Aleksandr Dugin
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Empecemos con Ucrania. Cuáles son las posiciones que vienen desde allí, especialmente las de Viktor Medvedchuk. Dice que el régimen de Zelensky se vuelve hacia el terrorismo mientras pide más y más armas, mendigando, como dijo Fico, por cierto, hace un par de días. Eso es exactamente lo que Fico ha dicho, Zelensky es un mendigo. Medvedchuk añade a esto que cuanto peor es la situación en el frente para Kiev, más recurre Zelensky a métodos terroristas tanto en su retórica como en sus acciones. Pero es la oposición la que habla en contra de Zelensky. Aleksandr Guélievich, ¿cuál es el objetivo de Medvedchuk con todo eso?
Aleksandr Dugin: Me resulta imposible saber cuál es el objetivo de Medvedchuk. Me gustaría señalar que nada de eso es noticia, porque la naturaleza terrorista del régimen ucraniano ilegítimo y nazi es conocida por todos desde el 2014. De hecho, fue en esa época que comenzó todo. Esta gente, sin esperar a las elecciones, derrocó al presidente legalmente elegido, aunque deberían haber esperado un poco más y haber resuelto la cuestión democráticamente. Luego establecieron un régimen terrorista y neonazi que es el que domina actualmente. Y Medvedchuk formaba parte de ese sistema intentando corregirlo de alguna manera con métodos paliativos y compromisos. Pero es imposible negociar con terroristas, porque cualquier concesión es fatal. Así ocurrió con el reconocimiento de la «elección» de Poroshenko y luego con Zelensky. El intento de establecer contactos con la junta, de atraer a sus representantes para las negociaciones en el formato de Minsk, todo eso fue tenderle la mano a los terroristas. Cuanto más te acercas a un terrorista, más crece su apetito. Por eso no veo ningún cambio en los últimos 10 años en el régimen de Kiev. Comenzó con un golpe armado, con el derrocamiento del poder del Estado, adoptó actitudes ideológicas neonazis agresivas, rusófobas, buscando hacer el máximo daño a su vecino, a nosotros, un pueblo hermano, y persiguiendo a los disidentes. Ucrania forma parte de nosotros. Es parte de nuestra nación unida, del mundo ruso, parte de nuestro espacio vital tanto histórico como político y cultural. Y arrancar esta parte del mundo ruso ha sido el objetivo principal de la entidad terrorista neonazi en la que se ha convertido la Ucrania moderna. Y a este respecto no veo ni un progreso ni un retroceso. Al igual que los nazis se hicieron con el poder en Kiev en 2014, siguen allí hasta ahora.
¿Cuáles son los matices de este régimen terrorista? ¿Se ha vuelto un poco más terrorista o es un poco menos terrorista? Es difícil decirlo, porque siguen organizando atentados terroristas, desataron una guerra contra nosotros, empezaron a destruir físicamente a las personas que no estaban de acuerdo con sus acciones, con su ideología patológica, primero en su propio territorio y luego invadieron el territorio de Rusia. Lo que el régimen ucraniano ha estado haciendo desde 2014 después del Maidan es terrorismo ininterrumpido. Y como el país ha sido tomado como rehén, secuestrado, es necesario actuar con medidas antiterroristas. De hecho, la Operación Militar Especial es una operación antiterrorista. Otra cosa es que resulte extraño que la oposición en Ucrania siga contando con algo, diciendo que este régimen puede cambiar de alguna manera, escuchar la voz de la razón, puede suavizar sus posiciones, dejar de ser tan totalitario y neonazi como es ahora. Me parece una posición ingenua. Con oposición o sin ella, este régimen sólo puede ser destruido. Sencillamente, no hay otra salida histórica a esta situación. O se destruye a este grupo terrorista que se ha hecho con el poder en el territorio del mundo ruso, temporalmente llamado «Ucrania». O lo derrocamos, lo juzgamos, celebramos un tribunal o se repetirá una y otra vez. Por eso creo que ya es hora de que toda la oposición de Ucrania pase a la ilegalidad, tome las armas y derroque a este gobierno terrorista neonazi e ilegítimo.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Por supuesto, aquí existe una cuestión que sigue abierta. ¿Habrá elecciones en 2025? Porque Occidente, incluido Washington, cada vez hace más declaraciones de este tipo. Hay informes de que supuestamente se está pidiendo a Zaluzhny que no se le permita entrar en Ucrania de ninguna manera. Pero esta es otra historia. Y aquí va una pregunta. Uno de los mensajes de nuestros oyentes es «¿sigues estando a favor de los procedimientos democráticos cuando el pueblo elige al gobierno o no?».
Aleksandr Dugin: Depende de lo que entendamos por «democracia». Recientemente, en las elecciones presidenciales rumanas, Calin Georgescu, un candidato no sistémico del gran pueblo rumano, ganó en la primera vuelta. Se trataba de un patriota rumano, anti-LGBT* y antiglobalización. No ha hecho declaraciones pro-rusas directas. No sabemos qué piensa de Rusia, quizá sea más favorable a nosotros que el anterior gobierno rumano o quizás no. Pero no ha hablado en nombre de un partido sancionado por la UE y el sistema globalista. ¿Y qué ocurre en Rumanía durante estos procedimientos democráticos? En cuanto gana uno de los candidatos no sancionados por el sistema se anulan las elecciones sin importar el pretexto esgrimido. Los funcionarios de la UE, como Thierry Breton, dicen lo siguiente: siempre desestimaremos y anularemos los resultados de cualquier elección democrática si no nos convienen. Thierry Breton amenaza con hacer lo mismo en Alemania, donde Alternativa para Alemania, un partido conservador populista, está ahora a la cabeza. Entonces, ¿a qué llamamos «democracia»? Podemos llamar «democracia» a lo que tenemos en Rusia, aunque se parece más a una «monarquía popular». Pero nosotros mismos, nuestro pueblo, buscamos dar la máxima autoridad a nuestro líder histórico, nuestro gobernante supremo. Me gusta ese tipo de democracia. Es el tipo correcto de democracia. De hecho, es una expresión del pueblo. La gente quiere fortalecer su Estado, darle la máxima libertad, desatar las manos del gobernante y éste es el deseo unánime de la mayoría.
Y luego tenemos a la democracia rumana, en la que la gente vota a un candidato, pero este candidato no le gusta a alguien en la Unión Europea, en Washington o en una organización secreta de Rumanía y las elecciones simplemente se anulan, los resultados se anulan, se destituye al candidato y ya está. Esto también es «democracia».
Por lo tanto, la palabra «democracia» significa dos cosas completamente opuestas. Si «democracia» es lo mismo que en Europa, entonces, se celebren o no elecciones «democráticas» europeas en Ucrania, no habrá ninguna diferencia. Los globalistas, sin contar con nadie ni con nada, nombrarán a quien quieran, eso es indiferente. Ucrania está ahora en guerra, una guerra civil, por lo que todo esto será absolutamente ilegítimo. Pero si el pueblo expresa realmente su voluntad y su declaración, por ejemplo, derrocando a Zelensky e instalando un régimen normal, verdaderamente ucraniano, no anti-ucraniano, entonces ese sería un escenario diferente. Eso sería un acto de democracia directa. Por eso hay democracia y «democracia». Democracia no es lo mismo que «democracia».
Estoy a favor de una democracia popular. Me gustó mucho cómo Elon Musk explicó recientemente qué tipo de democracia habrá en Marte cuando surjan colonias allí. Dice que será una democracia directa. Es decir, la gente elige como líderes a quienes conoce personalmente. Tienen que ser personas de confianza, comprensibles. Tal democracia directa es buena. Lo fue en la historia rusa y se llamó «zemstvo». Pero cuando la democracia se convierte en representativa, cuando intervienen las grandes finanzas, la economía, algunas fuerzas invisibles e ilegítimas, entonces la democracia pierde completamente su significado.
Mira, ahora, lo que está pasando también con la red x.com (antiguo Twitter), que sigue prohibida en Rusia. En cuanto Musk eliminó allí la estricta censura liberal, los liberales de Europa empezaron a hablar inmediatamente de la necesidad de prohibir esta red ¡precisamente por la falta de censura! No les gusta que no haya censura liberal y por eso censuran toda esta enorme red que dirige Elon Musk porque allí no hay censura liberal. Ellos también tienen su propia definición de democracia. Ahora es un término que ha perdido su sentido y es mejor no usarlo en absoluto. Es mejor hablar de algo más serio. Así que si habrá o no elecciones en Ucrania es irrelevante. Si se van a celebrar según estas reglas liberales europeas, entonces no.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Vayamos a algo más serio. Existen crecientes expectativas de que Vladimir Putin y Donald Trump hablarán directamente entre sí. Incluso el asesor de Trump, Mike Walts, dice que en los próximos días de la semana, bueno, es un plazo un poco amplio, pero hablamos de algo bastante importante, Occidente en su conjunto finalmente esta cambiando su actitud, su retórica pública frente al conflicto ucraniano, para sentarse y hablar con nosotros sobre el tema.
Aleksandr Dugin: En el tiempo transcurrido desde la votación en las elecciones presidenciales estadounidenses hasta llegar al 20 de enero, momento de la toma de posesión de Trump, Occidente ha dejado de existir como un todo único. Ya no existe un Occidente unificado, sino dos Occidente. Uno, el que llegó al poder con Trump y los trumpistas, es decir, sus partidarios, que tiene una actitud escéptica hacia Ucrania. Lo que sucede es que antes eran una minoría. Ellos mismos eran parias en la política estadounidense y mundial. Ahora han llegado al poder en Washington y, en consecuencia, formularán una posición sobre Ucrania desde el trumpismo. Trump y los trumpistas nunca han sentido simpatía alguna por Zelensky. Trump nunca abogó por él, nunca maldijo a Rusia. Al contrario, es típico de los trumpistas ver esta guerra como una locura terrorista de globalistas gente como Biden u Obama, los soberanos en la sombra, y las redes globalistas en Europa. Este es el tipo de gente que ahora tiene el poder en Washington. Ahora si no pasa algo en una semana tendremos que lidiar con este otro Occidente.
Pero también está la Unión Europea, que sigue siendo globalista y liberal. También están los globalistas estadounidenses, que ahora están en la oposición. Siguen odiándonos y están dispuestos a apoyar hasta el final al régimen nazi de Kiev. Esta red globalista está apoyada por varias casas bancarias internacionales, en particular los Rothschild, que ponen a sus representantes sin tener en cuenta en absoluto los procedimientos democráticos. Este segundo Occidente, que ha perdido en Washington y demolido en Estados Unidos, donde la ciudad de Los Ángeles se ha convertido en un infierno, ya no es una estructura unificada. Se está separando, despegándose de Estados Unidos ante nuestros ojos, y actuará según su propia agenda con respecto a Ucrania. Pero este segundo Occidente globalista, representado por Biden, también ha reducido significativamente su interés por Ucrania. Estas redes tampoco pueden obtener nada positivo de Ucrania.
Trump y Putin lo discutirán a un nivel completamente diferente. Y no importa qué contexto se cree en los medios, qué declaraciones políticas hagan estos o aquellos políticos. A Trump, no le importa, y a Putin, tampoco. Estos dos grandes líderes, dos gobernantes verdaderamente soberanos estarán de acuerdo en los problemas que fueron creados no por ellos, sino por sus oponentes, nuestros oponentes y los oponentes de Trump. Esto crea, por supuesto, cierto espacio para un cauteloso optimismo.
Al fin y al cabo, Ucrania sólo nos importa a nosotros, a Trump no le importa, a Trump le interesan otras zonas y otros desafíos.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): ¿Puedo aclarar otro punto? ¿He entendido bien que si se trata de una reunión o una conversación, no importa en qué formato tenga lugar, esperamos inmediatamente algún tipo de resultado de esa primera conversación y no, ya sabes, como cuando Zelensky habla con todo el mundo en Europa, se reúnen 10 veces, tienen algunas cumbres, conferencias y así sucesivamente, sin ningún resultado, simplemente yéndose cada uno para su casa. Entonces, ¿no será una pérdida de tiempo?
Aleksandr Dugin: Definitivamente no será una pérdida de tiempo, pero no debemos esperar una decisión final sobre la situación en Ucrania de las primeras reuniones entre Putin y Trump.
Es probable que esta situación se prolongue. Trump no entiende absolutamente nada sobre Ucrania, simplemente porque no le importa. No entiende que es una amenaza existencial para Rusia, que vemos a Ucrania como parte orgánica de nuestro territorio. Es que Ucrania somos nosotros, es nuestra gente, es nuestro país. Imaginen que en Estados Unidos algún estado, como Delaware o Utah, poblado este último, por cierto, por gente bastante diferente, como los mormones, que en un momento dado estuvieron en guerra con el Estado federal, anunciara que se separa de Estados Unidos, proclama una ideología monstruosa y empieza a insistir en una política americanófoba, exigiendo que todos los estadounidenses, excepto los residentes del Estado, fueran colgados de los árboles. Trump no podría ignorar eso, pero tal analogía, por desgracia, no la entiende. No entiende que Ucrania es nuestro parte de nosotros, uno de nuestros Estados Unidos rusos (euroasiáticos).
En principio deberíamos haber establecido el centralismo dentro de nuestro imperio-soviético, pero decidimos dar cierta autonomía a algunas «periferias» como Ucrania, y ahora lo estamos pagando con sangre. Pero este es nuestro Estado. En cuanto Putin le explique la situación de forma convincente a Trump – con hechos históricos, argumentos etnológicos, religiosos, sociológicos, antropológicos, culturales – existirá la posibilidad de que Trump nos entienda. Lo principal es, en primer lugar, explicar a Trump que Ucrania es nuestra y después de eso podremos contar con ciertos avances en las negociaciones. Pero eso no ocurrirá inmediatamente. Después de todo, ahora Trump, por desgracia, es en gran medida víctima de la propaganda que nuestros (¡y sus!) adversarios globalistas propagan. Por lo tanto, tomará tiempo para que Trump llegue a una evaluación sobria y realista de su comprensión del problema ucraniano.
Y, por supuesto, ahora necesitamos canales de comunicación completamente distintos con Washington, porque el grupo que llegó al poder en Estados Unidos es un fenómeno ideológico y político completamente nuevo. No conocíamos a esa gente, la considerábamos marginada, y su victoria se consideraba imposible, casi irreal. En nuestro país estamos preparados para el diálogo o, en los últimos años, para la oposición directa al Occidente globalista. Y aquí tenemos un nuevo factor imprevisto. Por eso creo que hay que cambiar el registro y el estilo de las relaciones ruso-estadounidenses. Es simplemente necesario trabajar con la nueva administración. Son personas completamente diferentes, con puntos de vista completamente diferentes. Y mucho dependerá de que hagamos eso. Al fin y al cabo, se sabe que en las relaciones internacionales y en la diplomacia es el trabajo a veces invisible, poco destacado, en la sombra de las relaciones oficiales, el que de hecho predeterminan las principales decisiones y las preparan. Por supuesto, tales relaciones no existen ahora y no podrían existir, es obvio.
Así que sólo podemos confiar en la sabiduría personal, la fuerza y la resistencia psicológica de nuestro presidente Vladimir Vladimirovich Putin, que es ahora, y probablemente durante mucho tiempo, la única persona, la única autoridad que puede llevar a cabo negociaciones difíciles con Trump. Pero no debemos dejarnos seducir y tener falsas esperanzas. Es una historia muy larga.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Quiero traer a colación una pregunta de nuestros oyentes. Además de Trump, en Estados Unidos son decisivos el apoyo del Congreso y el Senado, los cuales apoyan inequívocamente a Ucrania. En general, ¿cómo puede afectar esto a los resultados y al proceso de las negociaciones?
Aleksandr Dugin: Hubo apoyo a Ucrania en el Congreso y el Senado mientras los globalistas y los neoconservadores dominaron la política. Los globalistas del Partido Demócrata y los neoconservadores, incluidos los del Partido Republicano, así como sus tentáculos del Partido Demócrata, están en todas partes. Esa es la realidad, pero uno puede mirar a Mark Zuckerberg, que parecía ser el partidario más decidido del globalismo, lo woke, la agenda DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión), la censura liberal, los liberales más acérrimos y seguidores de Biden, además de un campeón del nazismo ucraniano y Zelensky. Zuckerberg recientemente ha expresado abiertamente su arrepentimiento, admitiendo que se equivocó, que fue presionado por el Partido Demócrata para aplicar la censura liberal pro-ucraniana en contra su voluntad, desacreditar a los populistas y organizar todo un sistema de tergiversación y persecución de los disidentes bajo la apariencia de comprobación de los hechos. Llegó a decir que trasladaría su sede de California (donde dominan los demócratas) a Texas (el Estado más trumpista de EEUU), y que seguiría aEIlon Musk y la política de x.com** y acabaría con la censura liberal y restauraría la «libertad de expresión». Es obvio que la gente astuta, oportunista y con mejor sentido de la coyuntura se están pasando en masa del campo globalista y liberal al campo trumpista. Incluso figuras como Zuckerberg.
Y qué decir de los congresistas o senadores individuales. Hay formas de ejercer cierta presión sobre todos. Y los liberales la usaron cuando estaban en el poder. Ahora lo usarán los trumpistas. Cash Pattel será el jefe de FBI, es nuestro hombre, es decir, el hombre estadounidense por excelencia y no un pelele del globalismo. Pattel es un verdadero patriota estadounidense, aunque sea indio. Trump ha nominado como Directora de Inteligencia Nacional a Tulsi Gabbard, una patriota estadounidense y una firme opositora de los liberales. Hay gente nueva llegando al poder en Washington que atacará al pantano, el cual estaba destruyendo a los Estados Unidos y que brindaba apoyo al régimen nazi terrorista de Zelensky. Los globalistas pagarán caro.
Trump ya no tiene nada que perder, este es su último mandato. Es un hombre mayor, o lo consigue todo o nada. Así que este será un mandato presidencial muy diferente. Ahora mismo, no se debería ni pensar en volver a las viejas políticas. Habrá resistencia, por supuesto, en el Congreso y en el Senado, eso seguro. Pero ahora los trumpistas lidiarán con ella con otros métodos y de otras maneras. Prometen encarcelar y despedir sin piedad a los culpables y tomar medidas enérgicas contra los transgéneros y los defensores de la agenda DEI. Como dijo Elon Musk: «cancel culture should be cancelled» («la cultura de la cancelación debe ser cancelada»). Es decir, los globalistas serán cancelados.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Mucha gente se hace la eterna pregunta, ¿y si resulta que Trump no es el mejor amigo de Rusia? Pero hemos subrayado y dicho en repetidas ocasiones, y ahora también decimos que no tenemos esperanzas adicionales en este sentido ni ilusiones de que Trump, no sea prorruso, sino proestadounidense. Aleksandr Dugin lo ha subrayado muchas veces, incluso hoy en nuestra conversación. Vucic sugirió Serbia como un lugar de encuentro para Putin y Trump. Entonces, ¿qué país podría ser un lugar viable para una posible conversación entre Trump y Putin? Uno de esos países podría ser Serbia. ¿Hasta qué punto cree que es un lugar adecuado?
Aleksandr Dugin: En principio, podría ser cualquier país, Serbia, Turquía o algún país árabe. Pero esto sería un movimiento débil tanto por parte de Trump como de Putin. ¿Por qué? Porque todavía en cierto sentido ambos líderes estarían entrando en territorio ajeno. Serbia es Europa, Turquía es el mundo islámico. El más aceptable de esos lugares extraterritoriales me parece la India. India ocupa ahora una posición única tanto en la geopolítica general como en la geopolítica interna de Estados Unidos. Es importante tener en cuenta este punto. Trump es bastante crítico con China y muy amigo de la India. Además, el plan del trumpismo a nivel de la gran geopolítica es desplazar el centro de atención en el sur de Asia de China a India. Si hay que mantener la producción industrial barata fuera del territorio estadounidense (aunque parte de ella volverá, como ha prometido Trump, a Estados Unidos, pero aun así algo habrá que dejar atrás), se elegirá a la India, dicen los trumpistas.
Por otra parte, India se opone con bastante firmeza a China en cuestiones regionales, aunque lucha por la multipolaridad y es amigable con Rusia. Es decir, la India se ha convertido ahora en un elemento de equilibrio en el sistema de antagonismo que enfrenta a Estados Unidos y Rusia. También hay que tener en cuenta que la India está gobernada por el primer ministro Narendra Modi, que encabeza un gobierno conservador, comparte valores tradicionales y aboga por la descolonización de la conciencia india, lo que está muy en consonancia con nosotros. Y el énfasis en los valores tradicionales está muy en sintonía con nosotros y con los trumpistas. Así que, al mismo tiempo, India insiste en un mundo multipolar y, en particular, en el acercamiento entre Rusia y Estados Unidos. El triángulo Moscú-Delhi-Washington es una nueva figura geopolítica, un nuevo factor a tener en cuenta, antes no existía. Antes estaban China, Estados Unidos, nosotros, el mundo islámico… pero India se mantenía en cierto modo al margen y ahora está pasando a primer plano.
Además, India desempeña un papel importante en los procesos intraamericanos. Estados Unidos lo mide todo según sus propios criterios. Por lo tanto, ahora hay una diáspora india enorme y en rápido crecimiento en los EE. UU. que, para los propios estadounidenses, al menos a los ojos de los trumpistas, es la fuerza más atractiva, inofensiva y positiva de todas. Los hindúes en EEUU son en gran medida pro-Trump y defensores de los valores tradicionales. El vicepresidente Vance tiene una esposa, Usha, que es hindú. Tulsi Gabbard, es una hindú practicante. Kash Patel y Vivek Ramaswamy, los colaboradores más cercanos de Trump, son hindúes. Esta es la importancia que tiene el factor hindú en los Estados Unidos: los hindúes son pacíficos, tranquilos, trabajadores, a veces con grandes cualidades intelectuales y empresariales. No son ni extremistas ni radicales. Esta «India interna» en EE.UU. es considerada por los trumpistas como positiva. A diferencia, por ejemplo, de China o de la civilización islámica frente a las cuales los trumpistas son muy agresivos.
Los trumpistas también odian a Europa. Si existe algo que cause odio dentro de los trumpistas es la Unión Europea, la euroburocracia, los euroglobalistas, que para ellos representan el mismo campo político e ideológico que les es hostil. Los trumpistas están y seguirán estando en guerra con los globalistas de Estados Unidos. Por eso, en mi opinión, Europa no es el lugar adecuado para que Trump y Putin se reúnan.
Y la India es un lugar precioso. Quizá deberíamos empezar por la India, y luego los líderes fuertes, valientes y absolutamente seguros de sí mismos de Rusia y Estados Unidos pueden ir a visitarse mutuamente. No excluyo que Putin, como hombre increíblemente valiente que es, diga: también iré a verte a Estados Unidos. Pero Trump, que ha sobrevivido a intentos de asesinato por parte de globalistas y probablemente de terroristas ucranianos, dirá lo mismo. No descarto que Trump diga, iré a Rusia a visitaros. Si las grandes potencias tienen que hablar, que sea directamente entre ellas. Al principio podría ser India y luego directamente.
Si la reunión se celebra en algún otro territorio, será una concesión a los globalistas. Al diablo con firmar unos nuevos acuerdos de Minsk. Ese formato se ha acabado. Las personas adultas deben hablar entre sí en un entorno que les resulte absolutamente aceptable, sin ningún elemento adicional y sin implicar a ninguna otra civilización. Nuestra relación con Estados Unidos es una cuestión entre nosotros y Estados Unidos. Dos grandes potencias soberanas están aclarando sus relaciones, las cuales pueden ser muy complicadas, muy difíciles y prácticamente en estado de guerra. Y nadie debe interponerse. Sabemos quién está a favor. Sabemos quién está en contra. Trump aún no lo sabe en este momento. Aunque es simplemente porque no le importa. Lo que importa es a favor de quién está él, no quién está a su favor. Estamos en una situación diferente. Conocemos a nuestros amigos. Nunca los traicionaríamos, de ninguna manera. Pero en esta situación calamitosa, a la que nos han llevado los globalistas, los liberales, en nuestra relación con Estados Unidos, tenemos que ocuparnos nosotros. Ahora mismo, es una cuestión de dos personas. Ni siquiera dos países o dos regímenes o dos sistemas políticos. Sino de dos personas. Putin y Trump. Ellos tienen que hablar en un entorno lo más constructivo posible, en ausencia total de cualquier otra persona, en un territorio que sea cómodo para cada uno de ellos.
Creo que Trump es un hombre muy inteligente. Como dijo un senador republicano: «Trump sumirá a Estados Unidos y al mundo en un estado de temblor y pavor tras su primer día en el cargo». Puede sumir a Occidente en el temblor y el pavor si invita a Putin a Mar-o-Lago. La propuesta sobre Groenlandia ya ha causado temblor y pavor en todos.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Permítanme comentar brevemente un punto importante. Ahora mismo, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, también se pronuncia sobre una reunión entre Putin y Trump, pero dice que muchos países están expresando su voluntad de convertirse en una plataforma para estas hipotéticas conversaciones. Pero por ahora, todo esto es prematuro. Y tampoco hay preparativos sustanciales todavía para una reunión entre el presidente ruso y el presidente electo de Estados Unidos, pero hay voluntad política para ellos. Bueno, esto es, en general, la misma discusión que ya ha tenido lugar continúa, pero me parece que esto sigue siendo una historia que, si se discute solamente, entonces no es para nada buena, no existe el humo sin fuego. Lo mismo se aplica a la actualidad. Obviamente, algún tipo de reunión, algún tipo de negociación, va a tener que suceder. Y esto es lo que Trump sigue diciendo sobre Groenlandia. Canadá, Groenlandia, el Canal de Panamá. Están haciendo muchas declaraciones contradictorias sobre Groenlandia, porque hace un par de días, el primer ministro de Groenlandia dijo que la isla no debería estar bajo control danés en absoluto, pero tampoco bajo control estadounidense. Es decir, que debería ser un país independiente. Y ahora, bueno, al menos en la prensa extranjera escriben activamente sobre los supuestos resultados de una encuesta donde según la cual casi el 60% de los groenlandeses no están en contra de formar parte de Estados Unidos. Bueno, a quién creer, hablando francamente, no sé. ¿Qué opina usted?
Aleksandr Dugin: Como en cualquier otra cuestión geopolítica y geoestratégica de similar importancia, debemos fijarnos en quién se opone a quién. Si las encuestas muestran que los groenlandeses, los esquimales, los inuit, la inmensa mayoría de la población de esta isla, quieren unirse a Estados Unidos, entonces estamos ante una encuesta realizada por trumpistas. Se trata de la nueva y ya efectivamente elegida administración de la Casa Blanca y sus partidarios que hacen parte de la derecha-populista europea. Occidente se ha dividido violentamente en dos bandos, ya hemos hablado de esto. Entonces, ¿quién realiza la encuesta? Según una encuesta, todos los inuit o el 60% estarán a favor de Trump, su hijo vino allí, tuvo una charla muy agradable con ellos. Y todo se presenta en tonos optimistas para Trump y Estados Unidos. Groenlandia está preparada.
Si hablamos de Bruselas y los euroburócratas, de los globalistas, que aún dominan el territorio de Europa, por supuesto que dirán, no, no, Groenlandia debe ser parte de Dinamarca (siempre y cuando Dinamarca esté gobernada por globalistas). O en el peor de los casos «independiente» (es decir, comprada por Soros y los Rothschild). Pero esos no son verdaderos argumentos. Simplemente se trata de dos bandos, cada uno con su propia verdad y sus propias encuestas.
Así es exactamente como Rusia se comunicaba con el Occidente de Biden y los globalistas. Nosotros decimos, ustedes nos están matando. Ellos dicen, no, ustedes nos están matando. Nosotros decimos, ustedes están llevando a cabo ataques terroristas contra nuestro pueblo, que es pacífico y matan a nuestros niños. Ellos dicen, no, vosotros sois los terroristas. Y nadie se escucha. Porque con tal acaloramiento y tal división ideológica, no existe la realidad ni los hechos. Cada uno discute lo que afirma el otro.
El intercambio agresivo de interpretaciones absolutamente excluyentes constituye – o más bien constituía hasta hace muy poco – nuestro diálogo con Occidente. Se decía de todo por la guerra, incluida la guerra de la información. ¿De quién es Bakhmut? Depende no sólo de la intensidad de la propaganda, sino también de las personas que dan su vida por ese «¿de quién?». ¿De quién es Kurajovo? Pero ¿de quién es (por ahora) Kupyansk? Era nuestra, pero temporalmente. Detrás de la definición de «temporalmente», detrás de la respuesta a la pregunta «¿de quién?», se encuentra una historia de muerte, dolor, pérdida de vidas y hazañas.
Lo mismo se está pasando entre Europa y la nueva administración estadounidense. Algunos dirán una cosa y afirmarán que es cierto que todos los esquimales quieren unirse a los EEUU. Otros afirmarán que ningún esquimal quiere unirse a los EEUU, sino que quiere obedecer a la Dinamarca globalista o ser independientes, trabajando con Soros o Greta Thunberg y que todos los esquimales sólo sueñan con construir molinos de viento y la ecología. Estos son dos mundos que ahora chocan de forma antagónica. La unidad de Occidente, que existió hasta hace poco, se ha acabado. Y, en consecuencia, cualquier encuesta de opinión, cualquier artículo en cualquier periódico, cualquier informe, cualquier publicación en las redes sociales depende de quién sea el dueño de la plataforma de información. Si es de los trumpistas, será una cosa, si es de los globalistas, será otra. Musk compró x.com** por que todos los medios de comunicación del mundo están en manos de los globalistas. Y los globalistas… son una secta totalitaria y rígida que no permite opiniones alternativas. Y nosotros cambiaremos las cosas, afirma Musk. Así que las encuestas dirán cosas completamente distintas dependiendo de si consultamos la red de Musk o las plataformas de los globalistas. Lo mismo ocurre con cualquier descripción de la situación actual sobre un tema determinado. Ahora Mark Zuckerberg se ha unido a esta coalición antiliberal y antiglobalista, incluyendo Facebook y Meta en la lucha, ambas redes, por cierto, siguen prohibidos en nuestro país. También él jura que está dispuesto a quitar de sus redes la censura liberal. Sin embargo, los globalistas amenazan inmediatamente con prohibir la entrada de Zuckerberg en Europa por «simpatizar con los nazis», porque a ojos de los liberales, abolir la censura liberal es ponerse del lado de los nazis. Es una lógica simplista, pero nadie la toma en serio ahora.
Así que la opinión pública cambia. Todo depende de cuál sea la ideología de los dueños de las cadenas o de los medios de comunicación. Porque la opinión pública depende de aquellos que controlan las principales tendencias, que tienen el poder global en sus manos. Y ahora este poder está dividido en dos: los trumpistas y los globalistas.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Y sobre Canadá. Todavía tenemos tiempo para nuestros oyentes que no han leído sus artículos u otros escritos. Profundicemos en esto, porque Canadá no es Groenlandia, sino que plantea muchas preguntas. ¿Qué reclamaciones tiene hoy Washington contra Canadá? ¿Y cuál es el objetivo y el deseo de Trump en este asunto?
Aleksandr Dugin: Creo que su deseo es que el Estado independiente de Canadá deje de existir. El primer ministro canadiense Trudeau, durante su mandato, convirtió Canadá en una especie de “Ucrania” para Estados Unidos. Allí se concentraron los más repugnantes y horribles de los disidentes liberales, americanófobos, antitradicionalistas y partidarios de Biden: expertos, animadores, cantantes y payasos de primera fila. Muchos de ellos han prometido solemnemente que, si Trump ganaba las elecciones, abandonarán Estados Unidos. ¿Adónde se irían? A Canadá. Ottawa es una especie de Kiev para EEUU. Al igual que la escoria liberal rusa huyó a Kiev, la escoria estadounidense está huyendo a Canadá. Trump se encuentra ahora de repente en nuestra posición y descubre un sistema político hostil, agresivo, subvencionado, arrogante, estúpido y pervertido que odia al pueblo, es cual no es muy diferente de la población estadounidense, que habla el idioma inglés. Bueno, excepto en Quebec donde predomina el francés, Luisiana fue una vez un territorio canadiense francófono, por cierto. Son divisiones que se superan fácilmente. Creo que la adhesión de Canadá a Estados Unidos es una gran idea. ¿Por qué no? En cualquier caso, Trump ha empezado en serio. Ya ha dibujado nuevos mapas, ha empezado a conceptualizar cómo poner en práctica el plan del 51º Estado. Es probable que esta anexión siga el camino estadounidense, lo que significa que Canadá simplemente será comprado como ocurrió con Luisiana. No creo que se usen armas. Lo más probable es que se utilice dinero y, además, redes y técnicas de persuasión. He visto interesantes vídeos de cómo el público en general celebraba la Navidad en Canadá. Numerosas familias canadienses bailaron el «baile de Trump». Ahora es tendencia en todo el mundo. Se interpreta con la canción YMCA, que es el himno de la Juventud Cristiana Conservadora (YMCA, Young Men’s Christian Association). Los liberales y los partidarios de la cultura woke y la agenda DEI odian todo lo cristiano y conservador, consideran «fascistas» a los jóvenes cristianos y su himno, interpretado por el grupo Village People análogo moderno de «Horst Wessel». Pero fue a ellos a quien Trump dedicó su baile de la victoria. Y eso es lo que están bailando los canadienses el día de Navidad. Quieren decir: «Venga señor Trump, estamos listos, bailaremos con usted, porque odiamos a este mugroso liberal, globalista y dictador de Trudeau y a toda la agenda liberal que está pervirtiendo a nuestros hijos. Todavía queda gente sana. Te estamos esperando».
Como vemos, hay gente sana en EEUU, son los que eligieron a Trump, en Canadá, en Europa. Es una lucha. Ahora hay dos bandos en Occidente: los irremediablemente enfermos partidarios del liberalismo y los occidentales comunes que se están recuperando sus posiciones. Y Canadá es también una cuestión ideológica. Trump no lo necesita tanto, pero para él es absolutamente inaceptable tener un Canadá liberal, globalista y pervertido junto a las fronteras estadounidenses. Si llegara al poder gente relativamente decente, no sería necesario anexarlo, pero Canadá va a ser hostil, agresivo, estúpido, venenoso y pervertido, es inaceptable. Lo que es inaceptable para nosotros es que Ucrania sea la Anti-Rusia. Para Trump, Canadá no puede ser los Anti-EEUU. Los globalistas pretendían convertir Canadá en otra Ucrania. Si algo en los planes de los globalistas salía mal (y salió mal), entonces trasladarían su sede Canadá. Y exactamente lo mismo paso con Rusia y Ucrania. Al darse cuenta de que Putin estaba expulsando a los liberales globalistas de Rusia, los globalistas empezaron a construir una Anti-Rusia en Ucrania.
Trump no permitirá que se dé este escenario con Canadá. Y hace bien en hacerlo. Cuanto más se enfrente a sus desafíos directos – Canadá, el Canal de Panamá, Groenlandia –, más nos entenderá. Llegará entender a los rusos. Y nuestros enemigos, tanto de los trumpistas como de los los rusos, son los mismos. Pululan en partes donde pueden meter mano, son antirrusos, antiamericanos y antieuropeos. Resulta que tenemos un enemigo común y nada nos une como un enemigo común.
Creo que podemos estar de acuerdo en que Canadá pertenece a los Estados Unidos de América. No nos importa en absoluto, es su problema, sobre todo si se resuelve pacíficamente. Y si no lo hace, tampoco pasa nada. No importa la forma en que se resuelva realmente, no es asunto nuestro. Y Ucrania no es asunto de ellos. Por supuesto, es mejor tener a Canadá como el Estado 51 de un país que proclama lealtad a los valores tradicionales que un Estado independiente, liberal, antitradicional, misántropo y dictatorial, en el que Trudeau ha convertido a Canadá en los últimos años.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Nuestros oyentes comentan: Canadá es como un análogo de Ucrania para Estados Unidos. Es una idea interesante, aunque les va a salir el tiro por la culata. Si continuamos con ese razonamiento, ¿hasta qué punto Trump y la política estadounidense serán tratados como lo ha sido Rusia? Rusia es considerada como mala, Rusia tiene la culpa de todo, Rusia está haciendo algo ilegal, así que impongamos un millón de sanciones a este Estado. Creo que no harian lo mismo.
Aleksandr Dugin: Resistimos las sanciones cuando todo Occidente, incluido Estados Unidos, que estaba bajo el control de una secta globalista poseída por el demonio, también estaba contra nosotros. Y ahora estamos viendo la caída de ese sistema. Hemos resistido todas las sanciones. ¿Pero qué pasa con Estados Unidos? No creo que Dinamarca imponga sanciones a los Estados Unidos. Eso hará reír a todos. Si Macron impone sanciones, también hará reír a todos.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Tal vez Ucrania también imponga sanciones a Estados Unidos…
Aleksandr Dugin: No, Ucrania no impondrá sanciones contra Estados Unidos, porque pronto desaparecerá. No podrá imponer nada contra Estados Unidos. Pero otros países europeos pueden intentarlo. Nosotros hemos resistido sus sanciones, pero ¿qué podemos decir de Washington?
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Francamente hablando, me parece que de todos modos no se arriesgarán a ninguna sanción. Bueno, vamos a ver, no hagamos tales predicciones sobre lo que va a pasar. Nos quedan tres minutos, de todas formas, tenemos tiempo para algunas preguntas. Los siguientes informes vienen de Beijing. Analistas de política, , científicos y pronosticadores locales están pensando en qué pasará con las relaciones entre Moscú y Pekín cuando Trump llegue al poder. Bueno, globalmente todo el mundo entiende, me parece a mí, que es poco probable que nada cambie, y ciertamente Trump no presionará a Putin de ninguna manera para que cambie la actitud de Moscú hacia Pekín. Después de todo, no hay ninguna duda al respecto. Putin no se dará por vencido en esta cuestión.
Aleksandr Dugin: Puede que Trump intente presionar a Putin, pero Putin, por supuesto, no se rendirá. Putin ha visto más que eso. Es una figura política tan grande a escala histórica que la intimidación, y mucho menos la presión, no funcionan con él. Tampoco servirá que le intenten dar algo a cambio. China nos apoyó en una situación crítica y le estamos sumamente agradecidos.
¿En qué medida nos ha apoyado China en nuestros momentos más difíciles? Significativamente. Pero… no del todo. A diferencia de Irán o la RPDC. Pero sin el apoyo de China, aunque bastante débil, habría sido muy difícil para nosotros sobrevivir. Por eso, la gratitud de nuestro pueblo y de nuestro Presidente a China es inmensa. Y, por supuesto, no desechamos a los amigos, a los compañeros, a los aliados. No desechamos a los débiles, pero en ningún caso podremos sacrificar a un aliado tan grande como China, con la que ahora mantenemos unas relaciones excelentes y en rápido crecimiento. Y no lo haremos, ni se nos pasará por la cabeza.
Pero, atención, China, aunque nos apoya con esmero, siempre ha mantenido una buena relación con Occidente, ha estado de acuerdo con ciertas sanciones, ha prohibido ciertas transacciones con nuestras empresas en su territorio. Es decir, China siempre se ha comportado razonablemente, pero basándose principalmente en sus intereses nacionales. Rusia es un amigo, Putin es un amigo, dice Xi Jinping, pero los intereses chinos son lo primero.
Creo que ha llegado el momento de que Putin responda del mismo modo. Ahora, el objetivo de los Estados Unidos no será Rusia, sino China y Oriente Próximo. Esto es muy importante. Y en esta situación, preservando y sin traicionar en absoluto a nuestros amigos, por supuesto, debemos guiarnos ante todo por nuestros propios intereses nacionales. Igual que hace China. Y, por supuesto, puede haber venta, comercio y acuerdo con nuestros maravillosos amigos chinos, nuestros mejores aliados.
Pero este asunto requiere una conversación muy seria sobre la reestructuración geopolítica de todo el ámbito planetario. Nada volverá a ser lo mismo.
Este año, como proclamaron recientemente los trumpistas, será el más loco de la historia.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Solo si lo es en buen sentido, porque ya no se soportan las malas noticias…
Aleksandr Dugin: El mundo ya ha estado loco en el mal sentido. No podría ser peor. Ahora vendrán mejores momentos.
Tatiana Ladiaeva (Sputnik): Debemos esperar por cosas buenas.