Nahid Poureisa*
La declaración de una “economía de mercado libre” para Siria por parte de las entidades respaldadas por EE.UU., ahora al mando, expone de manera efectiva la agenda imperialista que alimenta la destrucción de la región en nombre de la reconstrucción.
Lejos de promover la prosperidad o la autonomía, este sistema actúa como una fachada para la explotación, donde todo —recursos, soberanía y dignidad— se presenta como “libre” para el control imperialista.
Este enfoque ejemplifica cómo el capitalismo, disfrazado de “reconstrucción”, prospera en el caos y la dependencia mientras borra la identidad nacional.
El imperialismo en acción
El dramático colapso de Siria tras la partida del presidente Bashar al-Asad, invadida por grupos militantes y despojada de su soberanía, no es un accidente. Es el resultado de una estrategia imperialista deliberada.
La caída de Siria demuestra cómo el imperialismo crea crisis, desestabiliza naciones e impone sistemas que sirven a potencias externas a expensas de la población.
En este “mercado libre” impuesto, son evidentes los siguientes patrones:
- Israel bombardea libremente, destruyendo infraestructura crítica sin rendir cuentas.
- Grupos militantes, armados y financiados por patrocinadores extranjeros, continúan sus operaciones sin control.
- Algunos países regionales movilizan y financian milicias, aprovechando la inestabilidad de Siria para sus propios fines geopolíticos.
- UU. y sus aliados roban petróleo sirio, obteniendo ganancias flagrantes del caos que perpetúan.
Un “mercado libre” bajo tales condiciones no sirve al pueblo sirio, sino que facilita el saqueo de recursos y permite la dominación de corporaciones extranjeras.
La soberanía es la primera víctima de este sistema, y sin ella, Siria no puede definir su propio futuro.
En su lugar, el imperio asegura que la tierra se vuelva “libre” para la explotación. El escenario actual refleja un orden impuesto por el imperio, donde la tierra, la dignidad e incluso la resistencia son “libres” para la dominación imperialista.
El Estado sirio está despojado de soberanía, dignidad y Estado: una visión trazada por el imperialismo para el control total del país. Sin soberanía, no existe la opción para una nación de aceptar o rechazar un sistema de mercado libre.
El estado, la dignidad y la independencia de Siria han sido sistemáticamente desmantelados, allanando el camino para un orden impuesto por el imperio donde Israel consolida su dominio en Asia Occidental.
La geopolítica de Asia Occidental: El papel de Irán
En las tierras tensas y fértiles de Asia Occidental, el imperialismo prospera en la inestabilidad. Para el imperio, una región discapacitada —dividida, dependiente y fragmentada— es el objetivo final.
Esto hace que el papel de Irán en la resistencia a estas fuerzas sea aún más crítico. Irán no debe perder tiempo en negociaciones con las potencias occidentales que buscan socavar su soberanía y fortaleza. Debe:
- Profundizar los lazos con los defensores de un orden multipolar: alinearse más estrechamente con naciones como Rusia y China, que comparten la visión de Irán de un mundo multipolar donde prevalecen la soberanía y la igualdad.
- Fortalecer el Eje de la Resistencia: Palestina sigue siendo el núcleo de la lucha por la justicia y la independencia en Asia Occidental, y el apoyo inquebrantable de Irán a esta causa es vital.
- Enfocarse en el sur y el este, no en el oeste ni el norte: el orden global emergente presenta oportunidades para construir asociaciones con países que reconocen a EE.UU. como la principal amenaza para un mundo democrático y próspero multipolar.
El creciente papel de Irán en la configuración de este orden global cambiante no puede ser sobreestimado. Al posicionarse como líder de la resistencia y actor clave en el movimiento multipolar, Irán refuerza su compromiso con la soberanía, la justicia y la igualdad.
El software de la Resistencia y el costo de los compromisos
El genocidio en Gaza y el asesinato del líder del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) Seyed Hasan Nasralá, son ejemplos desgarradores de la despiadada brutalidad del imperialismo. Negociar con el enemigo bajo estas condiciones no es solo un fracaso moral, sino un error estratégico que compromete el software de la Resistencia —la unidad, ideología y determinación de las naciones oprimidas para mantenerse juntas.
Para resistir de manera efectiva, Irán debe:
- Reforzar su compromiso con las naciones oprimidas como Palestina, fortaleciendo la base moral e ideológica del Eje de la Resistencia.
- Enviar mensajes claros y contundentes de represalia a los cálculos erróneos de Israel, demostrando que la agresión contra Irán o sus aliados tendrá graves consecuencias.
- Evitar compromisos que debiliten la soberanía o den a las potencias imperialistas ventaja sobre la región.
Las apuestas son altas, y la supervivencia de la resistencia depende de la firmeza frente a la agresión imperialista.
El llamado del Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, de “aprender de Siria” es un recordatorio claro de las consecuencias de los compromisos con las potencias imperialistas.
El destino de Siria subraya las siguientes lecciones críticas:
- La soberanía es irreemplazable: el desmantelamiento de la soberanía siria abrió la puerta a la explotación imperial. Irán debe salvaguardar su independencia a toda costa, reconociendo que la pérdida de autonomía invita a la dominación.
- El enemigo es implacable: las fuerzas imperialistas, encabezadas por EE.UU. y apoyadas por sus aliados regionales, nunca cesarán en sus intentos de socavar la resistencia y desmantelar naciones soberanas.
- La resistencia es innegociable: sin una resistencia firme, Siria ha sucumbido completamente a la dominación imperialista. El compromiso de Irán con el Eje de la Resistencia ha fortalecido la capacidad de la región para resistir y sobrevivir.
La experiencia de Siria demuestra que el imperio ve la soberanía como una amenaza y no se detendrá ante nada para desmantelarla. Para Irán, la lección es clara: la Resistencia es el único camino para asegurar la soberanía y la dignidad.
Las negociaciones nucleares de Irán: una agenda más amplia
Las negociaciones nucleares en curso entre Irán y las potencias globales van mucho más allá del enriquecimiento nuclear. Estas conversaciones exponen la agenda imperialista más amplia destinada a debilitar la influencia regional de Irán y desmantelar su papel como líder de la resistencia contra el sionismo y el imperialismo:
- Poder misilístico: el programa misilístico de Irán actúa como un crucial elemento disuasorio contra la agresión externa, particularmente del régimen israelí. Las potencias occidentales exigen limitaciones a este programa, pero Irán lo reconoce como una piedra angular de su soberanía y seguridad.
- Apoyo a los movimientos de resistencia: el respaldo de Irán a los movimientos de Resistencia HAMAS y Hezbolá sigue siendo un punto clave de controversia. Estas alianzas son esenciales para contrarrestar las ambiciones expansionistas de Israel y mantener la fuerza del Eje de la Resistencia.
- Influencia regional: EE.UU. y sus aliados buscan reducir la presencia geopolítica de Irán en Irak, Siria y Líbano. Debilitar estos lazos pavimenta el camino para la dominación imperialista de Asia Occidental.
Estas negociaciones no se tratan solo de cumplimiento técnico, sino de preservar la soberanía, seguridad y compromiso ideológico de Irán con la resistencia al imperialismo. Cualquier compromiso pone en riesgo el papel de Irán como protector de la justicia y la independencia en la región.
La promesa de un mercado libre vacío
La “economía de mercado libre” impuesta a Siria es una fachada para el control imperialista. Permite a las potencias externas dictar los términos de la reconstrucción de Siria, transformando al país en un estado dependiente sin capacidad para definir su propio futuro. Este enfoque permite al imperialismo:
- Explotar los recursos sirios, particularmente el petróleo, mientras se niega al estado el acceso a su riqueza.
- Introducir corporaciones extranjeras que priorizan el lucro sobre el desarrollo, explotando la fuerza laboral local.
- Fragmentar aún más la región, asegurando que ninguna nación sea lo suficientemente fuerte para desafiar los intereses imperialistas.
Para Asia Occidental, la promesa de un mercado libre es falsa. No se trata de prosperidad económica ni independencia, sino de facilitar el saqueo de recursos y la erosión de la soberanía.
El papel vital de las alianzas multipolares
A medida que el orden global se desplaza hacia la multipolaridad, Irán debe profundizar sus alianzas con socios estratégicos que compartan su visión de soberanía y justicia.
Rusia y China, junto con otras naciones del Sur Global, reconocen a EE.UU. como una amenaza primaria para un mundo democrático y próspero.
Fortaleciendo estas relaciones, Irán puede:
- Reforzar su posición como actor clave en el movimiento multipolar.
- Contrarrestar la influencia de las potencias imperialistas en Asia Occidental.
- Reforzar el Eje de la Resistencia, asegurando que la región se mantenga resistente frente a presiones externas.
Esta alineación no se trata solo de economía o política, sino de preservar los principios de soberanía, dignidad y resistencia que definen el papel de Irán en la región.
Las consecuencias de la capitulación
Quienes abogan por la negociación frente al genocidio no entienden los riesgos. La matanza en Gaza, que ha cobrado más de 45 000 vidas en 437 días, revela la despiadada brutalidad del imperialismo.
Negociar bajo tales circunstancias legitima al opresor y socava décadas de resistencia construidas sobre el sacrificio y la unidad.
El imperialismo prospera en la división, el compromiso y la sumisión. Cualquier intento de ceder ante las demandas de las potencias imperialistas solo las envalentona, lo que lleva a más explotación y opresión.
Irán debe mantenerse firme en su compromiso con la resistencia, sabiendo que ceder arriesga desmantelar todo por lo que ha luchado. El estado actual de Siria demuestra cómo el imperialismo explota el caos, erosiona la soberanía e impone sistemas que sirven a sus intereses a expensas del pueblo.
Para Irán y el Eje de la Resistencia, las lecciones son claras: resistir, reconstruir y profundizar alianzas con los defensores del multipolarismo que priorizan la soberanía y la justicia.
*analista iraní y académico investigador centrado en Asia Occidental y China.
Análisis: EEUU e Israel destruyeron Siria y lo llamaron paz.
Jeffrey D. Sachs*
En las famosas líneas de Tácito, historiador romano,
A asolar, masacrar, usurpar bajo falsos títulos, llaman imperio; y donde hacen un desierto, lo llaman paz.
En nuestra época, son Israel y Estados Unidos los que hacen un desierto y lo llaman paz.
La historia es sencilla. En flagrante violación del derecho internacional, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y sus ministros reclaman el derecho a gobernar sobre 7 millones de árabes palestinos.
Cuando la ocupación israelí de tierras palestinas da lugar a una resistencia militante, Israel califica la resistencia de ‘terrorismo’ y pide a Estados Unidos que derroque a los gobiernos de Oriente Próximo que respaldan a los ‘terroristas’.
Estados Unidos, bajo la influencia del lobby israelí, va a la guerra en nombre de Israel.
La caída de Siria esta semana es la culminación de la campaña de Israel y Estados Unidos contra Siria que se remonta a 1996 con la llegada de Netanyahu al cargo de primer ministro. La guerra de Israel y Estados Unidos contra Siria se intensificó en 2011 y 2012, cuando el ex presidente estadounidense Barack Obama encargó encubiertamente a la CIA el derrocamiento del Gobierno sirio en
la Operación Timber Sycamore.
Ese esfuerzo finalmente llegó a ‘buen puerto’ esta semana, después de más de 300.000 muertos en la guerra siria desde 2011.
La caída de Siria se produjo rápidamente debido a más de una década de sanciones económicas aplastantes, las cargas de la guerra, la confiscación del petróleo de Siria por parte de Estados Unidos, las prioridades de Rusia en relación con el conflicto en Ucrania y, de forma más inmediata, los ataques de Israel contra Hezbolá, que era el respaldo militar clave del Gobierno sirio.
No cabe duda de que Assad a menudo jugó mal sus propias cartas y se enfrentó a un grave descontento interno, pero su régimen estuvo en el punto de mira del colapso durante décadas por parte de Estados Unidos e Israel.
Antes de que la campaña estadounidense-israelí para derrocar a Assad comenzara en serio en 2011, Siria era un país de renta media que funcionaba y crecía. En enero de 2009,
el Directorio Ejecutivo del FMI dijo lo siguiente:
Los directores ejecutivos acogieron con satisfacción los buenos resultados macroeconómicos de Siria en los últimos años, que se manifiestan en el rápido crecimiento del PIB no petrolero, el cómodo nivel de reservas de divisas y la baja y decreciente deuda pública. Estos resultados reflejan tanto la robusta demanda regional como los esfuerzos de reforma de las autoridades para cambiar hacia una economía más basada en el mercado.
Desde 2011, la guerra perpetua de Israel y Estados Unidos contra Siria, que incluye bombardeos, yihadistas, sanciones económicas, incautación estadounidense de los campos petrolíferos sirios, etc., ha hundido al pueblo sirio en la miseria.
En los dos días inmediatamente posteriores a la caída del gobierno, Israel llevó a cabo unos 480 ataques en toda Siria y destruyó por completo la flota siria en Latakia.
Persiguiendo su agenda expansionista, el primer ministro Netanyahu reclamó ilegalmente el control de la zona desmilitarizada de amortiguación en los Altos del Golán y declaró que los Altos del Golán serán parte del Estado de Israel «para la eternidad.»
La ambición de Netanyahu de transformar la región mediante la guerra, que se remonta a casi tres décadas, se está desarrollando ante nuestros ojos.
En una
conferencia de prensa el 9 de diciembre, el primer ministro israelí se jactó de una ‘
victoria absoluta’, justificando el genocidio en curso en Gaza y la escalada de violencia en toda la región:
Les pido que piensen, si hubiéramos accedido a quienes nos decían una y otra vez: ‘Hay que detener la guerra’- no habríamos entrado en Rafah, no habríamos tomado el Corredor de Filadelfia, no habríamos eliminado a Sinwar, no habríamos sorprendido a nuestros enemigos en el Líbano y en el mundo entero en una audaz operación-estratagema, no habríamos eliminado a Nasrallah, no habríamos destruido la red subterránea de Hezbolá y no habríamos expuesto la debilidad de Irán. Las operaciones que hemos llevado a cabo desde el comienzo de la guerra están desmantelando el eje ladrillo a ladrillo.
La larga historia de la campaña de Israel para derrocar al gobierno sirio no es muy conocida, pero la documentación es clara.
La guerra de Israel contra Siria comenzó con los neoconservadores estadounidenses e israelíes en 1996, que diseñaron una estrategia de “Clean Break” (Ruptura limpia) para Oriente Medio para Netanyahu cuando llegó al poder.
El núcleo de la estrategia de “ruptura limpia” exigía que Israel (y Estados Unidos) rechazaran la idea de ‘tierra por paz’, según la cual Israel se retiraría de las tierras palestinas ocupadas a cambio de la paz.
En su lugar, Israel conservaría las tierras palestinas ocupadas, gobernaría sobre el pueblo palestino en un Estado de apartheid, limpiaría étnicamente el Estado paso a paso e impondría la llamada «paz por paz» derrocando a los gobiernos vecinos que se resistieran a las reivindicaciones territoriales de Israel.
La larga historia de la campaña israelí para derrocar al gobierno sirio no es muy conocida, pero la documentación es clara.
Nuestra reivindicación de la tierra -a la que nos hemos aferrado con esperanza durante 2000 años- es legítima y noble,
y prosigue,
Siria desafía a Israel en suelo libanés. Un enfoque eficaz, y con el que Estados Unidos puede simpatizar, sería que Israel tomara la iniciativa estratégica a lo largo de sus fronteras septentrionales enfrentándose a Hezbolá, Siria e Irán, como principales agentes de la agresión en el Líbano…
Israel no lucharía contra los terroristas; lucharía contra los Estados que apoyan a los terroristas.
Más exactamente, conseguiría que Estados Unidos luchara por Israel. Como explicó en 2001:
Lo primero y más crucial que hay que entender es esto: No hay terrorismo internacional sin el apoyo de Estados soberanos…. Quite todo este apoyo estatal, y todo el andamiaje del terrorismo internacional se desmoronará.
La estrategia de Netanyahu estaba integrada en la política exterior estadounidense. Acabar con Siria fue siempre una parte clave del plan. Así lo confirmó
el general Wesley Clark después del 11-S.
Se le dijo, durante una visita en el Pentágono, que
vamos a atacar y destruir los gobiernos de siete países en cinco años – vamos a empezar con Irak, y luego vamos a pasar a Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
Irak sería el primero, luego Siria y el resto. (La campaña de Netanyahu a favor de la guerra de Irak se explica detalladamente en el nuevo libro de Dennis Fritz,
Traición mortal.
La insurgencia que golpeó a las tropas estadounidenses en Irak retrasó el calendario de cinco años, pero no cambió la estrategia básica.
Hasta ahora, Estados Unidos ha dirigido o patrocinado guerras contra Irak (invasión en 2003), Líbano (Estados Unidos financia y arma a Israel), Libia (bombardeo de la OTAN en 2011), Siria (operación de la CIA durante la década de 2010), Sudán (apoyo a los rebeldes para separar Sudán en 2011) y Somalia (respaldo a la invasión de Etiopía en 2006).
Una posible guerra de Estados Unidos contra Irán, ardientemente buscada por Israel, sigue pendiente.
Por extraño que pueda parecer, la CIA ha respaldado repetidamente a los yihadistas islamistas para luchar en estas guerras, y los yihadistas acaban de derrocar al régimen sirio. La C.I.A., después de todo, ayudó a crear Al-Qaeda en primer lugar entrenando, armando y financiando a los muyahidines en Afganistán desde finales de la década de 1970.
Sí, Osama bin Laden se volvió más tarde contra Estados Unidos, pero su movimiento fue de todos modos una creación estadounidense. Irónicamente, como
confirma Seymour Hersh, fue la inteligencia de Assad la que
avisó a Estados Unidos de un inminente atentado de Al Qaeda contra el cuartel general de la Quinta Flota de la Marina estadounidense.
La Operación Timber Sycamore fue un programa encubierto de mil millones de dólares de la CIA lanzado por Obama para derrocar a Bashar al-Assad. La CIA financió, entrenó y proporcionó inteligencia a grupos islamistas radicales y extremistas.
El esfuerzo de la CIA también implicó una
‘línea de ratas’ para hacer llegar armas desde Libia (atacada por la OTAN en 2011) a los yihadistas en Siria. En 2014, Seymour Hersh describió la operación en su obra
«La línea roja y la línea de ratas»:
Un anexo altamente clasificado del informe, que no se hizo público, describía un acuerdo secreto alcanzado a principios de 2012 entre las administraciones de Obama y Erdogan. Se refería a la línea de las ratas. Según los términos del acuerdo, la financiación procedía de Turquía, así como de Arabia Saudí y Qatar; la CIA, con el apoyo del MI6, se encargaba de hacer llegar a Siria armas procedentes de los arsenales de Gadafi.»
Poco después del lanzamiento de Timber Sycamore, en marzo de 2013, en una
conferencia conjunta del presidente Obama y el primer ministro Netanyahu en la Casa Blanca, Obama dijo:
Con respecto a Siria, Estados Unidos sigue trabajando con aliados y amigos y con la oposición siria para acelerar el fin del gobierno de Assad
Para la mentalidad sionista estadounidense-israelí, un llamamiento a la negociación por parte de un adversario se toma como un signo de debilidad del adversario.
Los que piden negociaciones al otro bando suelen acabar muertos -asesinados por Israel o por activos estadounidenses.
Lo hemos visto recientemente en el Líbano. El ministro de Asuntos Exteriores libanés confirmó que Hassan Nasrallah, ex secretario general de Hezbolá, había acordado un alto el fuego con Israel días antes de su asesinato.
La voluntad de Hezbolá de aceptar un acuerdo de paz conforme a los deseos del mundo árabe-islámico de una solución de dos Estados viene de lejos. Del mismo modo, en lugar de negociar para poner fin a la guerra en Gaza, Israel asesinó al jefe político de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán.
Del mismo modo, en Siria, en lugar de permitir que surgiera una solución política, Estados Unidos se opuso en múltiples ocasiones al proceso de paz.
En 2012, la ONU había negociado un acuerdo de paz en Siria que fue bloqueado por los estadounidenses, que exigieron que Assad debía irse el primer día del acuerdo de paz. Estados Unidos quería un cambio de régimen, no la paz.
En septiembre, Netanyahu se dirigió a la Asamblea General con un mapa de Oriente Medio dividido entre ‘Bendición’ y ‘Maldición’, con Líbano, Siria, Irak e Irán como parte de la maldición de Netanyahu.
La verdadera maldición es el camino de caos y guerra de Israel, que ahora ha envuelto al Líbano y Siria, con la ferviente esperanza de Netanyahu de arrastrar también a Estados Unidos a la guerra contra Irán.
Estados Unidos e Israel chocan los cinco por haber conseguido hundir a otro adversario de Israel y defensor de la causa palestina, y Netanyahu se atribuye «el mérito de haber iniciado el proceso histórico».
Lo más probable es que Siria sucumba ahora a una guerra continua entre los numerosos protagonistas armados, como ha sucedido en las anteriores operaciones de cambio de régimen de Estados Unidos e Israel.
En resumen, la interferencia estadounidense, a instancias del Israel de Netanyahu, ha dejado el Medio Oriente en ruinas, con más de un millón de muertos y guerras abiertas desatadas en Libia, Sudán, Somalia, Líbano, Siria y Palestina, y con Irán al borde de un arsenal nuclear, siendo empujado contra sus propias inclinaciones hacia esta eventualidad.
Todo ello al servicio de una causa profundamente injusta: negar a los palestinos sus derechos políticos al servicio del extremismo sionista basado en el Libro de Josué del siglo VII a.C.
Sorprendentemente, según ese texto -en el que se basan los propios fanáticos religiosos de Israel- los israelitas ni siquiera eran los habitantes originales de la tierra. Más bien, según el texto, Dios ordena a Josué y a sus guerreros que cometan múltiples genocidios para conquistar la tierra.
Con este telón de fondo, las naciones árabes islámicas y, de hecho, casi todo el mundo se han unido repetidamente en el llamamiento a una solución de dos Estados y a la paz entre Israel y Palestina.
En lugar de la solución de dos Estados, Israel y Estados Unidos han hecho un desierto y lo han llamado paz.
*Jeffrey D. Sachs es profesor universitario y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, donde dirigió el Instituto de la Tierra desde 2002 hasta 2016. También es presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU y comisionado de la Comisión de Desarrollo de Banda Ancha de la ONU.