Aleksandr Dugin
Dentro del Foro Económico Internacional de San Petersburgo se celebraron muchas reuniones, debates y conferencias. El filósofo Aleksandr Dugin, miembro del Club Izborsk, expresó sus opiniones acerca de este tema en la mesa “Los fundamentos culturales de los BRICS. ¿Pueden los BRICS convertirse en un nuevo mercado cultural?”
Comprender cual es el objetivo que deben desempeñar los BRICS en la actual situación mundial, que papel juegan y están llamados a cumplir puede llevarnos a replantear por completo, en los años venideros, la situación misma de la humanidad. Desde la década de 1990, e incluso desde antes, la globalización fue un proceso basado en un modelo unipolar, es decir, que el Occidente globalista y liberal sostenía abiertamente que su civilización era la única que poseía una primacía sobre las demás. Y en caso de que los otros pueblos quisieran desarrollarse, entonces debían copiar su tecnología, sistemas políticos, económicos, culturales, diplomáticos y educativos. El objetivo era ser como Occidente y entonces la humanidad y el mundo se unificarían. El mundo globalizado se identificaba abiertamente con Occidente y los criterios ideológicos postmodernos que debían regir sobre toda la humanidad. Incluso, hoy en día, Occidente sigue afirmando que “debemos unirnos sobre estos principios”. No obstante, poco a poco hemos visto el surgimiento de otros actores soberanos que no tienen nada que ver con el Occidente global. Este problema fue señalado por el politólogo estadounidense Samuel Huntington, quién afirmaba que pronto se produciría un choque de civilizaciones. El problema es que la mayoría de quienes leen a Huntington cometen el error de enfocarse en la primera palabra, es decir, en el choque, pero ignoran por completo la segunda: las civilizaciones. Ahora bien, ¿por qué Huntington, que era un realista en las relaciones internacionales, enfatiza la probabilidad de que se produzca un choque entre las civilizaciones? Porque el realismo en las relaciones internacionales se basa en la soberanía absoluta y ello implica la posibilidad de la guerra, ya que no existe una autoridad superior que la impida. Los realistas en las relaciones internacionales piensan que los choques o los conflictos son algo natural, pero la novedad en el análisis de Samuel Huntington no radica allí, sino en el hecho de que dice que las civilizaciones, es decir, las culturas, se están convirtiendo en los nuevos sujetos del orden internacional.
Frente a nuestros ojos estamos contemplando el nacimiento de un mundo multipolar formado por diferentes sujetos, civilizaciones y culturas. Tales procesos ya no son únicamente una teoría, sino que han pasado a convertirse en una realidad práctica y los BRICS son la forma institucionalizada que ha tomado el proceso del nacimiento de un mundo multipolar. De hecho, los BRICS ya son la encarnación del mundo multipolar, pero los que participan dentro de esta estructura no son Estados nacionales, sino grandes civilizaciones que están compuestas por muchos países. Un ejemplo de ello es Akhand Bharat, que es la palabra hindú para designar a la Gran India, la cual no coincide exactamente con el Estado-nación de la India, sino con una cultura milenaria que ha influido a muchos países y pueblos a su alrededor. Otra idea similar es la desarrollada por los chinos: el Tianxia. La cultura china ha sobrepasado los limites de China y se ha convertido en un Imperio Celeste. Este último no es solo China y el vasto territorio bajo su influencia, es antes que nada su cultura, porque la cultura es el código mismo de un Estado. Igualmente, Rusia es más que únicamente Rusia: el mundo ruso (ruski mir) no es únicamente la Federación de Rusia del mismo modo que Akhand Bharat no es solamente la India o el Tianxia no se limita a las fronteras de la República Popular China, sino algo mucho más grande: ese algo es una civilización y tanto China como la India y Rusia son Estados-civilizaciones. Por otro lado, tenemos al mundo islámico conformado por una multitud de Estados chiítas, sunitas, gobiernos laicos y seculares como la Turquía de Erdogán o muy rígidos en cuestiones religiosas como Arabia Saudita, pero todos ellos hacen parte de una misma civilización o polo. También esta África, que quiere tomar su destino en sus propias manos. África se ha embarcado en un profundo proceso de descolonización con tal de volver a sus raíces culturales y dejar a un lado a Occidente, solo así podrá avanzar por su propio camino. Los africanos están redescubriendo su identidad y su cultura, además, están presentes dentro de los BRICS, representados por dos colosos: Sudáfrica y Etiopía. Etiopía es el único país de africano que jamás ha sido conquistado o colonizado, por lo que se ha convertido en el símbolo de un África libre. Lo mismo se aplica a Sudáfrica, que es el símbolo de la resistencia anticolonial africana, debido a las feroces y exitosas luchas que se han dado en este país contra el racismo y el colonialismo. Por supuesto, no podemos olvidar que en el África Occidental están floreciendo nuevamente la cultura, la identidad y la tradición africana cuyas raíces se encuentran en Egipto o, incluso, en fundamentos mucho más antigua. América Latina hace parte de los BRICS gracias a Brasil, Argentina fue miembro de nuestra organización y es posible que México y muchos otros países latinoamericanos se unan en un futuro a ella.
Todo lo anterior nos lleva a afirmar que los BRICS están conformados por distintas culturas y que son un dialogo de civilizaciones, un modelo multipolar completamente nuevo independiente de Occidente. Por supuesto, es posible que en caso de que Occidente recupere su sentido común y regrese a las raíces de su civilización sea posible establecer con él un diálogo entre culturas diferentes. Pero esto es imposible actualmente, porque Occidente insiste en que solo existe una cultura y civilización válida – la occidental – y que el resto no tiene derechos. Los BRICS se oponen a esta hegemonía y colonialismo racista, de ahí que los BRICS son una estructura totalmente distinta que no busca sustituir una hegemonía por otra. Claro, no podemos negar que existen contradicciones obvias entre, por ejemplo, el mundo islámico y la India, entre el modelo chino y el mundo islámico, entre la India y China… Rusia, por su parte, es una civilización eurasiática y ortodoxa que tiene su propio sistema de valores. No obstante, a pesar de todas las contradicciones que existen nos une el hecho de que todos hemos construido nuestras civilizaciones sobre valores tradicionales. Occidente, por el contrario, quiere imponer valores antitradicionales a todos nosotros, incluso afirmando que son los únicos que pueden existir.
Los occidentales creen que únicamente copiando su modelo puede haber civilización y progreso. Y todo lo demás queda descartado. El mensaje que envían los países que conforman los BRICS es que en base al diálogo entre culturas es posible entender a los otros. La filosofía de los BRICS es el diálogo entre culturas. Pero ¿cómo entiende Occidente al “otro”? Occidente dice: el otro soy yo y tiene que ser como yo, sin importar cual sea su color de piel, su país de origen, que este de acuerdo con la abolición de los sexos o si acepta los valores liberales e individualistas promovidos por la economía de mercado y la democracia parlamentaria, etc. Solo aceptando todo esto te consideran parte de Occidente. Además, Occidente envía a sus asesores a todas partes con la intención de “poner al día” a quienes caen bajo su influencia, organizando desfiles poco convencionales y demás parafernalias. Para ellos se trata antes que nada de hacer al “otro” igual que ellos y de ese modo deshacerse del problema de la “otredad”. Y si el “otro” no quiere ser como nosotros, entonces se le declara la guerra como lo han hecho en Gaza contra el mundo musulmán, en Ucrania contra Rusia y pronto lo harán en Taiwán contra China. Simplemente Occidente hará la guerra hasta que estemos de acuerdo con él, esa es su solución al problema del “otro”.
Los BRICS deben ofrecer una alternativa completamente distinta a este problema: el “otro” no es alguien como yo. Los rusos tenemos una gran experiencia imperial: somos un Estado fuerte, pero, al interior del mundo multipolar, no vamos diciendo: “sed como nosotros, aceptad la fe ortodoxa, conviértete en eurasiático, lee nuestros libros”. No, para nosotros se trata de si queréis sed como nosotros, aceptad la fe ortodoxa, conviértanse en eurasiáticos o leed nuestros libros o, si no queréis, pues bien. ¡Los rusos respetamos la identidad cultural de nuestros socios, incluido Occidente! Y si Occidente quiere seguir el camino que ha tomado, pues bueno, diremos: “Bien, si esa es vuestra elección, seguidla. Sin embargo, no aceptaremos que vengan a decirnos a nosotros y al resto de la humanidad que hacer”. Por eso nuestra propuesta es que Occidente deje en paz a la humanidad. No obstante, Occidente es incapaz de hacerlo porque ya no sabe que es el “otro”. Su comprensión del “otro” se reduce únicamente a un paradigma hegemónico y racista que – a pesar del esfuerzo de los más grandes intelectuales occidentales, como el antropólogo estadounidense Franz Boas, que proponía aceptar al otro como es – sigue operando hasta el día de hoy. La cultura europea sabe muy bien que es el otro, pero su élite liberal y globalista hace rato que ha abandonado su profunda herencia humanista, traicionando sus propias raíces y anulando la cultura en la que esta se basaba. Este proceso se nota porque Occidente ha comenzado a destruir las especificidades de su propia cultura y civilización. Aun teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos decir que un Occidente alternativo puede participar en nuestro dialogo entre culturas. Los BRICS todavía están lejos de lograr un diálogo a cabalidad, pero esta institución es el primer paso para comenzar un dialogo sincero, democrático y honesto en el que puedan participar todas las sociedades, países y Estados en el marco de un proyecto más amplio. Claro, no se trata de perder nuestra identidad, sino de preservar las características culturales que cada uno tiene. En caso de que se hable de películas u otros proyectos en los que participen los representantes de diferentes civilizaciones, lo importante es que estos productos sean fieles a la civilización a la que pertenecen. Incluso es posible que realicemos un proyecto cinematográfico común que reúna las tradiciones del cine ruso, el Bollywood indio o el Nollywood africano. Necesitamos que este diálogo entre nosotros sea estrictamente marcado por la diferencia, sin mezclar las cosas, pero siempre dispuestos a los intercambios. Este es el enfoque que la plataforma cultural de los BRICS debe seguir para hacerse más fructífera. No se trata de unirnos todos en torno a un único modelo cultural universal: se trata de crear un dialogo igualitario y equilibrado, verdaderamente democrático y humano, entre las distintas culturas y civilizaciones.
Ahora bien, si es característico del pensamiento político estadounidense pensar las cosas a través de categorías que tienen que ver con el enfrentamiento, entonces es característico de la tradición política y cultural ruso pensar en términos de paz. Los rusos somos un pueblo pacífico que, sin embargo, puede defenderse. La paz debe entenderse como la preservación de la diversidad cultural y la historia de Rusia es muy interesante en ese sentido ¡Cuantos pueblos han sobrevivido y sobreviven aún hoy en nuestro territorio! Vemos caucásicos, asiáticos, musulmanes, etc. Todos estos pueblos conservan su propia lengua y sistemas culturales. Esta es precisamente nuestro arte: el arte de preservar la diversidad. Tal arte también puede encontrarse en el mundo musulmán, China o la India. El arte de la civilización es la capacidad para incluir lo diferente, lo distinto, en su interior sin borrarlo o destruirlo. El proyecto cultural de los BRICS debe ir en esta dirección. Solo siguiendo esta filosofía, que es la base de nuestra asociación, conseguiremos resultados impresionantes.
Desgraciadamente, muchos de los proyectos de los BRICS están estancados como, por ejemplo, la moneda común o el Banco de los BRICS, pero esto se debe a que, precisamente, no se han abierto los canales culturales para entendernos mutuamente y establecer de ese modo un diálogo entre nuestras civilizaciones, no solo entre nuestros países. El diálogo entre culturas no ha adquirido una dimensión profunda. No es casualidad que el Foro Económico de San Petersburgo haya sido dedicado a la multipolaridad. Nuestra tarea es esbozar la cooperación entre culturas una vez hayamos escuchado, descubierto, justificado y desarrollado las ideas de todos nosotros. Yo no llamaría a esto una economía de mercado, sino un don, es decir, una economía del don como la planteó Marcel Mauss. A los rusos no nos gustan los intercambios, sino dar a los demás, regalar y obsequiar lo que tenemos. Nuestra actitud hacia los invitados y amigos es dar con sinceridad. Es precisamente dentro de esta economía del don que se dará un ejemplo de verdadera humanidad y cordialidad hacia los demás, no por medio de la enemistad, sino del amor. Todavía nos queda un largo camino por recorrer con tal de defender estos principios, pero en ultima instancia es la tarea y la misión de los BRICS liberar nuestras culturas. No podemos seguir viendo a nuestros hermanos sufrir bajo el yugo de las élites globalistas. No somos en absoluto enemigos de la cultura occidental: el único enemigo de la cultura occidental es el Occidente actual que impone la cultura de la cancelación. Los BRICS tienen la enorme tarea de llevar a cabo una profunda descolonización de la consciencia. Solo mediante el reconocimiento libre y soberano de nuestros valores podremos construir nuestro futuro.