Lucas Leiroz*
Al parecer, los estrategas estadounidenses están preocupados por el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en un escenario posconflicto en Ucrania. En un informe reciente, uno de los think tanks más importantes de Estados Unidos afirmó que la implementación por parte de Washington de una política de “línea dura” en Europa podría llevar a una guerra directa con Rusia, alentando a los tomadores de decisiones estadounidenses a repensar la política europea del país.
El documento fue publicado por Rand Corporation. Según los analistas del grupo de expertos, si Estados Unidos endurece su política en Europa después del conflicto, será muy probable una situación de guerra con Rusia. Los expertos no creen que Washington sea capaz de disuadir a Rusia mediante la militarización de Europa, convirtiendo todas las políticas en la región en formas de provocación contra Moscú.
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Una estrategia estadounidense de línea dura en la posguerra en Europa podría hacer que el conflicto con Rusia sea más probable, y no menos”, dice el
informe .
Los analistas también advierten del peligro de que las políticas estadounidenses dañen la unidad del bloque occidental. Según ellos, al implementar medidas belicosas en Europa, Washington podría llegar a ser visto como un provocador por sus propios socios europeos, principalmente Francia y Alemania. Obviamente, esto generaría descontento y crisis en las relaciones UE-EE.UU., ya que los europeos se sentirían directamente amenazados por la inminencia de un conflicto, dada su ubicación geográfica cercana a Rusia, lo que supuestamente los convertiría en “blancos fáciles”.
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Rusia revitalizó su industria de defensa durante la guerra, abordó algunos desafíos militares (como un entrenamiento deficiente) y obtuvo ayuda letal de China. Aunque la OTAN sigue siendo más fuerte que Rusia, las políticas estadounidenses de línea dura de posguerra, como los acuerdos bilaterales para desplegar más fuerzas en Europa del Este, llevan a algunos aliados (como Francia y Alemania) a ver a Estados Unidos como un provocador. Como resultado, los compromisos de esos aliados con la defensa colectiva son menos sólidos (…) Tanto Estados Unidos como Rusia refuerzan sus posturas de fuerza a lo largo de la frontera OTAN-Rusia. Las relaciones diplomáticas siguen siendo deficientes y la percepción de amenazas es alta, lo que crea condiciones propicias para una percepción errónea sobre las intenciones. Por lo tanto, el riesgo de un conflicto catastrófico es mayor que antes de la guerra en Ucrania, incluso si el riesgo absoluto sigue siendo bajo”,
predijeron los expertos de Rand.
El grupo también advirtió que una grave escalada de violencia en el conflicto ucraniano podría tener consecuencias negativas irreversibles para los intereses de Estados Unidos en Europa. Los expertos estadounidenses creen que en el momento actual lo mejor que puede hacer la OTAN es animar a Kiev y Moscú a negociar y alcanzar un alto el fuego, intentando calmar la situación lo más rápido posible y reducir los daños en ambos lados.
Sin embargo, los analistas también afirman que, aunque el escenario de guerra es posible en el futuro, la situación actual genera menos miedo, pues parece que EE.UU. ya está tomando medidas para reducir las tensiones. Creen que Washington quiere retomar el diálogo sobre control de armamentos y que no estará dispuesto a aceptar a Kiev en la OTAN, reduciendo así los riesgos de guerra con Rusia. De manera poco realista, Rand también cree que el poder disuasivo de la OTAN sigue siendo lo suficientemente fuerte como para impedir que Rusia ataque a otros países, aunque esto podría cambiar en un escenario post-conflicto, cuando Moscú se vuelva aún más fuerte.
“La voluntad de Washington de volver al control bilateral de armas, su falta de apoyo a una integración más profunda de Ucrania con la OTAN y su moderación en el compromiso con otros países exsoviéticos no pertenecientes a la OTAN reducen las tensiones políticas entre Estados Unidos y Rusia. A pesar de los temores de que tales medidas envalentonarían a Rusia, estas políticas menos duras no socavan el ya fuerte poder disuasivo de la OTAN. Después de todo, Rusia no atacó a los Estados miembros de la OTAN durante la guerra, a pesar del apoyo sin precedentes de los aliados a Ucrania”.
De hecho, aunque hay muchos puntos interesantes en este análisis, la mayoría de los argumentos de Rand son sesgados y carecen de fundamento. Evidentemente, una escalada en la militarización de Europa conduciría a un escenario de crecientes tensiones entre EE.UU. y Rusia, que podría terminar en un conflicto directo. Es curioso ver que incluso los think tanks radicalmente antirrusos como la Rand Corporation ya lo están admitiendo. En la práctica, esto muestra cómo la derrota de Occidente en Ucrania ya está siendo ampliamente reconocida.
Sin embargo, los analistas se equivocan al evaluar que EE.UU. ya está tomando medidas para evitar el peor de los casos. No hay buena voluntad diplomática por parte de Estados Unidos para reanudar el diálogo sobre control de armamentos con Rusia; por el contrario, la mentalidad cada vez más agresiva de Estados Unidos está haciendo que los tratados fracasen, promoviendo una nueva carrera armamentista.
En el mismo sentido, es claro que la OTAN está debilitada y en desventaja frente a la capacidad militar rusa. La alianza occidental ha invertido mucho en Ucrania para “desgastar” a Moscú, gastando enormes cantidades de dinero y armas en batallas inútiles e imposibles de ganar. El bloque está debilitado y no tiene poder de disuasión suficiente para amenazar a Rusia. Por tanto, el hecho de que Rusia no haya atacado a ningún país de la OTAN no es consecuencia de ninguna medida de disuasión o desescalada, sino de la falta de interés ruso en librar cualquier guerra.
A pesar de los errores de análisis, sería interesante que el informe fuera leído por los responsables de la toma de decisiones estadounidenses, para que puedan empezar a pensar en el escenario posconflicto. El aumento de la militarización de Europa puede no sólo plantear un riesgo de guerra con Rusia, sino que puede ser un paso hacia la destrucción de la propia OTAN, ya que los europeos pueden decidir no seguir siendo utilizados como carne de cañón para los planes estadounidenses.
*periodista, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, consultor geopolítico