Hernando Kleimans*
Mientras el ilegal comediante de Kíev y sus repuestos mandantes del llamado “contingente de deseosos” (de invadir Ucrania) convocan histéricamente a una nueva “Drang nach Osten” según el fracasado plan nazi de invasión a la URSS en 1941, la “progresía” europea debate filosófica y pacíficamente acerca de la inconveniencia de volcarse hacia uno de los dos “asesinos” mundiales: Donald Trump y Vladímir Putin.
Es la misma “progresía” socialdemócrata que abrió las puertas al cabo austríaco en 1933, so pretexto de combatir la expansión del oso soviético hacia Europa. Antes, bastante antes, es esa misma la que votó por los créditos militaristas que, a finales del siglo XIX permitieron el rearme alemán y alentaron la encarnizada lucha por las colonias africanas y asiáticas con los imperialismos inglés y francés.
Es la misma que, inflamada de espíritu “patriótico”, se alzó contra el francés Jean Jaurés y arropó su asesinato en 1914 en París, luego que Jaurés convocara a luchar contra la guerra imperialista. Su asesino, Raoul Villain, fue liberado… en 1919…
Nótese que todos los ejemplos dados son europeos. La Vieja Dama tiene un largo y proficuo historial de traiciones, asesinatos, corruptelas y prostituciones. Ahora, multiplicado por una alarmante realidad que la conduce al colapso total liderado por sus seudo líderes, insignificantes remedos de los históricos gigantes políticos europeos.
Y bien, esa “progresía”, parte constitutiva de esta realidad europea, es la que esgrime para sobrevivir una teoría harto conocida por nosotros, la de los dos demonios. Viene a resultar, según se dice, que tanto Donald Trump como Vladímir Putin son dos “asesinos”, sedientos de ansias de destruir el “edén” que, de acuerdo con el missing Joseph Borrell, era Europa. La “progresía” está a un paso de justificar la insensata intención del “petit” Buonaparte Macron y del relativo Starmer, de formar una fuerza “pacífica” que invada Ucrania y se apodere del país. Esta “coalición de deseosos”, como la llamaron estos dos desvariantes irresponsables, cumpliría con el objetivo de poner a la OTAN-EE.UU. en las fronteras rusas.
Es la más perfecta repetición de lo sucedido en junio de 1941. Stalin, convencido de que Hitler respetaría el tratado de no agresión firmado en 1939, desoyó los informes sobre concentración de grandes contingentes de tropas en las fronteras con la URSS. El alevoso ataque del 22 de junio de 1941 llevó las hordas nazis hasta las cercanías de Moscú en diciembre de ese año y fue contenido sólo a costa de millones de vidas soviéticas.
El gobierno ruso, en diciembre de 2021, volvió a denunciar las cinco oleadas de expansión de la OTAN hacia el este, un moderno “Drang nach Osten” pero no menos siniestro, y propuso firmar un tratado de seguridad colectiva entre el bloque euroatlántico y Rusia. Por supuesto, la respuesta fue una evasiva negación. Nada nuevo. Lo mismo hicieron en 1939 los enviados de Francia e Inglaterra, negándose a firmar el pacto de ayuda mutua con la URSS. En febrero de 2022 Putin afirmó que no se repetiría junio del 41 y lanzó la Operación Militar Especial.
Es harto conocido el menú de traiciones y felonías cometidos especialmente por la Unión Europea contra Rusia: firmísimo compromiso verbal (“¡ni una pulgada hacia el Este!”) con Moscú de no expandir la OTAN y la UE entre la ex repúblicas del campo socialista, solemne reconocimiento de la estabilidad ucraniana a principios del siglo, negociaciones con el gobierno constitucional de Kíev, condena a la criminal agresión “ucronazi” sobre el Donbass y Novorossía, aval franco-germano de los acuerdos de Minsk que estipulaban el alto el fuego en el oriente ucraniano, las reformas constitucionales y el status de autonomías federales para las regiones separatistas. Todo eso hubo. Y todo fue traicionado.
La “progresía” de ahora, al igual que la que se pronunció contra el tratado de no agresión firmado por la Unión Soviética con la Alemania nazi en septiembre del 39, inmediatamente después del “mutis tras bambalinas” de Francia e Inglaterra, condenó a Moscú y se unió con gran denuedo a las sanciones del bloque euroatlántico que pretendieron aislar, sepultar, exterminar a Rusia. Un Obama terminal incluso llegó a predecir que en unos meses “Rusia quedaría desmembrada en pedazos”.
La sacrosanta cruzada que encabezó el vejete que lo sucedió en Washington contó con la irrestricta incorporación de todos los gobiernos “democráticos” europeos. Todos se disputaban el liderazgo de la nueva marcha hacia el Este… ¡Casi 30.000 sanciones fueron decretadas contra Rusia! En el continente europeo se prohibieron Chaikovski y Rajmáninov. Dostoievski fue considerado un claro elemento terrorista. Ni el “Zenit”, ni el “Spartak” y ningún otro gran club de fútbol ruso pudo participar en los torneos UEFA. Los aviones europeos y norteamericanos dejaron de aterrizar en Domodiédovo y en Púlkovo y las líneas aéreas occidentales debieron trazar monumentales desvíos para evitar el espacio aéreo ruso. Centenares de empresas europeas y norteamericanas levantaron de un día para otro sus pertenencias en Rusia. Los bancos rusos fueron privados del SWIFT y Euroclear y otros depositarios europeos congelaron 300.000 millones de dólares en activos rusos……..
En el terreno bélico, miles de “consejeros” de la OTAN asumieron el control de las tropas ucranianas, los javelines, los HIMARS, los “Leopard” y los “Abrams” inundaron el frente de combate. Decena de miles de soldados ucranianos fueron adiestrados en campos militares franceses, alemanes, ingleses o polacos. Los obuses y los drones de la OTAN bombardearon (y bombardean) a mansalva las ciudades, los centros comerciales, las escuelas y los hospitales rusos. Mientras no hay una sola imagen de los “bárbaros ataques rusos sobre los indefensos ucranianos”, abundan los documentos gráficos de víctimas y ruinas rusas causadas por misiles, bombas y drones del régimen de Kíev.
Los documentos históricos demuestran el absoluto desprecio del comediante ilegal de Bankova para con las negociaciones de paz. Llegó a dictar un decreto prohibiendo mantenerlas con Rusia. Ese decreto sigue vigente. La “progresía” ni lo menciona, de la misma manera que calla pudorosamente cualquier referencia a los crímenes de guerra de Kíev. En cambio sí condena airadamente la decisión de los pueblos de Crimea, el Donbass y Novorossía, que plebiscitaron su reincorporación a Rusia. ¡Muchos de esa “progresía” ni saben dónde queda Crimea, no tienen idea de lo que significa el Donbass y mucho menos del porqué del nombre de Novorossía!.
Ahora, cuando luego de tres años largos de combate, en los que Rusia logró imponerse sobre la agresión de la OTAN (la misma OTAN que destrozó Yugoslavia, invadió Irak, pretendió hacerlo en Georgia, asesinó en Libia o facilitó la agresión israelí contra Palestina), se abre el camino para una paz duradera y estable, la “progresía” anuncia la instalación de nuestra conocida “teoría de los dos demonios” pretendiendo ungir a la Unión Europea como el paladín de la “paz a través de la fuerza”.
Niega a ultranza el papel de simple espectador que le asignan los auténticos negociadores: Rusia y los EE.UU. y no acepta la rotunda afirmación de Donald Trump: “en tres años ustedes no lograron concluir un tratado de paz”. ¿Qué hace la “progresía”? Condena como “asesinos” y “dictadores neonazis globales” tanto a Trump como a Putin. Ergo, justifica la demencia agresiva de Macron, Starme, Von der Lyden, Kallas & Co. y da su tácito respaldo a la formación de una fuerza “pacificadora” que ocupe Ucrania y “garantice” su desarrollo nacional y democrático. ¡!
Por suerte, dadas las actuales y lamentables condiciones en que se encuentra la Vieja Dama, es harto improbable que el “petit Buonaparte” logre armar una nueva “Grand Armée”. El peligro, sin dudas, estriba en la estúpida posición de esta “progresía” mundial, incluyendo la nuestra, que no alcanza a discernir lo que podría ocurrir si realmente se conformara esa fuerza de ocupación. Francia e Inglaterra tienen el arma atómica. El futuro canciller alemán Friedrich Merz ya anunció sus aspiraciones nucleares… El polaco Andrzej Sebastian Duda incluso solicitó la “entrega” de armas atómicas para defenderse de la futura eventual agresión de Putin sobre el territorio de Polonia.
Siempre fue muy difícil “enderezar” la conducta y el pensamiento de esa “progresía”. Llevada por su natural pedantería y el convencimiento de su total dominio de los términos “democracia”, “paz”, “voluntad popular” y otras minucias, no atina a situarse en el mundo real. Claro está que esa realidad se encarga de bajarle los humos a bofetadas, pero ya está bueno de soportarle sus arbitrariedades y sus agachadas.
¡Señores, no hay “dos demonios” en el plano nacional ni en el plano internacional! A la agresión imperialista que genera el obsoleto mundo unipolar, cada vez más desflecado, se le opone la política de paz, solidaridad y justicia social que despliega el nuevo orden multipolar, constelación de diversas civilizaciones que dan un hermoso ejemplo de convivencia realmente democrática y de integración realmente equitativa.
Subidos a horcajadas en su caballo de bronce, están negando el tenaz despliegue de la nueva realidad. Seguirán así porque no alcanzan a comprender que ese caballo de bronce no se mueve, no los lleva a ningún lado. Según las leyes de la física, quien permanece estático se aleja con respecto a quienes están en movimiento. No hay Dios que los salve y, además, Francisco está con nosotros…
* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia. Colaborador de PIA Global