El caos como la principal herramienta contra la pluripolaridad

Daniela A. Rodríguez M*

Con la emergencia del gobierno de Donald Trump al poder, la diplomacia cada vez luce más como un campo de batalla, y menos como un camino pavimentado hacia la cooperación, el desarrollo y la paz. Esto no es un problema de un presidente de Estados Unidos, se trata del proceso de descomposición interna del imperio estadounidense en el que, al ver debilitada su hegemonía, perdiendo su capacidad de influencia, la posibilidad de controlar los discursos y su supremacía militar, tiene que recurrir al uso del poder coercitivo[2] para tratar de preservar el espacio geopolítico que tiene hasta ahora, ya que avanzar hacia el mundo globalizado, y ese gobierno mundial que planteaba a finales del siglo XX, no parece ser hoy una opción.

Desde la perspectiva de los “demócratas liberales” partidarios del globalismo, Trump representa una forma de ejercicio del poder imperial, “obsoleta”, que fue superada a finales del siglo XIX. Estos plantean fórmulas de ejercicio del poder imperial que, a simple vista lucen más inofensivas pero que al final son tan o más letales, que la visión del poder coercitivo; como por ejemplo, las técnicas del denominado “poder blando” o “poder inteligente”, y la tan vigente fórmula para cambiar gobiernos impulsada por Gene Sharp en su libro “De la Dictadura a la Democracia”, en la cual plantea socavar la autoridad y el poder mediante la neutralización de la influencia que tienen los Estados sobre sus ciudadanos.

Pero desde la perspectiva de nuestros pueblos del Sur Global, Trump debe ser considerado como una “distracción” del sistema de dominación hegemónica occidental, mientras pueden lograr a través de la teoría del “caos” y de la criticidad autorganizada[3], promover la idea de un “desorden mundial”, que produzca un miedo generalizado que evite la consolidación de la pluripolaridad.

Este “desorden” presuntamente generado de forma espontánea debido a la emergencia de múltiples actores, estatales y no estatales, y con el potencial de desencadenar acontecimientos críticos para la vida, la humanidad, y la paz, busca distraer la atención y la responsabilidad sobre el imperialismo colectivo de occidente y sus elites financieras, que exhiben un gran desprecio sobre las normas internacionales consensuadas en la segunda mitad del siglo XX, siempre y cuando estas no sirvan a sus propios intereses.

No en vano, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en su discurso en el Segmento de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2024, intentó caracterizar el mundo de hoy como un mundo en el que la búsqueda de la multipolaridad habría desencadenado en un “purgatorio de la polaridad”, en el que reinaría la impunidad y no se respetaría las reglas, los mecanismos de protección establecidos en el derecho internacional. Ya que, “en ese purgatorio, cada vez son mas los países que llenan los espacios de las divisiones geopolíticas y hacen lo que quieren sin rendir cuenta alguna”.

Como si la multipolaridad fuera responsable de que el mundo se encuentre sumergido en un caos debido al deliberado incumplimiento por parte de las potencias del imperialismo colectivo[4] de las normas establecidas a partir de la Carta de las Naciones Unidas. Como si las potencias emergentes, o esos pueblos del mundo que ven en la multipolaridad una oportunidad para existir, son los responsables de la violencia indiscriminada, del genocidio, del expansionismo y del desmontaje de la arquitectura de seguridad internacional que tiene al mundo al borde de un conflicto nuclear.

La Principal Amenaza para el Imperialismo Estadounidense.

De acuerdo a Michael Carns[5], en sus reflexiones sobre la disuasión en seguridad internacional, la principal amenaza y el mayor desafío de Estados Unidos en la actualidad es la existencia de un mundo multipolar en el cual cientos de actores con diferentes tipos y niveles de poder, en el marco de un conjunto de alianzas transversales, hagan al mundo mas “peligroso y volátil” que en los previos contextos de bipolaridad. Ya que, según este experto en seguridad estadounidense, cualquier contexto de bipolaridad e incluso tripolaridad no sería nada ajeno a Estados Unidos, y no revestiría mayor preocupación en cuanto a estrategias utilizadas anteriormente. Pero el verdadero desafío es la multipolaridad, ya que requeriría una estrategia disuasiva mucho más amplia que trascendería al “oso ruso”, al “dragón chino” y debería considerar las particularidades de las “mil serpientes” (o actores) que participen en el proceso de redistribución de poder global.

Asimismo, la complejidad que revisten las relaciones en la actualidad teniendo en consideración que cualquier estrategia de “seguridad contemporánea”, debe poseer un carácter holístico, incluyendo esfuerzos político-diplomáticos, socioeconómicos, psicológicos, morales, militares y policiales. El corolario del cambio de visión estadounidense en materia de seguridad internacional contemporánea trasciende de la tradicional disuasión nuclear y la visión exclusivamente militar, a una aproximación basada en el paradigma multidimensional, multiorganizacional y multicultural.

Hace décadas que, para Estados Unidos, las cuestiones diplomáticas y geopolíticas han dejado de ser asuntos “civiles” relacionados con la cooperación y la visión de la construcción de un “ideal” colectivo, para convertirse en un pilar fundamental de su existencia como superpotencia. Incluso desde los catorce puntos de Woodrow Wilson, se ve una visión poco inocente e idealista, más si muy pragmática de lo que era la relación de Estados Unidos en la disputa con los grandes imperios de la época por una mayor participación en los asuntos internacionales, y por la consolidación de sus periferias.

Siempre ha existido un interés subyacente por parte de Estados Unidos de invisibilizar en el relato al Sur Global, y las potencias emergentes que pueden jugar un papel significativo, tanto regional como global, para la consolidación de un nuevo orden mundial pluripolar. Cualquier interés o intención de reducir la multipolaridad a la existencia de una bipolaridad o tripolaridad, en la que solo existirían dos o tres potencias globales, de la misma naturaleza, y que estas potencias acordarían el curso de la historia a través de pactos en los cuales definirían sus áreas de influencia, no es más que una visión reduccionista de la complejidad de los procesos mundiales, lo cual no está para nada alejado con el interés estadounidense de diseccionar el todo en partes.

Pero la batalla geopolítica está en pleno auge y quien controle el relato, será que pueda direccionar la consolidación de un nuevo orden mundial pluripolar, porque en este mundo de subjetividades exponenciales no basta con “ser bueno”, también hay que parecerlo, y hay que tener la fortaleza cultural y comunicacional, para que los pueblos del mundo puedan ser conscientes de esta batalla geopolítica por la defensa de una nueva correlación de poder a nivel internacional, y la democratización del proceso de toma de decisiones, proyectando los intereses y los valores culturales de la diversidad que representa el Sur Global.

Y es que la pluripolaridad está llamada a romper con el discurso hegemónico universalista, fundamentalista y eurocentrista, para poder reivindicar “la otredad”. Debe tener implícita una carga de reivindicación de los “condenados de la tierra”, que es importante no olvidar, ya que es esa la única razón por la que el pueblo podría librar las batallas que se presentarán por la consolidación de ese nuevo orden mundial. Debe evitar genocidios como el que está ocurriendo contra el pueblo palestino, que son el reflejo viviente de un sistema internacional corrupto y colonial, y debe ser un instrumento para la defensa misma de la humanidad.

NOTAS

[1] Lic. En Estudios Internacionales, con Maestría y Doctorado en Seguridad de la Nación del Instituto de Altos Estudios de Seguridad de la Nación de Venezuela. Diplomática y Docente e Investigadora especializada en las áreas de Geopolítica y Seguridad en el Orden Mundial.

[2] Según Sabry, Fouad; se trata del poder ejercido a través de la amenaza o el uso de la fuerza.

[3]Esta teoría describe cómo sistemas complejos, como redes de relaciones, o redes neuronales, pueden evolucionar espontáneamente hasta un estado crítico donde pequeños eventos pueden desencadenar reacciones en cadena que afectan a todo el sistema.

[4] Imperialismo colectivo es un termino utilizado por Samir Amin en su Texto “Geopolítica del Imperialismo Contemporáneo”, en el cual caracteriza que luego de la Segunda Guerra Mundial se estableció un imperialismo colectivo liderado por Estados Unidos de Norteamérica, que incorporaba a Europa y a Japón como parte de las subalternizacion de roles en el ejercicio de ese poder imperial.

[5] General de cuatro estrellas de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos (USAF)., ex Vice Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos de 1991 a 1994. Carns, M. Manwaring M.. (2001). Deterrence in the 21st Century.