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Agresión israelí a Irán e hipocresía del orden internacional liberal

Agresión israelí a Irán e hipocresía del orden internacional liberal

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
lunes 16 de junio de 2025, 22:00h
Xavier Villar
Más allá de la retórica oficial de Tel Aviv, que insiste en presentar los ataques como una acción preventiva destinada a frenar el avance de un supuesto programa nuclear militar iraní, los hechos y el contexto desmienten de forma categórica esa narrativa. La realidad es que Irán ha sido objeto de una agresión coordinada por dos potencias nucleares —Estados Unidos e Israel— a pesar de no poseer, según todos los organismos internacionales relevantes, un programa nuclear con fines militares.
El doble estándar occidental-liberal y la legitimación de la violencia
La reacción de las potencias occidentales ante la ofensiva israelí ha vuelto a poner de manifiesto el doble estándar que caracteriza el orden internacional liberal. Mientras que la proliferación nuclear es condenada con vehemencia cuando se trata de países no alineados con Occidente, las acciones de Estados Unidos e Israel, ambos poseedores de vastos arsenales nucleares y responsables directos de ataques contra infraestructuras y población civil iraní, son justificadas o minimizadas en el discurso público y mediático occidental
Esta asimetría en la interpretación y aplicación del derecho internacional revela hasta qué punto los principios universales son instrumentalizados en función de intereses geopolíticos concretos.
El ataque del 13 de junio no solo ha cobrado vidas civiles inocentes, sino que también ha causado la muerte de destacados responsables militares y científicos iraníes. Entre las víctimas se encuentra el general Hosein Salami, comandante en jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), figura clave en la defensa y la estrategia nacional iraní. Junto a él, perdió la vida el general Amir Ali Hayizade, responsable de la Fuerza Aeroespacial del CGRI, reconocido por su papel en el desarrollo de la defensa antimisiles y la capacidad tecnológica de Irán.
La ofensiva también se cobró la vida de varios científicos de renombre internacional. A estas pérdidas se suman las de civiles, incluidos mujeres y niños, cuyas identidades han comenzado a ser confirmadas por las autoridades locales y cuyos nombres ya circulan en los medios nacionales como símbolo del sufrimiento de la sociedad iraní.
Este ataque, que ha segado vidas tanto de ciudadanos ajenos al conflicto como de altos mandos militares y científicos, pone de manifiesto una paradoja dolorosa: Irán, sometido durante años a inspecciones, sanciones y presiones diplomáticas bajo el pretexto de la no proliferación, es atacado precisamente por aquellos que se autoproclaman defensores de la estabilidad regional y la paz. La lógica de la seguridad occidental parece reservar la violencia preventiva y la amenaza nuclear como prerrogativas exclusivas de unos pocos, mientras ignora el derecho de Irán a la vida, la soberanía y la autodeterminación.
Irán ante el umbral nuclear: escenarios y consecuencias
En este nuevo contexto, la pregunta central es inevitable: ¿qué opciones le quedan a Irán tras haber sido atacado por dos potencias nucleares, mientras sigue siendo signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y no cuenta con armas atómicas propias? La respuesta, que hasta hace poco parecía tabú, se ha convertido en una posibilidad tangible en el debate político y estratégico iraní: la salida del TNP y el cruce definitivo del umbral nuclear.
Irán ha mantenido históricamente que su programa nuclear tiene fines exclusivamente civiles y energéticos. Así lo han certificado, hasta la fecha, los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), aunque algunos de sus miembros han expresado reservas sobre la transparencia del programa. Sin embargo, tras el ataque israelí y la resolución de la AIEA que acusa a Irán de incumplimiento, el gobierno iraní ha anunciado que intensificará sus actividades nucleares y que podría reconsiderar su pertenencia al TNP.
Este escenario, que hasta ahora era utilizado por Occidente como una amenaza para presionar a Teherán en las negociaciones, se ha convertido en una respuesta lógica y legítima ante la agresión sufrida. Si la pertenencia al TNP y la cooperación con los organismos internacionales no han servido para proteger a Irán de ataques militares y sanciones, ¿qué incentivos existen para mantener el compromiso con un régimen de no proliferación que no garantiza la seguridad de sus miembros?
La lógica de la disuasión: ¿una nueva doctrina iraní?
El ataque israelí podría, paradójicamente, acelerar el desarrollo de capacidades nucleares militares por parte de Irán. Como han señalado numerosos analistas, la historia demuestra que los países que han sido objeto de amenazas existenciales y no contaban con un paraguas nuclear propio han acabado, tarde o temprano, por cruzar el umbral atómico. El caso de Corea del Norte es paradigmático: solo tras dotarse de armas nucleares logró evitar ataques directos y forzar negociaciones en pie de igualdad con Estados Unidos.
La lógica de la disuasión, tan defendida por Occidente durante la Guerra Fría, parece ahora negada a Irán bajo el argumento de la “excepcionalidad” israelí y estadounidense. Sin embargo, la agresión sufrida por Teherán y la falta de garantías de seguridad reales podrían empujar al país a adoptar una doctrina similar: desarrollar una capacidad nuclear suficiente para disuadir futuras agresiones y garantizar la supervivencia del Estado.
El fracaso del régimen internacional de no proliferación
La crisis actual pone en evidencia el fracaso del régimen internacional de no proliferación, basado en la promesa de que los Estados que renuncien al desarrollo de armas nucleares recibirán, a cambio, garantías de seguridad y acceso a la tecnología nuclear con fines pacíficos. Irán ha cumplido con su parte durante décadas, permitiendo inspecciones y limitando su programa, solo para ser recompensado con sanciones, sabotajes y, finalmente, ataques militares.
La retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018, seguida de la imposición de nuevas sanciones y la inacción de Europa para contrarrestarlas, minó la confianza de Teherán en la buena fe de sus interlocutores. El ataque israelí del 13 de junio es la culminación de una estrategia de presión y aislamiento que ha dejado a Irán sin incentivos para seguir cumpliendo compromisos que sus adversarios no respetan.
El horizonte de una nueva política nuclear iraní
En este contexto, la salida del TNP y el desarrollo de una capacidad nuclear militar dejan de ser opciones extremas para convertirse en respuestas racionales ante una amenaza existencial. Irán podría anunciar en los próximos días su retirada formal del tratado y el inicio de un programa de enriquecimiento sin restricciones, como medida de autodefensa frente a la agresión de potencias nucleares que han demostrado su disposición a utilizar la fuerza sin justificación legal ni legitimidad internacional.
La comunidad internacional debe asumir las consecuencias de sus actos. Si el régimen de no proliferación fracasa en proteger a quienes cumplen sus obligaciones y permite que los poseedores de armas nucleares actúen con impunidad, el incentivo para adquirir ese poder se convierte en una cuestión de supervivencia nacional.
Conclusión: la hipocresía del orden internacional
El ataque israelí a Irán, con la complicidad de Estados Unidos y sus aliados, ha puesto al descubierto la hipocresía estructural del orden internacional liberal. La defensa de la legalidad y la paz se invoca solo cuando conviene a los intereses de las potencias dominantes; cuando no, se recurre a la fuerza y a la justificación mediática, aunque ello implique la destrucción de vidas civiles y la erosión de los principios más elementales del derecho internacional.
Irán, atacado por dos Estados con arsenales nucleares, sin haber desarrollado armas de ese tipo y habiendo cumplido con sus compromisos internacionales, se enfrenta ahora a la disyuntiva de seguir confiando en un sistema que no le protege o asumir su defensa por sus propios medios. El doble estándar occidental, tan criticado por pensadores poscoloniales, queda una vez más en evidencia: la seguridad y la soberanía solo son respetadas cuando coinciden con los intereses de los poderosos.
La historia juzgará a quienes, en nombre de la no proliferación y la estabilidad, han empujado a Irán al borde del abismo nuclear. Pero también juzgará la dignidad de un pueblo que, ante la injusticia y la agresión, puede verse obligado a tomar decisiones drásticas para asegurar su supervivencia y su derecho a existir en igualdad de condiciones en la comunidad internacional.
Irán se defiende: Derecho internacional y dobles estándares occidentales
Estas agresiones, lejos de responder a un intento de diálogo o solución diplomática, revelan una voluntad explícita de debilitar las capacidades estratégicas iraníes a través de operaciones que no solo ponen en riesgo la estabilidad regional, sino que además vulneran normas básicas del derecho internacional.
El ataque israelí y la violación del derecho internacional
Los recientes ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes, como las de Natanz y Fordo, no pueden considerarse incidentes aislados ni ejercicios legítimos de defensa propia. Según expertos y organismos internacionales, constituyen una violación manifiesta del artículo 2, apartado 4, de la Carta de las Naciones Unidas, que prohíbe el uso o la amenaza de la fuerza contra la integridad territorial y la soberanía de cualquier Estado miembro.
Estas instalaciones nucleares están sometidas a la estricta supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y forman parte de un programa declarado pacífico desde 2003, reconocido incluso por informes independientes. El ataque a estas instalaciones vulnera además el artículo 12 del Estatuto de la AIEA, que prohíbe expresamente las acciones hostiles contra instalaciones nucleares bajo salvaguardias internacionales. El riesgo que esto implica no es solo político, sino también ambiental y humano, en una región ya especialmente frágil. La propia AIEA ha alertado sobre la posibilidad de un desastre radiactivo en caso de daños mayores, un riesgo que el agresor parece haber desestimado.
Además, la soberanía iraní fue vulnerada también mediante violaciones del espacio aéreo, tanto de Irán como de países vecinos como Irak y Siria, sumando una capa adicional de ilegalidad y desestabilización regional.
La respuesta iraní: legítima defensa en el marco del derecho internacional
Desde la óptica del derecho internacional, la reacción de Irán tras estos ataques no solo es comprensible, sino plenamente legítima. El artículo 51 de la Carta de la ONU consagra el derecho inherente de los Estados a la legítima defensa ante ataques armados. Este derecho es fundamental, especialmente cuando el Consejo de Seguridad, encargado de preservar la paz y la seguridad internacionales, se ve paralizado por vetos políticos, como ocurre recurrentemente.
La respuesta iraní, que incluyó el lanzamiento de misiles supersónicos contra objetivos militares y estratégicos israelíes —como la base naval y la principal refinería de petróleo en Haifa—, está enmarcada en ese derecho legítimo a la defensa. Las imágenes, verificadas por medios internacionales y difundidas pese a la censura impuesta por las autoridades israelíes, muestran el daño significativo causado por estas acciones defensivas, diseñadas para dejar claro que las agresiones no quedarán sin respuesta.
La hipocresía occidental y el doble estándar del derecho internacional
Este conflicto exige superar el relato simplista que predomina en buena parte de los medios occidentales, donde Israel aparece como una víctima en legítima defensa, mientras Irán es retratado como un agresor sin justificación. Esta narrativa distorsiona la realidad y oculta una incómoda verdad jurídica: el uso selectivo y doble del derecho internacional conforme a intereses geopolíticos.
Israel, que no es parte del Estatuto de Roma que rige la Corte Penal Internacional, ha llevado a cabo acciones que podrían ser calificadas como crímenes internacionales, incluyendo ataques que ponen en peligro a la población civil y violan la soberanía de otros Estados. Sin embargo, disfruta de un apoyo político incondicional de Estados Unidos y otros aliados occidentales, lo que dificulta la aplicación efectiva del derecho internacional y la rendición de cuentas.
Este doble rasero mina la legitimidad misma del sistema jurídico internacional y alimenta la desconfianza y el resentimiento en regiones donde el derecho es percibido como un instrumento al servicio de las potencias dominantes. En cambio, la defensa iraní encuentra respaldo en normas internacionales claras y reconocidas universalmente, aunque convenientemente ignoradas en los discursos políticos dominantes.
Este conflicto vuelve a poner en evidencia la instrumentalización del derecho internacional para legitimar la hegemonía occidental y justificar intervenciones selectivas, mientras se minimizan o se silencian las violaciones cometidas por sus aliados. Tal es la crítica que ha formulado el profesor Costas Douzinas, quien denuncia cómo este sistema legal global se utiliza para mantener el dominio político y militar de Occidente.
El bloqueo del Consejo de Seguridad y el derecho a la legítima defensa
El Consejo de Seguridad de la ONU, responsable de mantener la paz y seguridad internacional, ha demostrado su incapacidad para actuar eficazmente ante estas agresiones debido a vetos y bloqueos políticos. Este hecho legitima el derecho de Irán a ejercer la legítima defensa conforme al artículo 51 de la Carta de la ONU, que reconoce la prerrogativa de los Estados a tomar medidas militares para proteger su existencia frente a ataques no provocados, especialmente cuando las vías diplomáticas y multilaterales están paralizadas por intereses geopolíticos.
La escalada actual no surge en el vacío. Es el resultado de años de tensiones, sanciones y hostilidades unilaterales que han convertido a Irán en un blanco constante de presiones militares y políticas. Israel, con el respaldo de Washington, ha mantenido planes permanentes para desmantelar las capacidades nucleares y militares iraníes, lo que supone una amenaza existencial para Teherán.
La guerra fría entre ambos países ha escalado hacia un conflicto abierto con consecuencias regionales e internacionales que podrían desestabilizar aún más el Medio Oriente.
Un conflicto con trasfondo geopolítico e intereses económicos
Este conflicto debe analizarse desde una perspectiva crítica que reconozca la dinámica imperialista y neocolonial que subyace en la región. Estados Unidos y sus aliados emplean el derecho internacional como herramienta para legitimar sus intereses estratégicos y económicos, mientras criminalizan a los Estados que resisten esa hegemonía.
La guerra contra Irán es, en esencia, una lucha por el control geopolítico y energético, donde el derecho internacional es manipulado para justificar agresiones selectivas y sanciones económicas devastadoras.
Conclusión
Desde la perspectiva del derecho internacional, la respuesta iraní a los ataques israelíes está plenamente justificada como ejercicio legítimo del derecho a la legítima defensa frente a agresiones no provocadas que violan la soberanía y los principios fundamentales de la Carta de la ONU y los tratados internacionales en materia nuclear.
La incapacidad del Consejo de Seguridad para actuar frente a estas violaciones agrava la crisis internacional y confirma la urgente necesidad de reformar un sistema multilateral que se muestra impotente ante la hegemonía de ciertos Estados. Reconocer y respetar el derecho a la legítima defensa de Irán no solo es cuestión jurídica, sino un paso indispensable para evitar que la guerra impuesta se convierta en una catástrofe mayor.
Socios en el crimen: el “ultimátum” de 60 días de Trump termina con la agresión israelí contra Irán
Musa Iqbal *
La última agresión israelí contra Irán siguió al “ultimátum” de 60 días del presidente estadounidense Donald Trump, exponiendo las negociaciones nucleares de mala fe y la profunda complicidad en el terrorismo del régimen sionista y los asesinatos selectivos dentro de Irán.
Hace exactamente 62 días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emitió una amenaza directa contra Irán: rendirse y capitular su programa nuclear civil en dos meses, o enfrentar un ataque inminente.
Pasaron los dos meses, y los iraníes despertaron el viernes con el sonido de los aviones de guerra israelíes bombardeando diferentes partes del país en un asalto terrorista aprobado y fomentado por Washington.
Desde el mismo comienzo de la agresión israelí, que atacó áreas residenciales, instalaciones nucleares y militares, y que resultó en el asesinato de altos generales militares y científicos nucleares, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, publicó una declaración en la que afirmaba que la agresión israelí es “unilateral”.
Esto es una total fabricación, que contradice las propias declaraciones de Trump, quien dijo que se alcanzó el “día 61”, en el cual siguió sus amenazas mediante una campaña de bombardeos israelíes.
No se puede negar: Estados Unidos es completamente responsable y cómplice de esta agresión.
Las negociaciones fueron una táctica dilatoria, como también lo reconoció The Wall Street Journal, que desde el inicio fueron conducidas por Estados Unidos de mala fe. Incluso las demandas estadounidenses durante las negociaciones mediadas por Omán exigían la destrucción total de las instalaciones ahora atacadas.
Además, Estados Unidos siempre ha compartido inteligencia militar con el régimen israelí cuando ha sido relevante. Lo ha hecho durante el genocidio en Gaza, que ha cobrado la vida de más de 52 000 palestinos, así como en las agresiones a Líbano, Siria y Yemen.
Este es el statu quo de la cooperación entre Estados Unidos e Israel: sería una extraña excepción que Estados Unidos no ayudara al régimen en una campaña de bombardeos que es condenada globalmente y vista como una escalada significativa de las tensiones.
De hecho, no se debe olvidar que la complicidad de Estados Unidos fue muy clara cuando Israel asesinó al líder del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), Ismael Haniya, en octubre de 2024, en pleno corazón de Teherán.
Sumado a la inteligencia, se debe recordar que las mismas armas utilizadas por Israel son, en su mayoría, de fabricación estadounidense. Estados Unidos ha proporcionado a Israel más de 22 mil millones de dólares en armamento desde el 7 de octubre de 2023.
Esto incluye armamento no solo para llevar a cabo el genocidio en Gaza, sino para reponer los interceptores del sistema Cúpula de Hierro de Israel, así como bombas y misiles de varias toneladas lanzados sobre Gaza, Yemen, Siria y ahora Irán.
Políticamente, no hay acción que Israel pueda tomar que Estados Unidos no respalde. Los líderes estadounidenses han protegido a Israel de la rendición de cuentas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), vetando resoluciones que condenan sus acciones, lanzando sanciones contra jueces de la Corte Penal Internacional (CPI) que emitieron órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y castigando a países como Sudáfrica por emprender acciones legales contra Israel.
En casa, ha castigado a los disidentes políticos y lanzado cazas de brujas contra los activistas pro-Palestina por arrojar luz sobre los crímenes de guerra genocidas israelíes. El patrón de apoyo incondicional ha empoderado a Israel para intensificar su agresión regional, que ahora culmina en el brutal asalto a Irán.
El eje Estados Unidos-Israel ve a Irán como la “confrontación final” en su intento por lograr una hegemonía regional total. Al asesinar a líderes militares como el general de división Hosein Salami y el general de división Mohamad Hosein Baqeri, así como al realizar asesinatos de científicos iraníes en sus casas, esperan disuadir cualquier resistencia a sus metas hegemónicas maximalistas.
Israel allana el camino para los intereses estadounidenses en la región, los cuales instalarían líderes amigables con Estados Unidos en los países objetivo, que entregarían sus recursos nacionales y soberanía para ser saqueados por los imperialistas estadounidenses.
Irán ha sido un firme defensor de la causa palestina desde el primer día de la creación de la República Islámica, apoyando todas las formas de resistencia al régimen del apartheid.
Es debido a esta solidaridad principista, no solo en palabras y simbolismos, sino también en medios materiales como armas, entrenamiento e inteligencia, que Estados Unidos e Israel han estado empeñados en el proyecto de “cambio de régimen” en la República Islámica de Irán durante tanto tiempo.
Las contradicciones dentro del régimen sionista también se reflejan en este resultado. Netanyahu se ha vuelto ampliamente impopular, no solo dentro de los territorios ocupados, sino a nivel global, con órdenes de arresto emitidas en su contra por la CPI, así como la condena global.
El proyecto sionista ha sido expuesto al mundo como un proyecto genocida y colonial, y por lo tanto, la resistencia a él se ha vuelto popular incluso dentro de la sociedad occidental.
Menos de la mitad de los estadounidenses encuestados ahora simpatizan con la ocupación sionista, un desarrollo significativo tras la operación palestina “Tormenta de Al-Aqsa” en octubre de 2023.
La demonización israelí de Irán busca restaurar no solo la legitimidad artificial de Israel, sino también salvar a Netanyahu de la condena política dentro de su propia ocupación.
Dado que Estados Unidos es la tabla de salvación de la existencia de Israel, es crucial que apoye —e incluso en ocasiones, mande (aunque siempre en privado)— la beligerante agresión militar de Israel.
Irán ha nombrado a Estados Unidos como co-belligerante y ha abandonado las negociaciones programadas para el domingo en Omán. Estados Unidos, con su inquebrantable apoyo a Israel, no es un espectador, sino un participante activo en este asalto a la soberanía iraní.
La República Islámica de Irán no se someterá a este acoso y ha sido clara en la forma en que respondió a la agresión militar israelí respaldada por Estados Unidos con una serie de ataques con misiles la noche del viernes.
Décadas de sanciones, asesinatos y sabotajes han preparado a Irán para este momento crítico.
* un investigador y escritor basado en Boston, especializado en la política interna y exterior de Estados Unidos.
Terrorismo israelí contra los comandantes y científicos de Irán lleva el sello de Occidente
Iqbal Suleman *
Bombardeó la infraestructura nuclear civil de Irán y asesinó a algunos científicos nucleares veteranos, así como a altos mandos militares, en ataques indiscriminados.
Los países occidentales han vuelto a negarse a condenar estas acciones ilegales y bárbaras del régimen israelí encabezado por el criminal de guerra Benjamín Netanyahu, quien afirma estar lanzando esta guerra en nombre del “Occidente civilizado” contra los “musulmanes bárbaros.”
La reacción de los países occidentales indica que no tienen ningún compromiso con el derecho internacional ni preocupación alguna por las vidas de los musulmanes, desde Palestina hasta Irán y Yemen.
Instan a Irán a mostrar moderación, pero se niegan a denunciar las acciones ilegales del régimen israelí. Esto proviene de un profundo racismo islamófobo occidental. Estas guerras contra los países musulmanes han sido incesantes después de que Palestina fuera despoblada y ocupada, y la entidad sionista fuera creada por medios ilegales en 1948.
Desde la Revolución Islámica de Irán en 1979, el gobierno y el pueblo iraníes han sido los mayores apoyos de la lucha por la liberación nacional palestina. Los pueblos del Sur Global recuerdan la posición principista adoptada por Irán en 1979, inmediatamente después de la revolución, al cortar todas las relaciones económicas y diplomáticas con el apartheid de Sudáfrica y el apartheid de Israel.
Irán ha apoyado a los movimientos de liberación palestina políticamente, financieramente y militarmente. Esta es la verdadera razón de la guerra de Israel contra Irán. La razón que alegan es atacar las instalaciones nucleares de Irán, pero su razón real es el cambio de régimen.
Irán no representa ninguna amenaza nuclear para Israel ni para ningún otro ente en el mundo. Irán no posee armas nucleares y hay un decreto religioso en contra de ellas en la República Islámica.
Israel, por otro lado, posee armas nucleares. La directora de Inteligencia Nacional de EE.UU., Tulsi Gabbard, le dijo al Comité de Inteligencia del Senado en marzo de 2025 que la comunidad de inteligencia “continúa evaluando que Irán no está construyendo un arma nuclear y que el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003”.
Los hechos demuestran que Netanyahu es un mentiroso crónico, pero los medios occidentales parecen seguir difundiendo sus mentiras. En dos frases breves, Malcolm X describe el poder de los medios:
“Los medios de comunicación son la entidad más poderosa de la tierra. Tienen el poder de hacer que los inocentes parezcan culpables y que los culpables parezcan inocentes, y eso es poder. Porque controlan las mentes de las masas”.
Qué acertadas y precisas son las palabras del gran Malcolm X. Nos corresponde retroceder en nuestra memoria a la invasión estadounidense de Irak y la conducta vergonzosa de los medios occidentales convencionales.
Guerra, guerra, guerra, guerra, todo lo que necesitas. Recuerda la canción de la banda de cinco integrantes WAR CRIMINALS. El compositor fue Netanyahu, en la voz y guitarra líder; George Bush, en la guitarra rítmica y la voz; Tony Blair, en la batería y la voz; Donald Rumsfeld, en los coros y la armonía; Colin Powell.
Sonaban terrible. Siempre estaban desafinados (la verdad). Pero los medios convencionales promovían sus mentiras como si fueran la verdad absoluta y, en el proceso, fabricaban el consentimiento para la guerra injustificada e ilegal contra Irak.
Después de los ataques del 11 de septiembre en EE.UU., los medios convencionales se aceleraron en empujar la narrativa del terrorista musulmán y la “guerra contra el terrorismo.” Esta “guerra contra el terrorismo” fue utilizada como medio para impulsar el proyecto islamófobo.
El lenguaje y las imágenes utilizadas por los medios fueron poderosos y repetitivos hasta que el constructo del terrorista musulmán quedó firmemente arraigado en la mente pública.
El oriental medieval, primitivo, sucio y sediento de sangre, buscando imponer la “Sharía” en Occidente y queriendo masacrar a todos los occidentales. No había duda de quién era el terrorista. Él llevaba barba. Ella llevaba hiyab.
La mente pública fue engañada para creer en este estereotipo islamófobo y comprar la justificación de las guerras ilegales. Medios convencionales como el New York Times, la BBC y CNN demostraron que carecían de los métodos periodísticos básicos que un estudiante aprende en el curso de Introducción al Periodismo.
Fue en 2003 cuando se produjo la invasión y ocupación de Irak liderada por Estados Unidos. Una guerra atroz que, según la revista médica Lancet, mató a aproximadamente 600 000 personas musulmanas árabes en Irak. La guerra creó 3.9 millones de refugiados iraquíes.
La razón alegada para la guerra fue que Irak poseía armas de destrucción masiva y estaba a punto de producir armas nucleares. La otra razón alegada fue que el régimen iraquí de Sadam Husein, una vez aliado de Occidente, tenía una relación operativa con Al-Qaeda y de algún modo estaba vinculado con los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos.
La guerra ilegal se basó en mentiras. Al repetir estas mentiras y llenar la mente pública, los medios convencionales lograron fabricar el consentimiento para la guerra.
El principal artífice que orquestó la guerra contra Irak fue Netanyahu, quien en 2002 afirmó que “No hay ninguna duda de que Sadam está buscando, deseando y avanzando hacia el desarrollo de armas nucleares”.
Hoy, el mismo Netanyahu es el que afirma que Irán es una amenaza nuclear y ha lanzado descaradamente una guerra ilegal contra otro país musulmán.
Sus mentiras se repiten como un mantra en los medios convencionales. Netanyahu ha estado diciendo al mundo durante las últimas tres décadas que Irán está al borde de adquirir un arma nuclear.
¿Cuáles son los hechos? El Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha declarado que producir un arma nuclear es inmoral, ilegal e inislámico.
Irán sostiene que su programa nuclear es solo para uso civil. Irán cumplió con los términos del JCPOA (Plan Integral de Acción Conjunta), que fue firmado en 2015 por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China, así como la Unión Europea.
Sin embargo, fue Estados Unidos quien unilateralmente rompió el acuerdo que era firmante. Bajo el JCPOA, los inspectores de la AIEA tenían acceso sin restricciones a todas las instalaciones nucleares de Irán y había transparencia en el programa nuclear de Irán.
En 2002, Irak cumplió con los términos de la resolución 1441 de la ONU, pero Estados Unidos, sin tener en cuenta el derecho internacional, fue a la guerra con Irak por orden de Israel.
Incluso según las agencias de inteligencia de EE.UU., Irán no está al borde de producir un arma nuclear como Netanyahu quiere que creamos. Israel, sin embargo, posee un arma nuclear. Israel ha cometido genocidio en Gaza. Ha invadido a sus vecinos en Líbano y Siria. Ocupa ilegalmente y roba tierras de Palestina, Líbano y Siria.
El régimen israelí ha declarado públicamente que quiere expulsar a los palestinos de Gaza. Sin embargo, las potencias mundiales y los medios corporativos convencionales parecen estar de acuerdo con un Israel nuclear comportándose de esta manera.
Se esperaría que los medios convencionales cuestionaran la narrativa presentada por los regímenes estadounidense e israelí. Seguramente, después de las guerras imperialistas contra Afganistán e Irak y el actual genocidio israelí en Palestina, el público no debería creer nada que busque justificar esta guerra islamófoba contra Irán.
Los medios en Occidente no son ni independientes ni cultivados por los valores democráticos. Millones de nosotros, como ciudadanos comunes de todo el mundo, salimos a las calles para oponernos a la guerra estadounidense contra Irak, pero los medios no escucharon las voces democráticas del pueblo. Servían a los intereses de sus amos corporativos y élites.
En 2002, Netanyahu, mientras batía con fervor los tambores de guerra contra el pueblo musulmán de Irak, afirmó que “Si eliminan a Saddam, el régimen de Saddam, les garantizo que tendrá enormes repercusiones positivas en toda la región.”
¿Repercusiones positivas? Seiscientas mil muertes de civiles árabes. 3,9 millones de refugiados. La creación del grupo terrorista Daesh, el espectro de las decapitaciones, los disturbios civiles, sangre por todas partes y la completa destrucción de la infraestructura del país árabe.
Esto es simplemente otra guerra islamófoba lanzada por Netanyahu y sus criminales aliados en Occidente.
En el Sur Global, no escuchamos la música de los criminales de guerra. Recordamos las letras de Bob Marley: “Puedes engañar a algunas personas algunas veces, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo, levántate, resiste, defiende tus derechos, levántate, resiste, no abandones la lucha.”
* investigador asociado en la Media Research Network (Red de Investigación de Medios), Sudáfrica.