Teoría para comprender los conflictos del siglo XXI
Autor: Federico Aznar Fernández-Montesinos
Categoría: Estudios militares
Editorial: El Viejo Topo
Págs: 570
Ante la guerra que quizá viene... este manual de Federico Aznar Fernández-Montesinos nos proporciona un resumen necesario y completo de los mecanismos bélicos del siglo XXI.
Comprender la guerra no es justificarla; las guerras no se justifican: suceden, son hechos insoslayables, aunque no nos gusten. La guerra tiene una finalidad, y quien la define es la política. No es solo una actividad militar; de hecho es, ante todo, una actividad política. Es más, la guerra es una alteración sangrienta y abrupta del equilibrio geopolítico vigente. Y ha tomado, a lo largo de la historia, diferentes formas, siempre de naturaleza violenta y siempre al servicio de la política del momento.
En este libro Federico Aznar analiza la guerra en sus distintos niveles, establece sus características, describe su evolución, subraya el papel de la opinión pública en el conflicto, estudia las distintas fases de la crisis bélica y su gestión. Aznar dedica una parte del libro a la guerra asimétrica, a la guerra híbrida, a la zona gris que existe entre la guerra y la paz. Y, dentro de ella, a la desinformación, entre otros modos y estrategias de guerra, así como al terrorismo. Y también a la paz, con sus desarrollos lógicos.
Sabemos que la guerra es un hecho social y como tal es hija de su época. Solamente encuentra su sentido en la política, plano que debe ser el eje de cualquier análisis.
Es un acto de comunicación, una relación dialéctica que implica el uso de la violencia pero también es un término impreciso en el que caben muchas cosas al mismo tiempo que una institución de Derecho Internacional Público.
Es un instrumento, una función que junto con la paz pertenecen a la política.
La guerra sigue presente en nuestros días, un tiempo marcado por la globalización y el desdibujamiento de fronteras y límites conceptuales.
Aproximarse a la guerra supone acercarse a un hecho social complejo y en permanente mutación. Definir un concepto social es dotarlo de palabras y límites; y los límites en la sociedad se construyen desde los consensos, algo muy difícil de alcanzar en un conflicto vivo, toda vez que su eventual definición situaría el fiel de la balanza y condicionaría su resultado al margen de los intervinientes, cosa que estos pocas veces consienten.
La creciente complejidad que presentan los escenarios contemporáneos hace que la guerra sea un concepto que no recoja todos los casos categorizables de procesos violentos que implican a grupos, y se quede pequeña para resultar útil como instrumento de estudio pues no cubre todos los fenómenos de violencia organizada posibles, y ni siquiera a veces alcanza a definir la naturaleza de la rivalidad.
Llamar a una actividad violenta guerra, conflicto, crisis o terrorismo, es esencial por las consecuencias jurídicas y políticas que plantea: un detenido puede ser un prisionero, un terrorista o un criminal en función del nombre que se dé al conflicto o, mejor aún, de aquel que la comunidad acepte. Como resultado, conceptos geopolíticos fundamentales han adquirido significados nuevos. Terrorista puede ser un adjetivo o un sustantivo, una persona, una situación, un proceso, un hecho o una estructura. El unilatelaralismo hace coincidir la definición académica con la definición operativa, de modo que, por ejemplo, es terrorismo lo que yo defino como tal y son terroristas los que yo coloco en una lista ad hoc. Autoridad es fuerza con legitimidad, violencia es fuerza sin ella.
La guerra es un espacio de supervivencia, como señala Mauricio de Sajonia «sobrevivir es vencer en campo de batalla». No existen leyes que la regulen solo principios. No es como se pretende la supervivencia del más fuerte sino la del más apto, la del que mejor se adapta. La guerra es adaptación al contrario.
Y es que la guerra es ante todo un choque de poderes más que un choque de violencias y encarna una actitud, un enfoque hostil hacia otro colectivo, que puede materializarse mediante medios violentos que se suman a otros que pueden ser incluso más relevantes y que no lo son necesariamente. Por eso las doctrinas militares modernas han tenido que recurrir a conceptos como la guerra asimétrica o híbrida para poder explicar una actitud de confrontación que no se materializa fundamentalmente en violencia, esto es, en el plano intrínsecamente militar; la pugna se desplaza verticalmente hacia planos no militares –opinión pública, economía, mediático, suministros…. – donde la parte más débil puede moverse más cómodamente e incluso con superioridad al menos temporalmente, infiriendo daño al más fuerte. De hecho, sí en un conflicto la parte más débil acepta las reglas que le impone la parte más fuerte, su lucha acabará inevitablemente en derrota. Ese encaminamiento se hace nuevamente a través de palabras.
La guerra es una función, un instrumento de la política y quien vea en ella otra cosa yerra gravísimamente. Como dijera Mao la guerra es política con derramamiento de sangre, la política es –vista a los ojos del líder chino– guerra sin derramamiento de sangre. La guerra es una modificación sangrienta de las relaciones geopolíticas entre Estados, un intento de alterar por la fuerza los equilibrios establecidos.
Cuando, a través de complejas redes de mando, control y comunicaciones, los jefes de Estado pueden volver a situarse a la cabeza de sus Ejércitos, el carácter cíclico y recurrente de la historia parece haberse completado de nuevo al devolver la guerra del siglo XXI a las formas propias del siglo XVI. En fin, los griegos del mundo clásico presentaban la guerra en toda su extensión y crueldad, no trataban de justificarla, simplemente la exponían; sus héroes no encarnaban la parte positiva de una visión maniquea, sino que aunaban gallardía y vileza. En el siglo XXI volvemos a esos mismos parámetros.
Sobre todo ello habla este libro, un manual de la ciencia de los conflictos bélicos. Contiene materiales para que los lectores lleguen a anticipar los rasgos de los conflictos que asolan a nuestra época.
En definitiva, un libro para pensar. Nunca como ahora, se ha hecho realidad el discurso sobre las armas y las letras del Quijote, el ideal de armonía entre esas dos formas de aplicación de la inteligencia.
Perfil del autor
FEDERICO AZNAR FERNÁNDEZ-MONTESINOS. Militar de la Armada española y humanista, su trayectoria profesional ha estado dedicada al pensamiento estratégico. Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de varios libros sobre la materia, entre ellos Entender la Guerra en el siglo XXI (2011), La ecuación de la guerra (2011), y Repensando el liderazgo estratégico (2018). Ha publicado más de 200 artículos y documentos de investigación académicos, fundamentalmente en las áreas de teoría de la guerra, gestión política de la violencia, terrorismo, geopolítica y liderazgo estratégico.