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Cómo francotiradores israelíes atacan a palestinos a sangre fría con impunidad. Análisis del genocidio posmoderno

Cómo francotiradores israelíes atacan a palestinos a sangre fría con impunidad. Análisis del genocidio posmoderno

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
miércoles 23 de octubre de 2024, 22:00h
Humaira Ahad
Mientras cruzaba una calle en la zona de Sheij Radwan de la ciudad de Gaza, a tres kilómetros del centro de la ciudad, un francotirador israelí le disparó y mató a él y a su primo Hadeel, de veinte años, en el acto.
Un vídeo gráfico que documenta el crimen se volvió viral en las redes sociales, mostrando los cuerpos del niño y su primo.
En enero, un francotirador israelí mató a Nahid, de trece años, y a Ramez Barbak, de veinte, en el barrio de Al-Amal de Jan Yunis, una ciudad en el sur de la Franja de Gaza.
Siguiendo las órdenes de evacuación de Israel, Nahid estaba agitando una bandera blanca sobre su cabeza cuando le dispararon justo afuera de su casa. Ramez corrió a salvar a su hermano menor, pero recibió un disparo en el pecho y cayó sobre Nahid y la bandera blanca.
Sus cuerpos permanecieron abandonados en la carretera durante horas mientras su familia, incapaz de acercarse debido a los continuos disparos y bombardeos israelíes, observaba impotente.
En diciembre de 2023, dos mujeres palestinas que buscaron refugio en la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza fueron asesinadas por un francotirador israelí dentro del lugar de culto, que consideraban el lugar más seguro de la franja sitiada.
En febrero, Ruwa Qdeih, de 14 años, fue declarada muerta después de recibir un disparo de un francotirador israelí a la entrada del Hospital Nasser en la ciudad de Jan Yunis.
En diciembre de 2023, Sama Berqenie, de 16 años, que sostenía una bandera blanca, murió en el lugar en el norte de Gaza cuando un francotirador israelí le disparó directamente.
En enero, se hizo viral un vídeo en el que se ve a un francotirador israelí disparando contra un grupo de jóvenes de Gaza que portaban una bandera blanca en el barrio de Al-Mawasi, a lo largo de la costa mediterránea, una “zona segura” designada.
El francotirador mató a un palestino que hizo un gesto con la mano.
En otro incidente ocurrido en enero, una abuela palestina, Hala Khreis, fue asesinada a tiros por un francotirador israelí mientras seguía las órdenes de evacuación del ejército israelí y portaba una bandera blanca.
Varios informes indican que francotiradores israelíes dispararon y mataron a numerosos palestinos en julio después de que el ejército israelí diera una orden de evacuación para que los palestinos se dirigieran al sur, intensificando su ofensiva en todo el territorio asediado.
Estos casos son sólo una muestra del panorama general, dicen los expertos. El régimen israelí ha atacado a cientos de palestinos durante su guerra genocida de un año en Gaza, que ya se ha cobrado casi 43 000 vidas, la mayoría de ellas niños y mujeres.
Las Naciones Unidas han expresado su conmoción por los “ataques deliberados y asesinatos extrajudiciales de mujeres y niños palestinos en lugares donde buscaron refugio o mientras huían”.
La mayoría de las víctimas sostenían banderas blancas cuando los soldados del régimen israelí las mataron sin piedad.
El Observatorio Euro Mediterráneo de Derechos Humanos (Euro-Med Monitor), un grupo pro-DDHH con sede en Ginebra, ha documentado casos de francotiradores del ejército israelí que atacan principalmente a civiles en refugios, hospitales, calles y zonas residenciales.
“Las operaciones de francotiradores, los asesinatos y las ejecuciones israelíes tienen como objetivo principal a civiles desarmados en refugios, hospitales, calles y zonas residenciales. Estos civiles no representan una amenaza ni un peligro para nadie, ya que no participan en ninguna hostilidad”, afirmó Euro-Med en un informe.
Testimonios de médicos extranjeros que se ofrecieron como voluntarios en Gaza
Los médicos extranjeros que se ofrecieron como voluntarios en Gaza han descrito la situación en la franja sitiada como “horrible”, con las fuerzas del régimen disparando deliberadamente a niños y adultos palestinos en la cabeza y el pecho.
“Tengo dos niños a los que les tomé fotografías. Les dispararon tan perfectamente en el pecho que no podría haber colocado mi estetoscopio sobre sus corazones con más precisión”, dijo el Dr. Mark Perlmutter, un cirujano ortopédico que trabajó como voluntario en Gaza.
“También les dispararon en un lado de la cabeza. Ningún niño pequeño recibe dos disparos por error del ‘mejor francotirador del mundo’. Estos disparos fueron justo en el centro”.
Otro médico estadounidense dijo que tuvo que volver a mirar las tomografías computarizadas porque “no creía que tantos niños pudieran ser ingresados ​​en un solo hospital con heridas de bala en la cabeza”.
Irfan Galaria, cirujano plástico y reconstructivo con base en EE.UU., indicó que Gaza no se parecía a ninguna otra zona de guerra en la que trabajó como voluntario.
“Lo que presencié durante los siguientes 10 días en Gaza no fue una guerra, fue una aniquilación”, señaló.
Galaria contó una experiencia escalofriante en el diario estadounidense The Los Angeles Times, describiendo cómo un grupo de niños, todos entre 5 y 8 años, fueron llevados a la sala de emergencias por sus padres.
Todos tenían un solo disparo de francotirador en la cabeza. Ninguno de estos niños sobrevivió.
La Dra. Fozia Alvi, una médica canadiense que trabajó como voluntaria en Gaza, recordó su último día en el Hospital Público Europeo, donde se encontró con dos jóvenes recién llegados con heridas faciales y tubos de respiración.
“Tenían siete u ocho años, con disparos de francotirador en el cerebro”, relató. “Estaban parapléjicos, tendidos como vegetales en aquellas camas”, remarcó.
El Dr. Feroze Sidhwa, cirujano general y de traumatología que trabajó en Gaza durante dos semanas, ha estado abogando por un embargo de armas al régimen israelí.
“Casi todos los días que estuve allí, vi a un nuevo niño pequeño que había recibido un disparo en la cabeza o el pecho, y casi todos murieron”, notó Sidhwa, compartiendo su experiencia.
Sidhwa puso de manifiesto que habló con 65 trabajadores de la salud, 57 de los cuales confirmaron casos de niños que recibieron disparos de francotiradores israelíes en la cabeza o el pecho.
Los médicos afirman que la ubicación de las heridas y los detalles proporcionados por las familias confirman que las víctimas fueron atacadas deliberadamente por francotiradores israelíes.
“Dijeron que la gente comenzó a regresar a sus hogares porque el ejército se había ido, pero los francotiradores se quedaron. Las familias informaron que los francotiradores abrieron fuego contra sus hijos”, apuntó la Dra. Vanita Gupta, médica de cuidados intensivos con base en Estados Unidos, según la revista británica The Guardian.
Un grupo de 99 médicos y profesionales de la salud estadounidenses que se ofrecieron como voluntarios en Gaza escribieron recientemente al gobierno de Estados Unidos, instando a que se pusiera fin de inmediato al apoyo militar, económico y diplomático al régimen de Tel Aviv.
“Es imposible que un tiroteo tan generalizado contra niños pequeños en Gaza, sostenido durante todo un año, sea accidental o desconocido para las más altas autoridades civiles y militares israelíes”, se lee en la declaración.
Se utilizan cuadricópteros para asesinatos selectivos en Gaza
El 9 de octubre, Mohammed al-Tanani, un periodista palestino de 26 años que trabajaba para el canal de televisión palestino Al-Aqsa, fue asesinado por un cuadricóptero israelí que disparó cerca de su equipo que cubría el ataque del régimen al campo de refugiados de Yabalia en el norte de Gaza.
En un incidente horrible, Elyas Osama Ezzedin Abu Jama, de 17 años, discapacitado mental y físicamente, fue asesinado junto con su hermano Muhib, de 19 años, en el campo de refugiados de Al-Sabour en Rafah.
“Por la noche, escuchamos disparos a nuestro alrededor. En menos de un minuto, un cuadricóptero que volaba sobre nosotros empezó a disparar directamente a nuestra tienda”, contó su padre, Osama Ezzedin Abu Jama.
En diciembre de 2023, Amir Odeh, de tres años, recibió un disparo en el pecho de un dron cuadricóptero mientras se encontraba en una habitación de la sede de la Media Luna Roja Palestina en Jan Yunis.
El ejército israelí ha utilizado cada vez más cuadricópteros, o pequeños drones, para disparar directamente a los palestinos, matando e hiriendo a muchos. Estos cuadricópteros actúan como francotiradores controlados a distancia.
“El ejército israelí está utilizando pequeños drones asesinos equipados con ametralladoras y misiles de las categorías Matrice 600 y LANIUS, que son muy móviles y versátiles, es decir, ideales para operaciones de corto plazo. Sus sistemas pueden buscar automáticamente edificios y crear mapas para identificar posibles objetivos”, escribió la organización de derechos humanos en su informe.
Wilhelmi Massay, un enfermero de cuidados críticos y traumatología de Omaha, Nebraska, que pasó casi un mes como voluntario en el Hospital Indonesio en Deir al-Balah (norte de Gaza) y el Complejo Médico Nasser en Jan Yunis (sur de Gaza) recientemente fue uno de los firmantes de la carta a Biden.
En una entrevista con el sitio web Press TV, compartió sus desgarradoras experiencias y observaciones de trabajar en medio de la guerra genocida en curso que completó un año a principios de este mes.
“Fue una masacre: muerte, sufrimiento y devastación por todas partes. Los bombardeos israelíes tenían como objetivo a los civiles desplazados y el fuego de los francotiradores era una amenaza implacable”, recordó Massay.
Sobre sus experiencias en Gaza, Massay dijo al sitio web de Press TV que él y sus colegas trataron una “cantidad abrumadora de heridas de bala en la cabeza, el cuello, el pecho y las extremidades inferiores”.
“Las fuerzas israelíes apuntaron deliberadamente esos disparos como disparos fatales al corazón, la cabeza y el cuello. La mayoría de las víctimas eran niños menores de 18 años, y las mujeres representaban una gran parte de los muertos o heridos”, precisó, puntualizando que el 69 por ciento de las víctimas mortales en Gaza son niños y mujeres.
Amplia red de espionaje del Líbano es producto de complots Israel-EEUU
Julia Kassem *
Esto formaba parte de una estrategia destinada a presionar a la Resistencia libanesa para que cesara su apoyo a Gaza, un objetivo que Estados Unidos y Francia habían estado intentando alcanzar diplomáticamente durante meses.
En su último discurso antes del martirio, el líder del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, recordó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que el régimen no lograría sus objetivos mediante la fuerza militar.
De manera similar, el portavoz de las Brigadas Ezzedin Al-Qassam, Abu Obaida, había emitido una advertencia a la entidad sionista semanas antes, enfatizando que no podrían recuperar a la fuerza a los cautivos militares, a costa de la vida de cientos de palestinos.
Nasralá también afirmó que Israel y Estados Unidos no pueden asesinar, bombardear ni llevar a cabo acciones violentas para separar el frente libanés de Gaza o imponer un alto al fuego en Líbano mientras continúan la guerra genocida sin restricciones en Gaza.
Mientras tanto, Israel está intentando hoy forzar la implementación de la Resolución 1701.
Previo al último discurso de Nasralá, los medios estadounidenses intensificaron los esfuerzos por sembrar la división entre los pueblos de Líbano, Palestina e Irán.
El 24 de septiembre, el espía convertido en reportero Barak Ravid afirmó, basándose en funcionarios occidentales e israelíes no identificados, que Hezbolá había buscado más asistencia de Irán, la cual, según él, fue rechazada.
Esto fue simplemente una proyección de la creciente dependencia de Israel de Estados Unidos, reflejada en un titular del portal estadounidense Axios cuatro días después, que informaba que “Israel pide a Estados Unidos que disuada a Irán tras el asesinato del líder de Hezbolá”.
Tras el asesinato de Nasralá, el diario francés Le Parisien afirmó falsamente que un topo iraní fue el responsable. Le Parisien, propiedad de Bernard Arnault, director ejecutivo de (la compañía de moda de lujo francesa) Louis Vuitton, un importante inversor en la firma de seguridad en la nube israelí Wiz (desarrollada por la Unidad de Inteligencia 8200 de Israel), actúa rutinariamente como un portavoz de las operaciones psicológicas israelíes que se alinean con la guerra psicológica de Washington y Tel Aviv.
Esta falsa narrativa se hizo eco de las afirmaciones desde el martirio del líder del Movimiento de Resistencia islámica de Palestina (HAMAS), Ismail Haniya, a fines de julio, que sugerían que Irán había traicionado a la Resistencia. Esta narrativa se originó en el diario británico The Telegraph y fue retomada por (el periódico digital con sede en Londres Middle East Eye), que también alegó que el comandante de la Fuerza Quds del Curpo de Guardianes de la revolución islámica (CGRI) de Irán, Esmail Qaani, estaba “bajo investigación”.
Sin embargo, estas alegaciones fueron desacreditadas cuando Qaani asistió públicamente al funeral del alto comandante del CGRI, Abás Nilforushan, martirizado junto con Nasralá el 27 de septiembre.
La serie de asesinatos de los principales líderes de la Resistencia como Seyed Hasan Nasralá, Saleh al-Arouri y Sheikh Kaouk fue facilitada por la vasta red de espías estadounidenses e israelíes en el Líbano.
Después del asesinato de Rafiq Hariri, el Líbano fue presionado para entregar una gran cantidad de datos, incluida la infraestructura de comunicaciones, mapas de carreteras y redes personales. Además, las órdenes estadounidenses obligaron a desmantelar la red de comunicaciones de fibra óptica de Hezbolá, que habría protegido a la Resistencia y a la comunidad en general de la interferencia, las escuchas telefónicas y la vigilancia israelíes y occidentales.
En noviembre del año pasado, se entregó una cantidad significativa de equipo militar estadounidense a la base aérea libanesa de Hamat, donde se observaron frecuentemente helicópteros estadounidenses trasladándose hacia y desde la base.
Al igual que en 2020, Estados Unidos consolidó sus actividades con el Ejército libanés y organizaciones no gubernamentales, incluso llevando a cabo un “día de ONG” en la base aérea de Hamat como parte del Elemento de Apoyo Civil-Militar estadounidense.
Tras los bombardeos israelíes, la embajadora de Estados Unidos, Dorothy Shea, ordenó al jefe del Ejército, Joseph Aoun, un fiel lacayo estadounidense, cerrar el paso fronterizo entre Líbano y Siria y detener las obras de reconstrucción en la frontera para imponer un asedio a los desplazados libaneses.
Aoun desobedeció las órdenes del gobierno libanés, negándose a distribuir ayuda a los civiles desplazados.
Mientras tanto, el líder de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, que compite por la aprobación de Estados Unidos como próximo presidente del Líbano, contribuyó a la incitación contra las comunidades chiíes desplazadas, afirmando falsamente que entre ellas se refugiaban combatientes de Hezbolá.
Esta incitación fue repetida por los medios de comunicación respaldados por Estados Unidos y Arabia Saudí, como MTV y LBC, que indicaron que estos refugios albergaban a combatientes de Hezbolá.
Los frutos de más de cinco años de incitación por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. contra Hezbolá en sus etapas finales se vieron potenciados por las secuelas de la crisis financiera orquestada por Estados Unidos en Líbano, así como por la posterior revolución de colores destinada a comprometer al país a nivel institucional, a través del comandante del Ejército libanés, y de manera individual, mediante la proliferación de espías.
Desde 2019 hasta la actualidad, la moneda libanesa se devaluó casi un 100 por ciento, la inflación se disparó al menos un 171 por ciento y el Líbano se hundió en la oscuridad entre 2020 y 2022 debido a la crisis monetaria.
En los tres primeros años posteriores a 2019, se capturaron más de 185 espías del servicio de espionaje del régimen israelí (Mossad) y, desde entonces, se han expuesto más de manera ininterrumpida. Tras muchos de los bombardeos israelíes en Beirut en particular, los espías fueron retirados de las calles, lo que provocó la ira de los miembros de la comunidad.
La incitación de la CIA contra Hezbolá se ha visto amplificada por el colapso económico del Líbano. Desde 2019, la moneda libanesa se ha devaluado casi un 100%, y la inflación se ha disparado al menos un 171%. Entre 2020 y 2022, el Líbano se sumió en la oscuridad debido a la crisis monetaria. Durante este tiempo, se detuvo a más de 185 espías del Mossad y se expuso a muchos más.
Un espía, según fuentes de seguridad citadas por el diario libanés Al-Akhbar, fue arrestado en Dahiya (sur de Beirut) el 2 de octubre. Se trata de un contacto de largo plazo del Mossad originario de Idlib, Siria. Despertó sospechas al filmar después del ataque al Centro de la Autoridad de Salud Islámica en Bashoura, y se descubrió que había enviado fotos de los sitios de destrucción al Mossad.
Otros espías, como un hombre libanés llamado Bahaa, fueron encontrados con extensos datos de vigilancia sobre áreas clave en Dahiya y cerca del aeropuerto de Beirut. Los instrumentos recuperados de él incluían computadoras y dos teléfonos llenos de imágenes de calles y edificios de Dahiya, especialmente en la zona de la carretera del aeropuerto (Tariq al-Matar).
Otro libanés, apodado “Mohammad H”, también fue arrestado en el vecindario que divide el Beirut principal de Dahiya. A principios de octubre, más espías fueron capturados y entregados a la policía libanesa.
Dos semanas antes, otro agente fue arrestado en el barrio de Ain el-Remmaneh, de mayoría de las Fuerzas Libanesas, que limita con el vecindario de Chiyah en Dahiya, poseyendo información extensa sobre el líder mártir de Hezbolá, Sheikh Kaouk, lo que sugiere su papel en su asesinato.
Las investigaciones revelaron que sus motivaciones eran las recompensas financieras, con grandes sumas de dólares y euros encontradas en su posesión. En la mayoría de los casos de espionaje, tanto antes como durante el estallido de la guerra en Líbano, los agentes fueron reclutados a través de redes sociales o directamente mediante aplicaciones de mensajería, recibiendo aproximadamente $500 por cada misión, principalmente mediante transferencias de dinero en efectivo.
Cuando el espía israelí Joshua Tartakovsky fue capturado en Beirut haciéndose pasar por periodista hace dos semanas, elementos respaldados por Estados Unidos en el poder judicial y el ejército presionaron para su deportación, lo que le permitió escapar de la responsabilidad.
Esto refleja la fuga en 2019 del exagente israelí Amer Fakhoury, revelando la magnitud de la interferencia estadounidense en el sistema de seguridad al proteger a espías y agentes de Israel de las consecuencias legales.
Washington está utilizando estos asesinatos, apoyado por su red de espías, para promover a un presidente libanés favorable a Estados Unidos. Los medios occidentales también han insinuado esto.
El diario estadounidense The Washington Post, por ejemplo, admitió abiertamente que EE.UU. vio una oportunidad para marginar políticamente a Hezbolá en Líbano. Días antes, el ex primer ministro israelí Yair Lapid propuso aumentar los salarios de los oficiales del Ejército Libanés de $120 a $500 a cambio de entrenamiento por parte de fuerzas emiratíes y francesas, ambas colaboradoras de Israel en inteligencia.
Los bajos salarios, resultado directo de la crisis económica orquestada por EE.UU., han contribuido a la proliferación de espías.
La embajadora estadounidense Dorothy Shea exacerbó aún más las tensiones, señalando que Líbano debería “prepararse para una era post-Hezbolá”, una afirmación contradicha por la continua fortaleza de Hezbolá en el campo de batalla.
Hoy, a 17 días de la invasión terrestre israelí y un mes de guerra directa, Israel ha fracasado en avanzar en Líbano, con más de 30 soldados muertos y 300 heridos, según estimaciones conservadoras.
El brutal asedio de Israel sobre el norte de Gaza es un intento de compensar las pérdidas en el sur de Líbano mediante un asesinato masivo de estilo “solución final” (hay un nombre para ello: el “Plan del General”).
Israel, a través de su arrogancia y soberbia, está esforzándose por imponer sus objetivos. Creyendo que puede tener éxito en limpiar étnicamente a los palestinos de sus tierras ancestrales recreando la Nakba (catástrofe), también cree que puede replicar los objetivos que tuvo al ocupar el sur de Líbano en 1978 en una absurda búsqueda por eliminar la Resistencia de Líbano.
Las tácticas de EE.UU. e Israel pueden volverse más desesperadas, apoyándose en la guerra psicológica y la manipulación de los medios para alcanzar sus objetivos de fracturar y deslegitimar la Resistencia.
Sin embargo, como nos recordó el líder mártir de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, el movimiento sigue tan fuerte como siempre, tanto en el campo de batalla como en los corazones de sus seguidores.
* Julia Kassem es una escritora y comentarista radicada en Beirut, cuyo trabajo aparece en Press TV, Al-Akhbar y Al-Mayadeen English. También participa en el programa Expose de Press TV.
Análisis: Necropolítica en Palestina: La Máquina de Muerte Sionista
Xavier Villar
En un ensayo de 2003 y en su libro de 2016 Politiques de l’inimitié, Mbembe describe la formación de “mundos de muerte”: espacios en los que miles de personas son sometidas a condiciones que les confieren el estatus de “muertos en vida”.
Otra forma de explicar el concepto de necropolítica es la de un poder que tiene la capacidad de matar mediante una serie de medidas excepcionalmente brutales impuestas a los palestinos y, ahora también, a los libaneses.
Más allá de la eliminación inmediata de vidas palestinas, la necropolítica israelí opera en un marco temporal más amplio, naturalizando la exterminación, la expropiación, la dominación y la explotación. Esto se traduce en la creación de condiciones para una muerte lenta, mediante la hambruna inducida, la destrucción sistemática del sistema de salud en Gaza y la imposición de muertes prematuras. Además, se imponen condiciones aún peores que la muerte, como la tortura brutal, que profundizan el sufrimiento de los palestinos.
Esto se traduce en vivir en constante anticipación de la muerte, o lo que se ha definido como condiciones peores que la muerte. El individuo colonizado vive esperando la degradación, la humillación y el asesinato. El sujeto colonizado se caracteriza por esa condición de ser un muerto en vida, tal como lo define Mbembe: un ser despojado de la soberanía sobre su propio cuerpo y su vida. Esta vida se experimenta como habitar una cámara de tortura, lo que otorga a la existencia una sensación abrumadora de ser peor que la muerte. De manera similar, estar colonizado implica vivir en constante anticipación de la posibilidad de que el propio cuerpo sea violado o sometido por otro, por el colonizador.
Esta política de muerte no está solamente dirigida hacia los palestinos (y ahora libaneses) vivos, sino que incluso los fallecidos son sometidos a esta visión que les niega la posibilidad de morir debido a la construcción previa que les despoja de su humanidad, y, por ende, de la capacidad de morir como humanos.
Hay cientos de testimonios que indican que los muertos palestinos son enterrados apresuradamente, sin los ritos funerarios adecuados, a menudo en fosas comunes. Ni siquiera los cadáveres enterrados se han librado, ya que las fuerzas israelíes han destruido cementerios, desenterrado tumbas e incluso confiscado cuerpos. Episodios similares han ocurrido en algunas instalaciones hospitalarias, donde se han incautado los cuerpos de pacientes fallecidos.
La necropolítica dicta quién vive y quién muere, buscando gestionar poblaciones al crear las condiciones de vida y muerte. En este sentido, los muertos también son “gestionados” y divididos entre aquellos lo suficientemente humanos como para morir y aquellos que, como se ha apuntado, no pueden morir de una manera “normal.” La deshumanización es tan extrema que "[e]s como si retener la muerte —negar que se muera o hacer que no muera— se convirtiera en un acto de deshumanización [en sí mismo]: los palestinos no son ni siquiera lo suficientemente humanos como para morir".
Evidentemente, la necropolítica se basa en una jerarquización de la humanidad, característica del colonialismo, que diferencia entre quienes son considerados humanos y aquellos definidos como no-humanos o insuficientemente humanos. En este sentido, todos los genocidios se caracterizan porque las primeras señales de su implementación aparecen en el lenguaje. Las declaraciones de políticos sionistas en el último año ejemplifican este uso deshumanizador del discurso: la categoría de "salvaje" se intercambia fácilmente con términos igualmente deshumanizantes como "subhumano", "cucarachas", "manifestación cancerosa", "parásitos" o "animales humanos".
La política de la muerte, que Achille Mbembe definió en su obra, se basa en la capacidad de decidir qué poblaciones son completamente desechables. En el caso del sionismo, su colonialismo de asentamiento se construye sobre la combinación del supremacismo blanco (entendido como ideología), la fantasía de la violencia y el sistema capitalista.
Este entramado de muerte no busca únicamente la eliminación física de la población designada como desechable, sino que también pretende crear una población que viva en un constante estado de estrés y debilitamiento, lo que, dentro de la fantasía sionista, evitaría su resistencia frente a la opresión. Por lo tanto, la necropolítica también abarca la ocupación mental y psicológica.
Otro aspecto fundamental de la necropolítica es lo que algunos expertos denominan “necro-economía”. Es decir, que la muerte y las condiciones peores que la muerte no sólo no se oponen al mercado, sino que son complementarias. Un ejemplo claro de esta relación entre la creación de poblaciones destinadas a la muerte y el capitalismo es el proyecto de construcción de asentamientos en tierras colonizadas por el sionismo, o la repetida narrativa de que Israel "hizo florecer el desierto" para desarrollar una industria agroalimentaria destinada a la exportación, todo ello basado en la ocupación, eliminación y opresión de los palestinos.
El complejo de muerte que caracteriza a la necropolítica se produce a través de la racialización constante de las poblaciones destinadas a vivir en condiciones peores que la muerte o a sufrir una muerte prematura. Al hablar de "raza", no se refiere a fenotipos o biología, sino a una tecnología para gestionar la diferencia humana cuyo objetivo principal es la producción, reproducción y mantenimiento de la supremacía blanca, tanto a nivel local como global.
Todo esto ayuda a entender que la resistencia a la opresión colonial sionista no es solo una lucha por evitar la eliminación física, sino también una batalla por recuperar la soberanía sobre los cuerpos y la capacidad de rehumanización frente a la brutalidad sionista, que sólo ofrece muerte.
Políticamente, la resistencia a la necropolítica sionista implica reimaginar un mundo alternativo, en el cual los colonizados y brutalizados por la ocupación puedan crear formas alternativas de ser, hacer y vivir en el mundo.