“España y Marruecos son países vecinos, amigos y socios, por lo que la relación bilateral es estratégica para ambos”. Lo dijo Pedro Sánchez el 7 de abril, tras el encuentro en Rabat con rey Mohamed VI.
El presidente del Gobierno afirmó que ese día comenzaba “una nueva etapa” en las relaciones entre los dos países, tras un periodo de distancias que ha tenido como hitos más conflictivos la estancia en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, la masiva entrada de inmigrantes marroquíes por El Tarajal y, finalmente, la retirada de la embajadora en Madrid.
La crisis diplomática entre los dos países, que duró diez meses, se zanjó cuando el Gobierno español abandonó su postura de neutralidad en el conflicto del Sáhara y tomó partido por Rabat, apoyando su propuesta de autonomía del territorio “como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”.
Nueva hoja de ruta
Tras la reunión de Sánchez y Mohamed VI en Rabat y la firma de una declaración conjunta, se ha acordó la puesta en marcha de grupos de trabajo para la concertación en todos los ámbitos de interés común, como el grupo permanente de migración ya existente, o la creación de otros en el ámbito económico, de infraestructuras, educación, formación profesional, cultura y deporte.
“Iniciamos una nueva andadura en nuestra larga historia compartida que debe permitirnos afrontar con seguridad los retos, pero también las múltiples oportunidades de futuro: Un auténtico partenariado para el siglo XXI”, afirmó Sánchez.
Según fuentes oficiales del Gobierno, Sánchez y Mohamed VI iniciaron esa nueva etapa entre España y Marruecos basada en la comunicación permanente, la transparencia, el respeto mutuo y los acuerdos firmados.
Espionaje con Pegasus
La “nueva etapa” en las relaciones entre los dos países ha quedado entredicho con la crisis de los espionajes utilizando el sistema Pegasus, porque parte de las sospechas se han dirigido a los servicios de información marroquíes como protagonistas de las escuchas.
La todavía directora del Centro Nacional de Inteligencia Paz Esteban, en su comparecencia del 5 de mayo ante la comisión de gastos reservados del Congreso, cinco días antes de ser destituida, dejó claro que Marruecos espía a España.
La DGED
Las tareas de espionaje en España son competencia del servicio de inteligencia exterior marroquí, el DGED (en francés: Direction générale des études et de la documentation), que depende de las fuerzas armadas y tiene un presupuesto que se calcula en 100 millones de euros. Como director figura el general Yassin Mansouri, amigo de Mohamed VI.
El DGED cuenta con alrededor de 4.000 agentes repartidos generalmente por África, Asia y Europa, de los cuales únicamente 1.600 son civiles y el resto militares. La casi absoluta mayoría de sus miembros son hombres, siendo mujeres tan solo el 5% de los agentes.
Los más agresivos
Los informes internos del CNI repiten que el espionaje marroquí en España es, tras el ruso, el más “agresivo”. Aunque sus tácticas son mucho más elementales que las de otros servicios, y de hecho cada cierto tiempo se producen detenciones y denuncias por parte del CNI en los tribunales para evitar que obtengan la nacionalidad y para ‘quemarlos’.
El último año se han producido dos incidentes destacados. Uno, la entrada de agentes marroquíes a Ceuta en mayo de 2021, aprovechando la avalancha de 8.000 inmigrantes que llegaron a nado, con el objetivo de recopilar información sobre infraestructuras y protocolos de las fuerzas de seguridad en la ciudad. El otro, la detección, casi en las mismas fechas en Logroño, de varios espías marroquíes en las inmediaciones del hospital en el que se encontraba ingresado Brahim Ghali, líder del Frente Polisario.
Los mayores efectivos
Según fuentes de inteligencia españolas, a las que ha tenido acceso Confidencial Digital, España es el país en el que la DGED tiene desplegado un mayor número de efectivos.
Más de treinta agentes campan a sus anchas por todo el territorio español, reclutan a compatriotas que tienen acceso a focos de información sensible, mantienen en nómina a periodistas dispuestos a ensalzar las glorias del país y de la monarquía, cercan cualquier intento de oposición política a Mohamed VI que se pueda reorganizar en España, y vigilan a su propia élite política durante sus estancias vacacionales en la Costa del Sol.
Fuera del control del CNI
A pesar de que el CNI presume de mantener una buena relación de cooperación en materia de terrorismo con la inteligencia marroquí, la DST y la DGED, sin embargo los agentes de esta última división, la que opera en el exterior, deambulan por España fuera del control de los servicios de contrainteligencia de La Casa.
No son espías al uso, de los que solo informan a su país de todo lo que pueda suponer una amenaza para el régimen y la nación; su cometido es principalmente otro: neutralizar esas amenazas mediante medios no siempre admitidos por las leyes del país anfitrión.
Oposición reprimida
Son muy pocos los movimientos de oposición popular a los que ha tenido que enfrentarse el gobierno marroquí en su territorio desde que Mohamed VI accedió al trono en 1999.
Aun así, todos ellos han sido reprimidos duramente, mediante la contundente acción militar, los arrestos indiscriminados y el encarcelamiento sine die de sus cabecillas.
Por eso, muchos militantes de movimientos abiertamente contrarios al régimen político actual, como Al Adl wa al Ihsan o Hirak del Rif, se han exiliado y organizado en la diáspora, convirtiéndose así en uno de los principales objetivos de la audaz inteligencia marroquí.
Frente Polisario y mezquitas
El principal objetivo político de la DGED en España sigue siendo la actividad del Frente Polisario y su relación con todos los movimientos de los que recibe apoyo en Europa.
La integridad territorial de Marruecos y la indiscutible autoridad política y religiosa de Mohamed VI son casi el único valor nacional a proteger.
La otra gran preocupación de los agentes son las mezquitas y la narrativa de los sermones de los viernes y de las clases de religión en las madrasas coránicas. El Makzén no quiere que los marroquíes en la diáspora reciban la influencia doctrinal de corrientes religiosas distintas al islam malikí que se practica en Marruecos. Por eso controlan las jutbas de los imanes, para saber a qué influencias religiosas están siendo sometidos los marroquíes que trabajan en España y que, presumiblemente, algún día retornarán a Marruecos.
En la embajada y los consulados
Las fuentes de inteligencia españolas a las que ha tenido acceso Confidencial Digital revelan que la treintena espías de Mohamed VI integrados en la antena de la DGED en España cuentan con despachos y oficinas propias tanto en la Embajada de Marruecos en Madrid como en la docena de consulados marroquíes dispersos por España.
Se concentran sobre todo en Cataluña y Andalucía, todos tienen pasaporte diplomático o de servicio y están acreditados como personal consular con diferentes rangos o misiones. Usan nombres falsos.
La mayoría son miembros de las Fuerzas Armadas del Reino de Marruecos, aunque recientemente se han incorporado al servicio agentes de la Sûreté Nationale y también civiles. En cada consulado hay un jefe local, con uno o varios asistentes. Siguen indicaciones directas de Rabat, y dependen de la Administración para la Defensa Nacional, a la que reportan la información obtenida.
Licitud de los métodos
El principal problema para el CNI, respecto a la actuación de estos agentes en España, es la cuestionable licitud de sus métodos. A lo largo de la historia reciente se han conocido casos expresos de operaciones de chantaje para acallar las voces de marroquíes que la alzaban contra el régimen.
Un agente del CNI recientemente jubilado reconoce, desde el anonimato, que la DGED accede a “rincones oscuros” a los que no llega La Casa: “Sobornan a sus propios compatriotas para que se delaten unos a otros, y consiguen información valiosa amenazando a sus fuentes con acciones administrativas o policiales contra sus familiares en Marruecos”.
El mismo ex agente refiere a Confidencial Digital que, “mientras en democracias como la nuestra la información se consigue pagando a las fuentes, la mayoría de las dictaduras la obtienen mediante el chantaje”.
Agentes externos
Además de los espías oficiales, Rabat mantiene en España a cientos de agentes externos o colaboradores, que reportan continuamente información.
Los líderes de organizaciones como el Hirak del Rif, Frente Polisario o Al Adl wa al Ihsan reconocen de inmediato a estos topos cuando los ven aparecer en sus actos públicos y manifestaciones haciéndoles fotos con los móviles. Así lo explica uno de los líderes de esta última organización que reside en Murcia.
Hackers a sueldo
La capacidad operativa de los agentes de la DGED en España está bastante limitada técnicamente. Hasta hace poco no podían pinchar teléfonos ni interceptar telecomunicaciones. Hoy, hackers a sueldo y sistemas como Pegasus les permiten reventar los sistemas de encriptación más complejos desde la Oficina Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ por sus siglas en francés) en Rabat.
Otra de las misiones encomendadas a la DGED es el seguimiento secreto a cargos públicos marroquíes en sus desplazamientos por España. Rabat está muy interesado en saber qué amistades frecuentan los miembros del Gobierno de Marruecos cuando se encuentran en España, porque cualquiera de ellos puede ser contactado por agentes hostiles y reclutado para que reporte información confidencial o maquine políticamente en favor de intereses extranjeros.
La DGED teme especialmente a los servicios secretos de Argelia y Rusia, ambos con antenas importantes en Madrid.
Presupuesto para propaganda
La DGED cuenta con un servicio de propaganda exterior y con un presupuesto generoso para pagar a periodistas, politólogos o tertulianos españoles que expresen en medios de comunicación opiniones favorables a Rabat dictadas por el Makzén.
No es difícil reconocerlos: muchas veces publican simultáneamente en diferentes medios artículos en los que vuelcan las mismas opiniones.
Como contrapunto a la libertad con que campan los miembros de la DGED por España, según el ex agente del CNI contactado de todos estos espías se tiene la identidad y la filiación. Sus teléfonos están intervenidos, aunque casi siempre usan, para comunicarse, móviles adquiridos a nombre de otras personas y sistemas encriptados como WhatsApp. No se fían de Telegram.
“¿Por qué no actuamos contra ellos? Pues porque también nosotros tenemos una importante red de informadores y agentes locales desplegada por todo Marruecos. Y no queremos perderla”, concluye.
Fuente: El Confidencial Digital