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Prensa indepe: adio...

Por Victoria
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vicky_8598hotmailcom/10/10/18
jueves 30 de noviembre de 2017, 23:18h

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LA PRENSA CATALANA, REFLEJO DEL “HUNDIMIENTO”.- Posiblemente, si el gobierno del Estado hubiera conocido la realidad del panorama de la comunicación en Cataluña se hubiera evitado aplicar el 155 y todo habría podido quedar en una pequeña reunión con los directores de los medios para que el fenómeno se deshinchara. Bastaba con amenazarles con cortar el inaudito flujo de subvenciones. Ellos mismos hubieran rectificado por iniciativa propia. Nos explicamos.

Expresada de manera directa, la tesis que sostenemos es:

1) Los medios de comunicación catalanes recibían sin excepción subsidios por parte de la Generalitat, especialmente a partir de 2010.

2) Estos subsidios condicionaban la información que presentaban a la opinión pública y daban cabida a periodistas, editorialistas, tertulianos que, o bien eran simples mercenarios o bien eran transmisores de los criterios de la gencat.

3) El papel oficialista de los medios de comunicación catalanes les había enajenado seguimiento por parte sustancial de la población y, en la práctica, se fue reduciendo cada vez más al sector independentista.

4) El hecho de que el independentismo haya distado mucho de tener “fuerza social” necesaria para sus fines, se demuestra por el hecho de que cuanto más independentista era la prensa en Cataluña, más descendían sus ventas y se restringía su difusión.

5) Tras la intervención previa de las cuentas de la gencat por parte del Estado se ha producido un vuelco en todos los medios de comunicación que hasta ese momento habían hecho el juego al proyecto independeta de la gencat.

6) En la actualidad ya no existen “medios de comunicación independentistas”, salvo en el entorno de la Corporación Catalana de Radio Televisión que sigue propinando algunas puyas de tanto en tanto (llamar a Cipollino, “presiden en el exili”).

Tratemos de explicarnos con algo más de detalle.

EL CASO DEL DIARIO “ARA”

Por ejemplo: el diario Ara. Su eslogan podría ser “nacido con el procés”. Efectivamente, vio la luz el 28 de noviembre de 2010. Venía avalado por tres periodistas “prestigiosos” en el medio nacionalista: Antoni Bassas, Mónica Terribas y Toni Soler. Su primer número apareció el 28 de noviembre de 2010 coincidiendo con las elecciones que dieron la victoria a Artur Mas. La mayoría de nombres que se fueron sumando eran “periodistas del régimen” nacidos profesionalmente durante el pujolato y que habían vivido a la sombra de la gencat a través de TV3 o de Catalunya Radio. Desde el principio el Ara se caracterizó por dos rasgos, por este orden:

- apoyo decidido al independentismo catalán y

- ser deficitario desde el primer momento, no haber dado ni un euro de beneficios.

Estos dos elementos se entienden mucho mejor si se observa su web y se ve de manera sorprendente que en la parte inferior aparece el logo de la Generalitat de Catalunya – Departamento de Presidencia. Y pensar que en Cataluña hay gente que criticaba a la “prensa del Movimiento” (hoy lo que fue redacción y rotativas de los dos diarios de la “cadena del Movimiento” franquista en Cataluña, Solidaridad Nacional y La Prensa, está ocupado en solitario por las oficinas del “depósito legal catalán”…). Así pues, a falta de lectores, quien paga el diario es la gencat.

Y a todo esto, ¿cómo va de lectores el diario. Fatal. En 2012, la edición impresa tirada 30.485 ejemplares y vendía 16.373. En 2016 la tirada se había reducido a 6.128 y apenas se vendían 2.706 ejemplares… Hoy estamos seguros de que las ventas serán aún menores. Pero es que la “edición digital” está por las 20.182 consultas diarias… que está al nivel del Ahoraleon.com o del Albacetecapital.com. Así pues, puede decirse del Ara.cat que, su influencia es minúscula y que, en la práctica, su audiencia irrelevante y apenas sirve para desviar fondos con los que alimentar a una pequeña corte mediática al servicio del único patrón real: la gencat y su proyecto independeta.

EL AVUI: CASO ÚNICO EN LA PRENSA MUNDIAL

El diario Avui, nacido en la transición, puede alardear de ser el “decano de la prensa en catalán”. En sus 40 años de existencia, siempre, absolutamente siempre, ha sido deficitario y amamantado por las ubres de la gencat que le han otorgado el favor que nunca ha gozado del público. Después de ir renqueando durante ¡40 años! el Avui terminó fusionándose con otro diario no menos patético, El Punt Diari, que arrastraba similar déficit. En 2012 El Punt Avui tiraba 34.363 ejemplares y vendía 26.513, pero cuando el proceso ya estaba en marcha, en 2016, la tirada había descendido a 24.734 y las ventas a 21.939.

Hay que decir que las “ventas” de esta prensa incluían las suscripciones que realizaban todas las oficinas de la gencat y de buena parte de los entes públicos dependientes de la institución.

LA VANGUARDIA, HACIA EL SOL QUE MAS CALIENTE

Queda por aludir a lo que durante décadas fue el “boletín interno” de CiU y una especie de “diario oficial de la gencat”, La Vanguardia. El buque insignia del conde de Godó, elevado a grande de España por Juan Carlos I, puede darse, como el Bismarck en el Atlántico Norte, por torpedeado, con el timón averiado y sin rumbo. Su caída ha revestido caracteres de tragedia griega pasando de 202.486 ejemplares de tirada y 172.263 de difusión en 2012 a 136.508 de tirada y 114.960 de difusión, lo que supone casi un 40% de pérdida de lectores en apenas cuatro años. ¿Qué ha ocurrido? Es muy sencillo de explicar: la apuesta desmesurada de La Vanguardia por la causa independeta le ha llevado a una pérdida masiva de lectores y, lo que es peor para la empresa: el que buena parte de los que quedan, son lectores de edad, habituados desde hace 60 años a leer el mismo medio y que ahora ya no se sienten en condiciones ni de tirar por la vía digital ni de cambiar de medio convencional.

Lo más sorprendente en el caso de La Vanguardia es que la pérdida mayor de lectores se ha producido en la edición en castellano (37.280 lectores menos en cuatro años), pero también han descendido los lectores de la edición en catalán (16.352 menos en el mismo plazo). Lo que indica que “unionistas” y “catalanistas moderados” han abandonado la lectura del medio decano de la prensa en Cataluña.

LOS DIARIOS “UNIONISTAS” EN CATALUÑA

Esto por lo que se refiere a los diarios del “bloque independentista”. A los del “bloque unionista” no les ha ido mejor. La diferencia es que solamente uno (El Periódico) ha recibido alguna ayuda pública de la gencat. El resto (El Mundo, el ABC, El Pais) son ediciones catalanas de diarios, originariamente madrileños. Estos diarios ha visto como descendían en todos los casos sus ventas entre 2012 y 2016: 32.552 en el caso de El Periódico, 22.671; El País, 13.409, El Mundo y 6.096 el ABC. Lo que da un total de pérdidas de lectores de 68.922 ejemplares, mientras que en el bloque independentista esta cifra se eleva a 109.143. El porqué todos han perdido es fácil de explicar:

- la prensa convencional ha ido descendiendo de tiradas a medida que avanzaba la implantación de los medios digitales y esto ha afectado a toda la prensa.

- el cansancio de la opinión pública harta de noticias sobre el “procés” que se reflejaba en la prensa diaria ha hecho que muchos lectores terminaran por inhibirse de los medios que consultaban habitualmente.

- el cierre masivo de puntos de venta de diarios, especialmente en Barcelona que hoy hace incluso difícil poder comprarlos.

- por la polarización del sector de lectores que o bien eran independentas y no querían informaciones “unionistas”: y, en este sentido, resulta claro que los unionistas han perdido menos lectores.

¿POR QUÉ LOS DIARIOS INDEPENDENTISTAS ERAN INDEPENDENTISTAS…?

La pregunta que cabría formularse es: a la vista de que la pérdida de lectores ha sido de prácticamente el doble para los diarios que se han lanzado por la pendiente “independenta”, ¿cómo es que sus directores no han advertido que estaban perdiendo audiencia y han rectificado sus planteamientos? La respuesta es igualmente simple: cuando un medio de comunicación deja de depender de las ventas, ni su dirección ni sus redactores se interesan por la calidad del producto, ni por el sentir de los lectores, sino que su trabajo se centra únicamente en contentar a la institución de la que dependen y que, a fin de cuentas, es la única que garantiza su salario: en este caso, la gencat… Así que estos medios no podían hacer otra cosa más que apoyar al independentismo promovido desde la Plaza de Sant Jaume. Elegir otra vía en estos momentos de cambio de lo convencional por lo digital y de pérdida de lectores generada por la crisis iniciada en 2008, era un salto al vacío: había pues que garantizar el salario… y esto pasaba por alabar y rendir pleitesía al enloquecido proyecto elaborado por Mas-Cipollino.

La prensa catalana fue víctima de la alucinación colectiva de la que fue presa toda la región: incluso quienes no eran partidarios del independentismo se dejaron impresionar por las altas cifras de manifestantes de los 11-S de las que alardeaba la gencat y que, inmediatamente, reproducían sus medios amamantados. Esto les reforzó en la idea de que “quizás”, “a lo mejor”, el proyecto triunfaba: por otra parte, los unionistas parecían no responder así que… ¿porqué no iba a triunfar el independentismo? Se impuso el relato de que “el Estado es débil y no tiene capacidad para reaccionar” y que “en Europa no pueden prescindir de Cataluña”. Además, no era que los directores de los medios siguieran esta línea, es que querían seguirla, porque, de triunfar, estaba claro que ellos hubieran sido sus principales beneficiarios: tendrían un salario elevado por el resto de sus días y sin preocuparse por el número de lectores, las tiradas o los índices de audiencia.

EL CHOQUE CON LA REALIDAD: ADIOS PRENSA INDEPENDETA, ADIOS

Y entonces llegó el choque con la realidad que adoptó la forma de tres números: 155. Antes, Hacienda ya había intervenido preventivamente las cuentas de la gencat. Se produjo la debacle: los medios independentas dejaron de ver como la gencat compensaba sistemáticamente sus elevados, reiterados y consuetudinarios déficits. Al Avui le fue imposible dar marcha atrás: casi el 50% de la plantilla corre en estos momentos el riesgo de verse en la calle a través de un ERE que afecta a 91 trabajadores. ¿Motivo reconocido? El descenso de publicidad institucional procedente de la gencat desde la aplicación del artículo 155.

La cosa no ha ido mejor en el Ara. Al haberse despedido del régimen de subvenciones, publicidad de la gencat y suscripciones de los departamentos de la institución, se enfrenta a la realidad de una empresa que durante siete años ha sido deficitaria y que no hay forma de rentabilidad. La salida es incorporar a un socio capitalista lo suficientemente ingenuo como para pensar que el diario puede rentabilizarse y que odie suficientemente al PP como para estar interesado en participar en la aventura. Jaume Roures tiene todos los números para quedarse un diario prácticamente deshauciado. Desde su nacimiento, la gencat ha canalizado 2,5 millones de euros en subvenciones directas al Ara constatables y probablemente cantidades similares en concepto de publicidad.

Pero lo sorprendente es constatar la actitud que han tomado todos estos medios cuando el grifo de la gencat se ha cerrado: el giro más espectacular, sin duda, ha sido el dado por el conde de Godó y por La Vanguardia, que incluso una semana después del 1-O seguía jaleando a Cipollino y daba por hecha “la república independiente de su casa”, y que, al irse despejando la situación ha dejado en la estacada a quien ya no va a poder orientar publicidad institucional. Toda su línea de mando se ha vuelto, de repente, “crítica con el independentismo”. Incluso muy crítica. Y lo han hecho sin experimentar la más mínima vergüenza, ni el menor empacho, demostrando su naturaleza de plumas mercenarias mecidas por el viento. La Vanguardia, en otro tiempo “Española”, que jaleó al franquismo a lo largo de 40 años, fue nacionalista durante el pujolato, independentista en los años patéticos del no menos patético “procés”, ahora, se vuelve hacia el “regionalismo unionista”, haciendo gala del mismo “seny” del que ha alardeado.

RADIO Y PRENSA DIGITAL INDEPENDENTISTA

El “señor conde”, tiene un problema mayor en el RAC1, hasta ahora la radio independentista de mayor audiencia. Consciente de que le va a resultar muy difícil estar en misa y repicando, su problema es quién poner al frente de la emisora que, por una parte no genere una estampida de colaboradores afectos al independentismo, de otra congraciarse de nuevo con la patronal catalana y, finalmente no perder excesiva audiencia. De momento, el cargo sigue vacante tras la dimisión de Eduard Pujol y su incorporación a la candidatura de Cipollino para las próximas elecciones. El RAC1 había puesto al “señor conde” en muchas dificultades al defender casi colectivamente la DUI. Eduard Pujol dimitió antes de ser cesado.

En lo que se refiere al Ara, el cambio de orientación fue previo al 1-O cuando resultaba evidente para algunos analistas que la aventura del “procés” estaba tocando a su fin. El diario, aparentemente independentista, no dio su apoyo a la DUI, a diferencia del Avui y fue, por ello, muy criticado en esos medios. La cosa venía de lejos. En septiembre de 2016, culminó la deserción de una decena de periodistas del Ara hacia Nació Digital, “líder del espacio digital catalán”, nuevo invento de la gencat para “hacer más ruido”. El Nació Digital fue creado en septiembre de 1995 en Vich como empresa privada, pero no hay que engañarse: la gencat es la que ha mantenido con vida a este medio (que sólo en septiembre de 2016 cobró 224.000 euros en subvenciones), seguida por Vilaweb (que le siguió con 135.000 euros, siendo ambas, arietes del “procés” en el mundo digital.

Después del 1-O y cuando la aplicación del 155 era cosa de días, los representantes de estos medios digitales se reunieron para afrontar la nueva situación: durante unos meses no podrán contar con el balón periódico de oxígeno insuflado por la gencat a cambio de sostener sus aventuras. Eso implicaba afrontar el hecho de que el período de las “vacas gordas” había concluido y de que ahora deberían contar con sus propias fuerzas (a la vista de que la empresa privada no se siente particularmente estimulada para invertir en negocios ruinosos). La asamblea de medios intentó pactar una política común. Pero no es optimismo lo que en este momento impera, sea cuál sea el resultado del 21-D.

El estado de los medios de comunicación en Cataluña es el reflejo del fracaso del procés. Pero no sólo eso: es una muestra del oportunismo, de la falta de escrúpulos morales de una prensa subsidiada y que se pone al servicio de quien tenga las llaves de la caja. Mientras el “procés” iba viento en popa, los grandes “analistas”, los “tertulianos” habituales de los cenáculos mediáticos independentistas, prestaban su apoyo interesado. Cuando los independentas han dejado de tener las llaves de la caja, todos esos medios, SIN EXCEPCIÓN, han cambiado las orientaciones de sus editoriales: donde dije digo, digo Diego

Hemos dicho en muchas ocasiones que instituciones como el Omnium Cultural o la ANC, no existirían, ni siquiera hubieran sido fundadas, de no ser por las decenas de millones recibidos desde su comienzo mismo. El pujolato demostró que era posible generar un régimen “a la andaluza”, simplemente forjando a golpes de subsidios a franjas clientelares (que si asociaciones sardanistas, que si grups de diables y grallers, que si peñas castelleras y un largo, larguísimo etcétera). La cosa no es nueva: desde los tiempos del Conde de Güell, la cultura catalana nacionalista estuvo subvencionada, prácticamente a fondo perdido, creada en buena medida “bajo demanda”. Durante el pujolato, a pesar de la inmersión lingüística, de ganarse a las direcciones de buena parte de las casas regionales establecidas en Cataluña, después de estimular por la vía del subsidio a la rotulación de comercios en catalán y penalizar por vía de denuncia a quienes mantenían los rótulos en castellano, incluso la lengua catalana se convirtió en subsidiada… pero no logró iguales ni remotamente los niveles de utilización del castellano.

El ejemplo de la prensa catalana muestra el riesgo de operaciones de este tipo: cuando desaparecen los subsidios, desaparece también ese tipo de prensa, se reorienta, se recicla, invierte su funcionalidad… Ni la prensa subvencionada resiste el paso del tiempo, ni una cultura hinchada artificialmente supera el momento en el que se detienen o disminuyen esas subvenciones. Tal es el riesgo para la cultura catalana que en los últimos 40 años se ha orientado completamente, primero del lado del pujolismo, y luego del “procés”, constituyendo la reserva clientelar de ambos.

Ernest Milá