¡Ya está aquí! El circo ha llegado a la ciudad con sus únicos y característicos artistas para deleite y satisfacción de las élites del globalismo, de esas que venden consejos que para ellos no tienen ni mucho menos aplican. Son más de no practicar lo que, para ti, predican. Las consignas, restricciones y recomendaciones son para el populacho.
Los países miembros de la OTAN y sus delegados invitados al sarao de Madrid de estos días son contorsionistas de una realidad elástica y flexible a sus ingentes intereses, no a los tuyos. Tú eres más de normas, de leyes, de imposiciones y de moverte al sonido de su flauta o según mecen la cuna de la indignidad.
Son grandes escapistas de esta distopía a la que, desde el inicio de la pandemia, han dado una vuelta de tuerca para apretar las libertades del ciudadano medio, haciendo uso de sus grandes dotes de magos y, así, intentar convencerle de esa falsa bonanza de los perversos dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM) y sus rastreros adláteres institucionales.
Con España en el 40 aniversario de su adhesión a la OTAN y Pedro Sánchez como maestro de ceremonias y titiritero mayor del Reino, alea iacta est. Nada puede salir mal. Para eso está el CNI. ¡Que Dios nos pille confesados!
Nosotros, acostumbrados a la dureza de estas tan continuas funciones circenses, al trabajo sucio y los minutos de la basura, a hacer de tragafuegos o tragasables, nos hemos convertido en forzudos y curtidos acróbatas en una existencia cada vez más compleja a pesar de tener tablas como equilibristas, saltimbanquis, trapecistas y malabaristas en tantos y tan diversos frentes a los que diariamente acudimos como monociclistas, sin la estabilidad necesaria que nos permita albergar esperanzas en este profundo abismo en el que intentamos dar torpes y oscuros pasos de inexpertos zanqueros, sin zancos ni pértigas que nos permitan evitar los innumerables obstáculos del jefe de pista para dotar de mayor renombre a su gran aventura, la del infame negocio de esta farsa.
Y el pueblo y sus gentes a actuar de mimos, con o sin disfraz, imitadores de una falsa armonía, de un inexistente equilibrio, en el escaparate de promesas, programas y mentiras que aúpen a sus gobernantes a una poltrona rebosante de ese poder coercitivo propio de la represión del Establishment y los medios. Estos, serviles, se abonan a la mainstream imperante como voceros y ventrílocuos del sistema que les paga por hacer de hombres bala contra la verdad, la coherencia y el sentido común que, ingenuos payasos, parecen haber olvidado prostituyendo lo más sagrado de su profesión: la ética.
Fin de la función. Gracias por haber acudido a este derroche de contradicciones, a las ilusorias 72 próximas horas de comitivas, delegaciones y caravanas interminables; el dispositivo de seguridad de diez mil agentes velando por una cumbre sin techo ni efecto; las ocupaciones hoteleras de tronío; los aterrizajes y despegues a troche y moche; las exhibiciones personales y del séquito de acompañantes –familiares incl.– en una barra libre de 50 millones de euros que tú pagas.
Entonces, de camino a casa con las carpas y los camerinos ya recogidos, pensarás en la "espectacular gala" de tu realidad, en los pocos días que faltan para que Hacienda te facture el primer pago, el banco te pase la cuota hipotecaria o la de autónomo, el precio de la luz de mañana, la compra del fin de semana, la precariedad laboral y la gasolinera en la que piensas llenar el depósito para, si las deudas y circunstancias te lo permiten, salir de vacaciones en julio y temporalmente huir de tu triste y cruda realidad.
Por Emilio Domínguez