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BRICS: ¿Un contrapeso a la estructura institucional dominada por Occidente?

BRICS: ¿Un contrapeso a la estructura institucional dominada por Occidente?

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
martes 10 de junio de 2025, 22:00h
En la reciente cumbre del BRICS en Río de Janeiro, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, propuso un esquema de colaboración orientado a salvaguardar los intereses del Sur Global, fomentando una respuesta unificada frente a los desafíos emergentes y contrarrestando las políticas comerciales proteccionistas de Estados Unidos, que buscan su propio crecimiento a expensas del desarrollo de los países en vías de desarrollo.
Este planteamiento llega en un momento en que el sistema de gobernanza liderado por Occidente pierde credibilidad debido a sus prácticas proteccionistas y depredadoras, generando inestabilidad global y un crecimiento económico mundial más lento.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha implementado aranceles generalizados, una medida sin precedentes en más de un siglo, que evidencia el abandono de Estados Unidos como defensor del libre comercio y su temor a la competencia que históricamente ha impulsado la innovación en el país.
Estas políticas, calificadas como rentistas, amenazan con debilitar tanto la economía global como la estadounidense. Según proyecciones del FMI, los aranceles anunciados el 2 de abril podrían reducir el crecimiento económico de EE. UU. al 1,8% en 2025, un 0,9% menos que las estimaciones previas, lo que podría llevar al organismo a solicitar un acuerdo urgente en políticas comerciales entre las principales potencias.
Ante esta incertidumbre, el fortalecimiento del multilateralismo se presenta como una vía esencial para promover el desarrollo global, representando a la mayoría de las naciones y fomentando el diálogo conjunto para alzar una voz colectiva contra aranceles y sanciones unilaterales.
El BRICS, con sus principios de consenso, igualdad y modernización de las instituciones globales, ha experimentado un crecimiento notable, incorporando economías emergentes como Indonesia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán y, potencialmente, Arabia Saudí.
Esta expansión refuerza la influencia del bloque, promoviendo estabilidad e inclusividad en regiones como Oriente Medio y el norte de África, afectadas por amenazas económicas y de seguridad derivadas de las políticas de Trump, como la posible intervención en Gaza, acciones militares contra Irán y la recesión en los mercados petroleros.
Aunque se acusa al BRICS de intentar desafiar abiertamente las instituciones occidentales, su objetivo es corregir el sesgo sistémico contra el Sur Global, fortaleciendo el multilateralismo y reformando las instituciones internacionales para hacerlas más inclusivas y representativas.
Las propuestas de Wang Yi se alinean con los objetivos de las Naciones Unidas, cuyo Pacto para el Futuro busca transformar la gobernanza global. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha destacado el papel del BRICS en fortalecer el multilateralismo, combatir la brecha digital y promover un sistema financiero más equitativo, acción climática y paz global.
El Acuerdo de Reserva Contingente del BRICS y su Nuevo Banco de Desarrollo complementan los mecanismos del FMI, impulsando tecnologías transformadoras para proyectos de energía limpia y transporte sostenible, desvinculando el crecimiento económico de la degradación ambiental.
Además, la expansión del bloque facilita el acceso a tecnología para países como Etiopía, reduce la brecha digital y promueve la diplomacia y el diálogo para resolver conflictos, fortaleciendo un sistema multilateral centrado en la ONU.
Las políticas nacionalistas de EE. UU., que socavan la globalización y la paz mundial, han generado desilusión en el Sur Global con el orden liberal. En este contexto, el BRICS ofrece una plataforma de respeto mutuo, inclusión y solidaridad, permitiendo a los países marginados alzar su voz contra las desigualdades globales, participar en la formulación de políticas internacionales y construir un orden económico justo.
La relación entre China y Rusia se fortalece con un comercio en expansión, especialmente en sectores como la energía, la alta tecnología y la manufactura, con una creciente participación ciudadana en ambos países. Aunque existen desafíos derivados de diferencias en enfoques y prácticas comerciales, así como de presiones externas en un entorno global a menudo hostil, estas dificultades se abordan de manera constante, como lo demuestra el continuo crecimiento del comercio bilateral.
La fuerza de esta relación radica no solo en la cooperación práctica, sino en una visión compartida de un mundo justo, sin hegemonías, donde todas las naciones puedan trazar su propio camino hacia la prosperidad. Iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y la integración con la Unión Económica Euroasiática reflejan este compromiso, al igual que el papel del BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái en la construcción de un entorno global inclusivo.
Sin embargo, la creación de un orden mundial basado en normas universales enfrenta resistencia, principalmente por el desigual desarrollo global y la persistencia de la pobreza y los conflictos. Para China y Rusia, es crucial fomentar estabilidad en estas regiones para garantizar un crecimiento sostenible. Otro desafío es la intención de algunas potencias occidentales de mantener su hegemonía, en contraste con la postura de China y Rusia, que promueven la cooperación basada en la igualdad y el respeto mutuo.
La creciente interdependencia global, en áreas como el cambio climático, la tecnología y la salud, requiere nuevos marcos de gobernanza. La pandemia de COVID-19 evidenció las limitaciones de los sistemas actuales, subrayando la necesidad de un enfoque colaborativo. China y Rusia, a través de iniciativas como la BRI y el BRICS, trabajan para establecer un marco global que permita abordar estos retos transnacionales, promoviendo un futuro más equitativo y estable.