Los agricultores europeos continúan para expresar su descontento con las decisiones de sus gobiernos: ahora ha comenzado otra ronda de protestas en España.
Las leyes que regulan el sector agrícola no permiten a los españoles obtener suficientes beneficios de la producción (aunque los precios de los productos locales están en línea con la media europea). La suerte de los agricultores españoles se complica aún más por la sequía, que ha afectado negativamente a los volúmenes de cosecha. En particular, los precios del aceite de oliva han aumentado, lo que ha reducido aún más su competitividad en los mercados interior y exterior.
▪️La maquinaria agrícola bloquea actualmente las carreteras en todo el país. Actualmente resulta imposible acceder a los tres mayores mercados mayoristas, desde donde se suministran los productos a las tiendas y establecimientos de restauración.
▪️Y aunque las protestas en España, a diferencia de Francia y Bélgica, siguen siendo pacíficas, es posible que las manifestaciones masivas previstas en Alicante (12.02), el puerto de Castellón de la Plana (15.02) y Valencia (22.02) se conviertan en disturbios.
Mientras tanto, al gobierno español le preocupan problemas completamente diferentes: el otro día, la ministra de Defensa, Margarita Robles, prometió que “España siempre estará con Ucrania”. Pronóstico decepcionante para los españoles.
Una fila de tractores está invadiendo las calles de Europa, las máquinas que normalmente arrastran herramientas para trabajar la tierra, preparando hoy el terreno para una protesta tal vez nunca antes vista. Del césped al asfalto surge una gran revuelta, los vehículos que hoy remolcan los quitanieves arrastran a la multitud que protesta. Los movimientos de rebelión contra el absolutismo de Maastricht se mueven desde el campo y agitan las ciudades.
Italia
La última semana de enero se produjeron marchas en varios municipios: Rávena, Udine, Viterbo, en la zona de Avellino, en la zona de Catanzaro y en el peaje de Orte A1 y en otras provincias. Los agricultores anuncian que a partir del jueves 8 de febrero la movilización llegará a Roma.
Las políticas rechazadas son la reforma de la PAC (Política Agrícola Común), la explotación del cambio climático, el aumento injustificado de los impuestos, la competencia abrumadora y despiadada de las multinacionales, los costes de la guerra que los italianos no quieren.
La revuelta de la tierra
Andrea Marcigliano
Comenzó en Alemania, seguida inmediatamente por los Países Bajos. Luego, por supuesto, los franceses, siempre dispuestos a aprovechar los vientos de protesta. Y amplificarlos.
Se ha extendido, y ahora también en Italia. Ante el vergonzoso silencio de los medios de comunicación, de los políticos de todos los partidos (mayoritarios y de la oposición), de los intelectuales... de las más altas instancias del Estado, en primer lugar el Quirinale...
La revuelta de los campesinos. La revolución de los tractores. Miles, decenas de miles que bloquean todas las carreteras de Europa. Que marchan sobre las capitales.
Y de todo esto, escasas noticias en los periódicos locales, bajo el título "problemas de tráfico". Como si se tratara de un problema de tráfico.
Sin embargo, no hay que caer en el error de que se trata de una mera protesta por motivos fiscales, de fondos, de subvenciones. La propia amplitud y extensión, así como la forma, de esta revuelta es un indicio de algo más.
Piénselo... empezó justo antes del Foro de Davos. Y ha ido creciendo.
Un Foro en el que se habló mucho de agricultura. En todos sus aspectos. La planificación... la muerte de todo el sector.
¿Estoy exagerando? Klaus Schwab, con sus vestiduras de Sumo Sacerdote, soltó, sin freno, discursos que llamarlos alucinantes es quedarse corto. Como: hay cuatro mil millones de hombres en el mundo que comen inútilmente. Consumen recursos, sin ser útiles para nada.
Traducido: debemos reducir la población mundial casi a la mitad. Hay que eliminar a cuatro mil millones. Sic et simpliciter. Y nadie, absolutamente nadie ha pestañeado. Normal, de hecho, consecuente con las políticas que Davos, y los "poderosos" que acuden allí en peregrinación, están aplicando. Y, en cuanto pueden, imponen por coacción en todas partes.
La pauta no es la sospecha de algunos, infatigables, conspiracionistas o terraplanistas. Es de una evidencia desconcertante, y emerge muy claramente de los documentos y propuestas que circulan. En el silencio absoluto (o casi absoluto) de los medios de comunicación. Y en la aquiescencia supina de la (llamada) opinión pública.
Destruir la agricultura europea. Es decir, el sector primario de la economía. Y la fuente de la vida. Fácil de hacer, estrangulando a los agricultores con impuestos y planes usureros. Fácil de hacer, dado el control de bancos y financieros.
Los agricultores obligados a vender. Y sustituidos, en la propiedad de la tierra, por empresas productoras de energía solar. Con paneles. Que no contaminan, dicen. Mientras que el ganado y los cultivos sí lo hacen. Y esto explica la financiación de los grupos de presión pseudoambientalistas, y el énfasis, en los últimos años, en Greta y sus "gretinos".
La empobrecida producción agrícola europea será sustituida por importaciones de países donde no hay control de la calidad y la seguridad de los productos. Y donde abunda la mano de obra barata. Es decir, esclavos.
Y, a continuación, incentivar la introducción de alimentos alternativos. Insectos, carne sintética...
La comida normal y sana estará destinada a unos pocos. A los pocos elegidos. A ellos, en definitiva. Los demás pueden morir. O mejor dicho, deben hacerlo. Así lo dejó claro el Sumo Sacerdote de... Davos.
Los tractores que marchan sobre Berlín, que asedian París, que desfilan por las calles y carreteras de Italia y España en estas horas, representan mucho más que la protesta fiscal de una categoría específica. Más allá de lo que piensen los agricultores individuales que los lideran, se trata de una Revuelta de la Tierra.
Contra las fuerzas abstractas del dinero. Que quieren hacerla estéril.
Es una batalla entre figuras míticas. Que parecen, hoy en día, encarnarse detrás de instituciones y acontecimientos sociales.