El Organismo Internacional de Energía Atómica "está atrapado entre su defensa de la energía nuclear y los efectos del almacenamiento inadecuado de sus desechos", declaró a Sputnik el experto en residuos radiactivos, Kevin Kamps. Esto ocurre luego de que la organización aprobara el vertido de agua contaminada de la central de Fukushima en el océano.
Después de la aprobación del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el Gobierno japonés se prepara para el vertido gradual de 1,3 millones de toneladas de aguas residuales tratadas de la central nuclear de Fukushima. El agua, que es radiactiva por haberse utilizado para mantener frío el combustible nuclear gastado fundido tras el terremoto y el tsunami de marzo de 2011, se ha filtrado a través del Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS). La realización de dicha iniciativa tendrá lugar a lo largo de 30 a 40 años.
El especialista en residuos radiactivos de Beyond Nuclear Kevin Kamps explicó a Sputnik que el OIEA "está atrapado en un tornillo entre su defensa de la energía nuclear y la realidad de los efectos perjudiciales del almacenamiento inadecuado de sus residuos", que es un problema clave con el plan del Gobierno japonés desde 2011.
"La radiactividad se concentrará en la cadena alimentaria. Y esa va a ser la principal vía de exposición humana, ya que la gente va a comer pescado contaminado del océano Pacífico por Fukushima", advierte el analista.
Pero, según sus palabras, hay muchas opciones mejores que verter el agua en el océano.
"Una opción es lo que [Japón] ha estado haciendo durante los últimos 12 años, desde que empezó esta catástrofe: almacenarlo en tanques. No era una solución perfecta, pero su justificación para no continuar con el almacenamiento es que se han quedado sin espacio físico", afirma.
El investigador también indica que existe la opción de ampliar el perímetro del emplazamiento y continuar con el almacenamiento del tanque. Sin embargo, prosigue, "el problema es que como demostró el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011 este lugar no es estable, por lo que el almacenamiento allí podría no ser la mejor idea".
Asimismo, Kamps menciona otros ejemplos como los almacenes subterráneos de residuos radiactivos de EEUU, como la Planta Piloto para el Aislamiento de Residuos (WIPP) enterrada en las profundidades del desierto de Nuevo México dentro de una formación salina hermética, donde se espera que se descompongan de forma segura durante 10.000 años.
En cuanto a la realización de la iniciativa japonesa, el investigador señala que varios meses después de la catástrofe, el cesio radiactivo en el agua de mar a lo largo de la costa de California se había duplicado, lo que demuestra que aunque "es un océano grande", los materiales radiactivos no desaparecen sin más.
"El principal culpable de que tengamos que preocuparnos es el tritio radiactivo, que es hidrógeno radiactivo, lo que significa que las moléculas de agua de esas aguas residuales radiactivas son a su vez radiactivas. No es un contaminante en sí. Es agua radiactiva", aclara el especialista.
Kamps destaca que la aprobación del plan japonés por parte del OIEA supondría un "enorme golpe a la reputación" del organismo que durante mucho tiempo ha restado importancia a los riesgos asociados a la energía nuclear y a las consecuencias de catástrofes como la de Chernóbil, en la Ucrania soviética, en 1986.
"El OIEA, en virtud del Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares [TNP] de 1970, es una agencia pronuclear. Su trabajo consiste supuestamente en frenar la propagación de las armas nucleares y, al mismo tiempo, abogar por la expansión de la energía nuclear (…) pero restan importancia a Chernóbil, restan importancia a Fukushima como parte de su mandato para promover la energía nuclear", concluyó el analista.
"Dinero contra la vida y la salud": disputa por el plan de Japón de verter agua radiactiva al océano
Desde Japón afirman que el país está a punto de verter gradualmente agua radiactiva de la central de Fukushima en el Pacífico, y destacan que esto supondrá un peligro mínimo y los niveles de radiación estarán en una cifra segura. No obstante, el tema causó preocupación entre los países vecinos de Tokio y muchas naciones insulares del Pacífico.
El 11 de marzo de 2011, varios reactores de la central nuclear de Fukushima, operada por la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO), explotaron al quedar fuera de servicio el sistema de refrigeración debido a un terremoto de magnitud 9,0 y un tsunami. Toneladas de agua que se usaron para enfriar los reactores se almacenan actualmente en unos 1.000 tanques gigantescos de la planta.
La empresa finalizó en abril de 2023 la construcción de un túnel submarino para verter agua débilmente radiactiva, purificada de casi todos los radionucleidos, excepto el tritio, en el océano Pacífico a un kilómetro de la central. Desde Japón afirman que el agua vertida tendrá un nivel de radiactividad por debajo del umbral fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y por lo tanto no supondría un peligro para la salud humana ni para el entorno.
Pekín critica la iniciativa de Tokio y veta la importación de productos desde Japón
China se ha convertido en uno de los países más críticos con el plan y, en su respuesta al informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), afirmó que "no reflejaba plenamente las opiniones de los expertos" que participaron en la revisión. El experto chino del grupo de trabajo técnico de la agencia, Senlin Liu, declaró a Global Times que el grupo estaba decepcionado con el "precipitado" informe y que la aportación de los expertos era limitada.
En este contexto, desde la Cancillería china declararon que Japón optó por reducir costos y trasladar las consecuencias al mundo en lugar de considerar otras opciones viables y más seguras.
"Japón se ha centrado más en ahorrar costos que en salvaguardar el medio marino y proteger la vida y la salud de las personas. En cuanto a la eliminación del agua contaminada por la energía nuclear, hay opciones que incluyen el almacenamiento a largo plazo, la liberación de hidrógeno, la inyección en la geosfera, el enterramiento subterráneo y la liberación de vapores", proclamó el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbing.
El vocero subrayó que Japón ha elegido el plan de vertido "con un costo mínimo entre todas las opciones, trasladando los riesgos de contaminación nuclear al resto del mundo y la comunidad internacional se opondrá a este acto de anteponer el dinero a la vida y la salud de las personas".
En respuesta a los planes japoneses, desde la Administración General de Aduanas de China vetaron la importación de productos desde varias regiones.
"Para impedir la entrada en China desde Japón de alimentos contaminados con radiación y garantizarle al consumidor nacional la seguridad de los productos importados, Aduanas prohíbe la importación de alimentos de 10 prefecturas de Japón, incluida Fukushima", publicó la autoridad en la red social WeChat.
En lo que respecta a los alimentos procedentes de otras regiones del país, ante todo los productos acuáticos, se reforzará el control de los documentos adjuntos y se realizará una inspección exhaustiva de todas las partidas sin excepción para verificar que no contienen sustancias radiactivas. China continental sigue siendo el mayor comprador de marisco japonés, con cerca del 23% de las exportaciones del país.
Las autoridades de Corea del Sur respaldan la decisión de Tokio mientras sus ciudadanos protestan
Unos días después de que el OIEA calificara el plan japonés como "seguro", el Gobierno de Corea del Sur publicó su propio informe de su grupo de expertos en el que se indica que esta iniciativa respetaría los estándares internacionales si se ejecuta tal y como ha sido estructurado.
"Hemos confirmado que la concentración de material radiactivo cumple los estándares para vertidos al océano (…) y, por tanto, el plan cumple las normas internacionales, incluidas las del OIEA", declaró el ministro surcoreano de la Oficina de Coordinación de Políticas Gubernamentales, Bang Moon-kyu, en una reunión informativa.
El informe también subraya que las corrientes dispersarán el agua contaminada hasta tal punto que no se detectará material radiactivo cuando el líquido llegue a las costas de Corea del Sur.
No obstante, la población protestaba enérgicamente contra esta iniciativa. En la primera mitad de junio de 2023, los residentes de la isla surcoreana de Jeju celebraron una manifestación. Varios barcos pesqueros salieron al mar con pancartas contra el vertido de agua radiactiva. Los carteles decían: "Si el mar muere, Jeju también", "Todos los coreanos están en desacuerdo", "Protejamos las aguas de Jeju" y "Los océanos no son vertederos de residuos radiactivos japoneses". Los manifestantes calificaron la acción de Tokio de "acto terrorista", ya que destruiría los negocios locales de pesca y turismo.
Los resultados de una encuesta publicada en el mismo mes por la Federación Coreana de Movimientos Medioambientales (KFEM) indicaron que el 73% de los encuestados se oponía "firmemente" al vertido de agua contaminada, mientras que el 12,4% se oponía "en general". En total, el 85,4% estaba en contra.
"No hay mejor opción"
Pero pese a las enérgicas protestas dentro y fuera de Japón, los planes de Tokio recibieron la aprobación del OIEA.
"El plan de Japón (…) es seguro y no hay mejor opción para lidiar con la enorme acumulación de aguas residuales recolectadas después del desastre nuclear de Fukushima en 2011", afirmó el director general de la organización, Rafael Grossi, en una entrevista concedida a la cadena CNN.
El director del OIEA informó que la entidad lleva más de dos años evaluando el vertido de agua de acuerdo con los estándares más estrictos y confía en el esquema propuesto para hacerlo. Desde el organismo agregaron que Japón diluiría el agua antes de verterla para reducir el nivel por debajo de las normas reglamentarias, y añadieron que sus expertos estarían estacionados en Fukushima para cualquier vertido, que se espera dure décadas.
"Si detectamos algún problema, alertaremos a las autoridades japonesas que serán las que tendrán que actuar", concluyó Grossi durante una rueda de prensa en Tokio al término de su visita a Japón.
Un problema de larga historia
Esta propuesta causó preocupación no solo entre los países vecinos de Japón, sino también entre muchas naciones insulares del Pacífico. Gran parte de las perturbaciones se centra en los riesgos potenciales del isótopo radiactivo tritio, que es difícil de eliminar del agua. Esta inquietud ha suscitado protestas del Gobiernos de China, algunos Estados insulares del Pacífico y grupos ecologistas internacionales como Greenpeace, que declaran que la iniciativa de Japón vulnera el Derecho internacional.
"El Gobierno japonés ha vuelto a fallarle al pueblo de Fukushima al tomar la decisión totalmente injustificada de contaminar deliberadamente el océano Pacífico con desechos radiactivos. Ha descartado los riesgos de la radiación (…) han optado por la opción más barata, vertiendo el agua en el océano Pacífico", denunciaron desde Greenpeace en abril de 2021.
Estudiantes con máscaras, desde la izquierda, del primer ministro japonés, Fumio Kishida, el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, y Rafael Grossi, director general del OIEA. Así se expresaron durante una concentración para oponerse al plan del Gobierno japonés de verter al océano agua radiactiva tratada procedente de la central nuclear de Fukushima, en Seúl, Corea del Sur, el 7 de julio, 2023
En el propio Japón también estallaron protestas a raíz de la decisión del Gobierno. En mayo de 2023, cientos de japoneses se manifestaron en diferentes lugares de Tokio para protestar contra el plan gubernamental al demandar la suspensión inmediata de dicha iniciativa.
"¡No arrojen el agua contaminada al mar!", gritaron los manifestantes ante la sede de la compañía TEPCO en Tokio con lemas como: "detengan el agua contaminada" y "no contaminen el océano".