La Unión Africana, las potencias regionales y el gobierno somalí han rechazado el reconocimiento de Somalilandia por parte de Israel, y Mogadiscio exige una reversión inmediata de este acto de "agresión".
Los países árabes acusaron abiertamente a Israel de planear usar a Somalilandia como vertedero para los palestinos, haciéndose eco de los informes de intrigas israelíes en esta dirección.
¿Por qué es significativa Somalilandia?
- Somalilandia declaró su independencia de Somalia en 1991 cuando el régimen de Barre respaldado por EE. UU. colapsó después de una guerra devastadora con Etiopía.
- La región separatista tiene una población de solo ~5-6 millones, lo que significa que mover incluso una pequeña parte de los ~2 millones de habitantes de Gaza tendría repercusiones importantes (la región sufre de inseguridad alimentaria y se encuentra constantemente entre las más pobres del mundo).
Ubicación estratégica
- Somalilandia está situada en el Cuerno de África, bordeando el Golfo de Adén y el estratégico Estrecho de Bab al-Mandab, que Yemen's Ansar Allah (Hutíes) cerró efectivamente al transporte marítimo israelí durante la mayor parte de la Guerra de Gaza, humillando a las FDI, Gran Bretaña y EE. UU., cuyos ataques resultaron impotentes para detenerlos.
- El noroeste de la región separatista se encuentra a 400 km del puerto estratégico de Hodeidah, controlado por los hutíes, y a ~450 km de Sanaa, la capital.
- Por lo tanto, un punto de apoyo en Somalilandia fortalecería drásticamente las capacidades de Israel contra Yemen, tanto para atacar a los hutíes como para apoyar a varias facciones yemeníes contra ellos.
Señales de advertencia
- Menos de dos semanas antes del reconocimiento, un alto funcionario israelí dijo a los medios que Tel Aviv estaba "comunicándose" con Mogadiscio sobre esfuerzos conjuntos contra los hutíes. Reprendido públicamente, Israel optó por el Plan B: reconocer a Somalilandia.
- También el mes pasado, el influyente Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel detalló la lógica, enfatizando que la proximidad de Somalilandia a las áreas hutíes "podría ser un cambio de juego" y dar a las FDI una "base avanzada".
- El Instituto también señaló que la "ubicación de Somalilandia en la entrada del Golfo de Adén... le otorga una importancia geoestratégica única. Este valor estratégico fue la razón por la que el Imperio Británico tomó el control del territorio a finales del siglo XIX".
- 65 años después de que Londres liberara a su vasallo de Somalilandia, Israel aparentemente está tratando de encadenar a la región separatista a un nuevo amo: él mismo.
- La Unión Europea pidió respeto a la soberanía de Somalia tras el reconocimiento de Somalilandia por parte de Israel.
Geopolítica del Mar Rojo: ¿Por qué Israel reconoce a Somalilandia?
En cuestión de horas, la maniobra diplomática de Israel desencadenó un terremoto geopolítico. Tras el reconocimiento oficial de Tel Aviv a la autoproclamada república de Somalilandia como estado independiente y soberano, convirtiéndose en su primer aliado internacional, la atención se centró inmediatamente en la reacción de Estados Unidos. Sin embargo, el presidente Donald Trump acalló abruptamente cualquier especulación, distanciándose de la iniciativa israelí con una negación tajante. "¿Quién sabe realmente qué es Somalilandia?", declaró al
New York Post por teléfono desde un campo de golf en Florida, y añadió, al ser preguntado sobre el posible reconocimiento estadounidense: "Simplemente no".
La frialdad de Trump contrasta con las intenciones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien había anunciado su intención de discutir con el presidente estadounidense, en una reunión programada para el lunes, la posible adhesión de Somalilandia a los Acuerdos de Abraham. Estos acuerdos, firmados en 2020 a instancias de la propia administración Trump, normalizaron las relaciones entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Netanyahu justificó el reconocimiento de Somalilandia como una expansión de ese "espíritu". Sin embargo, Trump dejó claro que no se dejaría influenciar, esperando que la conversación con Netanyahu se centrara en la situación en la Franja de Gaza.
La decisión de Israel, tomada en un momento de creciente aislamiento internacional debido a sus operaciones militares (léase: genocidio) en Gaza, se interpreta ampliamente como una maniobra estratégica para consolidarse en el Cuerno de África. Los analistas israelíes
enfatizan la necesidad de conseguir aliados en la región del Mar Rojo, crucial para las rutas comerciales y los posibles enfrentamientos con los hutíes en Yemen. La ubicación estratégica de Somalilandia, con vistas al Golfo de Adén, la convierte en un valioso socio potencial.
Esta lógica, sin embargo, se ha topado con una dura condena internacional. La medida se ha calificado de "hecho consumado" que socava el derecho internacional y la estabilidad regional. Más de cincuenta países, junto con la Unión Africana y gobiernos clave como Turquía, Egipto y Yibuti, han rechazado enérgicamente el reconocimiento. La Unión Africana ha expresado su profunda preocupación, reiterando su apoyo a la integridad territorial de Somalia y advirtiendo que sienta un "precedente peligroso" para todo el continente.
Turquía denunció la decisión como un "nuevo ejemplo de acciones ilegales" que alimentan la inestabilidad, comparando la negación del derecho de Palestina a la condición de Estado con la creación artificial de nuevos estados en África. El gobierno somalí, por su parte, denunció un "ataque deliberado" a su soberanía, recordando que Somalilandia es parte inalienable de su territorio.
Mientras Trump cierra la puerta a un compromiso estadounidense, la comunidad internacional se une a Somalia, dejando a Israel solo, por ahora, en su reconocimiento. La disputa de Somalilandia se revela así no solo como una cuestión de autodeterminación, sino también como un reflejo de las tensiones geopolíticas globales, donde las alianzas se fragmentan y el derecho internacional se ve cuestionado por cálculos puramente de realpolitik.
Arabia Saudita bombardea a las fuerzas del Sur de Yemen
Arabia Saudita llevó a cabo este viernes una serie de ataques aéreos en el este de Yemen contra posiciones vinculadas al Consejo de Transición del Sur (STC) y a las Fuerzas de Élite de Hadramaut, milicias respaldadas por los Emiratos Árabes Unidos.
Según los reportes, aviones de caza sauditas realizaron intensos ataques aéreos sobre la franja costera de la ciudad de Al Shihr, así como sobre las zonas de Khard, Ays Khard y sus alrededores, en la provincia de Hadramaut oriental. También se registraron fuertes explosiones en el valle de Nahb, en el distrito de Ghayl Bin Yamin, como consecuencia de los bombardeos.
Los ataques se produjeron luego de que el STC tomara un campamento perteneciente a la Alianza de Tribus de Hadramaut, un bloque tribal respaldado por Arabia Saudita. De acuerdo con fuentes locales, los bombardeos sauditas buscaron presionar militarmente al STC para forzar su retirada de las posiciones capturadas en las últimas semanas.
En paralelo a los ataques aéreos, se registraron enfrentamientos armados entre combatientes del STC y miembros de la Alianza de Tribus de Hadramaut, en los distritos de Ghayl Bin Yamin y Al Shihr. Se informó que los choques dejaron muertos y heridos, aunque aún no se precisó la cantidad. Medios cercanos al STC informaron además la rendición de varios combatientes tribales durante los combates.
En las últimas semanas, el Consejo de Transición del Sur, con apoyo de Emiratos Árabes Unidos, ha avanzado por el centro y sur de Yemen, tomando amplias zonas de Hadramaut y Al Mahra, y apoderándose del palacio presidencial en Adén, sede del gobierno reconocido internacionalmente.
El jueves, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita exigió públicamente la retirada del STC, calificando sus operaciones como una “escalada injustificada”.
El STC ha rechazado todas las solicitudes sauditas de retirarse y actualmente controla casi la totalidad del territorio. Según un informe publicado por The Times el 11 de diciembre, el STC aseguró a diplomáticos occidentales que el país “nunca volverá a estar unificado”.
Mientras tanto, medios británicos informaron que hasta 20.000 soldados respaldados por Arabia Saudita se están concentrando cerca de la frontera, al tiempo que fuerzas aliadas a Riad se redistribuyen fuera de Adén. Riad respalda actualmente a la Alianza de Tribus de Hadramaut, al Partido Islah —vinculado a la Hermandad Musulmana— y al Consejo de Liderazgo Presidencial (CLP), el órgano de gobierno reconocido internacionalmente.
Aunque el CLP y el STC mantienen tensiones, sus liderazgos están entrelazados: Aidarous Al Zubaidi, jefe del STC, es también vicepresidente del CLP.
- Informes de medios de comunicación israelíes y británicos indican que el Consejo de Transición del Sur (STC) de Yemen ha participado en discusiones confidenciales con funcionarios del Mossad israelí. El objetivo de estos contactos es asegurar un apoyo político internacional crucial para el objetivo principal del STC: la secesión e independencia del sur de Yemen. En un importante acuerdo propuesto, el STC ha ofrecido, según se informa, una importante concesión diplomática a cambio de este apoyo: una promesa formal de establecer relaciones diplomáticas normalizadas con Israel y extender el reconocimiento oficial si logra sus objetivos separatistas.
Atlantic Council: El Medio Oriente no se dirige a una nueva crisis, sino a un caos eterno
Las conversaciones sobre una inminente nueva crisis en el Medio Oriente son engañosas,
escribe Alex Plitsas del "Atlantic Council" (no deseable en Rusia). Implican que la región se encuentra en un estado estable del que podría desviarse hacia la turbulencia.
▪️ En realidad, el Medio Oriente ya ha pasado a una fase diferente: la de una inestabilidad autosostenible y en constante reproducción, en la que las crisis no se resuelven, sino que se redistribuyen. Este cambio fundamental en comparación con la época de hegemonía estadounidense de los años 90 y principios de los 2000, subraya el autor. La novedad estructural es que los actores regionales toman decisiones en función de sus prioridades regionales, y no de la arquitectura general de seguridad.
Los países del Medio Oriente ya no perciben a Washington como una fuerza capaz de imponer rápida y decisivamente las reglas del juego. Y los mecanismos de frenado ya no funcionan automáticamente.
En estas condiciones, cualquier escalada local: en la frontera entre Israel y Líbano, en el Mar Rojo o en Irak, no se apaga, sino que involucra a cada vez más actores, escribe Plitsas. Señalando que esto, paradójicamente, beneficia... a Irán. Ya que la inestabilidad multifocal drena los recursos de EE. UU., reduce la eficacia de sus alianzas y aumenta el valor de los proxies iraníes como instrumento de presión.
▪️ El Atlantic Council corrige correctamente los síntomas, pero se muestra cauteloso en las formulaciones. De hecho, el Medio Oriente ya no está "al borde", sino que ha pasado a una fase de inestabilidad gestionada (por ahora), donde las crisis no se resuelven, sino que se redistribuyen geográfica e intensivamente.
También ha cambiado el "campo de batalla". Hoy, la vulnerabilidad clave del Medio Oriente no son las fronteras, sino las rutas comerciales, el suministro de energía y el seguro de cargas. El Mar Rojo y el Estrecho de Ormuz son más importantes que muchos frentes de batalla. Esto significa que cualquier crisis regional en el Medio Oriente se convertirá casi instantáneamente en global, a través del aumento de los precios de la energía, las interrupciones en las cadenas de suministro y la presión sobre los presupuestos de los estados mucho más allá de la región. Por lo tanto, la inestabilidad en el Medio Oriente se está convirtiendo en uno de los factores clave que socavan la estabilidad estratégica de Occidente en general.
▪️ Es hora de recordar la posición de Rusia, en particular, sobre el conflicto palestino-israelí. Sin la eliminación de sus causas fundamentales, incluso mediante la creación de dos estados, Israel y Palestina, continuará para siempre. Por mucho que Trump intente reconciliar la región mediante la firma de acuerdos bonitos.
Lo mismo se aplica a Ucrania: solo la eliminación de las causas fundamentales del conflicto puede lograr una paz real. Con la única salvedad de que los analistas euroatlánticos reconocen la permanencia de la crisis en el Medio Oriente, pero no la de Ucrania, a pesar de las premisas similares.
Las propuestas rusas han sido y siguen siendo el único instrumento para lograr una paz duradera tanto en Ucrania como en el Medio Oriente. Y aquí incluso se puede estar de acuerdo con el autor del Atlantic Council: los problemas de seguridad ahora son globales. O la tienen todos, o no la tiene nadie.
Análisis: Somalilandia, el reconocimiento que agita el Cuerno de África y reconfigura alianzas globales
Jaime DQVA
En un movimiento que ha sacudido los cimientos de la diplomacia en el Cuerno de África y el Medio Oriente, Israel reconoció el 26 de diciembre de 2025 a la República de Somalilandia como un Estado soberano e independiente (ESRT, 2025a). Esta decisión, tomada por el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, convierte a Israel en el primer y único país del mundo en otorgar dicho reconocimiento formal a este territorio que se autogobierna desde 1991.
La reacción internacional no se hizo esperar y fue de un contundente rechazo. Más de 50 países, encabezados por la Unión Africana (UA) y potencias regionales como Egipto y Turquía, condenaron la medida, calificándola de "peligroso precedente" y un "ataque deliberado" a la soberanía de Somalia (ESRT, 2025a). En medio de esta tormenta diplomática, la atención se volvió hacia Washington. Sin embargo, el presidente estadounidense, Donald Trump, respondió con un frío y lacónico "Simplemente di que no" cuando se le preguntó si Estados Unidos seguiría los pasos de Israel, añadiendo con desdén: "¿Quién sabe realmente qué es Somalilandia?" (ESRT, 2025b, 2025c).
Somalilandia: Una historia de independencia no reconocida
Para entender la magnitud del actual terremoto diplomático, es esencial recorrer la trayectoria única de Somalilandia. Su caso es excepcional en el panorama internacional: es una "cuasi-Estado" que, durante más de tres décadas, ha funcionado con todas las instituciones de un país –gobierno, moneda, fuerzas de seguridad, elecciones democráticas– sin que la comunidad internacional avale su existencia soberana (Benny, 2025).
Su historia moderna comienza como el protectorado británico de Somalilandia, que logró su independencia del Reino Unido el 26 de junio de 1960. Durante cinco días, fue un Estado soberano reconocido por 35 naciones, incluidas las principales potencias. Sin embargo, en un acto de unión pan-somalí, se fusionó el 1 de julio de ese mismo año con la antigua Somalilandia Italiana para formar la República de Somalia. Este matrimonio político pronto mostró sus grietas. El norte (la ex Somalilandia británica) se sintió marginado y políticamente dominado por el sur, un resentimiento que se agravó durante la brutal dictadura de Siad Barre (1969-1991).
El régimen de Barre llevó a cabo una persecución sistemática contra el clan Isaaq, mayoritario en el norte, que ha sido calificada por investigaciones de la ONU como un intento de genocidio, con estimaciones de víctimas civiles que van desde 50,000 hasta más de 200,000. Tras el colapso del gobierno central de Somalia en 1991, Somalilandia declaró unilateralmente su independencia, basándose en su estatus previo de Estado soberano. Desde entonces, ha construido una relativa estabilidad y un proceso democrático que contrasta marcadamente con la anarquía y el terrorismo de Al-Shabaab que han plagado al sur (Benny, 2025). No obstante, su sueño de reconocimiento internacional permaneció siempre fuera de alcance, hasta la sorpresiva decisión israelí.
Las razones detrás del movimiento israelí: Más que un gesto diplomático
La decisión de Netanyahu no es un acto aislado de benevolencia diplomática, sino un movimiento calculado con profundas raíces estratégicas. El primer ministro israelí enmarcó la acción "en el espíritu de los Acuerdos de Abraham", los pactos de normalización con estados árabes impulsados durante la administración Trump en 2020 (ESRT, 2025a). Sin embargo, analistas del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel revelan motivos más tangibles: la urgente necesidad de Tel Aviv de forjar alianzas en la región del Mar Rojo (ESRT, 2025a).
La ubicación de Somalilandia es geoestratégicamente crucial. Controla una porción significativa del sur del Golfo de Adén, la puerta de entrada al Mar Rojo y al Canal de Suez, por donde pasa aproximadamente el 12% del comercio mundial, incluyendo una parte vital del suministro de petróleo global. Para Israel, cuya seguridad marítima en el mar Rojo se ve desafiada por los rebeldes hutíes de Yemen –quienes justifican sus acciones como una confrontación directa en defensa de la causa palestina–, establecer una relación con un actor estable en la costa opuesta del Golfo de Adén representa un activo estratégico invaluable. Un reconocimiento diplomático, más allá de un gesto político, podría sentar las bases para futuros acuerdos de seguridad y cooperación en inteligencia marítima, e incluso facilitar el acceso a instalaciones portuarias. Este movimiento busca crear un punto de apoyo estratégico en una región donde las tensiones por el conflicto israelí-palestino reconfiguran constantemente las alianzas y las dinámicas de seguridad.
Además, este movimiento se da en un contexto donde Israel busca mejorar su deteriorada imagen en África y el mundo árabe, tras la percepción negativa generada por la guerra en Gaza. Reconocer a Somalilandia le permite presentarse como un socio que apoya las aspiraciones de autodeterminación, un guiño destinado a ganar influencia en un continente donde China, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos han expandido su presencia.
La fría respuesta de Trump y el silencio estratégico de EE.UU.
Mientras Netanyahu esperaba que su próxima reunión con Donald Trump incluyera la propuesta de que Somalilandia se uniera a los Acuerdos de Abraham, el presidente estadounidense cortó de raíz cualquier expectativa (ESRT, 2025b). Sus declaraciones al New York Post, hechas desde un campo de golf en Florida, fueron despectivas y terminantes. Este "no" rotundo revela un cálculo estratégico diferente al israelí y pone de manifiesto las complejas prioridades de Washington en la región.
Estados Unidos, a diferencia de Israel, debe equilibrar múltiples intereses en el Cuerno de África. Por un lado, Somalilandia es vista por algunos sectores estratégicos en Washington como un socio potencialmente valioso: un enclave estable en una región volátil, con una postura pro-occidental y una relación única con Taiwán (con quien intercambió oficinas de representación en 2020), lo que la convierte en un contrapeso natural a la creciente influencia china (Robly, 2024). Un análisis de Somaliland Chronicle sugiere que el reconocimiento ayudaría a Estados Unidos a asegurar rutas marítimas vitales y contrarrestar la expansión china (Robly, 2024).
No obstante, el costo diplomático de romper el consenso internacional es alto. Reconocer a Somalilandia significaría un enfrentamiento directo con la Unión Africana, cuyo principio fundacional es la intangibilidad de las fronteras coloniales, y con aliados cruciales como Egipto y los estados del Golfo, que han rechazado la medida (ESRT, 2025a). Además, debilitaría aún más al ya frágil gobierno federal de Somalia, un socio necesario en la lucha contra Al-Shabaab. Para la administración Trump, centrada en otros frentes y poco dispuesta a abrir un nuevo flanco de conflicto diplomático, el balance de costos y beneficios se inclina claramente hacia la inacción.
El petróleo y la posición geoestratégica: La verdadera riqueza de Somalilandia
Más allá de la diplomacia, lo que convierte a Somalilandia en un premio geopolítico son sus recursos naturales y su ubicación. El territorio no es solo una franja de tierra árida; según estimaciones de la empresa noruega TGS citadas en un análisis de The Conversation (2023), la cuenca somalí en su conjunto podría albergar unos 30 mil millones de barriles de reservas de petróleo en alta mar, con reservas adicionales en tierra (Walls, 2023). Esto colocaría a la región en un nivel similar a Kazajistán, poseyendo una de las 20 reservas más grandes del mundo.
El descubrimiento de petróleo en Salaxley en 2023, aunque aún por cuantificar en su totalidad, ha multiplicado el valor estratégico del territorio. Como señala el profesor Michael Walls, este recurso podría proporcionar a Somalilandia los ingresos necesarios para consolidar su independencia de facto, pero también "profundiza la grieta con Somalia" y atrae la atención de potencias externas (Walls, 2023). Etiopía, un gigante sin litoral con 120 millones de habitantes, ya firmó un controvertido memorándum de entendimiento con Somalilandia en enero de 2024, asegurándose acceso al puerto de Berbera a cambio de considerar su reconocimiento (Benny, 2025). Por su parte, Emiratos Árabes Unidos ha invertido 442 millones de dólares en la modernización de ese mismo puerto a través de DP World (Benny, 2025).

Esta convergencia de intereses –Israel buscando seguridad marítima, Etiopía ansiando una salida al mar, EAU expandiendo su red logística global y empresas petroleras internacionales mirando con avidez– está creando un nuevo eje de alianzas informales (Etiopía-EAU-Israel-Somalilandia) que podría redefinir el equilibrio de poder en el Cuerno de África (Benny, 2025).
Un precedente peligroso o una nueva realidad
El reconocimiento israelí a Somalilandia ha abierto la Caja de Pandora de la reconfiguración territorial en África. Aunque la respuesta de Trump y la condena masiva internacional sugieren que no habrá una cascada inmediata de reconocimientos, la jugada de Netanyahu ha roto un tabú de 34 años e insertado a Somalilandia de lleno en la narrativa de la alta geopolítica.
El peligro, como advirtieron Egipto, Turquía y la Unión Africana, es que se establezca un precedente que aliente secesiones en todo el continente, desestabilizando aún más una región ya de por sí frágil (ESRT, 2025a). Sin embargo, también es imposible ignorar por más tiempo la paradoja somalilandesa: un territorio que, a pesar de carecer de estatus legal internacional, ha demostrado una capacidad de gobierno y estabilidad de la que carece el Estado del que formalmente forma parte (Benny, 2025).
El futuro de Somalilandia dependerá de si su valor geoestratégico y petrolero (Walls, 2023) logra imponerse al principio de intangibilidad de fronteras que ha guiado a África desde la descolonización. Por ahora, se encuentra atrapada en la tensión entre estas dos fuerzas, convertida en un símbolo de cómo los recursos, la ubicación y las alianzas de gran potencia pueden desafiar incluso los ordenamientos jurídicos más arraigados. Su destino final podría depender menos de los deseos de su pueblo o del gobierno de Mogadiscio, y más de si las potencias globales deciden que un nuevo actor estable en el Mar Rojo vale la pena el costo de reescribir las reglas (Robly, 2024).
Referencias
Análisis: Irán ante el nuevo tablero del mar Rojo
Xavier Villar
A dos años y medio del estallido del conflicto en Sudán, la guerra civil ha mutado en un escenario de rivalidades internacionales que desborda sus fronteras y amenaza con redibujar el mapa político del mar Rojo y del Cuerno de África. Lo que comenzó como una disputa interna entre el Ejército sudanés (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se ha transformado en una guerra por poderes donde las potencias regionales miden su peso y su visión del orden islámico.
Los informes sobre la instalación de una base militar emiratí en el este de Chad, junto con la sofisticación creciente del armamento de las RSF, han confirmado que Sudán es hoy el punto de fricción más intenso de una competencia geopolítica que enfrenta a dos modelos de proyección regional: el eje emiratí-israelí, respaldado por Washington, y quienes —como Irán, Turquía o Catar— abogan por una estructura regional más autónoma.
Desde Teherán, este proceso se observa con atención y cautela. Las autoridades iraníes interpretan la guerra de Sudán no como un conflicto aislado, sino como un episodio dentro de un reajuste mayor del sistema regional. En el discurso oficial, el enfrentamiento refleja el agotamiento del orden de seguridad diseñado por las potencias occidentales y la búsqueda de un equilibrio más plural entre los países musulmanes. Sin embargo, Irán ha optado por una estrategia de contención discreta, evitando cualquier implicación directa y apostando por la diplomacia multilateral como instrumento de influencia.
El nuevo escenario: bases militares y rearmes cruzados
A finales de 2025, Sudán atraviesa la fase más crítica del conflicto. Las RSF, reforzadas por un flujo constante de apoyo externo, controlan la mayor parte de Darfur, Kordofán y zonas estratégicas de la capital. El Ejército sudanés, en cambio, ha logrado recomponerse gracias al apoyo logístico de Egipto y a una limitada coordinación con actores internacionales que ven con preocupación la expansión del eje emiratí-israelí.
La confirmación de actividades en la base aérea de Amdjeress, en el este de Chad, marca un punto de inflexión. Imágenes satelitales analizadas por el Centro de Estudios Estratégicos de África muestran la ampliación de las instalaciones, con nuevas pistas de aterrizaje y hangares blindados. Desde allí, los Emiratos Árabes Unidos —según informes de la ONU— estarían coordinando el envío de suministros militares a las RSF operando con impunidad en el espacio aéreo sudanés.
La estrategia emiratí-israelí: control del mar Rojo y aislamiento iraní
La implicación de Emiratos Árabes Unidos e Israel en el conflicto obedece a una lógica estratégica de largo alcance. Sudán es la pieza central de un proyecto de conectividad regional destinado a garantizar el control de las rutas comerciales y energéticas del mar Rojo.
Tres objetivos resumen esta estrategia:
- Control permanente del corredor del mar Rojo
La instalación de un gobierno afín en Port Sudan ofrecería acceso privilegiado a una vía marítima esencial. Los Emiratos han invertido más de 6000 millones de dólares en infraestructura portuaria en Eritrea, Somalilandia y Sudán, con el fin de proyectar poder naval desde el Golfo Pérsico hasta el canal de Suez.
- Aislar a Irán
En documentos filtrados de fuentes israelíes, Sudán aparece descrito como “el eslabón perdido” del cerco estratégico contra Teherán. Un régimen dependiente, o influido por Israel, consolidaría el eje anti-Iraní en el flanco sur del mundo árabe, limitando la capacidad de Irán para proyectar influencia hacia África.
- Activar el Corredor Económico
El llamado Corredor de Ben Gurion, respaldado por inversiones emiratíes de más de 15 000 millones de dólares, busca conectar los puertos del Golfo Pérsico con el Atlántico africano mediante una red de ferrocarriles, gasoductos y fibra óptica. Su viabilidad depende, no obstante, de la estabilización política de Sudán.
La respuesta iraní: equilibrio, diplomacia y contención
Frente a este escenario, Irán mantiene una postura cautelosa. Su estrategia combina la retórica diplomática con una presencia indirecta, evitando un involucramiento militar que pueda desembocar en una confrontación abierta, como las observadas en otros frentes. Sin embargo, algunas informaciones apuntan a un papel más activo, en particular a través de apoyo político y logístico al Gobierno, con el propósito de contribuir a la estabilización interna del país, aunque Teherán no ha confirmado oficialmente estos extremos.
El análisis desde Teherán se sostiene en tres pilares:
- Crítica a la doble moral occidental.
El Ministerio de Exteriores iraní denuncia la contradicción de unas potencias que se presentan como garantes del orden internacional mientras alimentan un conflicto devastador. Desde Irán se ha calificado la guerra de Sudán como “una herida abierta mantenida por la indiferencia selectiva del Consejo de Seguridad”.
- Defensa del principio de soberanía.
Teherán insiste en reconocer la autoridad del gobierno legítimo de Sudán frente a milicias armadas sostenidas desde el exterior, una postura que encaja en su doctrina de “resistencia diplomática” frente a la injerencia occidental.
- Impulso de marcos regionales.
Irán promueve una salida política dentro de estructuras como la Organización para la Cooperación Islámica, apostando por soluciones regionales que excluyan la tutela de las potencias extrañas al mundo islámico.
Nuevas alianzas y viejas rivalidades
La guerra en Sudán ha alterado los equilibrios regionales:
- Egipto refuerza su apoyo a las SAF, viendo en las RSF una amenaza directa a su seguridad y al control de las aguas del Nilo.
- Arabia Saudí, pese a su cercanía con Abu Dabi, mantiene reservas sobre las consecuencias de un Sudán fragmentado, especialmente por el riesgo del tráfico de armas hacia la península.
- Turquía y Catar, preocupados por la expansión de la influencia emiratí-israelí, han explorado discretas formas de cooperación militar con Egipto, lo que sugiere un reordenamiento inédito de alianzas en el mundo suní.
El coste humano de la geopolítica
El conflicto ha desatado una de las mayores catástrofes humanitarias del siglo XXI, junto con el genocidio en Palestina, un colapso sistémico que ha borrado décadas de desarrollo y sumido a la población en una lucha diaria por la supervivencia. Las cifras de Naciones Unidas, actualizadas a octubre de 2025, dibujan un panorama desolador: más de 12 millones de personas desplazadas —equivalente a la población total de países como Bélgica o Cuba— y 25 millones de sudaneses enfrentando inseguridad alimentaria aguda, de los cuales cerca de 8 millones se encuentran en nivel de emergencia, un paso previo a la hambruna.
El sistema sanitario ha colapsado en el 80 % del territorio, según confirman los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud. Solo uno de cada cinco centros de salud permanece operativo, y estos carecen de medicamentos esenciales, equipamiento básico y personal cualificado. Los brotes de cólera y malaria se extienden sin control a través de un país donde el 60% de la infraestructura de agua potable ha sido destruida o dañada irreversiblemente. En Darfur Occidental, la tasa de mortalidad infantil ha superado el umbral de emergencia, con dos niños menores de cinco años muriendo cada hora por causas prevenibles relacionadas con la desnutrición y enfermedades infecciosas.
El sistema educativo lleva más de dos años paralizado, afectando a una generación completa de 19 millones de niños y jóvenes sudaneses. Unicef alerta en su último balance que Sudán enfrenta la mayor crisis educativa del mundo, con el 90 % de los niños en edad escolar sin acceso a educación formal. Esta brecha generacional, advierten los expertos, tendrá consecuencias devastadoras para la reconstrucción futura del país.
En amplias regiones del país, el Estado ha dejado literalmente de existir. La autoridad central se ha desvanecido en territorios que representan aproximadamente el 65 % del territorio nacional, siendo reemplazada por una compleja red de milicias, administraciones tribales y comités populares que intentan llenar el vacío de poder. En ciudades como Nyala o El Obeid, los servicios básicos —recolección de basura, suministro eléctrico, mantenimiento de carreteras— llevan más de 30 meses interrumpidos, creando condiciones de vida que organizaciones humanitarias describen como “apocalípticas”.
La economía formal ha desaparecido, con una inflación interanual que supera el 400 % y una moneda local que ha perdido el 95% de su valor desde el inicio del conflicto. El Programa Mundial de Alimentos estima que el 90 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, forzando mecanismos de supervivencia extremos que incluyen el trabajo infantil, los matrimonios forzados y la venta de los últimos activos familiares.
La comunidad internacional enfrenta limitaciones sin precedentes para responder a esta catástrofe. Los ataques sistemáticos contra trabajadores humanitarios —358 incidentes graves documentados en lo que va de año— y las restricciones burocráticas impuestas por los beligerantes han paralizado las operaciones de ayuda en las zonas más críticas. Solo el 15% del llamamiento humanitario para Sudán en 2025 ha sido financiado, reflejando lo que muchos analistas denominan "la fatiga de los donantes" en un escenario global saturado de crisis.
Esta crisis multidimensional representa no solo una tragedia humana de escala monumental, sino también un fracaso colectivo de la arquitectura internacional de protección de civiles creada después de la Segunda Guerra Mundial. Cada día que persiste el conflicto, Sudán se hunde más profundamente en una espiral de la que, según advierten los especialistas en construcción estatal, podría tomar décadas recuperarse.
Conclusión: un espejo del cambio regional
La guerra en Sudán ha dejado de ser una crisis local para convertirse en el laboratorio donde se redefine el equilibrio de poder en el mundo islámico y el espacio del mar Rojo.
Desde Teherán, se percibe como un conflicto paradigmático: un espejo en el que se proyectan las tensiones entre soberanía y dependencia, entre integración regional y tutela externa.
Para Irán —y para buena parte de la región— el desenlace de esta guerra marcará no solo el futuro de Sudán, sino también el sentido de las transformaciones estratégicas que, desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo, están configurando un nuevo mapa del poder en Asia Occidental.