Megan Redshaw
Un nuevo informe científico cuestionó la idea de que las vacunas contra COVID-19 hayan evitado muertes después de que los investigadores evaluaron la mortalidad por todas las causas en 17 países y descubrieran que las vacunas contra COVID-19 no tuvieron ningún efecto beneficioso en la reducción de la mortalidad. Por el contrario, los investigadores descubrieron que los niveles máximos sin precedentes de mortalidad por todas las causas en cada país —especialmente entre la población de edad avanzada, cuando se implantaron las vacunas contra COVID-19— coincidieron con el lanzamiento de la tercera y cuarta dosis de refuerzo.
El informe publicado el 17 de septiembre por Correlation Research in the Public Interest (
pdf ) cuantificó la tasa de mortalidad por dosis de vacuna (vDFR en su sigla en inglés) para todas las edades. Esta es la relación entre las muertes inducidas por la vacuna y las dosis de vacuna administradas en una población determinada. Tras analizar los datos de mortalidad, los investigadores calcularon una media de toxicidad mortal para todas las edades por la vDFR, en una muerte por cada 800 vacunas a través de todas las edades y países. Esto equivale a 17 millones de muertes relacionadas con la vacuna contra COVID-19 en el mundo debido a 13,250 millones de vacunaciones hasta el 2 de septiembre de 2023.
“Esto correspondería a un evento iatrogénico masivo que mató (0,213 ± 0,006) % de la población mundial (1 muerte por cada 470 personas vivas, en menos de 3 años), y no evitó de manera mensurable ninguna muerte”, dijeron los autores. El riesgo general de muerte inducida por las vacunas contra COVID-19 es 1000 veces mayor de lo informado anteriormente en datos de ensayos clínicos, monitoreo de eventos adversos y estadísticas de causas de muerte obtenidas de los certificados de defunción.
La mortalidad por todas las causas es una tasa por todas las causas de muerte para una población en un período de tiempo específico. Se trata de los datos más fiables para detectar y caracterizar epidemiológicamente los acontecimientos que provocan muertes y para medir el impacto a nivel poblacional de cualquier aumento o colapso de muertes por cualquier causa.
“La mortalidad por todas las causas es una buena característica para usar en los análisis médicos estadísticos, ya que no hay ambigüedad en cuanto a si alguien ha muerto o no”, dijo a TheEpoch Times Stephanie Seneff, científica investigadora principal del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en un correo electrónico. “Es muy preocupante que estos autores hayan encontrado una tendencia constante entre diecisiete países que muestren un aumento significativo en la mortalidad por todas las causas, coincidiendo con el amplio lanzamiento de la vacuna contra COVID. Su estimación de una muerte por cada 800 vacunas a nivel mundial es alarmante”.
La Sra. Seneff dijo que sus investigaciones sobre los posibles mecanismos de daño de las vacunas la han llevado a creer que es posible que estas vacunas sean “extremadamente tóxicas” y no deberían haber sido aprobadas por las agencias reguladoras.
Resultados clave
Los investigadores realizaron un análisis de la mortalidad por todas las causas utilizando datos del Conjunto de datos de mortalidad mundial para 17 países ecuatoriales y del hemisferio sur, incluidos Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Malasia, Nueva Zelanda, Paraguay, Perú, Filipinas, Singapur, Sudáfrica, Surinam, Tailandia y Uruguay. Los países ecuatoriales no tienen estaciones de verano ni de invierno, por lo que no hay variaciones estacionales en sus patrones de mortalidad por todas las causas.
Estos países comprenden el 9.1 por ciento de la población mundial y el 10.3 por ciento de las vacunaciones contra COVID-19 en todo el mundo —con una tasa de vacunación de 1.91 vacunas por persona de todas las edades— e incluyen casi todos los productos y fabricantes de vacunas contra COVID-19 de los cuatro continentes.
Las principales conclusiones del informe de 180 páginas incluyen:
-En todos los países incluidos en el análisis, la mortalidad por todas las causas aumentó cuando se implementaron las vacunas contra COVID-19.
-Nueve de 17 países no tuvieron un exceso de muertes detectables después de la declaración de la Organización Mundial de la Salud del 11 de marzo de 2020 y el comienzo de la campaña de vacunación contra COVID-19.
-Se observaron picos sin precedentes en la mortalidad por todas las causas en enero y febrero de 2022, durante la temporada de verano de los países del hemisferio sur, coincidiendo con, o después de, el lanzamiento de las vacunas de refuerzo en 15 de los 17 países estudiados.
-El exceso de mortalidad por todas las causas durante el período de vacunación que comenzó en enero de 2021 fue de 1.74 millones de muertes, o una muerte por cada 800 vacunas, en los 17 países estudiados.
-El vDFR aumentó exponencialmente con la edad, alcanzando casi el 5% entre las personas de 90 años o más que recibieron una cuarta dosis de vacuna.
“No hay evidencia en los datos concretos de mortalidad por todas las causas de un efecto beneficioso tras la implementación de la vacuna contra COVID-19. No se salvaron vidas”, dijo Denis Rancourt, codirector de Investigación de Correlación en el Interés Público con doctorado en física en un correo electrónico a TheEpoch Times. “Por el contrario, la evidencia puede entenderse en términos de estar sometido a una sustancia tóxica. El riesgo de muerte por la vacuna aumenta exponencialmente con la edad. La política de priorizar a los ancianos para la vacunación debe terminarse inmediatamente”.
Los picos de mortalidad por todas las causas coinciden con las dosis de refuerzo
Utilizando los datos de la mortalidad y vacunación de Chile y Perú por edad y número de dosis, los investigadores observaron picos claros en la mortalidad por todas las causas entre julio y agosto de 2021, de enero a febrero de 2022 y de julio a agosto de 2022, entre los grupos de edad avanzada. El aumento de la mortalidad por todas las causas observado en enero y febrero de 2022 en ambos países coincidió con el rápido lanzamiento de la cuarta dosis de la vacuna contra COVID-19 en Chile y la tercera dosis en Perú.
Es poco probable que el aumento de la mortalidad por todas las causas que coincidió con el lanzamiento y la administración sostenida de las vacunas contra COVID-19 en los 17 países pueda deberse a cualquier causa distinta a las vacunas, dijeron los investigadores.
En Chile y Perú, el vDFR aumentó exponencialmente con la edad y fue más significativo para las dosis de refuerzo más recientes, lo que resultó en una muerte por cada 20 vacunaciones de dosis de vacunas en personas mayores de 90 años. Este patrón fue similar a los datos que los mismos investigadores recopilaron en Australia.
“La sincronicidad entre los numerosos picos de ACM (en 17 países, en 4 continentes, en todos los grupos de edad avanzada, en diferentes momentos) y los rápidos lanzamientos de vacunas de refuerzo asociados permiten llegar a esta firme conclusión sobre la causalidad y la cuantificación precisa de la toxicidad de la vacuna contra COVID-19”, escribieron los investigadores.
Los resultados en otros países reflejaron lo observado en Chile y Perú en todos los casos en los que se disponía de datos de mortalidad estratificada por edad y de la vacunación por dosis específica estratificada por edad. En 15 países con datos de mortalidad suficientes, un aumento sin precedentes en la mortalidad por todas las causas en todas las edades durante o cerca de enero y febrero de 2022 coincidió o fue inmediatamente precedido por una rápida implementación de la tercera o cuarta dosis de refuerzo, dependiendo del país y su administración continua de distintas dosis de refuerzo.
Los investigadores no encuentran evidencia de que las vacunas contra COVID-19 evitaron la mortalidad
Los investigadores dijeron que sus hallazgos son concluyentes y que las asociaciones observadas son numerosas y sistemáticas. Ellos no pudieron encontrar un solo contraejemplo que demuestre que las vacunas contra COVID-19 previnieron la mortalidad por todas las causas.
“Si las vacunas previnieron la transmisión, la infección o la enfermedad grave, entonces debería haber disminuciones en la mortalidad después de la implementación de la vacuna, no aumentos, como en todos los grupos de edad de ancianos observados sometidos a rápidas dosis de refuerzo, y la mortalidad no aumentaría únicamente cuando se implementasen las vacunas, donde no ocurrieron excesos de mortalidad antes de la implementación de las vacunas, como hemos documentado aquí, en nueve países de tres continentes”, concluyeron los investigadores.
Según el informe, los datos de numerosos países como India, Australia, Canadá, Israel y Estados Unidos muestran un fenómeno similar — picos anormales de la mortalidad por todas las causas que coinciden con las dosis de refuerzo. En Estados Unidos, las muertes fueron prominentes en el grupo de edad de 25 a 64 años en 21 estados, coincidiendo con un “rápido aumento” de las vacunas administradas durante las campañas de “equidad en las vacunas” lanzadas por las agencias reguladoras. Los investigadores estimaron que Estados Unidos experimentó aproximadamente 160,000 muertes en exceso durante un período en el que se administraron más de 60 millones de dosis de la vacuna contra COVID-19.
Rojo: Países donde la población ha recibido más de 2 vacunas contra el COVID-19: alto exceso de mortalidad (del 6 al 20%)
Azul: Países donde la población ha recibido menos de 2 vacunas: bajo exceso de mortalidad (de -4 a 6%)
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