Leonid Savin
Resulta interesante el apoyo activo que muchas personas que se autodenominan cristianos y que no son de ascendencia judía brindan a Israel. Y eso a pesar de que las tropas israelíes bombardean hospitales, mezquitas y hasta templos cristianos en la Franja de Gaza. No obstante, ¿cuáles son los orígenes de este fenómeno? El sionismo, como movimiento político al interior del judaísmo surgió a finales del siglo XIX, aunque, por paradójico que parezca, ideas muy similares ya habían sido sostenidas por muchos movimientos cristianos antes de su aparición.
Los orígenes del sionismo puritano
Los primeros partidarios de la inmigración de los judíos europeos a Palestina fueron los puritanos, una secta cristiana que surgió a finales del siglo XVI y que llegó a tener mucha influencia en Inglaterra y, posteriormente, en las colonias inglesas del Nuevo Mundo. Los puritanos hacían mucho énfasis en el papel que jugarían los judíos en la escatología o la teología del Fin de los Tiempos. Por ejemplo, John Owen, un teólogo del siglo XVII que fue miembro del parlamento de Inglaterra y rector de la Universidad de Oxford, sostenía que el retorno físico de los judíos a Palestina era necesario para que se cumplieran las profecías sobre el Fin de los Tiempos. En 1621, Sir Henry Finch, otro teólogo, escribió un sermón donde pedía que se apoyara el regreso de los judíos a su patria bíblica. Sin embargo, una de las corrientes que más ha influido dentro del sionismo cristiano es el dispensacionalismo, una interpretación teológica que divide la historia bíblica en diferentes períodos o dispensaciones donde “Israel” es entendido únicamente como la nación étnica judía establecida en Palestina.
El dispensacionalismo fue planteado por primera vez por el predicador anglo-irlandés John Nelson Darby en el siglo XIX. Darby creía que Dios había separado por completo el destino de Israel y las iglesias cristianas, ya que los cristianos serían “raptados” físicamente – Jesús los convocaría físicamente para estar con él – antes de que comenzarán las grandes convulsiones predichas por el Apocalipsis o la Gran Tribulación. Darby decía que la Gran Tribulación comenzaría después de la construcción del Tercer Templo de Salomón en el Monte de Jerusalén, después de lo cual 144.000 judíos se convertirían al cristianismo provocando que se revelen las verdaderas intenciones del Anticristo. Estos judíos serían el epicentro de la conversión de todos los incrédulos que no hayan sido raptados por Jesús. Serán precisamente estos 144.000 judíos convertidos los que lucharán en la batalla final conocida como el Armagedón y derrotarán al Anticristo. Una vez esta batalla termine y se den los siete años de tribulación, Jesús regresará para encarcelar a Satanás y establecer un Reino Mesiánico de mil años sobre la Tierra. A pesar de lo absurdo de esta teoría y la falta de cualquier referencia en la Biblia a ella, especialmente la idea de que los cristianos serían raptados antes de la batalla del Armagedón, tales formulaciones fueron muy bien recibidas en varias iglesias de Inglaterra y, sobre todo, en los Estados Unidos. Las teorías sobre la escatología cristiana planteadas por Darby coincidían en muchos aspectos con teorías similares dentro de la escatología judía, en particular con las ideas formuladas por el Zvi Hirsch Kalischer, quien es conocido por ser el fundador de un movimiento mesiánico judío. Los seguidores de Kalischer sostenían que los judíos debían buscar activamente acelerar la llegada del Mesías inmigrando masivamente a Israel y construyendo el Tercer Templo de Salomón en el Monte de Jerusalén donde se encuentra hoy día la mezquita de Al-Aqsa. Darby viajó mucho por Norteamérica y muchos países con la intensión de popularizar sus ideas, reuniéndose con varios pastores influyentes en el mundo angloparlante, entre los cuales estaba James Brooks, el futuro mentor de Cyrus Scofield (1). Scofield fue el que posteriormente difundiría el dispensacionalismo dentro de los Estados Unidos mediante una serie de comentarios publicados en Biblias, que posteriormente seria conocida como Biblia de Scofield.
Otro personaje que fue muy influido por las doctrinas de Darby fue el predicador estadounidense Charles Taze Russel, cuya iglesia daría origen a varias sectas distintas, entre ellas los Testigos de Jehová (una organización cuyas actividades están prohibidas en la Federación de Rusia). Russel, muchas décadas antes de que surgiera el sionismo político contemporáneo, ya predicaba abiertamente entre los cristianos y judíos estadounidenses y de otros países la necesidad de que los judíos inmigraran en masa a Palestina. De hecho, Russel le escribió una carta en 1891 a Edmond de Rothschild, uno de los miembros de la familia de banqueros del mismo nombre, y a Maurice von Hirsch, un rico banquero alemán de origen judío, sobre su plan para que los judíos colonizaran Palestina. Según sus palabras: “Mi propuesta es que los judíos ricos le compren a Turquía todos los derechos de propiedad sobre estas tierras a un precio justo, es decir, las tierras publicas que no pertenezcan a un propietario privado, a condición de que Siria y Palestina se conviertan en Estados independientes”. El libro del fundador del sionismo Theodor Herzl, El Estado judío, no fue publicado sino hasta 1896.
William E. Blackstone, un predicador estadounidense muy influido por Darby y otros dispensacionalistas de su época, también promocionó durante décadas la inmigración judía a Palestina como un prerrequisito para que se cumplieran las profecías bíblicas. Sus esfuerzos culminaron en la publicación de la Petición Conmemorativa de Blackstone que pedía al entonces presidente de los Estados Unidos, Benjamin Harris, y a su secretario de Estados, James Blaine, que tomaran medidas “para devolver a los judíos el territorio de Palestina”. Entre los firmantes de esta petición se encontraban los banqueros J. D. Rockefeller y J. P. Morgan, el futuro Presidente de los Estados Unidos William McKinley, el Presidente de la Cámara de Representantes Thomas Brackett Reed, el Presidente del Tribunal Supremo Melville Fuller, los alcaldes de Nueva York, Filadelfia, Baltimore, Boston y Chicago, los editores del Boston Globe, New York Times, Washington Post y Chicago Tribune, así como miembros del Congreso e influyentes hombres de negocios y clérigos. Aunque algunos rabinos figuraban entre los firmantes, la mayoría de las comunidades judías estadounidenses se opusieron a tal petición. En otras palabras, el objetivo principal del sionismo, incluso antes de que se convirtiera en un movimiento político, ya contaba con un amplio apoyo dentro de la élite cristiana estadounidense.
El auge moderno del sionismo cristiano
Sin embargo, el sionismo cristiano no se encontraba muy extendido ni poseía tanta influencia durante la primera mitad del siglo XX. No fue sino hasta que el predicador Billy Graham, quien mantuvo estrechas relaciones con varios presidentes estadounidenses como Dwight Eisenhower, Lyndon Johnson y Richard Nixon, que el dispensacionalismo se convirtió en parte del discurso político estadounidense. Jerry Falwell, el fundador de la Mayoría Moral en 1979, también se sumó a este movimiento. Otra figura importante del dispensacionalismo fue el político y literato Hal Lindsey, a quien Ronald Reagan admiraba mucho. Reagan invitó a Lindsey a que asistiera a las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional sobre sus planes de guerra nuclear y Lindsey se convirtió en un influyente asesor de varios miembros del Congreso y funcionarios del Pentágono. Resulta interesante que el Partido Republicano al día de hoy depende en gran medida de estos sionistas cristianos tanto para cuestiones de financiamiento como para votos, lo que ha causado que influyan profundamente en la ideología de este partido (2). El sionismo cristiano estadounidense recibe muchos nombres, algunos los llaman “partidarios del Armagedón” otros se refieren a ellos como el “AIPAC cristiano” (American Israel Public Affairs Committee, Comité para los Asuntos Públicos Israelo-Estadounidenses) (3). Se dice que existen al menos 20 millones de sionistas cristianos en Estados Unidos que patrocinan la inmigración de judíos a Israel desde Etiopia, Rusia, Ucrania y otros países. De hecho, existen muchos más sionistas cristianos que judíos étnicos en todo el mundo, aunque no todos los judíos apoyan el sionismo.
Durante la administración de George W. Bush Jr. y especialmente en vísperas de la invasión estadounidense de Irak en el 2003, la administración de este presidente estuvo muy influida por el sionismo cristiano de los neoconservadores. Durante una entrevista de 60 Minutes en octubre de 2002, Jerry Falwell llegó a afirmar: “Creo que ahora podemos contar con que el presidente Bush hará siempre lo correcto cuando se trata de Israel”. Falwell se refería a las acciones del presidente Bush en abril de 2002 de hacer la vista gorda ante las acciones israelíes en Cisjordania durante la Operación Muro Protector. Falwell se reunió varias veces con el presidente Bush durante su primer mandato para hablar específicamente del apoyo de Estados Unidos a Israel. Según él, las opiniones del presidente Bush sobre Israel coincidían completamente con las suyas. Los sionistas cristianos también ayudaron a destituir al congresista demócrata Jim Moran, quien sugirió que el lobby judío lo había expulsado con tal de facilitar las ayudas a Israel. El Congreso Apostólico y el grupo Estadounidenses por la seguridad de Israel ayudaron a sabotear los planes de Bush de resolver el conflicto israelo-palestino enviando miles de cartas a la Casa Blanca.
La organización Cristianos Unidos por Israel, fundada en 2006 por John Hagee, cuenta con al menos siete millones de miembros, entre los cuales se encuentra Mike Pompeo, exjefe de la CIA y secretario de Estado, el expresidente Mike Pence y el conocido “halcón” John Bolton, todos ellos muy activos durante la presidencia de Donald Trump. Pompeo, en un discurso en Kansas en el 2015, declaró abiertamente que creía en el “rapto de los cristianos” y en una entrevista del mismo año dijo que como cristiano creyente pensaba que “Dios había elegido a Trump para ayudar a salvar a los judíos de Irán”. Precisamente fueron estos sionistas cristianos quienes presionaron a Donald Trump para que reconociera a Jerusalén como la capital de Israel (4), además de su soberanía sobre los Altos del Golán ocupados por los israelíes. El pastor Robert Jeffress, de la Primera Iglesia Bautista de Dallas y partidario de Trump, dirigió una oración por la paz en Jerusalén durante el traslado de la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv el 14 de mayo de 2018 a esta ciudad, calificando este de “acontecimiento como trascendental en la vida de su nación y en la historia de nuestro mundo” (5). Otra entidad de Estados Unidos conocida como Proclaiming Justice for the Peoples también se encuentra entre las organizaciones que apoyan a Israel (6). A finales de octubre de 2023, esta organización comenzó a pedir la dimisión del Secretario General de la ONU por sus críticas a las acciones de Israel hacia los palestinos.
Como podemos ver, la historia del apoyo por parte de los sectores cristianos a Israel es mucho más larga y compleja que el nacimiento del Estado sionista en 1948. Mientras que muchos judíos al día de hoy siguen negando incluso la propia existencia del Estado de Israel, calificándola de una violación de los mandamientos talmúdicos, tal y como lo hace el movimiento jasídico Naturei Karta, existen muchos cristianos de diferentes confesiones que son ardientes partidarios de Israel hasta el punto de que justifican cualquier acción de ese país en contra de los palestinos. El protestantismo estadounidense, que vincula el destino de Israel a su propia visión escatológica del mundo, juega un rol muy importante en este sentido. Muchas figuras importantes en la política exterior de los Estados Unidos toman en cuenta sus opiniones.
Notas: