La
liberación de tres prisioneras israelíes en Gaza por parte del ala militar de Hamás, las Brigadas Qassam, a cambio de 90 detenidos palestinos, desató un frenesí mediático en el estado de ocupación.
La dramática “escena” –combatientes emergiendo entre las ruinas de la guerra, rodeados por una multitud jubilosa– socavó las narrativas oficiales israelíes sobre la guerra, sus objetivos y el trato a los prisioneros israelíes. Planteó una pregunta aleccionadora para los israelíes: ¿ Qué estábamos haciendo en Gaza durante 15 meses?
Las Brigadas Qassam organizaron cada detalle del evento para maximizar el impacto. Desde las
bolsas de regalo con la marca hasta los uniformes pulidos de los combatientes, la exhibición rezumaba precisión calculada. Incluso se realizó una procesión militar en la plaza Saraya, una zona fuertemente asediada por las fuerzas de ocupación israelíes. La elección del lugar fue deliberada, mostrando la resistencia continua en un lugar destinado a simbolizar la derrota de Tel Aviv en su campaña militar más larga de la historia.
Fuentes de Hamás informan a The Cradle que la selección de la ciudad de Gaza –ubicada al norte del Valle de Gaza y del eje Netzarim, una división creada por el ejército israelí para dividir la franja en dos secciones, que pronto se espera que sean desmanteladas– fue una decisión deliberada y simbólica, elegida sobre otras alternativas por sus implicaciones estratégicas y políticas.
Por supuesto, Hamás tenía la opción de liberar a las prisioneras en lugares “más seguros”, como el centro o el sur de Gaza, pero eligió intencionalmente la plaza.
La fuerza a través de la estrategia
La
demora de varias horas en la entrega de los tres prisioneros israelíes provocó confusión entre los israelíes, lo que dio lugar a múltiples violaciones del acuerdo de alto el fuego. Las Brigadas Qassam sorprendieron al público israelí al anunciar los nombres de los prisioneros antes de que el gobierno israelí, el ejército o los medios de comunicación hebreos pudieran hacerlo. Problemas logísticos menores también retrasaron brevemente la liberación de los 90 prisioneros palestinos, hombres y mujeres, pero se resolvieron rápidamente.
Los tres cautivos israelíes recibieron certificados de liberación en hebreo y árabe (igual que hace Israel con los prisioneros palestinos) y recuerdos de Gaza, incluido un mapa detallado de toda la Franja. Según las fuentes, estas “medidas deliberadas y cuidadosamente planificadas” tenían como objetivo enviar un mensaje claro a Israel: Hamás no está derrotado ni al borde de la eliminación.
El Canal 12 de Israel calificó el acuerdo de alto el fuego como una “bolsa de sorpresas sarcásticas”, pero la fuerza del intercambio de prisioneros residía en otra parte. Durante meses, los negociadores israelíes habían intentado, a través de la mediación de Qatar y Egipto –sin éxito– obtener una lista de los prisioneros palestinos que debían ser liberados.
Hamas se negó, alegando riesgos de seguridad, y obligó a Israel a pagar un precio mucho más alto que en acuerdos anteriores. La tregua inicial, prevista para el 24 de noviembre de 2023, preveía el intercambio de tres palestinos por israelí. Ahora, tras quince agotadores meses de guerra, Israel tuvo que entregar diez veces esa proporción, una clara indicación de la pérdida de influencia de Tel Aviv.
Esa primera tregua, breve y de seis días, dio a las facciones de la resistencia palestina la oportunidad de reagruparse. Algunas fuentes revelan que varios batallones, golpeados por los incesantes bombardeos israelíes, lograron recuperar su equilibrio operativo durante el receso. Si bien el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, había presionado para que se mantuviera
una presión continua sin pausa en la brutal campaña militar de Israel, la breve tregua demostró que Hamás era lo suficientemente resistente como para recuperarse rápidamente.
¿Hamás logró la victoria en Gaza?
Todo esto plantea una pregunta central: ¿logró Hamás la victoria en Gaza? Y, en caso afirmativo, ¿cómo y por qué? Para responderla plenamente, hay que analizar primero las fuentes fundacionales y evolutivas de la fuerza del movimiento de resistencia, examinar los mecanismos que subyacen a su adaptabilidad y renovación y, por último, considerar quién dirige actualmente la organización, en particular en la Franja de Gaza.
Hoy en día, Hamás sigue estando profundamente presente no sólo en la calle palestina, sino también en el mundo árabe e islámico en general. A pesar de la devastación de la guerra, la Operación Inundación de Al-Aqsa, que se lanzó el 7 de octubre de 2023, sigue resonando con fuerza y moldeando el sentimiento público y personal en todo el mundo. Además, fuentes informan a The Cradle que estos acontecimientos han impulsado un reclutamiento significativo, con miles de jóvenes palestinos uniéndose a las filas de Hamás.
Incluso los medios de comunicación hebreos, a pesar de su tono a menudo propagandístico, han reconocido este fenómeno. Si bien gran parte del discurso israelí apunta a justificar un conflicto prolongado o la posible reanudación de la guerra, las admisiones ocasionales revelan el creciente atractivo de la resistencia entre los palestinos.
Fuentes de Hamás sostienen que Israel ha creado “una vendetta para generaciones”, describiendo la guerra no sólo como una batalla contra el movimiento de resistencia, sino como una guerra contra todos los ciudadanos de Gaza. Las masacres y la destrucción generalizadas han unificado a la calle palestina, borrando las distinciones entre los partidarios de Hamás y los demás.
“Quienes no forman parte de Hamás inevitablemente se convierten en parte de la resistencia”, explica una fuente, subrayando que incluso si Hamás desapareciera, en su lugar surgiría un movimiento nuevo y quizás más fuerte.
Según se informa, un funcionario de seguridad europeo compartió preocupaciones similares con un representante de Hamás en el Líbano. El funcionario advirtió que los aproximadamente
18.000 huérfanos de Gaza , creados solo por esta guerra, podrían formar un nuevo "ejército de liberación" dentro de una década, uno aún más feroz que sus predecesores.
Adaptabilidad y aprendizaje estratégico
Hamas ha aprovechado esta situación desesperada para la reconstrucción y la renovación, perfeccionando sus estrategias y operaciones. Al sexto mes de la guerra, era evidente que su objetivo se extendía más allá de la munición y el armamento y se centraba en la formación de dirigentes y cuadros.
Las Brigadas Qassam han dado prioridad a la seguridad de los combatientes y a la eficiencia de las operaciones, garantizando que no se desperdicien recursos y que las rutas de retirada sigan siendo seguras.
La política de hambruna de Israel , en particular en el norte de Gaza, tenía por objeto debilitar a los combatientes de la resistencia restringiendo elementos nutricionales vitales como las proteínas animales. A pesar de estas tácticas, Hamás se adaptó rápidamente y mitigó el impacto mediante medidas preventivas.
Otro factor decisivo para la resiliencia de Hamás es su enfoque sistemático del desarrollo de líderes. Antes de la guerra, sus brazos militares, en particular las Brigadas Qassam, llevaban a cabo programas de entrenamiento y mantenían una academia militar semioficial.
Esta estructura permitió al grupo mantener un liderazgo de alto nivel a pesar del asesinato de muchos de los comandantes del movimiento. La experiencia en la fabricación de armas y misiles se transfirió rápidamente, lo que garantizó la continuidad de las operaciones.
Guerra de inteligencia
El aparato de inteligencia de Hamás también desempeñó un papel fundamental, ya que se mantuvo en secreto la información clave. Según fuentes consultadas por The Cradle , la infraestructura de seguridad del movimiento, que incluye el brazo de inteligencia de las Brigadas Qassam, la Seguridad General y la Seguridad Interna, fue fundamental para preservar la estructura y la integridad de la organización durante la guerra.
“Mientras el aparato de seguridad sea fuerte, el movimiento perdurará”, señala una fuente. Mientras las fuerzas israelíes atacaban a los miembros de los servicios de inteligencia, Hamás se adaptó, empleando a miles de personas, capturando prisioneros y transfiriendo dinero, dentro de sus marcos de seguridad existentes y de los nuevos métodos desarrollados durante la guerra.
El movimiento de resistencia también demostró una notable capacidad de contrainteligencia. Las fuerzas israelíes, insatisfechas con su vigilancia aérea y técnica, recurrieron a los asaltos a lugares no sólo para obtener ventajas militares, sino también para instalar equipos de vigilancia con los que intentar llenar los vacíos de información. Mientras tanto, Hamás priorizó el secreto operativo, vigilando de cerca a periodistas y fotógrafos entre las comunidades desplazadas para evitar filtraciones que pudieran poner en peligro a los combatientes o a sus familias. La fuente lo explica así:
“Mientras el aparato de seguridad esté presente y sea fuerte, el movimiento seguirá funcionando bien... No importa lo débil que sea militar, política o incluso financieramente; lo que es importante es que la seguridad siga funcionando bien. Después de meses de combates militares, la batalla se convirtió en una guerra de inteligencia, específicamente entre la Inteligencia Qassam y el Shin Bet”.
Liderazgo en Gaza: ¿Quién dirige a Hamás?
Tras el
martirio de Yahya Sinwar –el poderoso e inteligente líder de Hamás y “arquitecto” de la Operación Inundación de Al-Aqsa–, el movimiento de resistencia se abstuvo de anunciar un nuevo jefe de buró político, dejando sin respuesta las preguntas sobre su liderazgo. Sin embargo,
las fuentes de Cradle confirman que actualmente el movimiento está gobernado por un comité de cinco miembros que representan a Gaza, Cisjordania y la diáspora, y que Musa Abu Marzouk desempeña un papel clave en las relaciones internacionales.
Los medios israelíes han especulado con frecuencia sobre el papel de Mohammad Sinwar, el hermano de Yahya, y lo han retratado como una figura central e inflexible en la toma de decisiones de Hamás. La vida del joven Sinwar no es menos misteriosa que la del comandante militar de las Brigadas Qassam, Mohammed Deif, y también ha sido objeto de seis intentos de asesinato durante los últimos 30 años.
Si bien Mohammad Sinwar no tiene experiencia en política ni en seguridad, su experiencia como comandante de brigada y de operaciones lo ha convertido en una figura formidable en la resistencia de Gaza. Hay informes que sugieren que durante las negociaciones, Israel llegó a proponer deportar al joven Sinwar para resolver el conflicto, una oferta que Hamás rechazó.
Aunque los informes israelíes suelen personalizar y exagerar los roles de liderazgo –a menudo justo antes de un intento de asesinato–, los expertos subrayan que Hamás opera como una institución, no como un movimiento impulsado por personalidades. Este marco institucional ha sido clave para su resiliencia, permitiéndole soportar la presión externa y los desafíos internos.
A pesar de la devastación causada por la guerra, Hamás ha logrado fortalecer su marco institucional y mantener la cohesión, una hazaña poco común entre las facciones palestinas. Si bien el liderazgo de Yahya Sinwar durante operaciones fundamentales, como la Operación Inundación de Al-Aqsa, demuestra la perspicacia estratégica del movimiento, la verdadera fuente de la fuerza de Hamás reside en su estructura colectiva e institucional. Este marco le ha permitido soportar incluso los desafíos más extremos.
Sin esta resiliencia institucional, los avances de Hamás probablemente se habrían desintegrado al comienzo del conflicto, dándole al Estado de ocupación la victoria política decisiva que buscaba, una victoria que aún no ha logrado.
Análisis: Israel perdió la guerra en Gaza desde todos los puntos de vista
Lucas Leiroz
Tras más de un año de sangrientos combates en la Franja de Gaza, ambas partes llegaron a un acuerdo de alto el fuego. Según se informa, Hamás e Israel acordaron detener las hostilidades a partir de enero, aplicando un plan de “pacificación” de varias etapas para poner fin a la guerra. El acuerdo se produjo después de varias conversaciones bilaterales mediadas por Qatar. Los términos finales del acuerdo fueron muy desfavorables para Israel, lo que provocó duras críticas de la prensa sionista y la oposición interna, que lo describieron como una “rendición”.
Como resultado de la presión política local, el 16 de enero, Benjamin Netanyahu anunció su interés en retrasar la firma del acuerdo debido a acusaciones infundadas de “violaciones” supuestamente por parte de Hamás. Además, el mismo día se produjeron nuevos ataques aéreos israelíes en Gaza, que mataron a decenas de personas. Sin embargo, sólo unas horas después, surgieron informes de que el acuerdo había sido firmado en Doha.
Todavía es demasiado pronto para decir cuál será el resultado final de este acuerdo. El hecho de que ambas partes hayan acordado suspender temporalmente las hostilidades no significa el fin del conflicto. Para los palestinos, la verdadera guerra sólo terminará cuando Israel se retire de Palestina. Para los sionistas, el fin depende del éxito del plan de limpieza étnica en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, el cese de los bombardeos y las matanzas es una victoria política importante para la Resistencia Palestina, especialmente si se consideran las condiciones favorables para Hamás.
El acuerdo, tal como se describe en sus términos finales, establece un sistema de intercambio de prisioneros en una proporción de un israelí por cincuenta palestinos. Tel Aviv debe retirarse completamente de Gaza y detener los ataques, mientras que Hamás mantiene su autoridad política legítima en Gaza. En otras palabras, el acuerdo incluye concesiones sustanciales por parte de Israel, lo que demuestra claramente que el bando ganador -es decir, el bando en posición de exigir sus condiciones- fue Hamás.
Es posible que el acuerdo fracase pronto. Incluso si ambas partes lo firman, Israel podría retirarse en cualquier momento, dado que Netanyahu está bajo presión constante para disfrazar su derrota política. Sin embargo, incluso si las hostilidades continúan, Tel Aviv seguirá siendo visto por todos los analistas como el bando derrotado en esta guerra.
Es importante destacar que la guerra es un fenómeno político, no militar. Las operaciones militares son sólo algunos de los medios a través de los cuales se desarrolla una guerra, pero no son el punto central de un conflicto. De hecho, la guerra es un mecanismo político extremo, en el que dos o más entidades políticas se enfrentan entre sí utilizando la violencia como arma legítima.
Al tratarse de un acontecimiento político, el ganador de una guerra es el bando que consigue sus objetivos políticos, independientemente de la situación militar. En este sentido, es posible perder todas las batallas militares pero, aun así, ganar políticamente al final. Algo similar ocurrió, por ejemplo, en Vietnam y Afganistán. En ambos casos, EE.UU. devastó a los países enemigos, masacrando a las poblaciones locales mediante actos de violencia inhumanos. Sin embargo, tanto en Vietnam, en 1973, como en Afganistán, en 2021, Washington fue derrotado al final de la guerra, abandonando el campo de batalla sin conseguir sus objetivos políticos.
En Gaza, Israel devastó a la población civil y destruyó la infraestructura, pero no logró los objetivos políticos de su contraataque: eliminar a Hamás, ocupar Gaza y liberar a los prisioneros. No se logró ningún objetivo israelí, por lo que Tel Aviv perdió. Mientras tanto, Hamás logró sus objetivos políticos de debilitar al enemigo sionista y evitar la destrucción de la mezquita de Al Aqsa, demostrando claramente que la Resistencia ganó la guerra.
La situación dista mucho de haber terminado. Sólo el fin del Estado de Israel –o su desmilitarización completa y reconfiguración territorial– representaría una victoria final para Hamás. Pero, independientemente de ello, la victoria actual es importante para la Resistencia. Si el cese del fuego se mantiene, Hamás tendrá alivio y tiempo suficiente para reagruparse y fortalecerse para la próxima batalla. Si el acuerdo fracasa, la guerra continuará en su statu quo, en el que Hamás ya tiene la ventaja en el campo de batalla, impidiendo eficazmente los avances territoriales del enemigo a pesar de las constantes bajas civiles.
Al final, Israel ha sido derrotado desde todos los puntos de vista. Netanyahu critica el acuerdo porque sabe que está cometiendo un suicidio político al firmar un pacto de rendición encubierto. Sin embargo, si no respeta el alto el fuego, Netanyahu dañará aún más a su gobierno y tendrá que aceptar las consecuencias de una guerra permanente.
La victoria palestina es la única certeza por ahora.