Israel Lira
Texto integro de la ponencia brindada en el marco del Congreso Internacional de Filosofía «Filosofía, Violencia y Democracia» acaecido el 22.11.2024, organizado por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, en homenaje al Día Mundial de la Filosofía.
Desde ya el título de la presente disertación nos llama a la reflexión sobre temas tan oportunos hoy en día, entre escaladas belicistas, genocidios abiertos o subrepticios, y una arquitectura global que ante nuestros ojos y a vista y paciencia del ciudadano de a pie está en constante cambio, y agregaríamos a esto el concepto romano de transitio o transición, o lo que Thoman Kunn en su obra la estructura de las revoluciones en la ciencia (1962), llamaba el cambio de paradigma ¿Pero ante qué cambio de paradigma nos encontraríamos? No será difícil identificar que este cambio es respecto de las relaciones internacionales, es decir, respecto de fenómenos que son el ámbito de estudio de una filosofía del Estado y de una ciencia del Estado, como lo es la geopolítica. Pero si quiera antes de poder esbozar estos conceptos, necesitamos, como en toda ponencia que se digne de tener una metodología discursiva, de unas definiciones brindadas por una teoría general de estas cuestiones. Así tenemos que, y máxime en esta semana en honor de la madre de todas las ciencias, como lo es la filosofía, cuyo día internacional fue este, jueves 21 de noviembre, no es menos pues que relevante dar una propedéutica mínima a al marco general en el que nos estamos desenvolviendo, que es el marco de la filosofía política y su relación con la geopolítica. Y esta relación va por el hecho de afirmar que la filosofía política es la base fundamental para toda ciencia y teoría política y sin la cual no puede haber reflexión científica en la política ni establecerse objetivos claro en el quehacer político, respectivamente. Y esto es así o se desprende así desde la misma definición de filosofía política, pero también para esto debemos esbozar brevemente qué entendemos por filosofía y también por ciencia y por teoría, así como su relación y complementariedad en el saber humano.
- Introducción a la filosofía política
Por filosofía, muchos han intentado responder a la pregunta de ¿Qué es la filosofía? Algunos más satisfactoriamente que otros, sin embargo, lo que nos será suficiente, al menos para los objetivos de la presente disertación, será el hecho de afirmar que la filosofía, es, a la manera hegeliana, el autoconocimiento de la razón, o lo que es lo mismo, es ese conocimiento racional- especulativo que se pregunta sobre cualquier cosa relativa al hombre y al universo, y por ello, por lo general, las preguntas filosóficas responden a preguntas de causa final, porque buscan explicar la esencia última de las cosas. Aquí reside la diferencia con la ciencia que, siguiendo la definición bungiana, es un conocimiento racional-sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible, y por ende responde a preguntas de causa mediata, que se encuentran más en contacto con la realidad fisicalista. Una pregunta filosófica es: ¿Es lo químico un nivel de realidad distinto que lo físico? Mientras que es una pregunta científica: ¿Todos los metales se dilatan con el calor? Llevando este razonamiento al plano de la filosofía política, diremos que esta es el autoconocimiento de la razón política en sus causas últimas, mientras que la ciencia política es el conocimiento de la realidad política en sus causas mediatas. Así una pregunta filosófico política es: ¿Afecta realmente a nuestras vidas el tipo de gobierno que tengamos? Mientras que una pregunta de ciencia política puede ser: ¿El sistema de partidos peruano se encuentra débilmente institucionalizado? Pero como vemos la ciencia en general bebe siempre de los conceptos que la filosofía define, porque ese es el trabajo de toda filosofía, definir, conceptualizar, delimitar para mejor comprender una realidad y es por ello que toda ciencia tiene su rama filosófica. Dicho todo esto: ¿Y la teoría política? No nos haremos mayores complicaciones sobre este término, ya que ni siquiera en los departamentos de investigación más empíricamente orientados, se ha hecho la separación entre teoría política y filosofía política, así que diremos, en el mismo sentido que Gustavo Bueno, que la teoría política es filosofía política aplicada a la realidad concreta, porque la filosofía es una ontología de la actualidad, del acontecimiento, como diría Foucault. En ese sentido la única diferencia entre teoría política y filosofía política, si es que hay una, es de carácter teleológico, mientras la filosofía política especula sobre el deber ser de la política, la teoría política aterriza la filosofía y establece formas de como viabilizar de forma factual, ese deber ser. Con todo esto dejamos constar que la relación entre filosofía, ciencia y teoría, así como de filosofía política, ciencia política y teoría política es consustancial, y de que sin filosofía no puede haber ciencia, y sin filosofía política, no puede haber ciencia política y mucho menos teoría política, de lo contrario, como Sartori, nos encontraríamos, como de hecho nos encontramos muchas veces con una ciencia de la política pobre de teoría filosófica y en tanto así se torna en una ciencia pobre. Explicado nuestro marco general, pasaremos a precisar que muchas son las ramas de interés de la filosofía política, como pueden serlo p.ej. Teoría del Estado; Teoría del Gobierno, Teoría de las Ideologías; Ontología política, Axiología política, Gnoseología política, etc. Pero así también lo es la Teoría de la Geopolítica y sobre esta nos detendremos a comentar algunas ideas antes de pasar a tocar un concepto dentro de esta teoría de la geopolítica que es central en la presente, refiriéndonos pues la idea de la multipolaridad, que, a pesar de su enorme relevancia contemporánea, es poco conocida en el debate académico.
- Teoría general de la Geopolítica
Sobre la geopolítica no nos detendremos en un análisis histórico y pormenorizado, solo en tanto nos sea útil para abordar el concepto de la multipolaridad, ya que es este sobre el que centraremos nuestro análisis, en ese sentido, precisaremos que por geopolítica, en el sentido brindado por Rudolf Kjellen (1916) en su obra El Estado como Forma de Vida, y por Laureano (2012) en su trabajo Geopolítica: origen del concepto y su evolución, entendemos a esta como la influencia de los factores geográficos en el desarrollo político de la vida de los pueblos y de los Estados, o lo que es lo mismo, el impacto político del factor geográfico del Estado. Esta definición como tal encierra varias consideraciones como pueden serlo:
La dicotomía talasocracia (poder marítimo)-telurocracia (pode terrestre)
Las relaciones centro (poder central)-periferia (satélites)
La proyección territorial como expresión del poder del Estado
El espacio vital de un pueblo para su desarrollo
Las alianzas entre Estados
La política exterior
La geopolítica como tal tiene una historia, desde sus primeros planteamientos como filosofía del Estado, hasta su salto epistémico como ciencia del Estado. Generalmente se le atribuye al sueco Kjellen su encumbramiento como teoría filosófica y al alemán Haushofer como teoría científica quién establecería los principales principios y objetivos de la geopolítica en las consideraciones temáticas antes precidadas. Y la razón por la que durante mucho tiempo, luego de la segunda guerra mundial, la geopolítica haya estado proscrita de la academia por así decirlo, es a razón de Haushofer, porque se le vinculaba con la arquitectura teórica del expansionismo nazi, lo cual para nada quiere decir que las grandes potencias estadounidense y soviética, luego de la contienda mundial, se apartaron de reflexiones geopolíticas, sino todo lo contrario. La geopolítica de posguerra se caracterizaría por una revisión crítica de la obra de Haushofer y antecedentes, pero para establecer los propios lineamientos de cada potencia. p.ej. La geopolítica estadounidense tuvo también una historia propia, así como la rusa. En la primera desde la Doctrina del Destino Manifiesto (1845), pasando por la Doctrina Monroe (1823), las ideas de Mahan (del poder marítimo), hasta los planteamientos de Spykman (1942) y Morgenthau (1948), siendo estos últimos los que ya plantean a la nación norteamericana como potencia mundial, que dio base a la posterior Doctrina de Seguridad Nacional y a la Escuela de las Américas. Mientras que en la geopolítica rusa tenemos unos antecedentes que van desde Pedro el Grande, pasando por la russkaya ideia de Vladímir Soloviyev (1888), hasta el gigante soviético con Stalin como principal referente, en su obra «Fundamentos del Leninismo» y su manejo de la cuestión nacional. Sin perjuicio de estas consideraciones, es la Geopolítica alemana la pionera en la sistematización del conocimiento geopolítico y con ello de su estudio científico y cotejo empírico desde la praxis de lo que fue el Tercer Imperio Alemán.
Bajo todo lo visto, vemos como la geopolítica definió el actuar de las naciones en su tiempo, en materia de relaciones internacionales, y lo sigue haciendo hasta nuestros días, porque la geopolítica como vimos, es la conciencia geográfica del Estado, es el impacto político del factor geográfico del Estado. Bajo este marco: ¿Qué es la multipolaridad y su antagónico la unipolaridad? Para abordar esto es que ya entramos en materia a esbozar una teoría general de estas conceptualizaciones.
- Teoría general de la Multipolaridad
Tanto unipolaridad como multipolaridad son conceptos geopolíticos que hacen referencia a contextos espacio-temporales en las relaciones internacionales y que se diferencian por el sujeto pivote sobre el cual se construyen. Dicho de otro modo, cuando nos referimos a la unipolaridad lo hacemos en referencia a un contexto en donde hay un solo polo de poder geopolítico que define, delimita y determina las decisiones geopolíticas de varias naciones consideradas periféricas al poder central, p.ej. la relación actual entre EEUU-OTAN, que sería similar a lo que fue en su momento la relación URSS-Pacto de Varsovia. Para que se entienda la idea, una potencia geopolítica central y naciones periféricas. Aquí la pregunta que surge es la siguiente: Si luego de la caída de la URSS comenzó la Unipolaridad, dado que el único polo de gran poder geopolítico que quedo de dicha contienda fueron los EEUU ¿Qué contexto socio temporal fue ese entonces, es decir, el de la Guerra Fría? A ese contexto se le conoce precisamente como el de la Bipolaridad, que se entiende de igual forma, como dos polos de poder geopolítico que influencian a naciones periféricas. Y el contexto anterior a ese, el de la Segunda Guerra Mundial, fue el de la Tripolaridad, tres polos de poder bien demarcados. Ya teniendo en claro que es la Unipolaridad, no será difícil inferir a que nos referimos cuando hablamos de Multipolaridad, como a ese otro contexto en donde no solo hay uno, sino varios polos de poder geopolítico, pero que a diferencia de la unipolaridad, no establecen una relación centro-periferia, sino que tratan de establecer relaciones de equidad entre bloques geopolíticos, en reconocimiento precisamente de que son polos de poder soberanos, con sus legítimos intereses nacionales p.ej. los naciones que son parte de los BRICS. Uno de los pensadores que más a realizado investigaciones filosófico políticas sobre el particular es el filósofo y geopolítico ruso Alexander Dugin quién actualmente se le considera el responsable de haber influido con sus ideas al renacimiento del poderío geopolítico de la Rusia postsoviética. Dicho sea de paso, fue el antropólogo y filósofo peruano Fernando Fuenzalida Vollmar quien fue el primero en tomar atención a las ideas de Dugin en el Perú con su obra La Agonía del Estado-nación (2009), sin embargo, si ha revalorización de la geopolítica en el Perú nos referimos, ese sitial lo tiene ganado el Dr. Jaime Raúl Contreras, quién desde los 90s ya venían trabajando ideas para una nueva geopolítica peruana, recordando sus dos obras Nueva Visión Geoestratégica del Perú como Alternativa a los Desafios del Siglo XXI (1993) y Geopolítica de la República 200 años después (2021).
Retornando a la Teoría de la Multipolaridad, esta si es un aporte del ya mencionado Alexander Dugin, que, si bien ya hemos definido, caben hacer algunas precisiones adicionales partiendo de los planteamientos de este pensador. Dugin en su obra intitulada precisamente Teoría del Mundo Multipolar, nos señala que con el final de la segunda guerra mundial, y la consecuente derrota de la Alemania Nazi, se produce una reconfiguración en la escena geopolítica mundial, sentándose las bases de la bipolaridad con la Conferencia de Yalta, siendo que si bien de iure (legalmente) se siguió reconociendo el sistema internacional que había surgido con Westfalia, en donde se parte de una igualdad jurídica de los Estados-nación, de facto (en los hechos), las grandes decisiones eran tomadas en dos centros de poder: Washington (la Casa Blanca) y Moscú (el Kremlin).
Este mundo bipolar se caracterizaba, siguiendo la lectura que hace Dugin (2016) sobre el particular, en una comparabilidad simétrica de la potencial paridad económica y estratégico-militar de los bandos en guerra, el estadounidense y el soviético. Al mismo tiempo, ningún otro país afiliado a un bando en particular tenía ni remotamente un poder acumulativo comparable al de Moscú o Washington. En consecuencia, había dos hegemón (potencias hegemónicas) a escala mundial, cada una rodeada por una constelación de países aliados (medio-vasallos, en un sentido estratégico). En ese sentido, los países aliados se tornaron en periféricos a los centros de poder hegemónico, y los conflictos regionales rápidamente escalaban a confrontación de dos superpotencias, lo que explica grandemente los conflictos en Corea, Vietnam, Angola, Afganista, etc, y sus reminiscencias contemporáneas como rezagos de esa realidad bipolar. Asimismo, en este contexto, si bien existió el llamado Movimiento de Países No Alineados que intentaron formularse como un tercer polo, al final por el gran poderío geopolítico de las superpotencias, estos igual quedaban relegados a la periferia de una u otra potencia. Siendo por ello las zonas preferidas para la revisión del equilibrio, Asia, África y América Latina, y en cierto sentido, la actual contienda geopolítica, aunque en menor medida, aún tiene algún que otro rezago de esta dinámica.
Con el fin de la Guerra Fría, se terminó también el sistema instaurado en Yalta, configurándose así la unipolaridad, entendiendo a esta última como la existencia de un solo hegemón, el bloque de naciones agrupadas en la OTAN y lideradas de facto por Estados Unidos. Siendo que hasta el día de hoy vivimos en ese mundo unipolar. Por lo expuesto, y si bien la creciente relevancia de las potencias emergentes configura la antesala a un mundo multipolar y coadyuvan a su efectiva consolidación, no significa por ello que nos encontremos ya en una realidad multipolar, sino que estamos en una transición que se acentúa más conforme pasan los acontecimientos geopolíticos y con los cambios de arquitectura en las relaciones internacionales. Siendo así que los puntos principales de una teoría del mundo multipolar que bebe de la praxis geopolítica contemporánea en constante desenvolvimiento, parte de la definición por negación de lo que no es precisamente un mundo multipolar, es decir, por oposición a la realidad imperante al día de hoy, siendo que esos puntos fundamentales, serían como siguen:
- El reconocimiento de la desigualdad jurídica de facto de los Estado-nación:El modelo de Westfalia que determina las relaciones internacionales contemporáneas entre los Estado-nación y que surge en 1648 con el término de la Guerra de los 30 años en Europa, parte de la idea de que existe una igualdad jurídica entre los Estado-nación, es decir, que existen tantos polos de poder como Estados-nación hay en el mundo, y como expresión del ejercicio de su plena soberanía. Sin embargo, lo que vemos en la realidad concreta es que tal igualdad no existe, y la historia de los Estado-nación ha estado marcada por los desequilibrios de poder, la desigualdad y la subordinación jerárquica entre varios Estados soberanos.
- La aceptación de la realidad unipolar y la necesidad de varios polos:Del reconocimiento de la desigualdad, viene la aceptación de la realidad unipolar (la hegemonía plena del bloque atlántico liderado por Estados Unidos), es decir que, la realidad multipolar no es bipolar, ya que la bipolaridad terminó con el derrumbe del bloque soviético y no va a volver, pero tampoco es no-polar en el sentido que reafirma la necesidad de que existan varios polos de poder, que no necesariamente equivalen a cada Estado-nación como pretendía la doctrina clásica de Westfalia, ya que ello sería una ingenuidad, en tanto un polo de poder es definido por su capacidad de respuesta estratégica, económica y política y son pocos los Estado-nación que están en capacidad de llegar a ese nivel.
- La negación del multilateralismo:Por la misma razón que el mundo multipolar requiere la existencia de varios polos, conformados por coaliciones de Estados para reflejar una real soberanía, la multipolaridad es contraria al multilateralismo (forma de cooperación entre al menos tres Estados), en tanto este último, desde la praxis norteamericana solo ha implicado que Estados Unidos sea el primero entre iguales, es decir que en lugar de adoptar una postura de fuerza (unilateral), deba tomar una postura más abierta al diálogo.
Teniendo en claro toda nuestra base teórica, podemos pasar a que impactos filosófico políticos trae esta idea de la multipolaridad en el Siglo XXI y como encuentra esta idea al Perú de hoy.
- Implicancias filosófico políticas de la multipolaridad en el Siglo XXI
Entonces decíamos que, con el término de la Guerra Fría, es decir, después de la caída del muro de Berlín (1989) y la desintegración (1991) del bloque socialista liderado por la Unión Soviética, cambia el panorama geopolítico en las relaciones internacionales, y entramos a un contexto de unipolaridad, pero es también menester precisar que, con lo geopolítico, vino también un proceso de desideologización de las ideas concebidas colectivistas, intervencionistas, estatistas y un proceso de ideologización liberal, y reificación del individualismo, la desregulación y el Estado mínimo, lo que Francis Fukuyama llamó el Fin de la Historia, en donde la democracia occidental liberal y su sistema de principios políticos, económicos y sociales se concebían iban a ser la frontera final del desarrollo político humano a través y vía el proceso de globalización. Esto fue en efecto así por un tiempo, lo que granjeo gran fama a Fukuyama como gurú de la arquitectura unipolar que se gestaba con Estados Unidos como gran dirigente y garante de todo este proceso. Sin embargo, Fukuyama no contaba con que Rusia y China comenzarían a efectuar cambios en sus arquitecturas de poder y con ello a encontrar sus propios medios para sus procesos de desarrollo sin seguir necesariamente los cánones dictados por los Estados Unidos para las naciones que salían de experiencias colectivistas de economía y cultura. Estos cánones por lo general se expresaban en los principios básicos de la globalización en lo ético, lo económico y lo político. En lo ético, el individualismo como propuesta moral; en lo económico, el capitalismo liberal financiero; y en lo político la democracia liberal acuerdista. De todo esto, las ahora potencias emergentes efectuaron sus propias interpretaciones que dieron lugar a rechazos totales en algunos casos como en lo que respecta al individualismo y a la democracia liberal, surgiendo así el fenómeno de las democracias no liberales o iliberales, y en lo económico solo se quedaron con el capitalismo y la economía de mercado, desliberalizando estos sistemas para volverlos dirigidos y controlados. Es decir, en lugar de la frontera final, solo vimos un sitio de descanso final en los vaticinios de Fukuyama.
La pregunta que se le hace a Fukuyama después de todo esto es: ¿Qué paso con la inevitabilidad de la democracia y el capitalismo liberales como últimos paradigmas políticos y socioeconómicos de la humanidad? A todo esto, también con el fin de la guerra fría se nos aseguró que no habría más guerras, pero hemos visto hasta nuestros días, una hipocresía sin parangón proveniente de aquellas naciones del autodenominado mundo libre, que desde sus pulpitos pregonan cruzadas contra lo que ellos consideran es el mundo del despotismo eurasiático y oriental. Pero lo cierto es que ese mundo ya dio la espalda a Occidente y está formando una nueva arquitectura bajo sus propios estándares, en ese sentido y con ese espíritu se fundaron los BRICS en 2006, como foro político y económico de esa otra parte de la humanidad que no quería seguir los mandatos unilaterales de los Estados Unidos en la forma en cómo entender el desarrollo y la paz social. Primeramente, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que ahora bajo el rotulado de BRICS+ cada día integra a más naciones a su seno.
Estos hechos son reflejo del cambio de paradigma en las relaciones internacionales, de una visión individualista a una comunitaria; y de una visión capitalista a formas mixtas de economía, siendo esta la razón por la que se habla cada vez más de capitalismo con valores asiáticos, de economías sociales de mercado, de socialismos de mercado, etc. En detrimento del capitalismo liberal y financiero decimonónico. Es decir, sistemas políticos y económicos que se construyen desde las potencias emergentes como alternativas propias de cada país ante el fracaso de la globalización, por haberse mostrado ajena e indiferente a las herencias culturales, las identidades colectivas, los patrimonios y los intereses nacionales (Benoist, 2002).
Todo esto de la mano de la reafirmación del nacionalismo como fenómeno popular y el fortalecimiento de las identidades étnicas y culturales de los pueblos. Es decir que, estamos, adicionalmente, ante un divorcio que Fukuyama no pudo prever, y que Zizek (2018) también ya ha aceptado, como el divorcio entre democracia y capitalismo, dando lugar a las ya mencionadas democracias no-liberales y a capitalismos dirigidos. Tan es así que autores como Mounk y Foa (2018), reconocen que en el transcurso de un cuarto de siglo, las democracias liberales han pasado de una posición de fortaleza económica sin precedentes a una posición de debilidad económica sin precedentes…(…). De los 15 países del mundo con los ingresos per cápita más altos, casi dos tercios (10) son democracias no liberales. A ello se aúna la reciente noticia (RT, 13.04.2023) de que los BRICS han superado en creces al G7 en crecimiento económico, respecto del PBI Mundial.
Entonces, con toda esta información, va perfilándose diáfanamente que lo que se vendrá de ahora en adelante, siendo este el centro neurálgico del impacto filosófico político de la multipolaridad en el Siglo XXI, no es el horizonte de Fukuyama con el que algunos se empecinan en seguir defendiendo y creyendo como un mantra fanático, sino el horizonte de Dugin, de un retorno de la geopolítica como filosofía y como ciencia del Estado, de una ciclicidad de los procesos socio-históricos, del advenimiento de una auténtica democracia y del retorno a una visión comunitaria de la existencia humana como revalorización del ethos particular de los pueblos. Es decir, todo esto significa que el nuevo horizonte, es un horizonte no-liberal que augurará el surgimiento de nuevos paradigmas políticos y socioeconómicos.
Es por estas razones que el factor socio-cultural está muy presente en la formación del poder actual de las potencias y de sus particulares sistemas y estructuras políticas y socio-económicas, en tanto han sabido reconocerse como civilizaciones.
Ahora, cuál es el mensaje aquí, cuál es el mensaje de los BRICS, de naciones como Rusia o como China, a las demás naciones que buscan un camino de desarrollo independiente y no impuesto ni dictado. Que si quieren soberanía tienen primero que construir ideología. Y aquí nos detenemos en una parte muy importante, porque la liberalización del mundo pos guerra fría estuvo muy de la mano de la desideologización, ya que, si la democracia liberal era la frontera final, las ideologías iban a ser cosa del pasado, y de nuevo aquí la historia refuto a Fukuyama, ya que con el ascenso de los BRICS tuvimos el ascenso de nuevas ideologías de Estado que han decantado los procesos de potenciamiento emergente de dichas naciones. Entonces, repasemos un poco la importancia actual de la ideología. Así como la relación entre ideología y filosofía, el vínculo entre ideología y ciencia, y la diferencia entre ideología y utopía. Para volver a como esto ha sido esencial para los procesos de potenciamiento emergente de los nuevos polos de poder geopolítico, contrario a lo que pudiera pensarse y a lo que en efecto piensan muchos opinólogos, que atribuyen dichos procesos de potenciamiento a una desideologización, cuando como veremos es todo lo contrario.
Sobre el tema de la ideología tampoco es que haremos una exposición de Teoría de las Ideologías, pero si queremos dejar constar que la realidad social humana está definida por su relación intrínseca con las ideologías, en tanto son estas las que brindan el sustrato direccional de la acción humana en varios marcos de intersubjetividad. La diferencia entre las ramas del conocimiento humano (filosofía, ciencia, religión, etc) con la ideología, es que esta última es un subproducto de la dinámica del conocimiento (dinámica entendida como revoluciones internas p.ej. dentro de la filosofía –desde el idealismo al materialismo–, la ciencia –desde el nominalismo al positivismo lógico– y la religión –desde la patrística a la escolástica–), es decir, es un resultado de naturaleza gnoseológica, y que puede por ello no solo tener un sustrato y/o respaldo sino también un contenido filosófico, científico, religioso, ético-moral, etc. Es por ello que mientras el conocimiento filosófico y científico es dinámico, la ideología tiende a una variabilidad demorosa.
Así, por ejemplo, en el plano de la filosofía (política), el idealismo subjetivo, creó el marco idóneo para la producción del liberalismo como ideología socio-política; el materialismo respecto del socialismo marxista, y el idealismo objetivo respecto del fascismo. Así como a su vez, estas ideologías influenciaron en la forma en como se hizo ciencia, así por un tiempo se habló de ciencia occidental, ciencia nazi y ciencia soviética. Estos ejemplos nos reafirman el hecho que la ideología contribuye a fijar el espacio que ocupa en una filosofía, el conocimiento, así como el modo de ocuparlo (Sánchez, 1977:122).
El problema de lo ideológico en un sentido peyorativo como conciencia falsa y/o como conjunto de ideas que enmascara la voluntad de poder de un grupo, clase o sector (Buela, 2004:83), viene, consideramos cuando la ideología en su naturaleza de variabilidad demorosa, se transfigura en un sesgo acrítico-estático, siendo este el pecado que toda ideología debería evitar. Entonces para entendernos al respecto, diremos que hay dos formas de manifestación de la ideología en el terreno gnoseológico: la ideología como conciencia falsa, y la ideología como conciencia verdadera. Esta última trata de aportar fielmente a mejorar la realidad que viene a representar y que por ello siendo (la ideología) un sistema de juicios de valor y declaraciones de objetivos (Bunge, 2013), utilizará diversidad de herramientas metodológicas para la mejor estructuración de ese sistema. Mientras que la ideología como conciencia falsa, tiende a deformar la realidad para adecuarla a sus principios, siendo este el sentido peyorativo de ideología que todos conocemos. Ahora, si bien una de las facetas de la ideología (p.ej. ideologías sociopolíticas como el liberalismo, el socialismo marxista y el fascismo) es, como en efecto lo es, la producción y legitimación de relaciones de poder, también es la ideología la que sirve para cuestionar un poder establecido. Si la ideología, bajo este sentido, también cuestiona un orden de cosas y también significa imaginar otros modos de ser social ¿Qué la diferencia de la utopía? ¿Dónde termina la ideología y donde comienza la utopía? Al respecto, consideramos que cuando lo ideológico sobrepasa sus límites, es decir, los límites de lo real, de lo factible, de lo posible, podemos tener dos posibles escenarios: (i) entramos al terreno de la ideología como conciencia falsa; o (ii) nos adentramos al espacio de lo utópico.
Dicho todo esto, retornando al tema de los procesos de ideologización de las potencias emergentes. Se dice por ejemplo que el empuje de las economías asiáticas es gracias a su pragmatismo y a que han abandonado sus ideologías. Cuando en realidad debería hablarse del cambio de ideologías, del haber trocado una ideología por otra, lo que llamaremos reideologización. Y también se dice que la razón del subdesarrollo de América Latina es que nosotros estamos muy ideologizados, cuando lo que debería precisarse es que tenemos una ideología del subdesarrollo que debe trocarse por una del desarrollo integral. Y decimo esto por recordar las palabras del periodista y politólogo argentino A. Oppenheimer que en un programa diría… «mientras los latinoamericanos estamos obsesionados por el pasado y guiados por la ideología, los asiáticos están obsesionados por el futuro y guiados por el pragmatismo…» (A.Oppenheimer, 15.08.2017).
De esta frase podemos comentar que la tendencia a poner el pragmatismo por sobre la ideología es falaz, porque el pragmatismo también se expresa en forma de ideología (en tanto esta última implica una serie de principios y declaraciones de objetivos). Y el llamado capitalismo con valores asiáticos o confuciano de Corea del Sur y Singapur y el socialismo de mercado de China, Vietnam y Laos, son ideologías sociopolíticas y económicas en todo su sentido, es decir, las naciones asiáticas muy por el contrario de una desideologización, han establecido procesos de renovación ideológica, porque son conscientes que la praxis es la que determina la construcción de principios y objetivos, es decir, de la ideología de gobierno.
La ideología asiática es pragmática, esa es la diferencia (pero tienen una ideología que direcciona su política estatal ¿Como no podrían tenerla en un contexto geopolítico como el presente, de potencias que velan por sus propios intereses y en donde se necesitan unos principios directores para el total despliegue de las fuerzas productivas de la nación?).
Entonces, el tema no es una desideologización de Latinoamérica, que generaría un vacío o ausencia de marco de referencia para las políticas de Estado, que haría, como de hecho ocasiona ya actualmente, que muchos gobiernos de Latinoamérica sean funcionales a los intereses de las demás potencias por la ausencia de máximos principios directores de gobierno. Sino que el hecho está en reemplazar una ideología ineficiente, dogmática o sumisa a intereses foráneos (una ideología como conciencia falsa de la realidad), por una ideología pragmática, científica y eficiente, que sirva al interés nacional (una ideología como conciencia verdadera de la realidad).
Ya agotado el panorama general e internacional, podemos finalizar con el panorama particular y nacional, y el Perú, como ya se podrá inferirá a estas alturas de nuestras reflexiones, no ha sido y no es para nada ajeno a estos procesos de cambio en las relaciones internacionales. Por ahora el Perú es un país periférico, no es una potencia emergente, sino un país en vías de desarrollo con una economía primario exportadora, pero desde la filosofía política y a la reflexión geopolítica debemos comenzar a pensar como haremos viable el proceso de potenciamiento emergente de nuestro país, y como siempre la filosofía que no tiene límites a su constante preguntar, es pionera en estas disquisiciones. En ese sentido, lanzamos la pregunta: ¿Como se encuentra el Perú frente a la reciente época BRICS y cuáles son las posibilidades y oportunidades que esto puede representarle en un futuro?
- Perú frente a los BRICS: el caso del Puerto de Chancay
Recientemente China y Perú inauguraron el pasado jueves oficialmente el megapuerto de Chancay con una inversión que asciende a $ 3.500 millones. El presidente chino, Xi Jinping, en su visita a nuestro país participó de la inauguración de este puerto, que contrario a lo que pudiera pensarse en torno al exclusivo financiamiento chino, es en realidad un proyecto co-financiado, es decir, con financiamiento tanto peruano como chino, entre la compañía minera peruana Volcan y la empresa estatal china Cosco Shipping Company. El presidente de China en la ceremonia de inauguración virtual, con enlace directo a Chancay, precisó cuestiones de relevancia geopolítica que es preciso comentar, mencionó que este evento significaba: «…el nacimiento de un nuevo paso tierra-mar para una nueva era». Asimismo, agregó que era «…un caso exitoso de cooperación chino-peruana bajo los auspicios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta». Como se recordará, la Franja y la Ruta, hacen referencia al megaproyecto anunciado por China en 2013, conocido también como la Nueva Ruta de la Seda. En ese sentido, la Franja hace referencia a las rutas terrestres, mientras que la Ruta a las rutas marítimas, todo ello con la necesaria infraestructura que se tendrá que habilitar para mejorar la interconectividad comercial. Por otro lado, Xi afirmó que la inversión crearía un nuevo corredor marítimo entre China y América Latina, «…conectando el gran Camino Inca y la Ruta de la Seda marítima, allanando el camino para la prosperidad común del Perú y otras naciones de la región». Esta última afirmación no solo es geopolítica sino también filosófico-política porque no solo habla del impacto político del factor geográfico del Perú en el continente americano, sino también lo ontológico cultural como fundamento de la política exterior.
Dicho lo anterior, es menester ahora aterrizar un poco el panorama, porque cierto es, siguiendo los sabios comentarios del ya fallecido geopolítico peruano Dr. Jaime Raul Contreras, de que el Puerto de Chancay así como puede significar la apertura del Perú a mayores horizontes geoeconómicos (el Perú como gran puerta comercial de toda la región suramericana), si no se administra sabiamente, puede tornarse en una carga a futuro en contra de los intereses nacionales. El Perú tiene que asumir el costo de la infraestructura para el correcto aprovechamiento de los beneficios del Puerto, de lo contrario, si el Perú no asume la tarea de brindar la infraestructura faltante para la interconectividad (carreteras, ferrocarriles, puentes, aeropuertos, etc. felizmente algo en ese sentido ya se está haciendo con la ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez), tendremos que valernos íntegramente del capital Chino, con todo lo que ello implica. En el peor de los casos, si el Perú no puede asumir esa tarea (al menos de momento todo parece indicar que si la podemos asumir), lo justo para ambas naciones, sería un co-financimiento de la infraestructura faltante de comunicaciones al interior del país (así como el propio megapuerto que fue como tal un co-financiamiento entre China y Perú). Todas estas cuestiones son parte de la necesaria visión de proyección geopolítica que tiene que tener el país. Como patriotas peruanos, el principio del pragmatismo (de la praxis) debe de armonizarse con el principio del interés nacional, dos principios indisociables, ya que la praxis, en este caso económica y geopolítica, debe servir al interés nacional y viceversa. Por lo pronto, estamos ante una gran oportunidad para afianzar nuestros lazos geopolíticos con la hermana nación de China (con la cuál el Perú comparte su tradición ancestral y su visión de cooperación económica y cultural) y con los BRICS, y como tal, hay que tomar conciencia ciudadana para exigir de nuestros políticos que sea bien aprovechada, para no repetir viejas prácticas de vasallaje económico harto conocidas, y en lugar de ello, que esto sea el espacio en donde la multipolaridad en lo geoeconómico construya fuertes bases en el sur global, y el Perú aporte todo su potencial cultural y económico a los BRICS y a la nueva arquitectura multipolar en la región sur americana.
Dicho esto: ¿Cuáles son las posibilidades reales que tiene el Perú de ingresar a los BRICS? Si antes estas posibilidades aún estaban en progreso o en veremos, conforme a los estándares de ingreso a este foro semillero de la nueva realidad multipolar, y con los últimos acuerdos y alcances del Foro Económico Asia-Pacífico, vemos que las probabilidades aumentan en favor de nuestro país. Sin embargo, esto será suficiente tal vez para ser candidatos a tan importante foro de economías y ser partícipes, en algún sentido, de la nueva arquitectura multipolar en ascenso, con todo lo que ello implica, pero no para ser una potencia emergente con todo y letras, porque hay algo que nos falta y en demasía, una ideología de Estado que encumbre nuestro proceso de desarrollo, porque una ideología de Estado, como la tienen potencias como China y Rusia, les brinda un norte, una dirección, una visión de la nación de aquí a 100 años, dichas sociedades han llegado a un nivel de planificación de su desarrollo que trabajan con metas de ese estilo. Mientras aquí en Perú sigamos con metas de 5 años, nunca llegaremos a realizar el gran destino que la historia nos tiene deparados. Máxime si en palabras del ya citado Dr. Contreras, ningún partido político actual cuenta con una propuesta geopolítica, así también el Estado carece de una visión geopolítica que convierta al país en una talasocracia (dominio del mar) y en una telurocracia (dominio del continente) simultáneamente. El Perú se encuentra en un franco retroceso en sus actividades políticas y en una quiebra de la institucionalidad corroída por la corrupción, la impunidad y la delincuencia que afecta la seguridad ciudadana. Los valores éticos y morales han desaparecido en estos hombres y mujeres que conducen las instituciones. Todos estos hechos dificultan que el país pueda ser incorporado como socio de la OCDE, trámite que viene haciéndolo hace diez años, sentencia final e inequívoca de nuestro autor. Sin perjuicio todo ello, lo hermoso de la filosofía, es que podemos comenzar a sentar las bases y teoría de cómo el Perú pueda renovarse ideológicamente para dejar atrás todas estas taras mencionadas, tal vez nosotros seamos los teóricos de esa misión histórica para nuestro país, y el cambio ha comenzado hoy mismo.