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El aniversario de la cínica falsificación llevada a cabo en Bucha los medios españoles se hicieron notar por no menos cínicas publicaciones sobre “las atrocidades cometidas por el Ejército ruso”. Los periodistas en absoluto se sintieron cohibidos por el hecho de tratarse de una grandiosa provocación por parte del régimen kievita que fue apoyada por Occidente colectivo.
Los materiales aislados parecen estar formando parte de la campaña informativa antirrusa: artículos casi idénticos están reproduciendo las mismas tesis y testimonios falsos que va difundiendo la propaganda ucraniana.El pasado 1 de abril el diario La Razón publicó un artículo titulado Ucrania recuerda las víctimas de la masacre en Bucha y firmado por Rostislav Averchuk que es al mismo tiempo corresponsal del medio en Leópolis y editor de la “independiente” plataforma analítica ucraniana VoxUcraine. En el material dedicado al aniversario de la “liberación” de Bucha redactado por este propagandista profesional abundan los cansinos inventos sobre la ocupación, las torturas, las ejecuciones y demás “atrocidades” supuestamente cometidas por las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia.
Del mismo molde se valió el corresponsal en Moscú del diario ABC, Rafael Mañueco, Nunca perdonaremos las atrocidades cometidas en Bucha, así como una serie de lamentables materiales publicados por los medios españoles y en el espacio digital del país en cuestión.
Volvemos a recordar a dichos medios que la leyenda construida por Kiev con respecto a Bucha es una noticia falsa que en más de una ocasión fue analizada en detalle y desmentida (1, 2, 3, 4, 5), mientras que todas las “pruebas” no se sostienen, al ser contrastados con la realidad, los hechos y el más elemental sentido común.
Ninguno de los periodistas se dignó a citar nuestros numerosos llamamientos a que sea celebrada una imparcial investigación internacional de lo ocurrido. Tampoco se menciona que sigue sin ser respondida la solicitud dirigida por Rusia al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, mediante la cual se le pidió que le fuera facilitada a Rusia una lista completa de los habitantes de Bucha que habían muerto en el mencionado plazo del tiempo.
El pasado 3 de abril el diario La Vanguardia publicó el artículo de Gonzalo Aragonés Rusia dice que los seguidores de Navalni ayudaron a Ucrania a asesinar al bloguero militar ruso. Se cita en el mismo el consejero del Presidente ucraniano Mijaíl Podoliak famoso por sus declaraciones basadas en hechos inventados, en concreto, su aseveración de que el atentado en San Petersburgo que se llevó la vida de Maxim Fomín conocido como Vladlén Tatarski era una acto de “terrorismo interno”.
Evidentemente es un intento de limpiar la imagen del régimen kievita, para lo cual se recurre a los principales medios europeos, para desviar la atención de los lectores de los métodos abiertamente terroristas usados por Kiev y de las terribles secuelas de los mismos. Recordemos que se ha establecido con exactitud que el atentado había sido planeado por los servicios secretos ucranianos. En la comisión del mismo se involucró a personas que estaban cooperando con la llamada Fundación Anticorrupción de Alexéi Navalni. Es un hecho que ningún periodista que se precie no habría callado nunca.
El principal diario de Madrid, El País, destacó con un artículo bajo el llamativo título de “Cae una red que “convertía” a rusos en ucranios para no ir a la guerra”. Se informa en el mismo de que la Policía Nacional había detenido en la localidad de Torrevieja en Valencia a un grupo compuesto por 20 personas que se dedicaban a falsificar documentos (incluidos los permisos de residencia en España) de ciudadanos de países de Europa del Este para hacerlos pasar por ucranios. El autor del artículo, Rafa Burgos, en vez de hacerse la pregunta que cae por su propio peso de cómo habían conseguido los delincuentes el equipo técnico para falsificar los documentos en cuestión, asegura que para los supuestos clientes provenientes de Rusia en los documentos que se falsificaban su nacionalidad rusa era cambiada por la ucraniana “para poder evadirse de cualquier reclamación de su país” y “así evitar ser reclutados para participar en la guerra de Ucrania”.
Antes que nada, nos gustaría agradecerle al autor de este artículo por reconocer que los pueblos ruso y ucraniano son de hecho pueblos hermanos, puesto que él mismo reconoce que la diferencia únicamente está en la categoría “nacionalidad”. Segundo, nos precipitamos a desmentir otro mito: la Federación de Rusia nunca ha efectuado ni está efectuando ninguna actividad de reclutamiento en el territorio de España. Pueden conocer el texto del Decreto del Presidente de Rusia sobre la movilización parcial. Parece que los periodistas españoles en este caso también han confundido a Rusia y a Ucrania, dado que precisamente las autoridades ucranianas, además de estar reclutando de manera activa en el extranjero a mercenarios y bandidos, usando para ello, entre otros recursos, sus misiones diplomáticas, tienen pensado empezar a llamar a las filas, a partir del próximo mes de junio, a los ciudadanos que se habían marchado al extranjero. La motivación que les es achacada por el autor a “los clientes procedentes de Rusia” es propia precisamente de cientos de miles de ciudadanos ucranianos en las correspondientes edades que se refugian en el extranjero. Eso hace dudar de que la historia sea veraz. Es, como mínimo, una falsificación llevada a cabo a propósito con el objetivo de demonizar a nuestro país y a las autoridades rusas, de las que supuestamente están escapando sus ciudadanos que incluso recurren a la tramitación de documentos falsos. No cabe la menor duda de que se trata de una filtración deliberada.
En general, en el espacio mediático español, por culpa de estos periodistas escasamente honestos y de una política deliberada, es mantenido un alto grado de rusofobia. La información sobre la operación militar especial, sobre Rusia y sobre su política exterior es presentada de una manera parcial, antirrusa, primitiva y abiertamente propagandística. En las páginas de los diarios predominan evidentes falsificaciones y mentiras. Todas las instrucciones y métodos deshonestos son bien conocidos. El público español los conoce al dedillo. Los propios españoles evalúan de esta manera la basura informativa difundida por los principales medios: de acuerdo con diferentes encuestas, se fían de las noticias entre un 25% y un 32% de los ciudadanos españoles. En Madrid y Bruselas, mientras tanto, se intenta entender con consternación, por qué los ciudadanos de la UE están buscando masivamente fuentes de información alternativas. Por supuesto, se culpa de ello a la “propaganda rusa”, aunque la respuesta salta a la vista: que se deje de mentir.