismo. Ha estado en el frente, en otras guerras, y casi pierde la vida. Él hace periodismo, nada más.
¿Cree que la detención de Pablo se debe a su origen ruso?
Supongo que sí. Pablo es ruso, nacido en Moscú, nieto de 'niños de la guerra civil'. Pero que él tenga un pasaporte ruso, que conozca el idioma, no significa que sea una espía ruso.
Han pasado 96 horas de la detención, ¿se ha puesto en contacto con usted alguien del Gobierno español?
No, aún no. Sí que lo ha hecho el Gobierno vasco, para preocuparse por nosotros. Le quiero pedir al Gobierno español que haga todo lo que pueda por traerlo, porque sus hijos están aquí y están sufriendo. Esto es una película de terror, en la que estamos metidos los niños y yo.
El consulado español sí que me ha llamado alguna vez y ayer [por este jueves] por la tarde me llamaron para explicarme que tendrá que seguir en prisión tres meses hasta el juicio.
¿Le ha explicado a sus hijos la situación?
Claro, ya se han enterado. Tienen 14, 9 y 7 años y escuchan cosas, además de la guerra, ahora que su padre esté en una cárcel en Polonia... Es durísimo.
¿Cómo es Pablo González como reportero?
Por lo que sé es muy objetivo, riguroso y trabajador. Siente pasión por su trabajo. No debemos dejar de poner el foco en que es un periodista que ha sido detenido cuando realizaba su trabajo. No hay derecho y me gustaría que todo el colectivo le apoyase. Él se gana la vida trabajando como periodista, que no se nos olvide eso.
¿Qué le va a decir a su marido cuando por fin pueda hablar con él?
Pues que estamos todos a su lado, que vamos a salir de esta.
Fuente: Público