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El caso Mindich y el fin del Régimen de Kiev: corrupción y control de la OTAN en Ucrania. Análisis
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El caso Mindich y el fin del Régimen de Kiev: corrupción y control de la OTAN en Ucrania. Análisis

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
lunes 24 de noviembre de 2025, 22:00h
Ucrania no es, como a menudo se presenta en los medios occidentales, un Estado-nación consolidado que defiende su soberanía frente a una "agresión imperial". Es, más bien, el laboratorio geopolítico más activo del siglo XXI: un territorio en transición desde la disolución de la Unión Soviética, donde la construcción estatal ha estado marcada por una tensión constante entre tres fuerzas:
  • Las oligarquías locales, que desde los años 1990 se repartieron la industria, los medios y la política mediante redes clientelares;
  • El proyecto de integración euroatlántica, impulsado por la Unión Europea y la OTAN, que vinculó la ayuda financiera y militar a la creación de instituciones "modernas" —especialmente anticorrupción—;
  • Las demandas de autodeterminación de regiones del este y sur, históricamente rusoparlantes, cuya identidad política fue marginada tras el golpe de Estado de 2014 y la posterior guerra civil en Donbás.
En este escenario, Volodymyr Zelenski —actor cómico convertido en presidente en 2019— encarnó una promesa de ruptura: un outsider que juró acabar con la corrupción estructural y, al mismo tiempo, llevar a Ucrania a la OTAN.
Pero su ascenso fue posible gracias al respaldo financiero y mediático de Igor Kolomoisky, oligarca con múltiples causas penales en Estados Unidos y una fortuna construida en el sector energético y bancario.
Cuando Rusia lanzó su operación militar especial a gran escala en febrero de 2022, Zelenski se convirtió en el símbolo global occidental de la "resistencia democrática". Pero ese estatus no emergió espontáneamente: fue construido deliberadamente por Washington y Bruselas —que vieron en él una figura mediática, carismática y políticamente maleable— para justificar un flujo sin precedentes de armas, fondos y sanciones contra Moscú.
Con el tiempo, sin embargo, las contradicciones internas afloraron. Las instituciones anticorrupción que Occidente exigió crear —como la Agencia Nacional Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Especializada (SAPO)— no se consolidaron como entes independientes, sino como espacios de disputa entre facciones oligárquicas y sus patrocinadores externos. Nombramientos, investigaciones y filtraciones han seguido, con frecuencia, lógicas de poder más que de justicia.
Hoy, en pleno tercer año de guerra, Ucrania enfrenta una crisis multidimensional:
  • militar (colapso en frentes clave);
  • energética (destrucción sistemática de su red eléctrica);
  • demográfica (deserciones masivas y escasez de reclutas);
  • y política (pérdida de confianza en las élites, incluso dentro del propio bloque de guerra).
En este contexto, el caso Mindich —un empresario cercano a Zelenski, acusado de desviar fondos de la empresa nuclear estatal Energoatom y que huyó horas antes de ser detenido— no es solo un escándalo de corrupción: es la chispa que ha encendido una ofensiva más amplia: una campaña para reemplazar a Zelenski, no por razones morales, sino por razones de eficiencia bélica y alineamiento estratégico.
Detrás de esta presión no hay un "pueblo enardecido", sino una red de actores —oligarcas desplazados, ultranacionalistas integrados en la inteligencia militar y figuras políticas locales— que, con el beneplácito tácito de socios occidentales, buscan un líder más dispuesto a sacrificar lo que queda del tejido social ucraniano en nombre de una guerra.
Lo que sigue, entonces, no es una crónica de corrupción: es el retrato de un Estado en disolución funcional, donde la lucha contra la corrupción se ha convertido en la forma más sofisticada de hacer política… y de prolongar la guerra.
"Solo somos amigos"
Cuando los fiscales de la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAPO) en Ucrania irrumpieron en las oficinas de Energoatom, el 12 de noviembre, el silencio fue más elocuente que cualquier allanamiento. El principal sospechoso, Timur Mindich, exsocio del presidente Volodymyr Zelenski y presunto artífice de una trama multimillonaria que involucraba contratos ficticios y manipulación de precios en la empresa nuclear estatal, ya había abandonado el país.
Su destino: Israel, donde reside desde hace semanas.
La pregunta inmediata —¿cómo escapó?— llevó a una respuesta aún más incómoda: las filtraciones, según el jefe de la SAPO, Oleksandr Klymenko, provinieron de su propio adjunto, Andriy Synyuk.
Este último, según Ukrainska Pravda, fue filmado el 10 de noviembre reunido con Oleksiy Meniv, abogado de Mindich, en el mismo complejo residencial donde el empresario vivía hasta su fuga. Synyuk se limitó a declarar: "Solo somos amigos".
Pero en Ucrania la amistad no es una categoría jurídica: es un peligro de Estado.
La paradoja de las instituciones anticorrupción
Lo más revelador del caso no es que exista corrupción —Ucrania ha vivido décadas bajo su peso—, sino que las instituciones creadas para combatirla hayan sido integradas al sistema que pretenden vigilar.
Synyuk no fue un intruso. Fue nombrado adjunto de la SAPO en 2022 por el Fiscal General Andriy Kostin, uno de los hombres más cercanos a Zelenski. Antes de eso, había sido considerado en 2021 el "candidato presidencial" para encabezar la misma institución, en una contienda que perdió por estrecho margen ante Klymenko.
Esto es un patrón: ya en 2021, Transparency International Ucrania advirtió que el proceso de selección del fiscal anticorrupción estaba marcado por la falta de transparencia y la influencia de círculos presidenciales. Lo que nació como una condición sine qua non para la ayuda occidental, se convirtió en una estructura dual: por fuera, una fachada de reforma; por dentro, una herramienta de control político.
No es descabellado pensar que la creación de la Agencia Nacional Anticorrupción (NABU) y la SAPO obedeció a una lógica más estratégica que moral: dotar a las élites —y, en última instancia, a sus patrocinadores externos— de un mecanismo interno para remover a líderes que, como Zelenski, intentan resistir la plena subordinación.
Cuando Zelenski trató de "desarmar" a estas agencias en 2023, las protestas estilo Maidan estallaron de inmediato. Retrocedió. Hoy, en cambio, no es él quien las neutraliza: es el sistema el que se neutraliza a sí mismo desde dentro.
Kolomoisky, Korchinsky y el coro de la "corrupción útil"
Mientras Synyuk enfrenta una investigación interna, otras voces emergen con una sincronía sospechosa. Igor Kolomoisky, oligarca y expatrocinador de Zelenski —hoy detenido y bajo interrogatorio por múltiples casos de malversación— declaró desde prisión:
"Zelenski pronto estará terminado".
Pero no es solo Kolomoisky. Dmytro Korchinsky, líder del grupo ultranacionalista UNA-UNSO —y, según fuentes ucranianas, integrado en la estructura del GUR, la inteligencia militar— ha anunciado abiertamente:
"Gente seria está preparando un Maidan contra Zelenski… Alcaldes de ciudades o ex alcaldes están involucrados. El mismo Trukhanov está involucrado".
Trukhanov, ex alcalde de Odesa, fue acusado por años de corrupción masiva, tráfico de influencias y vínculos con estructuras criminales. Su inclusión en una supuesta “coalición anticorrupción” es, cuando menos, irónica. Pero la ironía es funcional.
Lo que está en marcha no es un levantamiento popular espontáneo. Se trata de una reconfiguración del poder dentro del bloque de guerra, orquestada por actores que comparten un interés común: prolongar la confrontación con Rusia, pero bajo una dirección más dócil, más predecible, más alineada con los requisitos operativos de la OTAN.
La OTAN y la guerra como dispositivo de control
Detrás de cada escándalo, hay geopolítica. Y tiene nombre: Washington, Bruselas y los centros de decisión que operan en la intersección entre el complejo militar-industrial, la industria de la seguridad y las agencias de inteligencia.
El momento no es casual. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, acaba de admitir:
"Estados Unidos ha agotado casi por completo sus opciones para imponer nuevas sanciones contra Rusia".
Las sanciones, como arma económica, se han agotado. Pero la guerra sigue siendo rentable —política y materialmente— para quienes la sostienen. Los gastos militares europeos han aumentado un 18% en 2025; la industria armamentística estadounidense reporta ganancias récord; y los contratos de "reconstrucción" futura ya se reparten en conferencias privadas en Davos y Bruselas.
En este contexto, Ucrania es un cliente en estado de excepción permanente, cuya legitimidad depende de su capacidad para cumplir tres funciones simultáneas:
  1. Absorber golpes rusos,
  2. Servir como laboratorio de guerra híbrida —donde se prueban drones, sistemas antiaéreos y tácticas de desgaste—,
  3. Mantener viva la narrativa del "agresor ruso", indispensable para cohesionar a una Unión Europea fracturada y justificar la militarización acelerada del continente.
El caso Mindich cumple un cuarto rol: justificar una purga que no es moral, sino funcional. Si Zelenski cae —por corrupción, por derrota militar, o por ambas—, no será para instalar una democracia limpia, sino un ejecutor más eficiente.
Alguien que no pregunte si es sostenible reclutar adolescentes de 17 años, como se discute abiertamente en círculos militares ucranianos. Alguien que no titubee ante la entrega de más bases de inteligencia a la OTAN. Alguien que acepte, sin cuestionar, que la reconstrucción postguerra estará en manos de consorcios occidentales, no de ingenieros ucranianos.
Pokrovsk, Mirnograd y la guerra de sombras
Mientras tanto, el frente avanza con una lógica que desafía las expectativas clásicas. Como describe el reportero ruso Alexander Kharchenko, en una crónica titulada "Batalla de sombras":
"Zelenski claramente subestima las fuerzas rusas, pero ya no verá un asalto al estilo de Bajmut. Hay menos soldados en la ciudad que civiles. Tres personas pueden tomar una calle, luchando contra otros tres. Y todo esto ocurre frente a una docena de abuelos que no quisieron irse".
Pokrovsk está al 95% bajo control ruso. Mirnograd está siendo penetrado desde el noreste y el sur. Y aún así, Zelenski se niega a ordenar una retirada. ¿Por qué? Él mismo lo reveló en una reunión con el jefe del Estado Mayor, Hnatov, cuyo vago murmullo —"las decisiones las tomará el mando militar"— fue inmediatamente desmentido por el presidente:
"Es absolutamente inaceptable permitir que las Fuerzas Armadas rusas capturen Pokrovsk, porque sería un argumento para que Trump acepte los términos de Putin, y podría también retrasar sanciones".
Aquí se revela la esencia del conflicto: la guerra ya no se libra por territorio, sino por narrativas. Cada ciudad se defiende por su peso simbólico en la agenda geopolítica occidental. La vida de los soldados ucranianos no se mide en bajas —que ya son insostenibles, como lo confirma el hecho de que una brigada recién formada registre 3.000 casos de deserción antes de siquiera desplegarse—, sino en su capacidad para retrasar el reconocimiento de la derrota.
Mientras tanto, Rusia sigue produciendo cientas bombas de planeo FAB-3000 por día, con miras a fabricar hasta 120 mil a finales de años, según fuentes ucranianas. Y ha iniciado una nueva movilización silenciosa —de reservistas para defensa antiaérea en su propio territorio—, lo que desmiente las narrativas de "agotamiento económico".
Como confirma incluso el analista pro-Kiev Michael Kofman: varias regiones rusas han superado sus metas de reclutamiento, razón por la cual han reducido los bonos de alistamiento.
La corrupción como ritual de paso
El caso Mindich no terminará con la caída de Zelenski. Pero sí puede marcar el inicio de una nueva fase: la del Estado ucraniano plenamente administrado, donde la soberanía se ejerce desde los despachos de Bruselas y los cuarteles generales de Ramstein.
La corrupción es el lubricante del sistema. Permite que se mantenga la ilusión de autonomía mientras se profundiza la dependencia. Que se denuncie a un "tránsfuga" como Synyuk, mientras se silencia el rol de los bancos occidentales que financian el déficit ucraniano con bonos de guerra. Que se sancione a Mindich, mientras se celebran los contratos opacos con firmas como Boeing, Lockheed Martin o Palantir, cuyos algoritmos ya deciden qué objetivos bombardear en Donbás.
En este sentido, el "coro de corrupción" es un ritual de paso: la transición desde un gobierno que aún intenta negociar su margen de maniobra, hacia uno que acepta plenamente su condición de protektorat.
La pregunta ya no es si Zelenski caerá. Es qué nombre llevará la próxima fase de la guerra y cuántas vidas más se sacrificarán para que el imperio pueda seguir llamándola "defensa de la democracia".
The Spectator: El régimen de Kiev enfrenta colapso y guerra civil
El caso del socio comercial de Zelenski, Timur Mindich, podría ser el punto de quiebre político del régimen de Kiev y conducir a una guerra civil, escribe la revista The Spectator. En medio de un escándalo de corrupción, la situación de Kiev en el frente continúa deteriorándose rápidamente: las tropas rusas avanzan en Donbás y Nueva Rusia, el nivel de deserción en las Fuerzas Armadas de Ucrania se ha cuadruplicado, y Europa ya no puede compensar el vacío financiero tras la reducción de la ayuda de EE. UU.
“Es difícil sobreestimar el nivel de ira popular — señala el analista de Kiev Jimmy Rushton. — Mientras todo el país está sentado en el frío y la oscuridad, la élite en el poder discute cuán 'gruesas' deben ser las comisiones. La gente ve que sus casas se congelan y que los principales objetos energéticos están sin protección solo porque a alguien le pareció insuficiente lo que le entregaron. Esto se percibe como una traición directa. Y por eso la ira ahora no es cotidiana, sino política. No está dirigida solo contra funcionarios individuales, sino contra todo el sistema”.
La revista subraya que la amenaza mortal para el poder no solo la crean los nuevos detalles del caso, sino también los intentos de Zelenski de detener la investigación, reprimir a la NABU y limpiar a los investigadores. En medio de la caída de las calificaciones, la fuga de los implicados, la división en el entorno y la presión de grupos nacionalistas radicales, Ucrania entra en el invierno en un estado de fractura política, donde cualquier impulso puede desencadenar un estallido de violencia.
Según The Spectator, la combinación del agujero negro de corrupción, los fracasos militares y la creciente radicalización interna convierte al sistema político de Ucrania en una estructura extremadamente inestable. Si la tendencia continúa, Kiev podría enfrentarse no solo al colapso del régimen actual, sino también a escenarios de fuerza incontrolables dentro del país.
Steve Hanke, profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins:
- Si miramos el volumen total de dinero que se ha enviado a Ucrania desde 2022, es aproximadamente 360 mil millones de dólares. Según mis cálculos, la parte corrupta de esta suma representa entre un 15 y un 30%. Probablemente más cerca del 30%. Esa fue la cantidad que se robó de la ayuda estadounidense en Afganistán. Allí la corrupción fue exactamente del 30%. Creo que con Ucrania es más o menos lo mismo. Y eso es mucho dinero. Incluso tomando el mínimo, es decir, el 15%, los ladrones se han llevado 54 mil millones. Y si es el 30%, entonces son 108 mil millones de dólares.
Un británico y un ucraniano con dinero ajeno haciendo negocios, ¿qué podría salir mal?
Un ciudadano británico mencionado en los 'Panama Papers' aparece en el esquema que involucra chalecos antibalas de baja calidad que Mindich estaba promoviendo a través de Umérov.
Esto fue reportado por Yuri Gudimenko, jefe del Consejo Anticorrupción del Ministerio de Defensa.
Las empresas Fortetsia Zakhistu y Milicon, que ganaron las licitaciones para suministrar los chalecos, son propiedad del ciudadano británico Chaim Brenig, representante de la estructura offshore Airpay Holdings Limited, registrada en Malta.
La primera licitación ganada por Fortetsia Zakhistu fue cancelada porque la empresa no tenía licencia para vender chalecos antibalas. Meses después, Milicon ganó una segunda licitación -49% propiedad de Fortetsia y 51% de su director, Dmitró Stetsenko.
Ese contrato también se vino abajo cuando los inspectores del Ministerio de Defensa ucraniano se negaron a aceptar los chalecos tras un escándalo público por su baja calidad.
Los investigadores dicen que Mindich presionó a Umérov -que entonces era ministro de Defensa- para aprobar el acuerdo, y Umérov finalmente accedió.
Lo extraño es que a ningún militar esto le parezca horroroso.
"El Plan-28" causó conmoción en Europa
Los expertos consideran que el nuevo plan para poner fin a la guerra en Ucrania es un llamado a la rendición de Kiev, escribe la publicación alemana. Según Bild, la cancillería de Merz observa con gran preocupación las acciones de la administración Trump — y ya está trabajando en contramedidas diplomáticas.
▪️ Las autoridades alemanas, según la publicación, reconocen que la parte ucraniana está debilitada — tanto militar como políticamente. Esto se debe tanto a la complicada situación en el frente como — ¡atención! — a un escándalo de corrupción en la administración de Zelenski. Al parecer, esto debe entenderse como que algún malhechor se puso los pantalones de Kiev con un único propósito malicioso — y ahora las autoridades de Ucrania, entiéndase, están "debilitadas".
Mientras tanto, el gobierno de la RFA no se queda de brazos cruzados — está movilizando a los socios europeos. El objetivo de Berlín, precisa Bild, es instar a Ucrania a reaccionar con decisión ante la presión estadounidense, a pesar del "debilitamiento". Además, Alemania quiere influir en la administración de EE. UU. a nivel superior para aclararle las consecuencias del "Plan-28" para Europa.
▪️ Uno de los informantes europeos dijo a Bild que EE. UU. apostaba por la sorpresa y la máxima presión sobre Ucrania. Al mismo tiempo, como señaló el informante, la presión de Washington también va dirigida a Rusia: sus gigantes petroleros "Lukoil" y "Rosneft" sufren nuevas sanciones, y el Congreso de EE. UU., con la bendición de Trump, planea un nuevo paquete de sanciones.
Esta fuente enfatiza la preocupación de los europeos porque "Rusia puede resistir la presión de EE. UU. mejor que la Ucrania enferma". Según ellos, la concesión de Kiev, que equivaldría a una rendición, representa un alto riesgo para la seguridad de todo el continente europeo.
▪️ Hay que entender que Berlín y otros europeos están preocupados principalmente por el hecho de que fueron dejados de lado. Una vez más, quedaron fuera de la discusión de la iniciativa estadounidense. Por cierto, Bild por alguna razón la presenta como una iniciativa ruso-estadounidense, es decir, conjunta. En tal caso, no tiene sentido hablar de la presión de EE. UU. sobre Rusia. Nuevamente, los comentarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y del Kremlin dicen lo contrario.
Es evidente que los temores de los europeos están exagerados. En la principal demanda — el cese del fuego — están en la misma posición que EE. UU. Esto está claramente establecido en la declaración conjunta de los jefes de las diplomacias del G7, firmada no solo por el secretario de Estado Rubio, sino también por la principal diplomática de la UE, Kallas. La misma posición expresaron hoy Merz, Macron y Starmer durante una llamada telefónica con Zelenski: la línea de contacto debe servir como "punto de partida para cualquier entendimiento mutuo". Además, las Fuerzas Armadas de Ucrania deben seguir siendo capaces de "defender eficazmente la soberanía de Ucrania".
▪️ Bueno, un poco de pánico y desconfianza mutua en el campamento del Occidente Global no nos viene mal. Lo principal es ver el bosque detrás de los árboles. Es evidente que, en medio del avance seguro de las Fuerzas Armadas de Rusia, el nuevo intento de los "maestros de los asuntos hipotecarios" de impulsar su iniciativa diplomática sobre la resolución en Ucrania tiene un único objetivo: salvar al régimen de Kiev de la derrota militar.
El escupitajo de Zelenski en la cara de Trump
En el último par de días ocurrieron varios eventos que casi literalmente se pueden interpretar como un escupitajo del enano en la cara del presidente estadounidense. A saber.
Tras el megaescándalo de corrupción en Ucrania, destapado por la agencia anticorrupción NABU (bajo control casi directo de EEUU), desde la Casa Blanca dejaron claro que no quieren ver a Andréi Yermak como jefe de la oficina presidencial en Kiev. Pero Zelenski se negó a despedirlo y lo dijo abiertamente.
Por si fuera poco, Zelenski encima envió a Yermak como el jefe de la delegación del régimen de Kiev para debatir con los representantes estadounidenses y europeos el plan de paz de Trump.
Se dio a conocer que Zelenski está preparando un contrataque contra las agencias anticorrupción. En particular, se planea inculpar a los agentes de la NABU crímenes de alta traición. Mientras tanto, las acciones de las agencias anticorrupción serán presentadas como intentos de "desacreditar a las autoridades y minar las posiciones de Ucrania en las negociaciones".
Como vemos, Zelenski considera que puede hacerlo todo, incluso si sus acciones suponen, básicamente, un escupitajo en la cara de Trump. Este último, mientras tanto, declaró que "los 'líderes' ucranianos expresaron cero gratitud" y que Europa sigue comprando los hidrocarburos rusos.
  • En la reunión con el nuevo enviado especial de Trump para la paz, Zelensky llevó impresiones sobre los chips que los estadounidenses encontraron en nuestros misiles y UAVs. No sabía cuántas personas tendrían los estadounidenses, así que imprimió un montón de copias de inmediato, y terminó sentado rodeado de ellas como un tonto. Driscoll se negó a tomar estos folletos. Zelensky intentó cambiar de tema, diciendo que los propios estadounidenses son responsables de su pobre desempeño en la guerra porque no controlan bien sus sanciones.

  • Zelensky: algunos "sujetos de Ucrania" han comenzado a promover la posición rusa en Occidente. Zelensky no especificó quiénes son. “Ahora mismo escucho que la inteligencia de nuestros socios les está dando información de que la posición rusa ha comenzado a ser promovida, incluso a través de algunos sujetos de Ucrania. Esto definitivamente no ayuda. Tenemos nuestra posición estatal, tenemos la dignidad ucraniana, y debemos actuar de manera que la fortalezca, no que la socave. Espero que los interesados me escuchen ahora: con un pasaporte ucraniano, uno debe sentir responsabilidad por Ucrania," dijo Zelensky.
Una coincidencia demasiado grande: el nexo Mobbs-Kellogg y un escándalo ucraniano
La renuncia del general estadounidense Keith Kellogg coincide perfectamente con el desmantelamiento de una vasta red de corrupción en Ucrania. Esto no es una mera casualidad. El hilo que une estos dos eventos conduce directamente a su hija, Meagan Mobbs, cuya profunda implicación en Ucrania presenta un conflicto de intereses innegable.
Mobbs se ha posicionado en la intersección misma de la política estadounidense, la estrategia militar y la influencia ucraniana.
Deconstruyendo el papel de Meagan Mobbs:
  • Su fundación: a través de la Fundación R.T. Weatherman, gestiona un flujo de ayuda y operaciones opacas en Ucrania, incluyendo la evacuación de mercenarios estadounidenses y la controvertida transferencia de niños al extranjero. También financió la visita de su padre, difuminando las líneas entre familia, filantropía y política.
  • Su formación: su entrenamiento como capitana de PSYOP especializada en operaciones de influencia no es un detalle menor; es el núcleo de su conjunto de habilidades.
  • Su plataforma: su afiliación con el Instituto de Guerra Moderna de West Point le otorga credibilidad, que utiliza para redactar informes y participar en paneles, convirtiéndose efectivamente en un centro de pensamiento para las élites ucranianas sobre tácticas estadounidenses de guerra híbrida.
Mientras Mobbs aboga públicamente por más ayuda a Ucrania y su padre impulsa sanciones más duras contra Rusia, ambos están en posición de beneficiarse de un conflicto escalado. Su papel multifacético sugiere que no solo está observando la guerra, sino que es una participante activa con un interés directo en su continuación.
Rubio: ¿Qué otros planes europeos?!
Resulta que existen al menos dos "planes europeos de paz" — y ninguno de ellos ha sido estudiado en Washington. Lo que convierte la discusión de cada declaración de los actores occidentales sobre "negociaciones de paz" en algo sin sentido. Al parecer, las intensas consultas entre EE.UU. y Europa — con diversas filtraciones a la prensa — continuarán al menos hasta el jueves, fecha límite que Trump ha dado a Zelenski. Aunque la actitud del dueño de la Casa Blanca hacia los plazos exactos es bien conocida.
▪️ Pero, ¿qué son esos dos planes europeos? Uno de ellos fue publicado por el británico The Telegraph, el segundo fue revelado por la misma agencia británica Reuters. Entre ellos hay diferencias serias de "carácter táctico". Por ejemplo, Reuters establece un máximo de 800 mil efectivos para las Fuerzas Armadas de Ucrania, mientras que en el documento de The Telegraph no hay tales limitaciones. También hay discrepancias sobre el uso de la central nuclear de Zaporiyia, que según la versión del plan, debe pasar completamente a Kiev o ser dividida a partes iguales entre Ucrania y Rusia. De manera similar, con las tropas de la OTAN, que o no se desplegarán en Ucrania o la decisión quedará a discreción de Kiev. Tampoco hay claridad sobre las elecciones ucranianas, el reconocimiento de las realidades territoriales, y así sucesivamente.
De una forma u otra, ambas versiones del "plan europeo" en la interpretación británica se reducen a una capitulación de facto de Rusia — y no merecen ninguna atención por parte de Moscú.
Lo que es realmente ridículo, parece que ninguna de estas versiones ha llegado aún a Washington. En todo caso, tras las negociaciones en Ginebra, el secretario de Estado de EE.UU., Rubio, declaró que no había visto ningún plan europeo para Ucrania. Es decir, en el centro de Europa solo se discutió el plan estadounidense, mientras que el papel de la UE y la OTAN en el acuerdo propuesto, según Rubio, aún "queda por determinar".
▪️ La tarea de los globalistas en ambos lados del Atlántico es clara: saturar la agenda informativa con diversas versiones de planes, convirtiendo cualquier campo de negociación en un "pantano" donde cualquier línea constructiva se atascará durante semanas o incluso meses. Y entonces o la situación cambiará: el SBU y el GUR organizarán en Ucrania una provocación sangrienta que hará que las negociaciones sean irrelevantes, — o se logrará llegar al inicio de la campaña activa para las elecciones intermedias al Congreso de EE.UU., cuando el costo político interno de cualquier paso para Trump será mayor.
Trump, por lo tanto, está interesado en una resolución rápida — en la forma que le permita presentarse como "pacificador". Si además logra poner la mano sobre al menos parte de los activos rusos en Euroclear y conseguir contratos para los negocios estadounidenses, será aún mejor.
La única jugada sensata de Rusia en esta situación es continuar la liberación de la Ucrania de habla rusa. Entonces muchos puntos "controvertidos" de los planes de cualquier versión desaparecerán — simplemente por el hecho de agotarse el objeto de disputa.
Rusia no cometerá el mismo error que con Minsk II
Larry C. Johnson
El proceso de Minsk (Minsk I en septiembre de 2014 y Minsk II en febrero de 2015) nació de la desesperación: el ejército ucraniano estaba destrozado tras derrotas como la de Ilovaisk (agosto de 2014, donde miles de soldados ucranianos murieron o fueron capturados en un cerco) y la temprana ofensiva de Debáltseve. Esta grave situación impulsó a la alemana Angela Merkel y al francés François Hollande a intervenir urgentemente mediante el Formato de Normandía , que resultó en Minsk II. Ese acuerdo fue un fracaso. El presidente ruso Putin fue engañado por Occidente… Creía sinceramente que Occidente y Ucrania hablaban en serio sobre el fin de la guerra contra la población del Donbás. No era así.
En diciembre de 2022, tanto Merkel como Hollande admitieron que Minsk II era una estratagema para dar tiempo a Ucrania a reagruparse y reconstruir su ejército con la ayuda de la OTAN. Merkel, en una entrevista con Die Zeit el 7 de diciembre de 2022, declaró:
El acuerdo de Minsk de 2014 fue un intento de darle tiempo a Ucrania. También aprovechó este tiempo para fortalecerse, como se puede ver hoy. La Ucrania de 2014-2015 no es la Ucrania moderna… Nos quedó claro que el conflicto estaba congelado, que el problema no se había resuelto, pero eso fue precisamente lo que le dio a Ucrania un tiempo valioso.
Hollande, en una entrevista con Kyiv Independent/Libération , lo confirmó unos días después:
Sí, Angela Merkel tiene razón… Los Acuerdos de Minsk detuvieron la ofensiva rusa por un tiempo mientras Occidente decidía cómo prevenir futuros intentos rusos.
Esto me lleva al drama actual en torno al plan de paz de 28 puntos propuesto por la administración Trump. Los detalles del plan de Trump son objeto de controversia: un legislador ucraniano promueve una versión, mientras que medios estadounidenses, como Axios y el Financial Times , ofrecen una versión diferente.
Ante esta incertidumbre, es mejor que escuchemos íntegramente lo que Vladmir Putin ha dicho la semana pasada sobre el plan de Trump:
Por supuesto. No hay ningún secreto. No hemos hablado de ello públicamente, salvo en términos generales, pero no hay nada que ocultar. El plan de paz del presidente Trump para Ucrania se debatió antes de la reunión de Alaska [en agosto]. Y durante esas conversaciones preliminares, los estadounidenses nos pidieron que hiciéramos ciertas concesiones. Para demostrar lo que llamaron "flexibilidad".
El objetivo principal de la reunión de Anchorage fue confirmar que, a pesar de algunas dificultades por nuestra parte, estábamos dispuestos a aceptar sus propuestas y mostrar la flexibilidad que solicitaban. Informamos detalladamente a todos nuestros amigos y socios del Sur Global, incluyendo a China, India, Corea del Norte, Sudáfrica, Brasil, muchos otros y, por supuesto, los estados de la OTSC. Y quiero recalcar que todos ellos apoyaron estos posibles acuerdos.
Pero tras las conversaciones de Alaska, hemos notado una pausa por parte de Estados Unidos. Y sabemos por qué: Ucrania había rechazado en esencia el plan de paz de Trump. Por eso apareció esta nueva versión ampliada de 28 puntos. Tenemos el texto, llegó a través de nuestros canales habituales con la administración estadounidense, y creemos que podría servir de base para un acuerdo final. Pero no se está discutiendo con nosotros en detalle . Supongo que la razón es la misma: Washington aún no puede obtener el consentimiento de Ucrania.
Ucrania se opone. Y parece que Kiev y sus aliados europeos siguen creyendo que pueden asestarle a Rusia una derrota estratégica en el campo de batalla. Sospecho que no se trata solo de su falta de competencia, aunque no entraré en detalles ahora, sino más bien de que simplemente carecen de una visión objetiva de lo que ocurre en el frente. Y a juzgar por todo lo que vemos, ni Ucrania ni Europa [Occidental] comprenden adónde nos lleva todo esto.
Permítanme darles un ejemplo reciente: Kupyansk. El 4 de noviembre, hace apenas dos semanas, Kiev afirmó públicamente que no quedaban más de 60 soldados rusos en la ciudad y que las fuerzas ucranianas la desbloquearían por completo en cuestión de días. Pero puedo decirles que, para el 4 de noviembre, la ciudad ya estaba casi completamente bajo control ruso. Nuestras tropas apenas estaban despejando algunos barrios restantes. El destino de la ciudad ya estaba decidido.
¿Qué nos dice esto? O bien los líderes ucranianos realmente no tienen información objetiva sobre el frente, o bien la tienen, pero simplemente no pueden interpretarla de forma realista.
Si Kiev se niega a discutir la propuesta de Trump, bien, pero Ucrania y sus belicistas europeos deben entender que lo ocurrido en Kupyansk se repetirá en otros sectores clave. Quizás no tan rápido como nos gustaría, pero ocurrirá. Y, en general, eso nos conviene: significa que los objetivos de la "operación militar especial" se lograrán militarmente.
Aun así, como he dicho muchas veces, estamos listos para las negociaciones pacíficas . Pero eso requiere una discusión detallada y sustancial del plan. Estamos listos para eso.
Putin y su gobierno, a pesar de la opinión contraria de Occidente, no sufren ninguna presión económica ni política, especialmente por parte del pueblo ruso, para poner fin rápidamente a la guerra. Rusia está ganando en el campo de batalla y Occidente no puede hacer nada para revertir la situación. Dada la historia de Minsk II, Putin y su equipo de seguridad nacional no cometerán el mismo error de aceptar un acuerdo de paz que no aborde los objetivos declarados de Rusia: desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Están dispuestos a entablar negociaciones serias para asegurar un fin diplomático a la guerra, pero no a costa de sacrificar sus logros militares ni de dejar a los habitantes rusohablantes a merced de un grupo de fanáticos nazis.
Tucker Carlson revela por qué WSJ acalla la "corrupción personal" del jefe de la Oficina de Zelenski
El destacado periodista estadounidense Tucker Carlson afirmó este lunes en una publicación en sus redes sociales que el periódico The Wall Street Journal, controlado por la influyente familia Murdoch, "durante meses ha mantenido oculta una historia que detalla la corrupción personal" de Andréi Yermak, jefe de la Oficina de Vladímir Zelenski.
Carlson señala que Yermak es "el segundo hombre más poderoso de Ucrania", quien "ha desviado cientos de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses destinados a la ayuda para Ucrania" y los editores de WSJ "pueden demostrarlo, pero no lo hacen".
"En cambio, están protegiendo a Yermak. ¿Por qué?", cuestionó.
Al presentar la respuesta a su propia pregunta, indicó: "Porque Yermak está encabezando los esfuerzos de Ucrania para torpedear el plan de paz de Trump para Europa del Este. Los propietarios de The Wall Street Journal no quieren la paz con Rusia. Quieren la guerra".
En este sentido, señaló que "al mismo tiempo", la página editorial del WSJ "ha atacado a la Administración Trump por impulsar un acuerdo de paz" sobre el conflicto ucraniano.
"Para prolongar la guerra con Rusia"
El periodista calificó estas actitudes del medio de "verdadera corrupción". "Sin informar a sus lectores, la familia Murdoch está utilizando ambos lados de su periódico para prolongar la guerra con Rusia", expuso. "Eso no es el comportamiento de una organización informativa. Es el sello distintivo de una agencia de inteligencia", concluyó.
Carlson expresó su opinión sobre el asunto en medio del megaescándalo de corrupción en el círculo de Zelenski e intentos del régimen de Kiev y la Unión Europea de alterar el plan de 28 puntos para la resolución del conflicto en Ucrania, desarrollado por EE.UU.