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Las energías “renovables” detrás del “apagonazo”. La “Agenda Verde” en la picota

Las energías “renovables” detrás del “apagonazo”. La “Agenda Verde” en la picota

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
jueves 22 de mayo de 2025, 22:00h
Alfredo Jalife-Rahme
Mientras se sigue especulando sobre el origen del “apagón” en España y Portugal, los científicos señalan que se trata de un problema técnico que afecta sistemáticamente las redes de transmisión eléctrica cuando hay exceso de generación. La profesora Karin Kneissl, quien fue ministro de Exteriores de Austria, recuerda que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y también recuerda que, en su momento, ella cuestionó la Agenda Verde de la Unión Europea, señalando precisamente el peligro de que sucediera lo que acaba de suceder en la Península Ibérica.
En la imagen Karin Kneissl, ex ministra federal austriaca de Europa, Integración y Asuntos Exteriores (2017-2019) y profesora de geopolítica energética. Recordamos que Vladimir Putin vino especialmente a bailar con ella, en presencia de la Canciller y de todos los responsables de la clase política austriaca, durante su boda en Gamlitz (2018).
Un apagonazo de entre de 10 y 24 horas –dependiendo del lugar afectado– desquició la actividad en la Península Ibérica (y el sur de Francia) y traumatizó a sus endebles moradores.
La primera reacción de los globalistas rusófobos fue inculpar en forma grotesca al Kremlin. PublicNews fue el primero en fustigar la «sobredependencia en las energías renovables», detrás del «apagón catastrófico» que afectó en masa a España y Portugal, mientras los mendaces globalistas intentaban escamotear la realidad [1]. PublicNews diagnosticó que el «exceso de solar desembocó en la total vulnerabilidad del sistema» [2].
Es ampliamente conocido, aun para los novatos en electricidad, que el gran defecto de depender totalmente de las tan publicitadas “renovables” es que tanto las energías solar y eólica son dependientes de las veleidades climáticas, lo cual requiere del “apoyo” de energías más estables y controlables, como los vilipendiados hidrocarburos. Ahora resulta que a veces los vientos no soplan ni el sol brilla…
La austriaca Karin Kneissl, anterior canciller y profesora de la geopolítica de la energía, sentenció que los «masivos apagones es a lo que lleva la Agenda Verde» [3]”. La doctora arguye que el «tema es la transmisión y no la generación de energía» cuando la «sobreproducción de electricidad se debe a mucho sol y a mucho viento». Arremete contra España y Portugal, «campeones de la energía verde en la Unión Europea», y cuya «fuente de electricidad» dependía de 80% de las “renovables” hasta antes del apagón.
La doctora Karin Kneissl fustiga a su vecina alemana Angela Merkel y su fracasada y ambiciosa «transición energética» cuando Peter Altmaier, su burócrata, anunció la construcción de varios miles de kilómetros de «supercarreteras eléctricas» al costo de ¡un billón (trillón en anglosajón) de euros! Peor aún resultó la «ambiciosa Agenda Verde» –hoy desacreditada por doquier–, con sus muy aldeanas excepciones y decepciones que todavía no se enteran de los incontrovertibles recientes hallazgos científicos.
Diagnostica que la red eléctrica europea, que va de Turquía a través del continente europeo hasta Noráfrica, es vulnerable, lo cual pone en riesgo de un «apagón de efecto dominó a más de 30 países». Ridiculiza los «románticos modelos fantasiosos que los burócratas de Bruselas y otros expertos en clima han presentado» en los pasados 15 años mediante el concepto inflacionario de la «transición energética» y, peor aún, la economía de carbono cero. Vale recordar que Estados Unidos es ¡el segundo mayor productor de dióxido de carbono en el mundo! [4]
Kneissl dice que ella esperaba el apagonazo en Alemania antes que en la Península Ibérica y critica la causalidad de problemas de la llamada “transición energética”. Peor aún: «las emisiones de dióxido de carbono se han incrementado dramáticamente» y la «electricidad en Alemania es más sucia desde el invierno de 2018». Un grave problema proviene del «almacenamiento de electricidad» que expone el «desastre financiero de Siemens» cuando el «negocio del poder eólico se ha deslizado más profundamente a un déficit».
La doctora Karin Kneissl observa que los hospitales en España y Portugal siguieron funcionando gracias a sus «muy buenos viejos generadores de diesel», mientras que el Internet estaba totalmente silenciado. Concluye que en la Unión Europea la energía «se ha vuelto un tema ideológico y ha cesado de ser un asunto técnico» –como en otros países– y que han adoptado a ciegas la propagandística “Agenda Verde”, en detrimento de los, hasta hoy, insustituibles hidrocarburos.
Hasta los fanáticos globalistas de la “Agenda Verde” del Financial Times aceptan que el «apagón de España y Portugal ha inculpado la dependencia del poder solar» [5]” cuando los «expertos en electricidad señalan los peligros de la inestabilidad de la red cuando las “renovables” dominan la producción». ¡Se derrumbó el mito en la fase de la “revolución energética” del torio en China! [6]
NOTAS
[1] “Over-Reliance On Renewables Behind Catastrophic Blackouts in Spain”, Michael Shellenberger, Public News, 8 de abril de 2025.
[2] “Spain hits first weekday of 100% renewable power on national grid”, Pilar Sánchez Molina, PV Magazine, 22 de abril de 2025.
[4] “CO2 Emissions by Country”, WorldOMeter, 2025.
[5] “Spain and Portugal blackout blamed by critics on solar power dependency”, Financial Times, 1º de mayo de 2025.
La utopía verde está en números rojos
Samuel Furfari*
En una semana, una sucesión de acontecimientos ha puesto de manifiesto la dura realidad de la ciencia y la economía y, por ende, el fracaso de las políticas verdes. Es alentador. Pero aún quedan muchos políticos que deberían tener el valor de expresarse como lo ha hecho Tony Blair.
Las recientes declaraciones de Tony Blair, en las que califica las políticas climáticas de «irracionales» y condenadas al fracaso, marcan un punto de inflexión significativo en el debate energético. El ex primer ministro británico ha puesto de relieve una dura realidad: exigir a la población que acepte sacrificios económicos y cambios en su modo de vida, cuando el impacto global de estas exigencias es insignificante, no solo es ineficaz, sino que también es profundamente injusto para la población, ya afectada por el aumento de los costes energéticos y el estancamiento económico.
Blair explica que incluso una descarbonización total de la economía británica solo reduciría las emisiones mundiales en un 2 %. En Bélgica, solo sería un 0,3 %… Estas cifras demuestran la ineficacia de los enfoques aislados en un contexto global dominado por las emisiones asiáticas.
Sería deseable que Raoul Hedebouw y Paul Magnette también expresaran una opinión similar, en lugar de apoyar a personas que se benefician de subvenciones procedentes de fondos públicos.
Otros también denuncian esta deriva; el grupo petrolero BP es un excelente ejemplo. Los accionistas tomaron una decisión radical al pedir a la directora de estrategia sostenible, Giulia Chierchia, que abandonara el grupo. Su puesto ha sido eliminado por completo. BP, que había adoptado el eslogan utópico «Beyond Petroleum» (Más allá del petróleo), aunque mantuvo sus siglas, reconoce que el desarrollo sostenible es un principio vacío que solo penaliza a la economía. La Comisión Europea haría bien en hacer lo mismo. Incluso podría suprimir toda la dirección general de «clima».
España nos acaba de mostrar, sin lugar a dudas, los peligros del sueño de la transición energética.
Esperábamos el apagón, y ha llegado…
La España antinuclear, seducida por las promesas de las energías renovables, ha invertido masivamente en energía solar y eólica. Estas fuentes de energía, debido a su intermitencia, han debilitado la red eléctrica nacional y, más allá de ella, ya que Portugal y Francia también se han visto afectados. La estabilidad de una red está garantizada por la inercia de las grandes masas giratorias que son las turbinas y los alternadores de las centrales térmicas y nucleares. Las energías renovables, intermitentes y variables, no pueden garantizar esta inercia tan esencial para los sistemas eléctricos.
Con una baja penetración en el mix energético, las energías renovables no suponen ningún problema para la red, ya que se benefician de la inercia de los equipos convencionales, que son mayoritarios en la producción. Sin embargo, cuando su cuota supera el 30-40 %, los riesgos de inestabilidad se vuelven muy importantes. Durante el apagón del 28 de abril, ¡representaban el 75 %! Estas decisiones energéticas han provocado un aumento significativo de los precios de la electricidad, ya que ha sido necesario evacuar a precios negativos la elevada producción solar que no encontraba comprador.
Este modelo, alabado como un ejemplo a seguir (las autoridades se jactaban el 22 de abril de producir el 100 % de la electricidad a partir de energías renovables), está resultando ser un fracaso técnico y económico rotundo. Seguirá siendo el ejemplo que todos los estudiantes de ingeniería deberán estudiar.
La Energiewende hace trampa
A diferencia de los países asiáticos, que se abstendrán de copiar a España, la Alemania antinuclear no aprenderá nada del apagón español, ya que el nuevo Gobierno, aunque dirigido por un canciller de un partido supuestamente de derecha, tiene la intención de continuar con la política ecologista de la Energiewende. Sin embargo, a pesar de sus ambiciones, el Gobierno se enfrenta a la dura realidad de tener que reconocer, aunque sin hacer alarde de ello, que no puede reducir sus emisiones de CO₂. El nuevo acuerdo gubernamental, aunque mantiene el objetivo irrealizable de la neutralidad en carbono para 2045, prevé ahora compensar las emisiones mediante la compra de créditos de carbono en el extranjero, donde es más fácil y menos costoso reducir las emisiones.
Bélgica pasa página
Ante estos fracasos, Bélgica destaca positivamente por una decisión histórica: la derogación de la ley de 2003, impuesta por Olivier Deleuze y Guy Verhofstadt, que condenaba la energía nuclear. El 15 de mayo, el Gobierno belga pondrá fin a esta prohibición, iniciando el renacimiento de la energía nuclear en el país. Esta decisión constituye una señal fuerte y saludable: demuestra que es posible conciliar la seguridad energética y la competitividad económica. A diferencia de Alemania y España, Bélgica, liberada de la izquierda, ha comprendido que la energía nuclear es una solución indispensable para garantizar una energía estable y descarbonizada. Recordemos que Paul Magnette, en noviembre de 2021, declaró en las columnas de L’Echo: «El debate está cerrado, vamos a cerrar los siete reactores». Estaba en sintonía con su compañero socialista Pedro Sánchez. Si hubiera permanecido en el poder, también nosotros habríamos corrido el riesgo de un apagón.
El acuerdo con Ucrania: una lección para la UE
En este contexto, el anuncio de un acuerdo entre Estados Unidos y Ucrania sobre los recursos naturales corona una semana de decisiones estratégicas que ponen de manifiesto las deficiencias de la política europea. Este acuerdo, firmado en el centésimo día de la administración Trump, no se refiere a las tierras raras, poco presentes en Ucrania, sino a una amplia gama de recursos naturales, en particular el gas natural, el manganeso, el titanio y el grafito. Garantiza a Ucrania inversiones cruciales para su desarrollo, al tiempo que permite a Estados Unidos asegurar el suministro fuera de la esfera de influencia china. La UE, que lleva años negociando con Ucrania, no pensó en proponer un acuerdo de este tipo, ya que no tenía en mente el crecimiento económico, sino la descarbonización. Ahora se ve humillada por este acuerdo. Mientras se obstina en promover las turbinas eólicas y los paneles solares en Ucrania —y, colmo de la estupidez, incluso el hidrógeno—, ahora va a comprar materiales críticos producidos en Ucrania por empresas estadounidenses. No hay duda de que las implacables leyes científicas y la cruda realidad económica pondrán fin a veinticinco años de inversiones perdidas. Harían falta muchos más políticos como Don Quijote para luchar contra los aerogeneradores y otras utopías verdes.
*El Dr. Samuel Furfari obtuvo un doctorado en Estudios Energéticos por la Universidad Libre de Bruselas en 1982. Desde entonces hasta 2018, ocupó el cargo de alto funcionario en materia de política energética en la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, donde fue pionero en la orientación estratégica de la política energética de la UE. Paralelamente, fue profesor de Política Energética y Geopolítica en la Universidad Libre de Bruselas y actualmente imparte clases en la ESCP Business School de Londres. Recientemente ha publicado una crítica del informe Draghi sobre el futuro energético de Europa.