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El plan de desarme de Hezbolá: ¿Se dirige el Líbano hacia una guerra civil?

El plan de desarme de Hezbolá: ¿Se dirige el Líbano hacia una guerra civil?

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
domingo 10 de agosto de 2025, 22:00h
Francesco Fustaneo
Cuando el gobierno libanés salió de más de cinco horas de consultas "extraordinarias" el martes pasado, la única certeza era que el primer ministro Nawaf Salam había desmantelado el acuerdo preliminar entre el presidente Joseph Aoun y Hezbolá.
Salam, en el cargo desde el 8 de febrero de 2025, ordenó al ejército elaborar un plan operativo para limitar el número de armas en circulación en el país, eludiendo el diálogo que muchas fuerzas políticas, incluido el propio Hezbolá, consideran esencial. Tras los anuncios y las formalidades, el objetivo es claro: lograr la retirada completa del arsenal del grupo político-militar chií para finales de año.
La medida se produce tras semanas de presión por parte de Estados Unidos. El enviado especial Thomas J. Barrack Jr. presentó una "hoja de ruta" que exige el cese de los ataques israelíes y la evacuación de cinco posiciones aún ocupadas en el sur del Líbano a cambio del compromiso oficial de Beirut de desarmar a Hezbolá. Este plan suena a ultimátum para Hezbolá: "Para nosotros, esta decisión simplemente no existe", respondió el movimiento, calificando la iniciativa de "un dictado estadounidense para una acción que beneficia a Israel".
Naim Qassem, secretario general del partido chií, lo explica: “No podemos aceptar ningún calendario propuesto bajo la sombra de la agresión israelí, porque aceptar un calendario significa comprometerse a hacer algo mientras la agresión continúa”.
No hace falta ser analista para comprender las posibles implicaciones: si el ejército se viera obligado a intervenir, acabaría involucrado en un conflicto armado con Hezbolá, allanando el camino para una nueva guerra civil. El país, aún desangrándose por la ofensiva israelí del otoño pasado, no puede permitirse un nuevo conflicto interno de gran magnitud.
Sin embargo, según muchos observadores, el plan de desarme no concierne sólo al Líbano: forma parte de una estrategia regional destinada a debilitar los movimientos de resistencia, desde el Líbano hasta Irak, y que en última instancia sirve a los intereses de Washington y Tel Aviv.
Beirut se encuentra ahora dividida entre la necesidad de restablecer la soberanía estatal y el riesgo de convertir otra crisis política en una guerra interna.
Protestas en las calles del Líbano.
Miles de personas salieron a las calles en las ciudades después de que el gobierno decidiera desarmar a Hezbolá, informan medios locales.
Las acciones de las autoridades provocaron una reacción fuerte del movimiento y sus seguidores, quienes vieron este paso como una amenaza a su seguridad e influencia en el país.
Las manifestaciones tienen lugar en los suburbios de Beirut, así como en las ciudades de Tiro y Sidón. Los participantes de la marcha levantan banderas de Hezbolá y gritan consignas antigubernamentales.
Según la publicación Janoubia, el desarme de Hezbolá es una de las condiciones establecidas por EE.UU. como parte de la "estabilización de la situación" en la región. El liderazgo libanés ha hecho concesiones.
  • MASA de ciclomotores y bicicletas, banderas de Hezbolá. Protestas ensordecedoras en los suburbios del sur de Beirut. Después de que el gobierno aprueba el plan de EE.UU. para DESARMAR a los 'actores no estatales'
Análisis: Confrontación en Beirut: Hezbolá critica proyecto extranjero para desmantelar la resistencia
Mohamad Shams Eddine
En una sesión de gabinete convocada a principios de esta semana, el 5 de agosto, en el Gran Serrallo (Palacio de Gobierno), el gobierno libanés dedicó más de cinco horas a debatir una divisiva propuesta estadounidense para desarmar lo que denomina "armas ilegales", una referencia apenas velada a Hezbolá y sus facciones de resistencia aliadas. El documento, entregado por el enviado estadounidense Tom Barrack , se presentó para su debate, lo que provocó una respuesta inmediata y acalorada .
El presidente libanés, Joseph Aoun, inauguró la sesión instando a los ministros a adoptar lo que llamó un "compromiso positivo" con las demandas internacionales, lo que, según él, restablecería la confianza extranjera y desbloquearía el apoyo económico.
El primer ministro libanés, Nawaf Salam, presentó luego el documento estadounidense, que rechazó de plano la iniciativa nacional del presidente del Parlamento libanés y líder del Movimiento Amal, Nabih Berri, considerándola "nada más que un medio para reducir las brechas" y pidiendo en cambio un plan de desarme firme y con plazos determinados.
La propuesta de Estados Unidos ordenó al ejército libanés comenzar a desarmar a los actores no estatales a fines de agosto, completando la operación en 90 días, con apoyo logístico de Estados Unidos, Francia y varios estados árabes.
El Gabinete del Líbano reanudó sus sesiones hoy, jueves 7 de agosto, dedicando una parte importante a debatir el controvertido tema del "control exclusivo de armas". La medida provocó fuertes objeciones por parte de Hezbolá y su aliado, el Movimiento Amal, liderado por el presidente del Parlamento, Nabih Berri. Desde el martes, se han producido numerosas reacciones políticas y populares tras la decisión del gobierno de dar al ejército libanés plazo hasta finales de este mes para presentar un mecanismo para la recolección y regulación de todas las armas en territorio libanés, cuya implementación se espera para finales de año.
"No podemos hablar de las armas de la resistencia"
Durante la sesión de hoy, el ministro de Trabajo libanés, Mohammad Haidar, en referencia a la propuesta del enviado estadounidense Tom Barrack, declaró: «Soy uno de los ciudadanos. ¿Cómo puedo enfrentarme a la madre de un mártir o a un joven que vive en una situación de angustia existencial y decirle que debe renunciar a la única garantía que lo protege?». Haidar enfatizó que cualquier discusión sobre las armas de resistencia es prematura sin la retirada de Israel, el regreso de los prisioneros, el fin de los ataques y un proceso de reconstrucción serio. Se negó a asumir la responsabilidad de cualquier decisión que haga que el pueblo se sienta abandonado o tratado injustamente.
Ejército en alerta máxima
Anticipándose a disturbios o movilizaciones populares, en particular entre simpatizantes de Hezbolá y Amal y residentes del este de Beirut, el ejército libanés se desplegó en puntos críticos para evitar cualquier escalada o enfrentamientos sectarios. Simultáneamente, el ejército israelí anunció ataques contra posiciones de Hezbolá en el sur del Líbano, dirigidos contra depósitos de armas y puntos de lanzamiento de cohetes.
Israel continúa ejerciendo presión sobre Hezbolá para que se desarme, mientras que el gobierno libanés ha encargado al ejército la elaboración de una hoja de ruta para lograr ese objetivo.
La propuesta estadounidense y sus controvertidas enmiendas
Fuentes cercanas al presidente de la Cámara de Representantes, Nabih Berri, informaron al periódico Asharq al-Awsat que el gobierno libanés recibió una tercera versión enmendada de la propuesta estadounidense, redactada por el enviado Tom Barrack. Según se informa, esta se centra en tres cuestiones centrales: la situación de seguridad con Israel, la frontera entre Líbano y Siria y un calendario para el desarme.
Berri expresó su consternación por lo que describió como un cambio drástico en el lenguaje de la propuesta. "El problema radica en la diferencia entre la segunda y la tercera versión... fue de mal en peor". Según las fuentes, los ministros chiítas asistieron a la segunda sesión del Gabinete específicamente "para advertir sobre los peligros del documento", que, según ellos, amenaza los intereses económicos y soberanos del Líbano.
Hezbolá: “No nos desarmaremos ni aceptaremos dictados extranjeros”
En una dura reprimenda, el bloque parlamentario de Hezbolá, el "Bloque de Lealtad a la Resistencia", emitió una enérgica declaración tras su reunión semanal. El grupo declaró que el Líbano atraviesa "una de sus fases más peligrosas" debido a la ofensiva estadounidense-israelí y acusó al gobierno de ceder a "dictados extranjeros" mientras debilitaba la única fuerza disuasoria disponible contra la agresión.
El bloque advirtió que el respaldo de Salam a la propuesta de Barrack constituye una traición a la declaración política del Gabinete y al juramento presidencial. «Cualquier intento, por insignificante que sea, de manipular las armas de la resistencia es un regalo al enemigo israelí», decía el comunicado, instando al gobierno a reconsiderar su estrategia y, en su lugar, a formular una estrategia integral de seguridad nacional antes de reabrir el expediente de armas.
Un doble mensaje de Berri – y una negación
Un informe publicado por el medio de comunicación libanés Al-Modon desató la polémica al citar a fuentes cercanas a Berri que pedían "realismo" y advertían contra la presión excesiva para imponer la decisión del gobierno. La oficina del presidente del Parlamento negó rápidamente las declaraciones, calificándolas de "invenciones", e insistió en que las posturas de Berri no se comunican a través de fuentes anónimas ni visitantes.
Sin embargo, los observadores políticos interpretaron la negación como un “mensaje suave”, que señala la voluntad de Berri de explorar compromisos tras bastidores, a pesar de su oposición pública al enfoque actual.
Fuentes de Hezbolá advierten de una escalada
En declaraciones a The Cradle , fuentes de Hezbolá afirmaron que la decisión del gobierno es "imposible de implementar", añadiendo que el grupo está "preparado para cualquier enfrentamiento, incluso a muerte". Las fuentes advirtieron que el partido cuenta con información de inteligencia que indica que actores extranjeros están suministrando armas a facciones libanesas rivales justo cuando se le pide a Hezbolá que se desarme, una "contradicción profundamente sospechosa", según afirmaron.
El panorama político y de seguridad del Líbano se encuentra en una coyuntura crítica. Desde escaladas de seguridad hasta divisiones políticas, la desconfianza es profunda entre las partes interesadas. Las presiones externas siguen aumentando, y la sesión de Gabinete de hoy podría marcar un punto de inflexión crucial, ya sea hacia una calma tenue y condicional, o hacia una implosión política más amplia que podría extenderse a las calles.
Soberanía vs. sumisión: el gabinete se divide abiertamente
Durante la sesión del martes, el ministro libanés de Salud Pública, Rakan Nassereddine, encabezó la ofensiva contra el dictado estadounidense, calificándolo de flagrante violación de la soberanía libanesa. Defendió la propuesta de Berri como una vía realista basada en el consenso nacional y advirtió contra la posibilidad de colocar al ejército en una situación insostenible. "¿Deberíamos confiar al ejército la tarea del desarme cuando ni siquiera le proporcionamos un plan integral de armamento?", preguntó.
En la oposición, el ministro de Justicia, Adel Nassar, argumentó que era hora de poner fin a la "lógica de la excepción" y advirtió que la continua tolerancia a las armas fuera del marco estatal llevaría al Líbano al aislamiento total. El ministro Hanin Sayyed se hizo eco de esta opinión, afirmando que una mayor demora atraparía al Líbano en un "círculo vicioso de crisis".
En un intento por superar la brecha, la Ministra de Medio Ambiente, Tamara el-Zein, propuso un diálogo nacional por fases que daría como resultado una estrategia de defensa integral, que incluya a todas las partes y esté diseñada para salvaguardar la seguridad nacional.
La declaración final aumenta las tensiones y los ministros se retiran
A pesar de los intentos de llegar a un acuerdo, la sesión concluyó con la lectura por parte del primer ministro Salam de una declaración en la que se encomendaba al ejército libanés la elaboración de un plan de desarme que se presentaría al Consejo de Ministros a finales de agosto y se implementaría a finales de año. La medida provocó una reacción inmediata. El ministro de Desarrollo Administrativo, Fadi Makki, se opuso al plazo, considerándolo prematuro, señalando que el plan se estaba ratificando sin que se aclarara la capacidad real del ejército.
Aclarando su posición, el Ministro Mekki luego dio más detalles sobre X, escribiendo:
Mi postura se basa en la firme convicción de que estas conversaciones deben llevarse a cabo con serenidad y responsabilidad, de manera que se protejan los intereses de todos los libaneses, se protejan sus legítimas preocupaciones y se ajusten a la declaración ministerial a la que nos comprometimos, respecto a la extensión de la autoridad del Estado a todos sus territorios y la restricción de la posesión de armas a sus fuerzas legítimas, a cambio del cese de las hostilidades israelíes, la retirada total de los territorios ocupados y el regreso de los prisioneros.
Tanto Nassereddine como Zein abandonaron la reunión en protesta, denunciando la decisión como una “emboscada contra el consenso nacional” y una “adopción implícita de la agenda estadounidense”.
Hezbolá responde: Este es un proyecto extranjero
En respuesta, Hezbolá emitió un comunicado condenando al primer ministro Salam por cometer «un grave pecado al adoptar una decisión que despoja al Líbano de las armas de resistencia contra el enemigo israelí. Esto debilita la fuerza y la posición del Líbano ante la continua agresión estadounidense-israelí y otorga a Israel lo que no logró durante su asalto al Líbano».
Círculos cercanos a Hezbolá informan a The Cradle que el movimiento consideraba a Salam como un "portavoz extranjero" y que su discurso no tuvo en cuenta los equilibrios internos ni las particularidades de la situación actual. Los círculos describen la decisión de asignar el ejército sin consenso nacional como "una amenaza para el mandato y un peligro para la propia institución militar".
Las fuentes añaden que el partido habría preferido que la declaración final incluyera una referencia a una estrategia de defensa nacional que preservara la resistencia y regulara su relación con el Estado, en lugar de proceder hacia un “desmantelamiento delirante del arsenal”.
Carta Nacional o ruptura interna: Hezbolá marca su línea roja
El secretario general de Hezbolá, Naim Qassem, dejó clara la postura del partido al afirmar que «la cuestión de las armas es un asunto de la Carta Nacional que solo puede decidirse por consenso nacional, al igual que la reforma constitucional». Los círculos del partido interpretaron esta postura como un mensaje directo al gobierno y al ejército: «Cualquier medida unilateral tendrá consecuencias internas».
Así como el sistema sectario no puede modificarse sin consenso, las armas no pueden manipularse sin un amplio consenso nacional. Cualquier decisión tomada por votación es nula y sin valor constitucional y no vincula al partido a nada, afirman fuentes del partido a The Cradle .
Aoun avanza con cautela mientras el ejército enfrenta tensiones internas
Fuentes cercanas al Palacio de Baabda revelan a The Cradle que el presidente Aoun está gestionando el asunto con deliberada cautela, consultando estrechamente con el presidente del Parlamento, Berri, para asegurar su cobertura política. Argumentan que situar al ejército al frente de una estrategia de defensa no significa ponerlo en confrontación directa con la resistencia, sino empoderarlo para articular una visión de seguridad compatible con la estabilidad interna.
Según fuentes bien informadas, Hezbolá transmitió a Aoun una postura específica cuando el jeque Qassem indicó que «la decisión sobre la guerra y la paz está en manos del Estado». Esta es una concesión poco común que, si se aprovecha con prudencia, podría cimentar un consenso nacional.
Pero las mismas fuentes advirtieron que usar esta postura como arma para presionar a la resistencia podría fracturar al ejército: “Cualquier intento de usar esta posición como herramienta de presión podría conducir a una ruptura dentro del propio ejército, especialmente porque un tercio del mismo proviene de la comunidad de la resistencia”.
Un asunto interno, no un expediente extranjero
Fuentes de Hezbolá afirman: «El problema es libanés-libanés por excelencia, y debe seguir siéndolo. Las potencias extranjeras no tienen una solución mágica; solo buscan sus propios intereses. En cuanto a quienes apuestan por un papel estadounidense o francés para resolver el problema armamentístico, son delirantes y no comprenden la dinámica de los equilibrios internos».
Las fuentes subrayan que la amenaza de internacionalizar el asunto o convertirlo en un conflicto entre el ejército y la resistencia “no pasará”, y describen a quienes adoptan ese enfoque como “ingenuos o involucrados en un proyecto para derrocar al Estado”.
Contamos con un arsenal capaz de resistir una guerra de tres años, según las estimaciones de nuestros enemigos. Pero no queremos la guerra; queremos una alianza nacional. Nos negamos a permitir que el ejército se convierta en un adversario o una herramienta. El diálogo es el único camino, y aún hay tiempo para corregir errores.
El momento de ajuste de cuentas del Líbano
El Estado está profundamente fracturado: un gobierno impulsado por agendas externas, una presidencia que maniobra entre polos rivales, un primer ministro que se hace eco de demandas extranjeras y un movimiento de resistencia que traza una línea firme en torno a la soberanía y la doctrina de seguridad del país.
La confrontación ya no se trata solo de armas. Se trata de quién define al Estado libanés, quién lo protege y a quién sirve en última instancia. Cualquier intento de imponer una solución unilateral en la cuestión armamentística no solo violará el entramado constitucional, sino que corre el riesgo de desencadenar una implosión de la que ninguna institución saldrá indemne.