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Rusia, China y la ASEAN tejen su magia oriental

Rusia, China y la ASEAN tejen su magia oriental

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
miércoles 18 de septiembre de 2024, 22:00h
Pepe Escobar
En la sesión plenaria del Foro Económico Oriental celebrada en Vladivostok la semana pasada ocurrió algo bastante extraordinario, muy en sintonía con el tema principal del foro: "Extremo Oriente 2030. Combinar fuerzas para crear un nuevo potencial».
Compartieron escenario el Presidente Putin; el Vicepresidente de China, Han Zheng; y el Primer Ministro de Malasia, Anwar Ibrahim.
Esto se traduce como Rusia-China-ASEAN: una asociación clave entrelazada, en constante fortalecimiento, en el camino de explorar todo el potencial hacia un mundo nuevo, equitativo, justo y multinodal (la cursiva es mía).
En su discurso, el Presidente Putin se centró en el que posiblemente sea el proyecto de desarrollo nacional más ambicioso del siglo XXI: la Conquista rusa del Este, una imagen especular de la Conquista china del Oeste que comenzó en serio en 1999, a través de la campaña «Go West».
Putin detalló el rápido desarrollo del Extremo Oriente ruso, con más de 3.500 proyectos tecnoindustriales. Se explayó sobre la Ruta Marítima Septentrional (NSR, en inglés) -los chinos la llaman la Ruta de la Seda del Ártico-, con la construcción de nuevos rompehielos nucleares y el desarrollo del puerto de Murmansk incluidos. El volumen de negocios de la NSR, señaló Putin, es ya un récord cinco veces mayor, y subiendo, en comparación con los tiempos de la URSS.
Todas las cifras relativas al Extremo Oriente y al Ártico son asombrosas. Extremo Oriente es una macrorregión estratégica que ocupa nada menos que el 41% del territorio de la Federación Rusa. El Ártico, un inmenso tesoro de recursos naturales, vinculado al potencial del NSR, ocupa el 28% - representa el 17% de la producción rusa de petróleo, el 83% de la de gas y alberga inmensos yacimientos de oro, carbón, níquel, cobre, cobalto, metales del grupo del platino y diamantes.
Así que no es de extrañar que el recurrente sueño colonialista occidental de atacar, desmembrar y saquear Rusia -cuya última iteración es la obsesión por infligir una «derrota estratégica» a Rusia en Ucrania- esté directamente vinculado al acaparamiento y explotación de las infinitas riquezas del Extremo Oriente/Artico.
Putin describió una vez más cómo ambas regiones son «el futuro de Rusia» y una prioridad federal para todo el siglo XXI: de hecho, una cuestión de seguridad nacional. El crecimiento de la inversión en capital inicial ya ha aumentado un 20%, el doble de la media rusa; y cada rublo de financiación estatal se ve correspondido por 34 rublos de inversión privada. Los sectores clave son la energía, la petroquímica, la minería, la madera, la logística, la construcción aeronáutica, naval y de maquinaria, la agricultura y la pesca.
Anwar: «¿Dónde está la humanidad?»
El malayo Anwar, orador de primera clase, se explayó sobre la ASEAN como encrucijada de Asia-Pacífico y tejió un elegante análisis del poder blando, completado con literatura rusa (es la primera vez que visita suelo ruso), destacando las aportaciones en el «tejido mismo de la historia y el pensamiento humanos» y cómo Rusia está «señalando los límites de lo posible».
Paralelamente, elogió el auge del Sur Global (40% del PIB mundial, más del 85% de la población); el atractivo de los BRICS (Malasia solicitó oficialmente entrar en BRICS+); y cómo Rusia debería atraer cada vez más «inversiones de naciones de mayoría musulmana». Jugando con la vibrante cultura de su tierra, reiteró, con una sonrisa, el lema nacional: «Malasia, verdaderamente Asia».
Anwar tocó especialmente la fibra sensible del público empresarial y tecnócrata al comentar la tragedia de Gaza. Dijo que siempre pregunta a sus colegas, «incluso en Occidente», dónde está «la humanidad»; cómo se atreven a «hablar de justicia»; y cómo se atreven a predicar «derechos humanos y democracia».
El vicepresidente Han Zheng hizo hincapié en las recientes reuniones de alto nivel celebradas en Pekín y Astana para reforzar la asociación estratégica Rusia-China; el creciente volumen de negocios comerciales; el estatus de China como principal socio comercial e inversor en el Extremo Oriente ruso; el impulso a la modernización de las estructuras transfronterizas; y la Iniciativa de Seguridad Global del presidente Xi, que es como una especie de versión más ambiciosa del concepto ruso de Gran Asociación Euroasiática.
Han Zheng dejó bastante claro cómo China se toma en serio un nuevo formato de seguridad global, para «combatir la mentalidad de la Guerra Fría». Y todo vuelve al concepto global chino para todo el siglo XXI: el intento de construir una «comunidad de futuro compartido para la humanidad».
Asia-Pacífico: Todo sobre tecnología y ciencia
En términos prácticos, el foro -al que asistieron 7.000 invitados de 75 naciones (muy pocos de Occidente)- cerró 258 acuerdos por un importante valor de 5,4 billones de rublos (más de 59.700 millones de dólares).
Al igual que el año pasado, una de las actividades más destacadas fue la exposición al aire libre, junto al mar, de la cultura, las costumbres, la gastronomía y la espectacular belleza natural de diversas regiones, de Primorsky a Sajalín, de Kamchatka a Saja/Yakutia, de Buriatia a Krasnoyarsk.
Todo ese poder blando se integra en el impulso geopolítico y geoeconómico hacia un crecimiento económico sostenible y sin pausas, desde el Este de Rusia a toda la región Asia-Pacífico; y se aborda, por ejemplo, en el diálogo empresarial ruso-ASEAN, en plena evolución.
El analista militar y de seguridad indonesio Connie Bakrie, también profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Petersburgo, lo resumió todo: «Lo más importante para Asia-Pacífico es la tecnología y la ciencia (...) El Presidente Putin subrayó que Rusia desempeñará un papel muy importante en la construcción conjunta de la ciencia y la tecnología [en toda Asia], especialmente en el aspecto nuclear de la seguridad energética».
Varias sesiones repartidas por el foro fueron prodigios de integración. No siempre en un debate sobre los sistemas educativos de las economías de la APEC es posible tener a Evgeny Vlasov, vicerrector de la Universidad Federal del Lejano Oriente (FEFU) -en cuyo extenso y ultramoderno campus se celebra el foro- debatiendo con Yu Miaojie, rector de la Universidad de Liaoning, de primera clase, en Hong Kong.
En el llamado Polígono Oriental, el debate, al que asistió el principal asesor de Putin, Igor Levitin, versó sobre el desplazamiento de la geoeconomía hacia Asia-Pacífico, con el Lejano Oriente convirtiéndose en una puerta absolutamente clave para el comercio exterior.
En la sesión Rusia-ASEAN, en la que participó un ministro de la Unión Económica de Eurasia (EAEU), se habló de los cinco años transcurridos desde el inicio de la asociación estratégica Rusia-ASEAN, y de cómo Moscú considera Asia-Pacífico, y en particular la ASEAN, una prioridad absoluta.
En una sesión paralela se examinó la cooperación en la Gran Eurasia, centrada en el desarrollo de cadenas de producción que integren a la UEEA, la OCS y los BRICS.
Karin Kneissl, directora del Centro GORKI (Observatorio Geopolítico sobre Cuestiones Clave de Rusia) de la Universidad Estatal de San Petersburgo y ex ministra austriaca de Asuntos Exteriores, representó una vez más las (pocas) voces de cordura que quedan en Europa: subrayó cómo «el Estado de Derecho está desapareciendo en Europa» y cómo «la confianza en el sistema tradicional ha desaparecido».
De ahí la importancia del foro BRICS: «Lo que se necesita es una nueva base normativa».
Bajo el tema «Instrumentos de desarrollo soberano en el contexto de la desestabilización del orden mundial» se desarrolló un debate fascinante y oportuno, con la incisiva aportación de Albert Bakhtizin, director del Instituto Central de Economía y Matemáticas de la Academia Rusa de Ciencias.
Un grupo de científicos rusos, con aportaciones chinas, ha desarrollado un Índice de Fortaleza Nacional, que tiene en cuenta variables como el tamaño de la población, las reservas de recursos naturales, el poder militar, la fortaleza de la economía, la solidez del gobierno, las empresas y la sociedad a la hora de alcanzar los objetivos de desarrollo nacional. Se trata, por supuesto, de soberanía.
Estados civilización fríos, tranquilos y serenos
El debate multipolar fue uno de los momentos culminantes del foro.
El anfitrión, Alexander Dugin, fue categórico: Rusia es una nación del Pacífico. En el escenario se encontraban, entre otros, la incontenible Maria Zakharova; el embajador indio en Rusia, Vinay Kumar; el autor del concepto de civilización-estado, el profesor Zhang Weiwei, de la Universidad de Fudan; la analista indonesia Connie Bakrie; el ex Primer Ministro de Nepal, Madzav Kumar; el geopolítico francés de primera fila Aymeric Chauprade; además de varios académicos y analistas de la ASEAN entre el público.
El consenso fue que el «orden» internacional unilateral basado en «reglas» que el Occidente colectivo cambia a su antojo debería estar en vías de desaparición. Esto está directamente relacionado con el desplazamiento del centro de gravedad geopolítico a Asia-Pacífico.
El profesor Zhang Weiwei ofreció una explicación concisa de la vía china, basada en «tres estructuras». En cuanto a la estructura política, «China es ferozmente independiente. Y la ASEAN es constantemente autónoma, negándose a tomar partido». En cuanto a la estructura económica, la principal prioridad de Pekín es mejorar el nivel de vida de la población, o «el sustento de la población es lo primero».
La ASEAN, por su parte, es el mayor socio comercial de China. Por su estructura geográfica, «es muy vulnerable, a veces llamada los Balcanes de Asia». Pero brilla como modelo de integración.
En cuanto a la estructura cultural, el profesor Weiwei destacó «el modo asiático». Es decir, «podemos permitirnos estar de acuerdo en estar en desacuerdo». Así es como China «apoya la independencia de la ASEAN».
El Foro Económico Oriental demostró una vez más, con creces, cómo Rusia y una colección de Estados civilización asiáticos se mantienen fríos, tranquilos y serenos, avanzando resueltamente, incluso cuando una Totalen Krieg híbrida que puede escalar en un instante a una guerra nuclear está siendo librada por el Hegemón y sus vasallos contra Rusia y, en última instancia, contra los BRICS.
A pesar de que el Think Tankland estadounidense no deja de idear planes belicistas -el último es la creación de una «Esparta Ártica» de la OTAN para tratar de contener «el fin del excepcionalismo estadounidense» en el Alto Norte-, las nuevas conexiones socioeconómicas exploradas en el foro, y la consiguiente nueva estabilidad y capacidad de recuperación, son cambios de juego aún más importantes que las debacles militares y morales en Gaza y en el suelo negro de Novorossiya.
No es de extrañar que la plutocracia hegemónica y sus humildes vasallos echen espumarajos de odio sin paliativos al verse totalmente superados y burlados por Rusia, China, Asia y Eurasia, destinados finalmente a revolcarse en las cunetas de la irrelevancia.
Imparables e iguales: La visión rusa de la seguridad euroasiática
Joshua Modise
Los desafíos de la modernidad han mostrado claramente la ineficacia y el deterioro de la arquitectura de seguridad existente en el mundo. Los conflictos en la Franja de Gaza y Ucrania han revelado que las alianzas militares existentes, como la OTAN, no sirven más que para las ambiciones político-económicas de quienes están al frente de dichas organizaciones. Además, alegando la disuasión como principio rector, estas instituciones han cambiado recientemente su carácter disuasorio por el ofensivo.
Las extensiones de la OTAN a lo largo de los años, habiendo puesto en peligro la seguridad nacional y creado una amenaza para los intereses nacionales de los países de la región, fueron una de las preposiciones oficiales al lanzamiento de la Operación Militar Especial (OME) rusa en Ucrania.
Hasta la fecha, podemos observar claramente los efectos devastadores en la seguridad global, la política mundial y la economía creados por las alianzas militares anticuadas, la OTAN en particular. La razón es que tales organizaciones no resuelven el famoso dilema de la seguridad: dentro de las alianzas, la seguridad se reparte entre los países débiles a los que se protege y los países poderosos que asumen el compromiso de proporcionar seguridad a cambio de la proyección ampliada de sus propios intereses a través de las propias alianzas.
Además, en este tipo de desarrollo, la seguridad de unos limita la seguridad de los otros que no pertenecen a las mismas alianzas militares, incitándoles a unirse a otras alianzas o a contrarrestar la amenaza con sus propias fuerzas.
Es esta lógica la que articula la necesidad de un formato de seguridad totalmente nuevo para Eurasia. Vladimir Putin, Presidente ruso, propuso a mediados de junio en la reunión del Ministerio de Asuntos Exteriores una nueva idea para lograr una seguridad imparcial y equitativa en todo el continente, que posteriormente se debatió en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrada en Astana. Con un sistema de «seguridad euroasiática», Putin se refiere a una cooperación multilateral multiforme entre todas las naciones de Eurasia que lo deseen, incluidos los Estados miembros de la OTAN.
Dicho sistema puede crearse mediante un sistema de acuerdos multilaterales y bilaterales en diversas esferas que conformarían la estructura neta de las garantías de seguridad de acuerdo con los intereses de todos los miembros. Aunque por el momento resulta bastante indistinto, el sistema de «seguridad euroasiática», según ha declarado el dirigente ruso, se basará en los siguientes principios:
  • En primer lugar, la seguridad euroasiática no debe considerarse únicamente seguridad política y militar. La propia noción de «seguridad» abarcará las esferas económica, energética y ecológica, la seguridad alimentaria y del transporte, así como el desarrollo sostenible, la crisis sanitaria mundial, la lucha contra la pobreza y otros ámbitos de la futura cooperación de los países del Sur Global.
  • En segundo lugar, el sistema de seguridad prospectivo se basará en los principios clave de la Carta de las Naciones Unidas y mantendrá una estrecha cooperación con la ONU en toda la variedad de cuestiones.
  • En tercer lugar, la seguridad económica en Eurasia implica, no obstante, el desarrollo de instituciones financieras y económicas que permitan a los países de la región desarrollarse con independencia de los organismos económicos occidentales, como el FMI o el Banco Mundial, que tienden a servir a los intereses de la minoría de las naciones del mundo encabezada por Estados Unidos. En este sentido, proyectos como la sincronización de los sistemas de pago nacionales entre los Estados (como han hecho recientemente Irán y Rusia) y la creación de plataformas internacionales para la liquidación en monedas nacionales, incluidas las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC) -por ejemplo, una iniciativa BRICS Bridge- crearán un efecto acumulativo en las economías nacionales y permitirán superar el miedo a las sanciones primarias (tanto de bloqueo como sectoriales) y secundarias de Estados Unidos y Europa.
  • En cuarto lugar, a diferencia de la OTAN o la UE, el sistema de «seguridad euroasiático» no se considera actualmente como una integridad profundamente institucionalizada. No se regirá por órganos de gobierno supranacionales únicos, sino que se considera un sistema de consultas y cooperación por medio de las plataformas internacionales ya existentes, como la OCS, los BRICS, la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), la CEI (Comunidad de Estados Independientes), la UEEA (Unión Económica Euroasiática) y otras. No obstante, algunos expertos señalan que esto no impedirá que los países institucionalicen nuevos formatos en las esferas en las que la cooperación es suficientemente intensa.
  • Por último, la «seguridad euroasiática» no se basará en la oposición a algunas amenazas externas, sino en el principio de universalidad, lo que significa cooperación e integración diversas.
Aunque la estructura de la «seguridad euroasiática» sigue siendo vaga, ya ha recibido el apoyo de Pekín, cuya opinión significa mucho en la región. Como la necesidad de nuevas formas de interacción en Eurasia no deja de manifestarse, la falta de decisiones institucionales «preparadas y empaquetadas» para los diversos problemas regionales puede convertirse en una ventaja en perspectiva más que en un inconveniente.
Se espera que la próxima cumbre de los BRICS, que se celebrará en Kazán (Rusia) en octubre de 2024, sirva para profundizar en el debate sobre el futuro del sistema de «seguridad euroasiático».
Eludir las sanciones: Rusia, rutas comerciales y burlar a Occidente
Binoy Kampmark
La invención es la madre de la necesidad, y la respuesta de Rusia a las sanciones económicas y comerciales impuestas en gran medida por Occidente ha demostrado el alcance de esa inventiva. Aunque ha sufrido un castigo atroz en su campaña contra Ucrania, la guerra sigue siendo sostenible para el Kremlin. La economía nacional no se ha hundido, pese a las predicciones apocalípticas en sentido contrario. En cuanto a las exportaciones, Rusia está labrando nuevas rutas comerciales, un movimiento que ha sido bien acogido por notables potencias del Sur Global.
Uno de los principales fiscales de las sanciones contra Moscú confiaba inicialmente en el daño que causaría el aporreo económico. El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, insistió en febrero de 2022 en la imposición de medidas que «mermarían la capacidad [de Rusia] de competir en una economía de alta tecnologíadel siglo XXI». El Consejo de la Unión Europea también explicó que la medida pretendía debilitar la «capacidad de Moscú para financiar la guerra y apuntar específicamente a la élite política, militar y económica responsable de la invasión [de Ucrania]».
En todo esto, la Unión Europea, Estados Unidos y otros gobiernos han ignorado una destacada lección histórica al recurrir a fórmulas supuestamente punitivas destinadas a disuadir a Rusia de seguir una línea de acción o a privarla de los recursos necesarios. Los Estados sometidos a medidas económicas supuestamente aplastantes pueden adaptarse, mostrando rachas de impresionante resistencia. La respuesta de Japón, Alemania e Italia durante la década de 1930 frente a las sanciones impuestas por la Sociedad de Naciones constituye una prueba irrefutable de esta proposición. Todos, hasta cierto punto, persiguieron lo que llegó a conocerse como Blockadefestigkeit, o resistencia al bloqueo. Con amarga ironía, las potencias objetivo también se sintieron envalentonadas para aplicar medidas aún más agresivas con el fin de subvertir las restricciones que se les habían impuesto.
A finales de 2022, Rusia se había convertido en el segundo mayor proveedor de crudo ruso de China. India también se ha mostrado especialmente ávida de petróleo ruso. Rusia, que sólo produce el 10% del suministro nacional, aportó el 34% del resto del consumo de petróleo indio en 2023.
Las rutas comerciales también se persiguen con más vigor que nunca. Este año, Rusia y China han avanzado en la construcción de la Ruta del Mar del Norte, a caballo entre el océano Atlántico y el Pacífico, desde Murmansk, en el mar de Barents, hasta el estrecho de Bering y Extremo Oriente. El acuerdo entre la agencia nuclear estatal rusa Rosatom y la china Hainan Yangpu Newnew Shipping Co Ltd prevé el diseño y la creación conjunta de buques portacontenedores de clase ártica para hacer frente a las duras condiciones durante todo el año. El representante especial de Rosatom para el desarrollo del Ártico, Vladimir Panov, declaró con confianza que hasta 3 millones de toneladas de carga en tránsito fluirían por la NSR en 2024.
Mientras que ese acuerdo operará en el norte helado de Rusia, otra ruta de transporte también ha recibido un tónico impulsor. Últimamente, Moscú y Nueva Delhi han estado avanzando en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), de 7.200 kilómetros, que irá desde San Petersburgo, en el noroeste de Rusia, hasta puertos del sur de Irán para su posterior traslado a Bombay. Aunque el acuerdo entre Rusia, Irán e India para la creación de este corredor multimodal se remonta a septiembre de 2000, las sanciones impuestas tras la guerra de Ucrania impulsaron a Moscú a buscar ayuda en los mercados de exportación de Oriente Medio y Asia.
Como señalan los redactores de Nikkei, la ruta marítima no sólo evitará Europa, sino que será «menos de la mitad de larga que la ruta estándar actual a través del Mar Mediterráneo y el Canal de Suez». Un cálculo sugiere que el tiempo necesario para transportar carga a Moscú desde Bombay antes de la puesta en marcha del corredor era de entre 40 y 60 días. En la actualidad, el tiempo de tránsito se ha reducido a 25-30 días, y los costes de transporte han disminuido un 30%.
Se ha avanzado mucho en la ruta occidental, que implica el uso de las instalaciones ferroviarias y de carretera de Azerbaiyán. En marzo, el Ministerio de Desarrollo Digital y Transporte de Azerbaiyán reveló que el transporte de mercancías por ferrocarril crecería aproximadamente un 30% en 2023. El transporte de mercancías por carretera ascendió a 1,3 millones de toneladas, lo que supone un aumento del 35%. El ministerio prevé que la cantidad de toneladas en términos de tráfico de mercancías aumente hasta los 30 millones anuales. En junio de este año se inauguró, en presencia de dignatarios rusos, iraníes y azerbaiyanos, el enlace Rasht-Mar Caspio, que conecta por ferrocarril el Golfo Pérsico con el Mar Caspio.
Otro factor que añade valor al corredor es el carácter cada vez más tenso del tráfico de mercancías de Europa a Asia a través del Canal de Suez. Los rebeldes Houthi de Yemen, apoyados por Irán, han estado acosando a los buques en el Mar Rojo, en respuesta a la feroz campaña de Israel en Gaza. El viceprimer ministro ruso, Alexei Overchuk, sugirió en enero que «el [corredor] Norte-Sur adquirirá importancia mundial» dada la crisis en el Mar Rojo.
A pesar de las terribles pérdidas sufridas en la guerra entre Rusia y Ucrania, está claro, al menos en lo que respecta al uso de armas económicas y financieras, que Moscú ha prevalecido. Ha superado a sus oponentes y, en el camino, ha tratado de redibujar las rutas comerciales mundiales que le proporcionarán un blindaje aún mayor frente a futuras crisis económicas. Otros países, menos dispuestos a buscar un interés moral en el conflicto ucraniano que a perseguir sus propios intereses comerciales, se han mostrado más entusiastas.