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NÚMERO 163. ‘Caso Rato’: Montoro le ha pegado un tiro en el pie al PP en plena carrera electoral

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
domingo 26 de abril de 2015, 20:24h

No vamos a entrar en el fondo de la cuestión; es decir, si Rodrigo Rato es o no es culpable de algún delito dentro del frangollo económico y fiscal en el que, según lo visto y leído estos días en los medios informativos, se ha metido él solito, con una torpeza que no deja de asombrar a propios y extraños. Allá se las componga, como vienen a decir ahora los prebostes del PP tratando de que su tema “personal” no incida en el hundimiento electoral del partido.

Pero esa es una aspiración imposible. Habrá coste en las urnas y grande, porque, una vez más -como en el ‘caso Gürtel-Bárcenas’-, el PP se ha mostrado incapaz de gestionar una situación de crisis con un mínimo de sentido común. Aunque el problema haya podido ser insoslayable, es evidente que su tratamiento se podría haber modulado desde el poder dado que los actores implicados están bajo la disciplina gubernamental y que, con toda seguridad, los técnicos implicados han informado día a día a sus superiores políticos de lo que sucedía y se iba conociendo al respecto.

Lo suyo, una vez detectada la delicada situación de Rato tras haberse acogido a la amnistía fiscal, y convertirse en uno de los 715 evasores que entre los 32.000 acogidos a la misma han terminado siendo objeto de investigación especial por parte de la Agencia Tributaria (y no hace falta profundizar en las razones que puedan o no justificarla), era haber ‘craneado’ un poco el tema. Porque si en efecto había un problema que era o podía ser políticamente nocivo, lo importante era tratarlo no a lo loco, que es lo que se ha hecho, sino con un poco más de inteligencia y hasta con un cierto aprovechamiento de imagen para el Gobierno si ante la opinión pública se hubiera presentado de otra forma.

Montoro no está precisamente llamado por Dios a entender lo que es el mundo de la imagen y la comunicación. Y, por lo que parece, la Presidencia del Gobierno -con los medios de comunicación estatales detrás- tampoco.

De entrada, no deja de ser reprobable que Aduanas, la Agencia Tributaria o quien fuere (en definitiva Hacienda) montara el bochinche que se montó con la presencia masiva de la prensa en el domicilio del interfecto (gracias a un filtraje informativo que tiene toda la traza de originarse como ‘fuego amigo’) y con la innecesaria escenografía de su ‘detención’, como si Rato fuera el ‘hombre del saco’ o el Al Capone español. Lo que por supuesto no impide que caiga sobre él todo el peso de la ley.

Pero estando claro que el linchamiento mediático de Rato se endosaría acto seguido al debe del PP, porque Rato es uno de los suyos y muy importante, peor todavía es que el presidente del Gobierno se enterara del ‘mogoñoño’ por la prensa, o en el mejor de los casos por una llamada del ministro de Justicia, Rafael Catalá, que a su vez se enteró gracias a un aviso de la Fiscalía General del Estado ‘a toro pasado’. Y todo eso mientras el ínclito Montoro se fumaba un puro pensando que su operación de acoso y derribo contra Rato, su antiguo jefe y otrora amigo íntimo, era una muestra más de su genialidad política.

A Montoro le ha pasado, ni más ni menos, lo que le pasaba a Jerry Lewis actuando en el papel del ‘profesor Chiflado’ o al propio Quijote cervantino: sabían lo que querían pero no lo que hacían. Y por eso, una vez con el lío montado, al Gobierno no le ha quedado más remedio que tratar de ponerse penosamente ‘a la cabeza de la manifestación’, que dirían los clásicos de la política, pero tarde, cuando ya estaba ocupada por la oposición.

A Montoro, puesto a ser el paladín de la lucha contra la evasión fiscal en vez del su benefactor, no se le ocurrió algo tan simple como meter a Rato en un paquete más amplio que incluyera los casos más sangrantes, que tendrá para escoger y revolver -según él mismo ha insinuado- con gente de otros colores políticos, y poner firmes a todos a la vez ante la ciudadanía. O incluso coger el toro por los cuernos y presentar en rueda de prensa la ejemplar acción investigadora de la Agencia Tributaria con todas sus consecuencias, dando traslado a la Fiscalía de todo lo que supusiera un indicio delictivo, de forma que los primeros sorprendidos hubieran sido los medios informativos, en vez de ser los reventadores del tema.

‘Saber para vencer’, como decía el lema del antiguo CESID, hoy convertido en el CNI y dependiente directamente de la Presidencia del Gobierno, llevada también al extremo del ridículo y la inoperancia. Porque ¿qué han conocido, opinado y recomendado al respecto los sabios asesores del presidente Rajoy, con su vicepresidenta para todo a la cabeza…? ¿Y qué ha dicho el gurú Arriola…? Pues nada de nada.

El listillo Montoro la ha pifiado bien pifiada, dejando que gentes diversas de su ministerio montaran la que han montado, con aviso previo a la prensa (para liarla era suficiente el chivatazo a un solo medio digital -VozPópuli- y que lanzará la noticia de forma inmediata en la Red). Y, a continuación, ‘Delenda est Carthago’, es decir provoquemos un terremoto con razón o sin ella.

Lo de Montoro, que es lo del Gobierno, no tiene nombre. Puestos a liquidar torpemente a Rato de forma tan canallesca y en plena campaña electoral, hágase a las claras, con luz y taquígrafos y mucho antes -que tiempo ha tenido-, para vender la cacareada imagen de transparencia gubernamental y de la lucha contra la corrupción que, de verdad, no llega al público por ningún lado.


Ahora, la imagen del PP queda doblemente dañada. Porque uno de los suyos, ciertamente notable aunque se le repudie después de haber sido vicepresidente de un gobierno popular en dos legislaturas seguidas, y haberle situado en la gerencia del Fondo Monetario Internacional y en la presidencia de Bankia, ha caído de lleno en la evasión fiscal que es lo más deleznable para un ex factótum económico del Gobierno. Y porque éste no ha sabido gestionar el caso y, peor todavía, por utilizarlo para dispararse en un pie en plena carrera electoral (el otro ya lo tiene destrozado con su financiación ilegal y el reparto de sobres con dinero negro).

Ni Abundio -el que vendió el coche para comprarse gasolina- lo habría hecho peor. Por eso se entiende perfectamente que desde el PP se reproche al Gobierno tanta descoordinación en el tratamiento del ‘caso Rato’ y, en definitiva, tanta torpeza política.

Y si lo de Montoro es de auténtica traca, lo del director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, es de película de terror. A nadie, salvo a un suicida político, se le ocurre acudir a la Comisión de Hacienda del Congreso de los Diputados para, en relación con los 715 investigados por supuesto fraude fiscal, afirmar ante sus señoría: “Dispongo de todos los datos y son la repera, la repera patatera".

Lo dijo con luz y taquígrafos de por medio y con las fieras de la prensa copiándole pluma en ristre. A ver quién es el guapo que explica ahora lo que hay detrás de la frasecita, cómo, dónde y cuándo…

Ernesto Ekaizer escribía en El País que más allá del recorrido de la investigación, el juguete Rato explotó en las manos a Montoro/Clouseau”. Y Victoria Prego en El Mundo que lo de Rato era una bomba de neutrones que dejaría intacta las estructuras del PP, pero sin nadie vivo dentro.

Ahora, gracias a Montoro y a la renuencia de Rajoy para remodelar su equipo ministerial aprovechando las elecciones europeas de mayo de 2014, por ejemplo, ‘la repera patatera’ anunciada por el director de la Agencia Tributaria terminará en manos de la prensa, convertida en más munición de grueso calibre contra el PP (¿lo de Vicente Martínez-Pujalte y lo de Federico Trillo no sale de ahí?). No es de extrañar, pues, que dentro del partido estén hartos de Mariano y sus ‘marianitos’.

Fernando J. Muniesa