Todos sabemos que la "crisis" climática va de dinero y poder. El sistema financiero se ha apuntado en pleno gracias a la idea de las tasas al carbono, la creación de todo un nuevo mercado financiero que no está basado en la obtención de recursos o la creación de bienes, sino en el aire que respiramos. La idea genial consistió en regular las emisiones de CO₂ de todas las empresas, haciéndoles pagar si pasaban de un cierto nivel arbitrario y cambiante. Para evitar pagar, las empresas pueden comprar créditos de carbono a quienes por su actividad o inactividad teóricamente contribuyen a que no suban los niveles de CO₂. Por ejemplo, alguien que tiene una finca arbolada en Brasil (pero no en España) puede vender créditos de carbono en el mercado todos los años a cambio de no cortarlos, todo ello con beneficio para los bancos e instituciones financieras que hacen funcionar ese mercado de activos ficticios. Todo ese dinero sale de los clientes de las empresas, tú y yo, que pagamos el sobre-coste.
Ahora, en una nueva vuelta de tuerca (https://www.bloomberg.com/news/articles/2024-12-03/bankers-to-start-including-counterfactuals-in-carbon-accounting), los bancos quieren sacar tajada no solo de negociar los créditos de carbono, sino de crear de la nada sus propios créditos a partir de los activos financieros que poseen. A propuesta de la Glasgow Financial Alliance for Net Zero, la mayor coalición climática del sector financiero, se ha introducido una nueva métrica denominada Reducción Esperada de Emisiones (EER). Se basa en que las empresas financieras comparen las emisiones asociadas a la entidad o el activo en un escenario sin cambios con las producidas si esa empresa reduce sus emisiones, o si un activo contaminante acaba cerrándose. Es decir, consiste en construir un escenario de emisiones hipotético sin cambios y embolsarse el dinero de la diferencia con las emisiones reales. Money for nothing.
De esa manera el hundimiento económico de Europa, cuya producción industrial cae en picado haciendo reducir las emisiones, enriquecerá inmensamente a los bancos e instituciones financieras. A eso se le llama sacar tajada a una crisis auto-infligida, disparando la desigualdad. A costa de la estafa climática los ciudadanos nos empobrecemos y los mega-ricos se quedan con todo.
LA NIÑA NO VIENE Y QUIEREN CAMBIAR LOS DATOS
El anunciado fenómeno de La Niña en el Pacífico, con repercusiones mundiales y sequía en España, no se ha presentado. La agencia NOAA sigue diciendo que habrá La Niña este invierno, pero se han quedado sin tiempo. Desde 1950, los fenómenos de El Niño y La Niña han comenzado en primavera, verano u otoño, pero nunca en invierno. No hay precedentes.
Y la NOAA se está planteando cambiar la definición del fenómeno de El Niño. En vez de utilizar la temperatura de una zona del Pacífico con respecto a su media, quieren utilizar su temperatura relativa con respecto a la del resto del Pacífico tropical. Y así, La Niña aparece como por arte de magia. Alterar los datos para que encajen en la teoría es algo que se hace con frecuencia en la (pseudo)ciencia del clima.
Al hacerlo la ciencia del clima se construye una prisión de la que es difícil escapar y deja de estar sujeta a la realidad física. Con ello va dando pasos para convertirse en una "ciencia" social.

NUEVO FALLO DE LOS MODELOS CLIMÁTICOS: SON INCAPACES DE REPRODUCIR LOS CAMBIOS DE TEMPERATURA DEL OCÉANO
La idea de que modelos de ordenador programados con nuestro desconocimiento y equivocaciones puedan darnos una respuesta acertada al cambio climático es una de las creencias más absurdas de la ciencia moderna. Constantemente se publican artículos que revelan aspectos del clima que los modelos son incapaces de reproducir. Sin embargo, el artículo que se acaba de publicar revela un fallo enorme.
Un equipo de científicos de Taiwan, Alemania y el Reino Unido ha publicado en la revista Communications Earth & Environment un estudio en el que comparan la temperatura del océano Pacífico tropical durante el último máximo glacial (hace 20.000 años), estimada gracias a indicadores paleoclimáticos, con la temperatura de ese mismo océano que reproducen los modelos climáticos bajo las condiciones de temperatura y CO₂ que había en esa época. Y los modelos fallan completamente. No solo eso, es que ni siquiera son capaces de reproducir adecuadamente los cambios de temperatura que han tenido lugar en los últimos 200 años.
Los autores del estudio sugieren que esta incapacidad de los modelos puede dar lugar a que la sensibilidad climática al CO₂ que indican los modelos sea demasiado alta, es decir, los modelos indicarían que el CO₂ causa más calentamiento del que realmente produce.
Los modelos no deben ser aceptados como árbitros de la respuesta que se le debe dar al cambio climático. Son sólo una herramienta, y uno no deja que un destornillador decida como se hace una obra, sino que lo usa solo cuando es adecuado hacerlo. Los modelos pueden arrojar luz sobre ciertos procesos climáticos, pero no reproducen el clima del pasado, presente o futuro.
La ciencia se basa en las pruebas no en el consenso
Javier Vinós
Si hay pruebas no hace falta consenso. Si hace falta consenso es que no hay pruebas. Galileo, Darwin, Einstein, Alfred Wegener y muchos otros se hicieron famosos enterrando consensos anteriores.
La ciencia no es una democracia y en cada revolución científica un investigador tenía razón y todos los demás estaban equivocados. Por eso los consideramos genios.
- Galileo destrozó el consenso de que la Tierra se encontraba en el centro del Sistema Solar.
- Darwin acabó con el consenso de que las especies habían sido creadas y eran inmutables. También con el consenso de que los humanos tenían un origen distinto.
- Einstein eliminó el consenso de que el espacio y el tiempo eran absolutos.
- Alfred Wegener enterró el consenso de que los continentes estaban inmóviles.
El consenso es un concepto político, no científico. Cuando se hace necesario un consenso en ciencia es porque no hay pruebas suficientes que resuelvan la cuestión. A nadie se le ocurre que sea necesario un consenso sobre la ley de la gravedad. Al no estar basados en pruebas, los consensos científicos siempre están a la espera de una muerte ignominiosa. Usarlos como argumento indica un desconocimiento de cómo funciona la ciencia. El consenso climático indica El clima se ha convertido en la nueva religión
El clima se ha convertido en la nueva religión, con su dogma de fe, pecado original, amenaza de infierno, promesa de salvación, exigencia de sacrificio y sumos sacerdotes. También con herejes e inquisición. Es la versión moderna de un antiguo éxito.
La similitud del cambio climático con una nueva religión no es superficial.
El dogma de fe, que no puede ponerse en duda a pesar de no haber pruebas de él, es que nuestras emisiones son las responsables del cambio climático.
Hay un pecado original que es la revolución industrial, que en vez de mejorar la vida de gran parte de la población mundial nos condenó a la perdición.
Se nos amenaza con un infierno climático, con expresiones como la del Secretario General de la ONU de que estamos entrando en la era de la ebullición global. Vamos, las calderas de Pedro Botero en versión moderna.
Hay una promesa de salvación si se abandona el camino del pecado de las emisiones de CO₂ y se abraza la virtud de no emitir CO₂.
Hay unos sumos sacerdotes que interpretan las sagradas escrituras, los científicos que desvelan los conocimientos de los estudios y los modelos climáticos, y que realizan predicciones acerca del futuro.
Hay una niña profetisa, iluminada por la gracia de la verdad revelada, que habla en la sinagoga ante el sanedrín del Foro Económico Mundial y es recibida por el Papa. Todo el mundo se admira de que verdades tan profundas puedan salir de alguien tan joven y con tan poca educación.
Hay unos herejes a los que hay que combatir que rechazan el conocimiento sagrado y defienden creencias erróneas, confundiendo a los fieles que no son firmes en sus creencias. El propio nombre que se les aplica de negacionistas hace referencia a que niegan la fe verdadera.
Y hay una inquisición formada por una red mundial de verificadores de noticias dedicada a perseguir a los herejes y exigir que se les destierre de todo medio de comunicación y red social.
Con semejantes ingredientes, la secuela que ha tardado 2000 años en hacerse tenía el éxito garantizado. Pronto habrá cruzadas contra los países que no abracen la fe verdadera.