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El frente africano sigue su camino: Senegal pone fin a las bases militares francesas en medio de un levantamiento anticolonial

El frente africano sigue su camino: Senegal pone fin a las bases militares francesas en medio de un levantamiento anticolonial

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
jueves 02 de enero de 2025, 22:00h
Senegal ha anunciado oficialmente el cierre de todas las bases militares francesas en su territorio, lo que marca el último golpe a la menguante influencia de París en África Occidental. Años de disturbios contra París y protestas contra la explotación neocolonial culminaron en esta medida decisiva, alineando a Senegal con potencias regionales como Mali, Níger y Burkina Faso, que también han expulsado a las fuerzas francesas. La decisión llega mientras Senegal reflexiona sobre las heridas históricas, incluida la masacre de Thiaroye, un brutal recordatorio del legado colonial de Francia.
No es un buen día en la oficina para la reliquia colonial. Francia, una vez el autoproclamado guardián de África, ahora se encuentra superada y cada vez más irrelevante en un mundo multipolar. Desde golpes de Estado hasta desalojos militares, el Sur Global está desmantelando el viejo orden pieza por pieza. No se trata solo de soberanía; Es un ajuste de cuentas tras siglos de explotación, y Senegal está a la cabeza de la tarea de escribir un nuevo guión para su futuro.
Las tropas de Macron se retiran OTRA VEZ mientras Costa de Marfil exige la retirada de las fuerzas francesas.
Francia retirará sus tropas de Costa de Marfil, informa Associated Press.
Las fuerzas francesas abandonarán Costa de Marfil en enero de 2025, anunció el presidente del país, Alassane Ouattara. Actualmente, hay 600 soldados franceses estacionados en Costa de Marfil.
"Hemos decidido una retirada coordinada y organizada de las tropas francesas de Costa de Marfil", dijo Ouattara, añadiendo que el batallón de infantería de Port-Bouët, gestionado por el ejército francés, será transferido a las fuerzas marfileñas.
En 2024, Francia también retiró sus tropas de Chad y Senegal.
Costa de Marfil expulsa a las tropas franceses de su país. Así lo afirmó ayer el presidente de la nación africana, Alassane Ouattara. Según explicó, esta decisión se enmarca en los esfuerzos por fortalecer las capacidades de las Fuerzas Armadas del país. “Costa de Marfil está dispuesta a asumir plenamente la gestión de su seguridad nacional. Estamos orgullosos del camino y el progreso logrado por nuestras Fuerzas Armadas"
El campamento militar denominado 43.º Batallón de Infantería de Marina (43.º BIMA), situado en Port-Bouët, pasará a denominarse General Ouattara Thomas d’Aquin, en homenaje al primer jefe del Estado Mayor del Ejército de Costa de Marfil.
Novedades de Rusia en África
  • Putin en línea directa: el jefe de la RPD, Pushilin, planea visitar África.
  • El jefe del Ministerio de Industria y Comercio de la Federación de Rusia anunció planes para introducir subsidios para el transporte de carga a África.
  • La directora de la Fundación Talento y Éxito, Elena Shmeleva, declaró que los países africanos están interesados ​​en el Modelo Sirius de educación escolar.
  • Declaraciones del Jefe del Ministerio de Educación y Ciencia: el interés africano por las universidades rusas aumentó exponencialmente en 2024.
  • Rospotrebnadzor está monitorizando una enfermedad en África que está provocando temblores.
  • Declaraciones del subjefe de las tropas rusas del RKhBZ, Alexey Rtishchev: «África, para los Estados Unidos, es una reserva natural ilimitada de agentes infecciosos y un campo de pruebas de drogas. Los biolaboratorios son una manera de fijar y fortalecer la influencia de Estados Unidos en África; mientras que la obtención de patógenos de áreas endémicas y focos naturales es una de las formas que utiliza Estados Unidos para controlar la situación biológica en África».
  • Los países africanos sufrirán las sanciones occidentales a los diamantes rusos.
  • Uganda se convertirá en socio de BRICS a partir del 1 de enero.
  • Ivan Loshkarev, profesor asociado del Departamento de Teoría Política de la Universidad MGIMO del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia explicó cuánto durará el régimen de preparación para el combate en el Sahel.
  • El representante comercial de la Federación de Rusia afirmó que las exportaciones de cereales y fertilizantes a Nigeria se multiplicarán.
  • El Ministro de Educación de la Federación de Rusia visitó Yibuti y discutió el desarrollo de las relaciones.
  • Moscú y El Cairo discutieron el trabajo de las empresas rusas en los campos egipcios. Por otro lado, Lavrov y el jefe del Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio discutieron la situación en Siria.
  • El Exarca Patriarcal de África finalizó su viaje a Guinea Ecuatorial y Uganda. También comenzó la construcción de una iglesia ortodoxa en Uganda.
  • El Teatro Juvenil de San Petersburgo participó en el festival internacional de teatro en Túnez.
  • Embajada de Rusia: Sudán aprobó crear una base naval en el Mar Rojo.
  • Se introducirá la minería semimecanizada en una mina de oro en Burkina Faso.
  • En Kenia, estudiantes de una escuela de ballet actuaron para los residentes de barrios pobres.
  • Las obras del concurso Stepin se presentaron por primera vez en Tanzania.
  • Embajador de la Federación de Rusia en Malí, Igor Gromyko: Ucrania utiliza en Mali los mismos métodos terroristas.
  • Se debaten en Guinea Ecuatorial los resultados de la conferencia ministerial del Foro de Asociación Rusia-África.
  • El presidente de Argelia mantuvo negociaciones con Bogdanov y Yevkurov.
  • El embajador ruso transmitió el mensaje de Putin al nuevo presidente de Ghana.
  • La Embajada de Rusia está en contacto con las autoridades tunecinas en relación con los turistas detenidos.
  • En Malí se debatió la cooperación rusa en materia de Seguridad, infraestructuras, educación.
  • Rusia y Burkina Faso plantearon proyectos en el ámbito del desarrollo urbano.
Análisis: Los hechos geopolíticos en África 2024
Beto Cremonte*
El continente africano, con su diversidad cultural, económica y política, ha sido nuevamente escenario de eventos cruciales en 2024. Aquí presentamos un análisis de lo que para nuestro equipo de PIA Global fue lo más significativo para el continente africano en 2024.
Estos acontecimientos no solo definen la dirección del continente, sino que también reflejan los desafíos y logros de los movimientos por la soberanía, la justicia y la unidad africana frente a las dinámicas neocoloniales e imperialistas. Desde una perspectiva anticolonial, antiimperialista y panafricanista, este anuario analiza los hechos más relevantes del año.
Golpes de Estado y la salida de la CEDEAO: Redefiniendo el Sahel
El Sahel, una de las regiones más complejas de África, ha sido testigo de cambios políticos fundamentales en 2024. Los golpes de Estado en Malí, Burkina Faso y Níger, y la posterior decisión de estos países de abandonar la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), han sacudido los cimientos del orden político regional. Desde una perspectiva no occidental, estos eventos no solo desafían las narrativas predominantes sobre estabilidad y democracia, sino que también evidencian una lucha histórica por la soberanía y la autodeterminación frente a las estructuras neocoloniales. Este proceso, complejo y lleno de contradicciones, requiere un análisis profundo para entender sus raíces y sus posibles consecuencias.
Desde 2020, la región del Sahel ha sido testigo de una ola de golpes de Estado, lo que ha llevado a una revisión crítica de las narrativas tradicionales sobre estabilidad y democracia en África. Aunque los análisis occidentales tienden a presentar estos acontecimientos como retrocesos democráticos, es fundamental comprender las dinámicas internas y externas que los han provocado.
Las democracias en estos países, muchas veces impulsadas desde fuera, no lograron responder a las demandas populares. En lugar de garantizar bienestar, seguridad y desarrollo, se percibieron como herramientas para preservar intereses externos. Esta desconexión entre las élites gobernantes y las bases populares facilitó la deslegitimación de los gobiernos civiles y dio paso a los golpes de Estado que si tomaron el camino de responder a esas demandas populares en una región donde el colonialismo aún es muy fuerte, sin embargo estos gobiernos militares cuentan con un gran apoyo del pueblo y por supuesto de otras potencias que ofrecen algo más que el colonialismo tradicional, al menos no se inmiscuyen en la política interna y soberana de cada país.
La persistencia de la influencia francesa, tanto económica como militar, ha sido un factor clave en el descontento. La Operación Barkhane y la presencia de bases militares extranjeras no han logrado contener las amenazas terroristas en la región, mientras que las políticas económicas extractivistas han profundizado la pobreza. Este contexto alimentó un sentimiento antioccidental que los nuevos regímenes militares capitalizaron como parte de su narrativa de soberanía.:
La región sufre una convergencia de crisis: pobreza extrema, desigualdades estructurales, impactos del cambio climático y la proliferación de grupos armados. Estas condiciones han exacerbado las tensiones internas, llevando a sectores militares a justificar su intervención como una necesidad para evitar el colapso del estado. Sin embargo, estos golpes también reflejan una profunda frustración colectiva con los sistemas políticos heredados del período poscolonial, percibidos como ineficaces y serviles a intereses externos.
El legado colonial y las dinámicas actuales
El Sahel ha sido moldeado por un legado de explotación colonial que dejó fronteras artificiales, economías dependientes y sistemas políticos frágiles. Francia, la antigua potencia colonial, mantuvo su influencia en la región a través de acuerdos económicos desiguales y la presencia militar bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, la creciente percepción de que estas intervenciones han servido más a los intereses franceses que a los de los países africanos ha alimentado un profundo sentimiento anticolonial.
En este contexto, los golpes de Estado de los últimos años no pueden entenderse simplemente como rupturas democráticas. Más bien, representan un rechazo a sistemas políticos percibidos como extensiones de intereses extranjeros y a líderes que han fallado en abordar las necesidades de sus pueblos. La salida de la CEDEAO es un paso más en este desafío al statu quo, ya que la organización es vista por muchos como un instrumento de las potencias occidentales, especialmente Francia.
La ruptura con la CEDEAO: Entre autonomía y riesgos
La decisión de Malí, Burkina Faso y Níger de abandonar la CEDEAO marca un momento histórico en el Sahel. Estos países han justificado su salida argumentando que la organización no representa los intereses de sus pueblos y que sus sanciones económicas solo han agravado las dificultades de la región. En su lugar, han propuesto la creación de la Organización de Estados Soberanos del Sahel (OESS), un bloque destinado a promover la cooperación regional sin la injerencia de potencias externas.
Desde una perspectiva panafricanista, esta ruptura representa una oportunidad para replantear las alianzas regionales y construir un modelo de integración basado en la solidaridad africana. Sin embargo, también plantea retos significativos. La ausencia de una estructura regional consolidada podría dificultar la articulación de políticas comunes frente a amenazas compartidas como el terrorismo y el cambio climático. Además, la dependencia económica y militar de actores como Rusia, a través del grupo Wagner, plantea interrogantes sobre si estas transiciones realmente conducen a una mayor soberanía o si perpetúan nuevas formas de dependencia.
El Papel del Panafricanismo en el Sahel
El panafricanismo, como movimiento filosófico y político, ofrece una lente crucial para analizar estos eventos. Históricamente, el panafricanismo ha abogado por la unidad, la autodeterminación y la liberación de África de todas las formas de dominación extranjera. En el Sahel, esta visión se manifiesta en el discurso de los líderes militares que han liderado los golpes, quienes han llamado a romper con las dinámicas neocoloniales y a construir un futuro basado en los intereses de sus pueblos.
La salida de la CEDEAO y la creación de la OESS pueden interpretarse como intentos de materializar esta visión. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas dependerá de la capacidad de estos países para equilibrar sus necesidades inmediatas con una visión de largo plazo que promueva una verdadera integración africana. Esto implica no solo rechazar la injerencia extranjera, sino también abordar problemas estructurales como la desigualdad económica, la corrupción y la falta de participación ciudadana.
Los eventos en el Sahel son un recordatorio del poder transformador de los movimientos por la soberanía y la justicia en África. Aunque los desafíos son enormes, también lo son las oportunidades. Desde una perspectiva no occidental, lo que está ocurriendo en esta región no es simplemente una crisis, sino una oportunidad para repensar las estructuras políticas y económicas impuestas durante el colonialismo y construir un futuro más justo y soberano. El Sahel, como tantas veces en su historia, está en el centro de esta lucha, y sus decisiones podrían tener un impacto duradero en todo el continente africano.
El Cuerno de África: Entre Conflictos y Oportunidades
Guerra y reconciliación en Etiopía
En Etiopía, el conflicto entre el gobierno central y las fuerzas del Tigray alcanzó en 2024 un punto de inflexión con el mantenimiento de un frágil alto el fuego. Este conflicto, que comenzó en 2020, ha devastado la economía y desestabilizado a uno de los países clave del continente. A pesar de los avances diplomáticos, persisten tensiones subyacentes relacionadas con cuestiones de autonomía regional y representación política.
El papel de la Unión Africana (UA) y la mediación liderada por africanos han sido fundamentales para evitar una escalada mayor. Sin embargo, la comunidad internacional ha sido criticada por su respuesta tardía y por priorizar intereses geoestratégicos sobre el bienestar de la población afectada.
Etiopía, con su milenaria historia y su rol estratégico en el Cuerno de África, ha vivido en 2024 un año decisivo marcado por la tensión entre la reconstrucción tras el conflicto en Tigray y las nuevas dinámicas geopolíticas derivadas de su ingreso a los BRICS. Sin embargo, la situación interna sigue siendo frágil, con disputas territoriales y étnicas que complican la estabilidad del país y su capacidad para posicionarse como un actor clave en la región.
El conflicto entre el gobierno federal etíope y las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) dejó una huella profunda en el país. Aunque el alto el fuego acordado en 2023 redujo los enfrentamientos armados, la reconciliación sigue siendo un desafío enorme.
Etiopía enfrenta la tarea de reconstruir las regiones devastadas por la guerra, especialmente en Tigray, donde la infraestructura, los servicios básicos y la economía quedaron prácticamente destruidos. Además, las demandas de justicia para las víctimas de abusos y crímenes durante el conflicto son un tema delicado que el gobierno de Abiy Ahmed ha abordado con cautela. La falta de un proceso de reconciliación inclusivo ha generado críticas tanto internas como externas.
El modelo federal étnico de Etiopía, que permite a las regiones un grado considerable de autonomía, sigue siendo un punto de fricción. Otras regiones, como Oromia y Amhara, enfrentan tensiones similares, con reclamos de mayor autonomía o mejores condiciones económicas. Este panorama interno afecta la capacidad de Etiopía para proyectar estabilidad en la región.
El ingreso de Etiopía a los BRICS en 2024 marca un momento histórico para el país y para la región. Este movimiento refuerza el posicionamiento de Etiopía como un líder emergente en África y como un puente entre el Cuerno de África y el Sur Global.
Al unirse a este grupo, Etiopía tiene la oportunidad de diversificar sus relaciones económicas, alejándose de las instituciones dominadas por Occidente. Los BRICS ofrecen alternativas en comercio, financiamiento de infraestructura y cooperación tecnológica, que podrían ser claves para el desarrollo del país.
La entrada simultánea de Egipto y Etiopía a los BRICS agrega una dimensión interesante al bloque. A pesar de las tensiones históricas entre ambos países, especialmente por la disputa sobre el uso del río Nilo y la Gran Represa del Renacimiento Etíope (GERD), su membresía en los BRICS podría fomentar un diálogo más amplio sobre cooperación regional. Sin embargo, Egipto sigue siendo un actor clave que busca preservar sus intereses estratégicos en la región, lo que añade complejidad a esta relación.
Disputa territorial y el caso de Somalilandia
La región de Somalilandia, que declaró su independencia de Somalia en 1991 pero no ha sido reconocida internacionalmente, se ha convertido en otro foco de tensión en 2024. Etiopía, buscando acceso estratégico al mar, ha negociado con Somalilandia para el desarrollo de un puerto en Berberá. Esta decisión ha generado reacciones mixtas:
La construcción de este puerto tiene implicaciones económicas significativas para Etiopía, un país sin salida al mar. Esto le permitiría diversificar sus rutas comerciales, reduciendo su dependencia del puerto de Yibuti. Sin embargo, el acuerdo ha intensificado las tensiones con Somalia, que considera que Somalilandia sigue siendo parte de su territorio soberano.
La creciente influencia de Etiopía en Somalilandia ha exacerbado las tensiones con Somalia y ha complicado aún más el proceso de reconciliación en Mogadiscio. Esto ha llevado a enfrentamientos esporádicos en las regiones fronterizas y ha ampliado la brecha entre las partes involucradas.
Egipto y su influencia en la región
Egipto, como otro miembro clave de los BRICS y potencia histórica en el norte de África, sigue desempeñando un papel estratégico en el Cuerno de África. Su interés en el uso del río Nilo y su oposición a la GERD posicionan a Egipto como un actor fundamental en las negociaciones que afectan a Etiopía.
El Nilo sigue siendo una fuente de disputa entre Egipto, Sudán y Etiopía. Mientras Etiopía busca aprovechar la represa para impulsar su desarrollo económico y energético, Egipto teme que esto afecta el flujo de agua hacia su territorio, comprometiendo su seguridad hídrica.
Dentro de los BRICS, Egipto podría actuar como un mediador para suavizar las tensiones con Etiopía, aunque su enfoque principal garantizará que sus intereses estratégicos en la región no se vean amenazados.
Etiopía se encuentra en un momento clave de su historia, donde las oportunidades para el desarrollo y la integración global se entrelazan con desafíos internos y regionales. La combinación de tensiones internas, disputas territoriales y dinámicas geopolíticas complejas hace que la estabilidad en el Cuerno de África sea incierta. Sin embargo, el ingreso de Etiopía a los BRICS y su creciente protagonismo regional ofrecen una oportunidad para avanzar hacia un futuro más equilibrado y soberano, siempre y cuando logre gestionar las tensiones existentes de manera inclusiva y sostenible.
La Crisis en Sudán
Sudán: Crisis de poder, actores externos y el Nuevo Orden Multipolar
Sudán, un país estratégico en el noreste de África, enfrenta en 2024 una de las crisis más profundas de su historia reciente. La pugna de poder entre el Ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) ha sumido al país en un conflicto devastador, exacerbado por la participación de actores externos, la lucha por recursos estratégicos y el impacto del nuevo orden multipolar. Mientras tanto, la población sudanesa, atrapada en un ciclo de violencia, pobreza y desplazamiento, paga el precio más alto.
El conflicto actual en Sudán es, en esencia, una lucha por el poder entre dos facciones que alguna vez estuvieron aliadas en el derrocamiento del dictador Omar al-Bashir en 2019. Por un lado, el Ejército de Sudán, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, busca mantener el control político y militar del país. Por otro, las RSF, encabezadas por Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como “Hemedti”, han intentado consolidar su autonomía y acceso a recursos clave.
El conflicto exponen el colapso de la frágil transición hacia un gobierno civil tras la caída de al-Bashir. Aunque hubo intentos de establecer un gobierno de unidad nacional, las tensiones entre los militares y las RSF bloquearon cualquier avance, dejando al país sin una autoridad central estable.
El oro sudanés, uno de los recursos más codiciados del país, es un elemento central en la pugna de poder. Las RSF controlan minas clave en Darfur, mientras que el Ejército busca retomar estas áreas para fortalecer su financiamiento. Este factor económico ha intensificado el conflicto, atrayendo también a actores internacionales con intereses particulares en los recursos naturales de Sudán.
Actores externos: Intervención y geopolítica
El conflicto en Sudán no puede analizarse en aislamiento, ya que múltiples potencias internacionales y regionales han intervenido directa o indirectamente, reflejando la complejidad del nuevo orden multipolar.
Rusia, a través del Grupo Wagner, ha mantenido una relación cercana con las RSF, facilitando el comercio ilegal de oro sudanés. Este no solo financia al grupo paramilitar, sino que también refuerza a Rusia en medio de las sanciones occidentales por la guerra en Ucrania. La presencia de Wagner en Sudán demuestra cómo el conflicto se inscribe en una dinámica global de rivalidades entre potencias.
Egipto, aliado tradicional del Ejército de Sudán, respalda a al-Burhan, preocupado por la posible fragmentación del país y su impacto en la estabilidad regional. Sudán es clave para la seguridad estratégica de Egipto, especialmente por su proximidad al Nilo, recurso vital para ambas naciones.
Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita las potencias del Golfo tienen intereses económicos y geopolíticos en Sudán. Han financiado tanto al Ejército como a las RSF en diferentes momentos, buscando consolidar su influencia en el Cuerno de África y proteger sus inversiones en puertos y corredores comerciales.
Estados Unidos y la Unión Europea han intervenido principalmente a través de sanciones y llamados al cese al fuego. Sin embargo, su influencia ha sido limitada, ya que las potencias occidentales enfrentan la competencia de Rusia, China y los estados del Golfo en esta nueva configuración multipolar.
El conflicto en Sudán refleja cómo África, y en particular el Cuerno de África, se ha convertido en un espacio de competencia en el nuevo orden multipolar. En un mundo cada vez más polarizado, las potencias globales buscan consolidar su presencia en África para acceder a recursos estratégicos, mercados emergentes y rutas comerciales. Sudán, con su ubicación geográfica y su riqueza en oro, juega un papel crucial.
Aunque China ha mantenido una postura más neutral en el conflicto, su influencia en Sudán no debe subestimarse. Con inversiones significativas en infraestructura y energía, Sudán es un punto clave dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. La estabilidad en el país es fundamental para garantizar el acceso a recursos y mantener corredores comerciales estratégicos en el Cuerno de África.
El conflicto sudanés pone en evidencia la rivalidad entre potencias occidentales y actores emergentes como Rusia, China y los estados del Golfo. La incapacidad de Occidente para liderar un proceso de mediación efectiva muestra un debilitamiento de su influencia en la región. En este contexto, los BRICS, con Egipto como miembro, podrían jugar un papel relevante para reconfigurar la dinámica de poder en Sudán, aunque aún está por verso si estos bloques emergentes pueden ofrecer soluciones que prioricen la soberanía sudanesa.
Crisis humanitaria: Pobreza y desplazamiento masivo
Mientras las élites políticas y los actores externos disputan el control de Sudán, el pueblo sudanés sufre las consecuencias de un conflicto devastador.
Más de cinco millones de sudaneses han sido desplazados internamente, mientras que cientos de millas han cruzado las fronteras hacia Chad, Sudán del Sur, Egipto y otros países vecinos. Esta crisis de refugiados ha generado una presión inmensa sobre países con recursos limitados, agravando la inestabilidad en la región.
La destrucción de infraestructura, el colapso de los servicios básicos y la inseguridad alimentaria han dejado al 70% de la población en necesidad de asistencia humanitaria. Las organizaciones internacionales, enfrentadas a un acceso limitado en las zonas de conflicto, han luchado por cubrir las necesidades básicas de la población.
Los grupos más vulnerables, especialmente mujeres y niños, han sido los más afectados. Las tasas de violencia de género han aumentado drásticamente en el contexto de desplazamiento y caos, exacerbadas por la ausencia de estructuras de protección. Además, miles de niños han quedado huérfanos o han sido reclutados por grupos armados, lo que perpetúa el ciclo de violencia. La falta de acceso a la educación y la atención médica básica está condenando a toda una generación a un futuro incierto.
Sudán, habitualmente una región agrícola, enfrenta niveles de alarma de inseguridad alimentaria. Las continuas hostilidades han interrumpido las temporadas de siembra y cosecha, lo que ha llevado a una escasez crítica de alimentos. Según organizaciones internacionales, millones están al borde de la hambruna, mientras las rutas de ayuda humanitaria están bloqueadas por las partes en conflicto.
Perspectivas para Sudán: ¿Hacia una solución sostenible?
La complejidad del conflicto en Sudán, alimentada por intereses internos y externos, plantea serios desafíos para una resolución sostenible. Sin embargo, algunas rutas posibles podrían abrir espacio para la estabilidad y la reconstrucción.
La mediación liderada por la Unión Africana (UA) y organismos subregionales como la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD) podría ser clave para abordar las raíces del conflicto. Desde una perspectiva panafricanista, es fundamental que los procesos de paz y reconciliación estén guiados por africanos, con soluciones diseñadas para fortalecer la soberanía y la integración regional.
Cualquier solución sostenible debe incluir a los sectores más afectados: las comunidades locales, las mujeres y los jóvenes. Sudán cuenta con una rica historia de movimientos populares que lideraron la revolución de 2019, y su participación es crucial para garantizar un futuro inclusivo y democrático.
La membresía de Egipto y Etiopía en los BRICS podría abrir nuevas oportunidades para Sudán. A diferencia de los enfoques occidentales, estos actores podrían priorizar un desarrollo más equitativo, financiando infraestructura, mediación y reconstrucción. Sin embargo, será necesario vigilar que estas alianzas no perpetúen nuevas formas de dependencia.
Una redistribución justa de los ingresos provenientes de los recursos naturales, particularmente el oro, es esencial. Este punto podría ser un eje de negociación entre las partes en conflicto, especialmente si se articula en torno a programas de desarrollo local.
La crisis en Sudán no es solo un conflicto interno; es un microcosmos de las tensiones globales en un orden multipolar emergente. La competencia entre potencias, la explotación de recursos naturales y la injerencia extranjera han agravado una situación ya precaria. Sin embargo, también hay oportunidades para que el país encuentre una salida que priorice su soberanía, la estabilidad regional y el bienestar de su población.
Sudán puede convertirse en un ejemplo de cómo los países africanos pueden tomar las riendas de su destino frente a las dinámicas neocoloniales y las presiones del nuevo orden mundial. La clave está en fortalecer instituciones locales y regionales que promuevan la justicia, la equidad en la distribución de recursos y la inclusión social, priorizando las voces de las comunidades más afectadas.
El camino hacia la paz y la estabilidad será largo y lleno de desafíos, pero la historia de Sudán y la resistencia de su pueblo demuestran que hay esperanza. Si los esfuerzos de mediación se guían por principios panafricanistas y si los actores internacionales apoyan en lugar de explotar, el país podría sentar precedentes para otros estados africanos enfrentados a una crisis similar. Sudán tiene la oportunidad de trascender su presente turbulento y convertirse en un símbolo de resiliencia y autodeterminación en un continente que busca.
El triunfo de la izquierda en Senegal y su relevancia para África Occidental: El fin de la Franquafrique
El reciente triunfo de la izquierda en Senegal marca un hito en la política del país y tiene profundas implicaciones para la región de África Occidental. Este cambio de rumbo, en un contexto político caracterizado por la fuerte presencia de partidos tradicionales, pone de manifiesto una serie de tendencias que podrían redefinir el futuro del continente. En este análisis, abordamos los elementos clave de esta victoria y cómo se relaciona con la creciente ola de descolonización política que atraviesa varios países de África.
El ascenso de la izquierda en Senegal, una nación habitualmente gobernada por partidos de corte liberal y conservadora, representa un desafío a la estructura de poder establecida. Los comicios recientes han demostrado la fortaleza de los movimientos de izquierda que, hasta ahora, se habían visto eclipsados ​​por las figuras tradicionales del sistema político senegalés. Este fenómeno no solo se limita a la victoria de un candidato de izquierda, sino que refleja una reorganización más amplia en las fuerzas políticas del país.
El liderazgo de Sonko como figura de oposición
Ousmane Sonko es una figura clave en el panorama político de Senegal y su ascenso al protagonismo tiene una relevancia significativa tanto para el país como para el proceso de cambio en África Occidental. Sonko, quien ha sido líder del partido PASTEF, ha surgido como un símbolo de la oposición política y un crítico feroz del sistema político y económico establecido en Senegal. Su importancia en el contexto de este proceso de cambio radica en varios factores, que analizaremos a continuación.
Ousmane Sonko ha sido uno de los principales opositores al presidente Macky Sall ya su partido, el Partido Socialista (PS), que ha gobernado Senegal durante gran parte de las últimas décadas. Sonko se presentó como un líder joven y carismático que cuestiona abiertamente la corrupción, las malas prácticas de gobernanza y la influencia de potencias extranjeras, como Francia, en la política senegalesa. Su mensaje de lucha contra la corrupción y la desigualdad social le ha ganado el apoyo de muchos jóvenes y de sectores populares que sienten que no se les ha dado suficiente voz en las decisiones del gobierno.
La importancia de Sonko radica en su capacidad para movilizar a un electorado desilusionado con los partidos tradicionales, estableciendo un discurso centrado en la justicia social y la independencia política. En lugar de seguir el patrón de los líderes tradicionales, Sonko se presenta como una figura antisistema, que apela a los intereses nacionales frente a las presiones externas y los pactos de poder con las antiguas potencias coloniales.
Sonko y la crítica a la Franquafrique
Una de las facetas más relevantes de la figura de Sonko es su crítica abierta a la Françafrique, la red de relaciones políticas, económicas y militares que vincula a las excolonias francesas con Francia. A diferencia de muchos de sus políticos contemporáneos, Sonko no teme señalar que Senegal ha estado demasiado tiempo bajo la influencia de Francia, y ha llamado a una mayor autonomía política y económica.
Sonko ha sido un firme defensor de la soberanía de Senegal y ha criticado duramente los acuerdos con Francia, especialmente en temas de recursos naturales, la economía y las relaciones militares. Su postura ha resonado con muchos ciudadanos que consideran que las relaciones con Francia han obstaculizado el desarrollo independiente del país. Esta postura le ha valido tanto el apoyo de sectores nacionalistas como la animosidad de aquellos que temen que un alejamiento de Francia pueda generar inestabilidad política y económica.
El ascenso de Sonko también es significativo porque pone en tela de juicio la estructura de poder consolidada en Senegal, que ha sido dominada por los partidos tradicionales como el Partido Socialista, el Partido Democrático Senagalés (PDS) y la corriente política asociada a la presidencia de Macky Sall. Con una plataforma que apoya los derechos sociales, la lucha contra la corrupción y un enfoque nacionalista, Sonko representa una ruptura con el establishment político, y muchos de sus seguidores lo ven como una alternativa real a los gobiernos anteriores.
Su figura también es emblemática porque expresa el deseo de muchos senegaleses de ver un cambio generacional en la política, donde la juventud y las nuevas ideas tengan un papel destacado. Esto lo coloca como un líder potencial para una nueva era en la política del país y un referente para otros movimientos de izquierda en África Occidental.
El futuro político de Sonko depende en gran medida de cómo logre consolidar su apoyo popular y superar los desafíos legales y políticos que enfrenta. Sonko ha sido objeto de varias acusaciones de corrupción y otros delitos, que algunos interpretan como maniobras del gobierno para desacreditarlo y frenar su ascenso. Sin embargo, su capacidad para resistir y mantenerse relevante pese a los obstáculos puede convertirlo en una figura clave en el futuro político de Senegal, no solo como líder de la oposición, sino también como posible presidente.
Sonko no solo es importante en el contexto interno de Senegal, sino que su liderazgo puede tener implicaciones más amplias para la región de África Occidental. Su lucha por la soberanía económica y política, la crítica a las antiguas potencias coloniales y su apoyo a un enfoque más autónomo para los países africanos resuenan con otros movimientos que buscan liberarse de la influencia externa y redefinir su lugar en el mundo.
Ousmane Sonko no es solo una figura política en Senegal, sino un símbolo de un cambio más profundo que está ocurriendo en África Occidental. Su crítica al sistema político tradicional, su desafío a la Franquafrique y su enfoque en la justicia social lo posicionan como una figura clave en el proceso de transformación política que se está viviendo en la región. A medida que Senegal avanza hacia un nuevo escenario político, Sonko podría jugar un papel crucial en la redefinición de las relaciones de poder internas y en la construcción de un futuro más autónomo y libre de las cadenas del neocolonialismo.
En definitiva, la figura de Ousmane Sonko es un reflejo de los cambios que están ocurriendo en la región y su liderazgo será crucial para entender el rumbo político de Senegal y África Occidental en los próximos años.
La importancia de Senegal en la región de África Occidental
Senegal, uno de los países más estables y democráticos de África Occidental, ha sido visto como un baluarte de la democracia en un continente marcado por golpes de Estado y regímenes autoritarios. La victoria de la izquierda no es solo una ganancia política interna, sino que representa un mensaje a los demás países de la región, donde el descontento con las políticas tradicionales ha ido en aumento. Los movimientos de izquierda han estado ganando terreno en otras naciones cercanas, como en Mali o Burkina Faso, aunque a menudo con un enfoque más radical. El caso de Senegal podría inspirar un cambio más amplio hacia la izquierda en África Occidental, especialmente si se cumplen las promesas de mayor inclusión social y redistribución de la riqueza.
La ruptura de la Franquafrique
El concepto de la «Françafrique» se refiere a la red de relaciones políticas, económicas y militares que históricamente han unido a Francia con sus excolonias africanas, un vínculo que muchos consideran como una forma de neocolonialismo. Durante décadas, Francia ha ejercido una influencia considerable sobre los gobiernos de África Occidental, especialmente en Senegal, una antigua clave de aliado. Sin embargo, la tendencia de ruptura con la Franquafrique se está consolidando en varios países de la región, y Senegal no es la excepción. A medida que las demandas de independencia política y económica se han intensificado, la relación con Francia se ha vuelto cada vez más incómoda para muchas naciones africanas, que buscan reconfigurar sus alianzas internacionales.
El triunfo de la izquierda en Senegal podría ser interpretado como parte de este proceso de ruptura. Si el nuevo liderazgo se aleja de las políticas tradicionales de alineación con Francia, esto podría tener un impacto significativo en las relaciones bilaterales y en la política de la región en general. Los movimientos de izquierda, que suelen ser más críticos con las potencias coloniales, podrían optar por fortalecer vínculos con actores emergentes en el escenario internacional, como China, Rusia y otras potencias del sur global, en lugar de mantener relaciones estrechas con la antigua potencia colonial. .
A pesar de las promesas de cambio, el nuevo gobierno de izquierda enfrentará desafíos internos y externos significativos. En el plano interno, deberá lidiar con una economía que sigue siendo vulnerable, una tasa de desempleo juvenil alarmante y tensiones sociales. Externamente, la reconfiguración de las relaciones internacionales requerirá de una diplomacia astuta para equilibrar las nuevas alianzas con la necesidad de mantener la estabilidad en la región.
El triunfo de la izquierda en Senegal marca el comienzo de una nueva etapa en la política africana. Si bien el proceso de ruptura con la Franquafrique es aún incipiente, el nuevo liderazgo podría ser clave para definir una África más autónoma y libre de las cadenas del neocolonialismo. Este cambio podría servir como catalizador para una transformación en la región de África Occidental, lo que podría tener un impacto duradero en la dinámica política y económica de todo el continente.
Elecciones en Sudáfrica 2024: Implicancias regionales y el futuro del ANC
Las elecciones generales de 2024 en Sudáfrica llegaron en un momento crucial para el país y la región. Con el Congreso Nacional Africano (ANC) enfrentando su mayor desafío político desde el fin del apartheid, estas elecciones no solo definieron el liderazgo de la nación más industrializada de África, sino que también marcaron el pulso político del continente. Desde una perspectiva africanista, este evento pone en el centro la necesidad de analizar la relevancia del ANC, las implicancias para la estabilidad regional y las posibilidades de un renacimiento político y económico que priorice los valores panafricanistas.
El ANC en la encrucijada: Un partido en decadencia
Desde su liderazgo en la lucha contra el apartheid, el ANC ha sido el pilar político de Sudáfrica. Sin embargo, décadas de gobierno han desgastado su legitimidad. Los escándalos de corrupción, la creciente desigualdad y el estancamiento económico han minado la confianza de la ciudadanía. En 2024, el ANC se enfrentó a una dura competencia, perdiendo la mayoría absoluta por primera vez en su historia, un hecho que refleja el descontento generalizado.
Uno de los mayores desafíos del ANC ha sido mantener su relevancia entre las nuevas generaciones, que cuestionan su legado histórico frente a los problemas actuales. La falta de empleo juvenil, los servicios públicos deteriorados y el limitado acceso a oportunidades económicas han creado un abismo entre el partido y una población que espera soluciones tangibles.
Las facciones dentro del ANC también han debilitado su cohesión. Por un lado, un sector busca recuperar las raíces panafricanistas y socialistas del movimiento, mientras otro está alineado con los intereses neoliberales. Esta división interna plantea dudas sobre la capacidad del partido para adaptarse a las demandas del presente.
Implicancias eegionales de las elecciones
Sudáfrica sigue siendo un actor clave en África Austral, tanto por su economía como por su influencia política. El resultado electoral tiene implicancias para la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), especialmente en temas como integración económica, mediación en conflictos regionales y cooperación frente al cambio climático.
Sudáfrica, como miembro de los BRICS, desempeña un papel estratégico en las dinámicas globales. La incertidumbre política generada por las elecciones y la pérdida de fuerza del ANC podrían debilitar su posición en el bloque, especialmente frente a potencias como China e India. Esto plantea interrogantes sobre la capacidad del país para liderar iniciativas africanas en un contexto de creciente competencia global.
El debilitamiento del ANC también tiene implicancias para el panafricanismo como proyecto político. Aunque Sudáfrica ha sido históricamente un defensor de la unidad africana, su enfoque en los últimos años ha sido más pragmático que ideológico. Un cambio de liderazgo podría revitalizar o desviar aún más los ideales panafricanistas, dependiendo de quiénes tomen las riendas del país.
El futuro de Sudáfrica: ¿Hacia una renovación o un estancamiento?
La coalición de partidos de oposición, liderada por la Alianza Democrática (DA) y los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), ha ganado un terreno significativo. Aunque sus visiones para el país son divergentes —con la DA promoviendo políticas neoliberales y los EFF abogando por una redistribución radical de la riqueza—, su ascenso indica una demanda de cambio estructural.
Los movimientos sociales y las organizaciones de base han tomado un papel protagónico en los últimos años, desde protestas contra la corrupción hasta demandas de justicia social. Estos actores serán fundamentales para presionar al nuevo gobierno, sea cual sea su configuración, para priorizar los intereses del pueblo sudafricano sobre las élites políticas.
El ANC enfrenta una decisión crítica: o se reinventa, volviendo a sus raíces africanistas y socialistas, o corre el riesgo de desaparecer como fuerza dominante. Una renovación significaría recuperar su compromiso con la redistribución económica, la justicia social y la unidad africana, pero exigiría un liderazgo visionario y una purga de elementos corruptos dentro del partido.
Las elecciones de 2024 no solo redefinieron el panorama político de Sudáfrica, sino que también plantearon preguntas profundas sobre el futuro del liderazgo africano en un contexto global cambiante. Desde una perspectiva africanista, la posibilidad de que Sudáfrica renueve su compromiso con la justicia social y el panafricanismo podría marcar un nuevo rumbo para la región. Sin embargo, este futuro dependerá de si el ANC y otros actores políticos pueden responder a las demandas de una población cada vez más impaciente por un cambio real.
Estas elecciones no son solo un evento nacional; son un espejo de las tensiones y oportunidades que enfrenta el continente. En un momento en el que África busca afirmar su soberanía y liderazgo en el mundo, el camino que tome Sudáfrica será crucial para definir las próximas décadas del panafricanismo y la integración regional.
El Panafricanismo Frente al Neocolonialismo
El fortalecimiento de las alianzas sur-sur ha sido uno de los temas clave de 2024. La incorporación de Egipto y Etiopía al BRICS representa un avance significativo para África en la búsqueda de mayor peso en el escenario global. Estas alianzas permiten a los países africanos negociar con más fuerza frente a las potencias del Norte Global, especialmente en temas como el comercio, la deuda y la tecnología.
Simultáneamente, la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) sigue consolidándose como un motor de integración económica. Aunque los avances son prometedores, persisten desafíos como la falta de infraestructura adecuada y las disparidades económicas entre los países miembros. Desde una perspectiva panafricanista, la AfCFTA representa una oportunidad para construir una economía africana más resiliente y menos dependiente de mercados externos.
Justicia climática y COP29
El cambio climático sigue siendo una amenaza existencial para África, y en 2024 los líderes africanos aprovecharon la COP29 para exigir responsabilidades a las naciones industrializadas. Las demandas se centraron en la implementación de mecanismos financieros que permitan a los países africanos adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático sin comprometer su desarrollo.
La unidad demostrada por los países africanos en esta cumbre resalta el potencial del panafricanismo como herramienta de negociación. Además, el reconocimiento del conocimiento ancestral y las prácticas tradicionales africanas como soluciones climáticas sostenibles representa un triunfo cultural y político.
El anuario 2024 evidencia que el continente africano sigue siendo un campo de tensión entre las dinámicas neocoloniales y los movimientos que buscan una verdadera soberanía. Desde el Sahel hasta el Cuerno de África, pasando por los logros culturales y las alianzas sur-sur, África está redefiniendo su futuro con un enfoque panafricanista. Este análisis invita a reflexionar sobre cómo el continente puede continuar avanzando hacia la unidad y la justicia frente a los desafíos globales.
* Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP.