El corredor de transporte internacional Norte-Sur es "la única ruta alternativa viable" para Europa, afirmó a Sputnik el empresario Paul Goncharoff. La nueva ruta puede efectivamente sustituir al canal de Suez, que "resulta problemático", por lo que los líderes occidentales tendrán que "optar por el pragmatismo en los costos del transporte".
El corredor Norte-Sur ha adquirido una nueva relevancia a raíz de las tensiones en el mar Rojo y las interrupciones en los suministros derivados de ellas.
No obstante, este sigue teniendo algunos problemas de conectividad y obstrucciones, pero ya se están resolviendo, expresó a Sputnik el empresario Paul Goncharoff, propietario de la empresa de consultoría Goncharoff LLC. El tránsito de mercancías por esta ruta alcanzó un récord el 2022 y, de acuerdo con el empresario, "es probable que esta tendencia se mantenga".
"La ruta siempre se concibió como una alternativa al canal de Suez, ya que reduce en 30 días el tiempo de transporte de mercancías entre India y Rusia", destacó Goncharoff.
"Por ejemplo, consideremos que la tarifa de un contenedor de 40 pies enviado por el primer tren por el corredor Norte-Sur en octubre de 2022 era de unos 10.000 dólares de Moscú a Nava-Sheva (puerto de la India). Hoy es de menos de 5.000 dólares y sigue bajando", detallo el experto.
Fuente: datos abiertos
Además, se convirtió en una cadena de suministro bastante más vital debido a la necesidad de Rusia de girar en dirección al Asia y a los deseos de los países del continente de sustituir a los proveedores predominantemente europeos con el mercado ruso, expuso el empresario.
"En consecuencia, se ha vuelto mucho más relevante y su atracción como ruta de conectividad entre el norte global y el sur global solo aumentará", señaló Goncharoff.
Es una ruta importante porque reconecta a India con los mercados de Asia Central que perdió durante la partición de Pakistán en 1947, afirmó el experto. La posterior rivalidad entre Nueva Deli e Islamabad cortó las rutas comerciales indias por tierra hacia el oeste (a Irán) y el norte (a Afganistán y Asia Central).
Ahora pueden ser parcialmente restauradas a través de rutas multimodales, de acuerdo con Goncharoff. La distancia entre los principales puertos de la costa occidental india en Bombay y los puertos iraníes de Chabahar es de solo 36 horas de navegación, agregó. Desde Irán, los contenedores pueden ahora transitar por el norte y el este del país y dirigirse a Kazajistán y Uzbekistán, así como, en el futuro, a Afganistán, una vez que la situación allí lo permita.
Los problemas geopolíticos relacionados con el canal de Suez y cuestiones logísticas, como su escasa anchura, que llevó a que un solo barco bloqueara la ruta en 2021, hacen que la ruta resulte problemática, opina Goncharoff. La única ruta alternativa viable es el Corredor Norte-Sur, destacó el experto.
"Este simple hecho persuadirá en algún momento a la Unión Europea de que sancionar los puertos rusos e iraníes a largo plazo no esté en su interés", indicó Goncharoff.
"El aumento de los precios por el uso de rutas más largas alrededor del Cuerno de África repercutirá en el consumidor europeo. Esto acabará por convertirse en una cuestión política en las urnas y, en última instancia, colocará a los diputados europeos en una posición en la que, para mantener su popularidad, tendrán que optar por el pragmatismo en los costos del transporte, o verse obligados a abandonar sus cargos", expuso el empresario.
"El corredor Norte-Sur es una solución y esperamos que desempeñe un papel en la toma de decisiones políticas europeas para aliviar los costos de consumo y la inflación de la UE durante 2024 y 2025", concluyó el experto.
La batalla de Bab el-Mandeb y el futuro de la globalización
Giuseppe Masala
Muchas veces he tomado prestada del Pontífice la definición de la actual crisis geopolítica como " guerra mundial fragmentada ". Realmente creo que pocas veces en la historia ha habido una definición más eficaz que ésta, tan emblemática como para describir la dificilísima situación estratégica existente con sólo unas pocas palabras sencillas, claras y directas.
Se trata de una crisis que sin duda marcará el fin de la llamada globalización, que surgió con el fin del socialismo real, y que probablemente también marcará el fin de la hegemonía absoluta de Occidente y su país líder, los EE.UU., sobre el resto del mundo. Me imagino que todos estáis pensando que, en última instancia, todos los imperios terminan y que no se puede esperar que el americano y el occidental permanezcan para siempre. Ciertamente esta opinión es correcta; todo pasa; por tanto, también para el imperio americano. Sin embargo, en esa sorprendente definición del Papa se identifica otro aspecto verdaderamente peculiar: ante la casi imposibilidad de un choque directo entre potencias que podrían utilizar armas nucleares y así correr el riesgo de poner fin a la civilización humana en la Tierra, aquí el conflicto se desarrolla sobre una nueva característica, la de tener lugar en una cadena de conflictos unidos entre sí por el hecho de que quienes luchan son fuerzas ascarianas (las presentes en los países en conflicto) apoyadas a su vez por las grandes potencias en conflicto. Una guerra mundial fragmentada cuyo objetivo es llevar al adversario al consumo, a la desestabilización social y económica y, por tanto, a la capitulación.
En esta lógica, tanto el conflicto ucraniano como las continuas injerencias occidentales en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, el conflicto en Siria, los conflictos en el Sahel (concretamente en Níger, Malì, Burkina Faso y Sudán) donde los rusos (con los Wagner) y los occidentales (a menudo utilizando milicias locales pero también con la intervención directa de "tropas de paz").
Se trata, pues, de un increíble enigma de conflictos que ahora ve la invasión de Gaza por parte del ejército israelí en el apogeo de su ferocidad, con decenas de miles de muertos. Una invasión que, en mi opinión, no sirve al Estado de Israel ni desde el punto de vista político, ni económico ni estratégico y que, por el contrario, causa un daño devastador a la imagen de Tel Aviv, que por tanto tendrá que enterrar durante quién sabe cuántas décadas más la posibilidad de alcanzar tratados de paz con todos los países árabes empezando por Arabia Saudita. Entonces, ¿qué prodesta? ¿Quién se beneficia de la matanza en Gaza? Ciertamente los EE.UU., los grandes aliados y protectores de Israel que de esta manera pueden inflamar el Medio Oriente, desestabilizar a Arabia Saudita y bloquear su ahora clara alianza con China y Rusia; sobre todo pueden debilitar a Irán, ahora firmemente en la órbita rusa y china y cerca de unirse a los BRICS, rompiendo así el aislamiento que ha estado cortando las alas de Teherán desde la caída del Sha a manos de los ayatolás.
El debilitamiento de los BRICS y de sus dos países fundamentales (Rusia y China) es ahora el elemento fundamental de la estrategia estadounidense para garantizar a Washington el mantenimiento de la hegemonía global y, por tanto, debe lograrse por cualquier medio; en mi opinión también la de utilizar a Israel como un peón prescindible en el tablero del Gran Juego.
Sólo en esta lógica podemos entender la irracional estrategia kamikaze implementada por Israel: Washington ordenó provocaciones hacia los países árabes, tanto con la matanza en Gaza como con los continuos bombardeos del sur del Líbano y Siria. Es claro y evidente que se trata de ampliar el conflicto para lograr los objetivos estratégicos de Washington: la desestabilización (y posiblemente el cambio de régimen) en Irán y Arabia Saudita con el consiguiente debilitamiento de los BRICS, Rusia y China.
Hasta ahora, tanto Irán como sus aliados libaneses Hezbolá –muy conscientes de lo que está en juego– han evitado responder a los ataques israelíes. Sin embargo, este no fue el caso de los rebeldes hutíes yemeníes proiraníes, con base en la parte norte del país. De hecho, estos duros rebeldes, capaces de defenderse de las tropas sauditas armadas hasta los dientes con tecnología estadounidense, han decidido declarar la guerra a Israel. Primero lanzaron ataques, tanto con drones como con misiles balísticos de fabricación iraní, contra Israel (1) y posteriormente comenzaron a atacar el tráfico naval en el estrecho de Bab el-Mandeb, que conecta el océano Índico con el mar Rojo. Se trata de una arteria fundamental del comercio mundial cuyo cierre obliga a los armadores a tomar la ruta mucho más larga y cara que circunnavega África rodeando el Cabo de Buena Esperanza. Se estima, por ejemplo, que el flujo de tráfico procedente de Singapur y con destino al puerto holandés de Rotterdam aumentaría un 40% el número de millas a recorrer si en lugar de pasar por Suez se viera obligado a pasar por el Cabo de Buenas. Esperanza.
Hay que decir que hasta la fecha el bloqueo iniciado por los hutíes se considera muy eficaz, de hecho las principales empresas logísticas mundiales como Maersk, Cma CGM, Hapag-Lloyd y MSC Mediterranean Shipping Co han dejado de utilizar el estrecho de Bab el-Mandeb. así como British Petroleum en lo que respecta al transporte de petróleo.
Se ha creado así una situación de conflicto grave que, si no se aborda con prontitud, corre el riesgo de hundir a Europa en una nueva fase de grave crisis económica con nuevos aumentos de la inflación. De hecho, Occidente, liderado por Estados Unidos, decidió rápidamente actuar construyendo una flota - una especie de Armada Invencible - capaz de contrarrestar el bloqueo de Bab el-Mandeb por parte de los hutíes. En la operación, denominada Prosperity Guardian, participan Estados Unidos, Gran Bretaña, Bahrein, Canadá, Holanda, Noruega y Seychelles, además de Francia, Italia y España, que enviarán barcos pero que formalmente no formarán parte de esta flota.
Es fácil comprender cómo evolucionará la situación, también porque los hutíes ya han declarado que no tienen intención de interrumpir el bloqueo del Estrecho salvo con la retirada del ejército israelí de Gaza. Por lo tanto, es muy probable que también en este caso lleguemos a una escalada con la adición de un eslabón más a la ya larga cadena de conflictos de esta guerra mundial fragmentada.
Por último, hay que añadir un detalle que no se menciona: en el fondo del Mar Rojo se tienden los cables de fibra óptica que garantizan el enorme flujo de datos entre Europa, África, los países de la Península Arábiga, pero también la India y el Lejano Oriente. Un conflicto abierto en esta zona, según muchos expertos, podría poner en riesgo sus operaciones al comprometer en gran medida las telecomunicaciones entre Europa, Oriente Medio y la India (2). Este aspecto tampoco debe subestimarse en este nuevo capítulo, que corre el riesgo de ser incandescente, de la guerra mundial gradual.