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Protestan en ‘Somalilandia’ contra Israel con banderas palestinas. El nuevo foco del expansionismo israelí
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Protestan en ‘Somalilandia’ contra Israel con banderas palestinas. El nuevo foco del expansionismo israelí

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
miércoles 31 de diciembre de 2025, 22:00h
Habitantes de Somalilandia rechazan cómo Israel intenta instrumentalizar su territorio, y ondean banderas palestinas en solidaridad con este pueblo.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció el viernes el reconocimiento de Somalilandia como un “Estado independiente y soberano”. De este modo, Israel se convirtió en el primer régimen del mundo en reconocer oficialmente a Somalilandia, la autoproclamada república que se separó de Somalia en 1991.
En respuesta a la decisión del gabinete israelí, los habitantes de Somalilandia realizaron el domingo protestas contra el reconocimiento de la región por Israel, que ha provocado la condena de países árabes y musulmanes, según el portal arabi 21.
Durante las manifestaciones se ondearon banderas palestinas como símbolo de rechazo.
Mientras los manifestantes expresaban rechazo a la presencia israelí en Somalilandia, miembros del clan Samarun, residentes en la región de Borama, parte administrativa de Somalilandia, participaron activamente en las protestas.
Observadores señalaron que las protestas reflejan la falta de entusiasmo del clan hacia el movimiento secesionista, aunque la intervención israelí fue el detonante de sus protestas, lo que sugiere una posible escalada de tensiones en la región.
Hasta ahora, decenas de países han condenado el reconocimiento de Somalilandia por parte de Israel, expresando preocupación por las consecuencias negativas para la estabilidad del contiente de África.
Por su parte, el líder del movimiento popular yemení Ansarolá, Seyed Abdulmalik Badredin al-Houthi, ha descrito el reconocimiento de Somalilandia por Israel como una “postura hostil” que no solo apunta contra Somalia y su entorno africano, sino también contra Yemen, el mar Rojo y todos los países ribereños de esta vía marítima estratégica.
La Liga Árabe, a su vez, calificó esta acción de los sionistas de inválida e ilegal, subrayando que la explotación de los puertos del norte de Somalilandia para la construcción de bases militares es un acto condenable.
Los países árabes, en su rechazo a cualquier intento de facilitar el plan de desplazamiento forzado del pueblo palestino, afirmaron que la región del noroeste de Somalia es una parte indivisible de la República Federal de Somalia, y que su reconocimiento constituye parte de los esfuerzos de Israel para desestabilizar la seguridad y la paz globales.
El anuncio del régimen usurpador se produce después de que, a finales de noviembre, expertos del instituto para estudios de seguridad israelí destacaran la importancia de normalizar las relaciones con Somalilandia debido a su “ubicación geoestratégica”.
  • Los informes sugieren que el aeropuerto abandonado de Barbarah será operado por Israel en Somalilandia.

¿Cuán fragmentada está Somalia y por qué Somalilandia insiste en la independencia?
Somalia se formó al unificar territorios anteriormente controlados por el Imperio Británico con áreas previamente gobernadas por Italia, todas habitadas por poblaciones étnicas somalíes. La sociedad es profundamente tribal. Cada tribu mantiene su propia ideología y una forma de vida claramente diferente. La tribu Issa, que domina Somalilandia, es considerablemente más pragmática y rechaza el Islam radical, mientras que otras tribus lo aceptan activamente.
Desde el estallido de la guerra civil de Somalia en 1991, el estado se ha desintegrado efectivamente en tribus rivales enfrascadas en un conflicto continuo.
La tribu Issa declaró la independencia del Estado de Somalilandia y procedió a establecer instituciones estatales y ministerios gubernamentales funcionales, un sistema democrático multipartidista y niveles de corrupción mucho más bajos que los típicamente vistos en África, ciertamente mucho más bajos que los del disfuncional gobierno en la capital, Mogadishu.
El pueblo de Somalilandia ha logrado aislarse de la guerra civil, la hambruna y la inestabilidad crónica que caracterizan al resto de Somalia. Han construido una economía basada en la agricultura, la pesca, la industria ligera y el comercio. En consecuencia, no tienen ningún incentivo para reintegrarse a un estado somalí más grande, sangrante y no funcional.
Los diferentes colores en el mapa reflejan la fragmentación causada por la guerra civil:
  • Áreas rosa-melocotón: Territorios controlados por el gobierno federal, incluida la capital, Mogadishu.
  • Áreas rosa-fucsia: La administración autónoma de Puntlandia.
  • Áreas grises: Territorios controlados por al-Shabaab, un afiliado de al-Qaeda.
  • Área negra en el norte de Puntlandia: Territorio controlado por una milicia local afiliada a ISIS.
  • Área amarilla mostaza: Territorio controlado por el gobierno de Somalilandia.

Somalilandia - anteriormente una colonia británica - es, en la práctica, más grande que el territorio actualmente bajo el control efectivo de su gobierno. Aunque el gobierno reclama la soberanía sobre el este de Somalilandia como parte de su territorio legal, actualmente no ejerce control allí. Es posible que una forma de asistencia que el gobierno de Somalilandia pueda buscar de Israel sea apoyo militar para recuperar la parte oriental del país y hacer valer su soberanía sobre ella.
La capital, Hargeisa, se encuentra en la meseta interior a una altitud de 1.611 metros sobre el nivel del mar. La principal ciudad portuaria, de gran valor estratégico, es Berbera.
Somalilandia: el nuevo tablero colonial de Israel
La reciente decisión israelí de reconocer a Somalilandia no es un gesto diplomático aislado, sino el último movimiento de una estrategia de control militar y geopolítico sobre el Cuerno de África. La reedición, en pleno siglo XXI, de la vieja lógica colonial.
Israel se ha convertido en el primer país del mundo en reconocer oficialmente a Somalilandia, la región separatista de Somalia. Todo apunta a que Estados Unidos seguirá la misma senda. No estamos ante una casualidad ni ante un súbito interés por la autodeterminación africana. El reconocimiento funciona aquí como llave de acceso: un permiso para instalarse, influir y mandar.
Detrás de la neutralidad diplomática se esconde una jugada que huele a siglo XIX.
La primera pieza del tablero es militar. Bases permanentes, tropas, misiles. Un enclave desde el que apuntar a Yemen y controlar el Golfo de Adén, paso obligado hacia el Mar Rojo. Convertir un corredor marítimo vital en un espacio vigilado. Controlar, condicionar, disciplinar. No se trata de “seguridad”, sino de hegemonía.
La segunda pieza es la competencia geopolítica. En Djibuti está la única base militar china en África. La respuesta no es apostar por la cooperación civil, sino ampliar el despliegue armado. Somalilandia se convierte así en una ficha sacrificable en una disputa global que no le pertenece.
Y la tercera pieza, la más oscura, es la externalización del problema palestino. La idea: deportaciones hacia el Cuerno de África mientras Gaza se “libera” para otros proyectos. Un traslado forzoso de población hacia un territorio empobrecido y sin voz internacional. Convertir una tragedia humana en un asunto logístico.
Nada de esto es nuevo. Somalia ya fue dividida por potencias coloniales europeas a finales del XIX. Aquella cartografía impuesta vuelve hoy reeditada. Despachos lejanos redibujan las fronteras; las vidas locales vuelven a ser prescindibles. Las élites globales deciden, los pueblos africanos pagan.
Reconocer a Somalilandia no equivale a apoyar la autodeterminación. Es abrir una plataforma militar y económica sobre tierra ajena. Es reactivar la lógica colonial: comprar lealtades, fragmentar estados débiles, utilizar territorios enteros como lanzaderas de guerra.
Mientras tanto, la población local permanece al margen. Somalilandia convertida en moneda de cambio. Somalia, más debilitada. El Cuerno de África, reducido otra vez a “zona estratégica” en lugar de hogar de millones de personas.
La estrategia es transparente: militarizar, controlar rutas marítimas, expandir influencia y, de paso, exportar el “problema palestino”. Todo ello envuelto en lenguaje diplomático. Todo ello ignorando la soberanía africana y los derechos humanos.
Lo que se abre no es un horizonte de paz, sino un regreso al vocabulario imperial: zonas de influencia, intereses estratégicos, equilibrios regionales. Palabras que ya devastaron continentes.
Y la pregunta es inevitable:
¿Permitirá la comunidad internacional que se repita el colonialismo más crudo?
No estamos ante un asunto bilateral. Está en juego el derecho internacional, la integridad territorial africana y la vida de miles de personas en una región frágil. Está en juego si el mundo camina hacia relaciones justas o hacia la ley del más fuerte.
Si los gobiernos vuelven a mirar hacia otro lado, el mensaje será claro: los territorios pobres siguen siendo terreno disponible para el uso estratégico de las potencias.
El reconocimiento de Somalilandia no es una formalidad. Es una alarma. Conviene escucharla antes de que sea demasiado tarde.