El brazo “cristiano-falangista” de la milicia franquista
LUÍS PINILLA nació en Valladolid el 26 de marzo de 1921. Siendo un adolescente sufrió los avatares de la guerra civil en Gijón, donde su padre, el coronel Antonio Pinilla Barceló, gobernador militar de la plaza y amigo de Franco, falleció el 21 de agosto de 1936 durante el asedio de las fuerzas republicanas al cuartel del Regimiento de Infantería de Montaña “Simancas”, del que fue su primer jefe.
A los 17 años, en enero de 1938, Luis Pinilla se alistó como voluntario al servicio de las tropas nacionales, sin apenas entrar en combate. Inmediatamente después asistió a la Academia de Transformación donde se convirtió en oficial profesional, ascendiendo al empleo de capitán del Arma de Infantería en 1943, a la temprana edad de 22 años. Entonces fue nombrado profesor de aquél mismo centro de transformación y un año más tarde, en 1944, el teniente coronel Joaquín Agulla, responsable de la formación pre-militar de los jóvenes encuadrados en el Frente de Juventudes, le incorporó a su “Asesoría Nacional de Educación Preliminar”.
Durante unos ejercicios espirituales celebrados en la Semana Santa de 1945, Pinilla conoció al sacerdote jesuita José María de Llanos, capellán de Falange Española, hijo de un general de Infantería y bien relacionado personalmente con el Caudillo. Con su apoyo moral y político, y siempre bajo el auspicio del Frente de Juventudes, en 1948 fundó un conflictivo Colegio Preparatorio Militar (inicialmente llamado “Pinilla” en memoria de su padre y después “Ruiz de Alda”) para captar vocaciones castrenses lógicamente en el espíritu de la falange juvenil. Colegio en el que el propio padre Llanos desembarcaría como director espiritual en el curso 1950-51.
Como se ha comentado en páginas anteriores, su ideología de corte jesuítico-seglar-combativo, personalizada en el peligroso estereotipo del “monje lobo”, se basaba en una rigurosa ortodoxia falangista (en su ideario se admiraba la “gallardía juvenil” de José Antonio Primo de Rivera y su “aristocrática exigencia de estilo”). Al mismo tiempo, su praxis académica trascendía la mera preparación técnica para conformar, a posteriori, una gran familia sectaria y semiclandestina, con juramentos y ceremonias secretas.
De hecho, en la Semana Santa de 1951, el capitán Pinilla y el padre Llanos, crearon una confusa organización con vocación de “orden militar” durante un retiro espiritual celebrado en las inmediaciones del castillo segoviano de Coca. En similitud con la organización del Opus Dei (que como referente a superar entonces distinguía entre miembros oblatos, supernumerarios y numerarios), el activismo religioso de aquel emergente fervor templario, disponía de tres niveles de entrega. El primero de ellos, que comportaba un grado inferior de compromiso, eran las escuadras de “Acción”. El segundo eran las escuadras de “Forja”, que constituían el núcleo sustancial de la organización. Y el tercero, denominado “Milicia Española de Cristo”, se reservaba a una elite nacida del idealismo reaccionario de los fundadores bajo la forma eclesial de Asociación de Fieles (“Pía Unión”), que aspiraba a practicar “el grado heroico de la milicia” y que exigía profesar los votos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad, con objeto de poder alcanzar, finalmente, la ordenación sacerdotal.
Esta estrambótica “Milicia de Cristo”, que fue como se la terminó conociendo, pasó por diversas peripecias hasta terminar reconvertida en 1974 como “Comunidad Misión Juventud”, ya extraída del ámbito castrense. En distintos momentos de su historia llegó, efectivamente, a ordenar tres sacerdotes (el primero en 1967, otro en 1972 y el tercero en 2000), fracasando, no obstante, en su aspiración original de convertirse en una orden militar del siglo XX.
“Forja” fue el nombre con el que se terminó conociendo toda la acción formativa de Luis Pinilla, su entorno de proselitismo y al grupo de correligionarios provenientes de las sucesivas promociones de alumnos acogidos a su preparación premilitar. En ese doctrinarismo, el Ejército observó un germen de “politización” y un intento de quebrar la unidad militar y su línea de mando natural, razones por las que en el verano de 1959 el Gobierno desautorizó el “Colegio Preparatorio Militar” del Frente de Juventudes como centro educativo oficial, ordenando también la disolución de todas las actividades de “Forja”. En ese momento se contabilizaron oficialmente como militares vinculados, cuatro capitanes, cincuenta y nueve tenientes y unos setenta cadetes.
Aquella clausura, instruida formalmente por el jefe del Estado Mayor Central, teniente general Alcubilla, eliminó de raíz el vivero de militares-falangistas (versión edulcorada del monje-lobo) que distorsionaba las esencias castrenses del régimen franquista. La realidad es que en el ámbito militar se llegó a distinguir a los jóvenes cadetes pre-instruidos en el colegio de Luis Pinilla como procedentes de “La Peli” (o peligrosa).
El “rapapolvo” del general Alcubilla, precedido del arresto del teniente Alaiz, cuya indiscreción descubrió las normas secretas de comportamiento de los miembros de “Forja” y el carácter sectario de la organización, que en efecto incluía juramentos y promesas en flagrante contradicción con la disciplina militar, alcanzó no sólo a Pinilla y al padre Llanos. El general Alcubilla también reprendió a Miguel Alonso Baquer, que había sucedido al capitán Pinilla en la dirección de “Forja”, y al propio arzobispo castrense, don Luis Alonso Muñoyerro, que se vio obligado a revocar la constitución de la “Milicia Española de Cristo” de 1955 como “Pía Unión”.
Tras algunas desavenencias con la dirección del Frente de Juventudes, en 1956 Pinilla había reinstaurado su colegio de forma privada en la Colonia de Los Ángeles, situada en el extrarradio madrileño de Campamento, ya abiertamente con el nombre de “Forja”. Esa nueva aventura apenas duraría dos cursos antes de su cierre definitivo, ordenado en 1959 por la autoridad militar junto con la disolución del grupo “Forja”.
El mismo año en que fundó “Forja” (1951), Pinilla fue destinado como profesor a la Academia Militar de Suboficiales, ubicada en Villaverde (Madrid), ascendiendo a comandante en 1956, momento en el que trasladó su ocupación docente militar a la Escuela de Aplicación de Infantería. Entre 1962 y 1967 se acogió a la situación de disponible voluntario para cursar los estudios de Psicología Clínica en la Universidad Complutense de Madrid.
En 1967, el comandante Pinilla se reincorporó oportunamente al Ejército para ascender a teniente coronel, siendo destinado entonces al Regimiento de Infantería Mecanizada “Asturias” nº 31. En 1968 realizó el curso de logística y el de ascenso al generalato, pasando a continuación a la Secretaría Técnica del entonces denominado Ministerio del Ejército. En 1973 ascendió a coronel, momento en el que fue nombrado jefe del primer equipo de Psicología y Psicotecnia del Estado Mayor Central, hasta que en 1976 se le designa gobernador militar de Cuenca. A continuación mandó el Regimiento de Infantería Motorizada “Saboya” nº 6.
En 1979 fue promovido a general de brigada, accediendo en julio de ese mismo año a la dirección de la Academia General Militar con la oposición de gran parte del generalato, destino en el que pretendió introducir de forma infructuosa algunas reformas mal vistas por sus compañeros de armas. En él vivió los sucesos del 23-F haciendo gala de un excesivo celo democrático. De hecho, tras desobedecer las órdenes del capitán general de la V Región Militar, Antonio Elicegui, sobre la disposición de la tropa bajo su mando, llegó incluso a acusarle de golpista ante el propio rey Juan Carlos (por supuesto de forma velada), cuando aquél ya estaba en plena sintonía con Su Majestad.
Ascendido a general de división en 1982, Pinilla se vio obligado a aceptar la vacante disponible de gobernador militar de Bilbao, donde tuvo que afrontar alguna amenaza terrorista, personalmente mal sobrellevada, en momentos agitados e incómodos para el estamento militar, hasta que el 5 de noviembre de ese mismo año decidió pasar voluntariamente a la segunda reserva, aduciendo su dedicación a tareas evangélicas y renunciando, según él, a su previsible ascenso a teniente general. La realidad es que, como afirmó en su momento Alberto Oliart, a la sazón ministro de Defensa, su salida de las Fuerzas Armadas fue debida a un ataque de soberbia por no ser nombrado director general de Enseñanza del Ejército, puesto entonces vacante por el ascenso de Fernando Soteras a teniente general, que fue el muro más visible contra el que chocaron sus “disolventes” propuestas reformadoras de la carrera militar.
A partir de ese abandono, Luis Pinilla se dedicó durante más de veinte años a consolidar la “Comunidad Misión Juventud”, en el madrileño barrio obrero de Villaverde Alto. Esta “asociación pública de fieles”, provenía de la antigua “Milicia Española de Cristo”, que en 1962 había convertido en “Milicia de Cristo y Santa María”, ya fuera del ámbito castrense y bajo la tutela del Arzobispado de Zaragoza. Con posterioridad, en 1974, transformó esa nueva organización en la definitiva “Comunidad Misión Juventud”, asentándola inicialmente en el municipio de Aguarón (Zaragoza), aunque más tarde, el 9 d abril de 1988, su constitución actualizada fuera aprobada por el Arzobispado de Madrid.
Aquejado de una fibrosis pulmonar, en 2001 la salud del general Pinilla inicia un deterioro progresivo que concluiría con su fallecimiento el 7 de mayo de 2004. Siendo coronel, en 1976 el Ministerio de Educación y Ciencia le concedió la Cruz y Encomienda de Alfonso X el Sabio.
FJM (Actualizado 05/09/2011)
Las personas interesadas en complementar o rectificar el contenido de este perfil biográfico, pueden enviar sus comentarios por correo electrónico a: