Pablo Jofré Leal
La Guerra en Ucrania y los resultados desastrosos para el país europeo oriental, como también para sus aliados de la OTAN, y con ello las economías europeas han significado una clara pérdida de soberanía y dignidad de estos países que conforman la denominada Unión Europea.
Situación catalizada por el desprecio que Washington y sus inquilinos de la Casa Blanca demuestran constantemente, con relación a sus supuestos aliados fundamentales e intensificado en la nueva administración del presidente Donald Trump. Europa, a través de sus representantes gubernamentales y sus sociedades constatan con “horror” que su papel en el concierto internacional es simplemente basura. Actores secundarios en una política internacional donde Estados Unidos, Rusia y China, fundamentalmente, ocupan las tribunas principales y definen, en el caso específico de Ucrania, el futuro de este país a través del presidente Donald Trump y el presidente de la federación rusa, Vladimir Putin.
Así se constató y definió en la reunión sostenida entre ambos gobiernos, a través de su cancilleres y equipos de trabajo en Riad, la capital de Arabia saudí donde se ha valorado como positivo los intentos de reanudar el diálogo entre ambas potencias y en palabras del ministro de relaciones exteriores de Rusia, Serguei Lavrov acordar dejar atrás un período “absolutamente anómalo en su relaciones bilaterales” y desvalorizar completamente la idea o necesidad de incorporar a los países europeos en las conversaciones ruso-estadounidenses, para así poner fin al conflicto en Europa oriental.
Mediante la representación de Serguei Lavrov por parte de Rusia junto al asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, y el director del Fondo de Inversiones Directas, Kiril Dmítriev y la de Estados Unidos, encabezada por el secretario de estado Marco Rubio acompañado del enviado de Washington a Asia occidental, Steve Witkoff, y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz. Ambas delegaciones se reunieron el martes 18 de febrero en el Palacio de Conferencias de Diriya, en la capital saudí. Reunión de alto nivel que no se tenía desde enero del año 2022 – un mes antes del inicio de la operación especial rusa de desnazificación y desmilitarización del régimen ucraniano.
Encuentro definido, esencialmente, como preparatorio de la necesaria cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el mandatario de la federación rusa Vladimir Putin, aunque claro está, se comenzó a delinear la estrategia de desescalada de la guerra en ucrania, los pasos para el próximo cese al fuego y la firma de un documento que traiga el fin del conflicto armado en esa zona del mundo
Al comentar la posibilidad de una reunión entre los mandatarios de Rusia y Estados Unidos Yuri Ushakov señaló que “es demasiado pronto para concretar en qué plazo tendrán lugar las conversaciones entre los dos jefes de Estado. Queda trabajo por hacer en este sentido. Hemos debatido este punto y se ha empezado a trabajar para crear las condiciones necesarias para la reunión”. Sobre Ucrania en específico, Ushakov afirmó “discutimos y esbozamos nuestros planteamientos de principio y acordamos que equipos separados de negociadores sobre este tema entablarán contactos a su debido tiempo" hermetismo lógico, pero del cual ha trascendido que la discusión será entre ellos sin participación ni de Europa y menos del gobierno kievita (1)
Europa en este encuentro y en los que venga, según mi parecer, brillará por su ausencia, física y de mención sobre decisiones estratégicas. Es un continente que no está para pelea de perros grandes, haciendo una analogía con aquella idea que perritos pequeños son de acompañar, de ornato, pero no definir espacios territoriales. Una Europa, la cual difícilmente se reponga del cable a tierra, del ataque recibido en Múnich, durante la 61ª Conferencia de Seguridad celebrada en esa ciudad alemana, por parte del vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance quien señaló que las amenazas contra el continente europeo no provienen ni de Rusia ni de China, sino de los propios países europeos. “Amenazas que vienen desde dentro” fueron las palabras exactas de Vance. Bajo la acusación de alejarse de sus valores e ignorar las preocupaciones expresadas por sus sociedades en áreas específicas; migración y libertad de expresión, fundamentalmente.
Las palabras de Vance en Alemania generaron disputas incluso en el seno de los partidos del país europeo. El canciller Olaf Scholz sostuvo que la alocución del vicepresidente estadounidense no era correcta y representaba una falta de respeto contra Alemania y Europa de decirles lo que pueden o no pueden hacer. Por su parte la líder del partido ultraderechista y aliada del trumpismo, Alice Weidel de AFD (Alternative für Deutschland) Alternativa Para Alemania) calificó como “excelente” las palabras de Vance, reuniéndose incluso en forma privada con dicho vicepresidente. Declaración que no debe extrañar pues tanto Trump como su asesor estratégico, el multimillonario Elon Musk son firmes partidarios y apoyo electoral de AFD.
James Vance un ultranacionalista y derechista acérrimo estadounidense, cortado con la misma tijera desembozada y sin filtros que su líder presidencial, defendió ante la elite política y militar europea en la Conferencia de seguridad de Múnich, la injerencia del asesor de Trump, el multimillonario Elon Musk, en apoyo a la ultraderecha alemana, que enfrentara a Scholz y al favorito candidato conservador Friedich Merz el próximo 23 de febrero, afirmando que “«en democracia no hay lugar para los cordones sanitarios” en clara crítica a Scholzt que comanda la idea de impedir alianzas entre el partido de Merz con el partido de Alice Weidel.
Para James Vance “Expresarse y expresar sus opiniones – las opiniones no son una intromisión electoral, incluso cuando la gente expresa opiniones fuera de su propio país, e incluso cuando esas personas son muy influyentes. Y créanme, lo digo con humor, si la democracia estadounidense puede sobrevivir a diez años de reprimendas de Greta Thunberg, ustedes pueden sobrevivir a unos meses de Elon Musk “haciendo referencia con ello a la activista medioambiental sueca (2)
Medios de todo el mundo han señalado con exactitud que “el hecho de que el presidente Donald Trump no haya asistido a la 61 Conferencia de Seguridad de Múnich y que sólo haya enviado a su “adjunto” el vicepresidente James Vance, para encabezar la delegación estadounidense, demuestra que el señor Trump no está muy interesado en este evento europeo. Tomando en cuenta la relevancia que los europeos le dan, y que significó la asistencia de 60 jefes de Estado y de gobierno, junto con 150 ministros” (3)
Europa: sin velas en el entierro
Múnich dejó en evidencia, para indignación y vergüenza al mismo tiempo de los gobiernos europeos, que sus países simplemente han servido de bastón de apoyo financiero y militar de las decisiones de Washington y su complejo militar industrial respecto a Ucrania. La realidad geopolítica, que la Unión Europea no tiene ningún valor para la política exterior de Donald Trump, más allá de ser obligada a aumentar el porcentaje de PIB destinado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), disponer territorios para estacionar las bases aéreas, navales y terrestres de Estados Unidos en suelo europeo. Como también, servir de soporte en recursos humanos, financieros y militares cuando los gobiernos estadounidenses así lo definan. Un papel de cervatillo, que los muestra como un continente escaso de soberanía y sentido de dignidad.
Europa y sus líderes, en el actual panorama internacional ni pinchan ni cortan, no poseen vela alguna que prender en el entierro del proyecto de debilitamiento contra la federación rusa que han financiado por más de una década, desde aquel golpe de estado contra el ex presidente ucraniano Viktor Yanukovich mediante el proceso desestabilizador denominado el Euromaidan. Así quedó en evidencia durante el discurso de Múnich, espacio donde el vicepresidente estadounidense James Vance presentó al mundo europeo lo que es la visión maximalista que la Casa Blanca tiene, para ese continente, se supone aliado: un cambio de gobernanza, de la forma de actuar en materia de participación en todos los ámbitos y que va dirigido a generar un continente vasalllo, sometido, servil.
“Durante 20 minutos, en uno de los escenarios más visibles de la diplomacia mundial y en un momento especialmente crítico, el vicepresidente de Estados Unidos optó por centrarse en lo que considera una deriva de las élites europeas: desde el caso de un ciudadano británico condenado por rezar en silencio junto a un centro de salud que practica abortos hasta el de las elecciones en Rumanía, J.D. Vance no hizo más que evocar las prioridades estratégicas de Estados Unidos. El núcleo de su intervención se centró en la defensa de los “valores comunes” que, según el vicepresidente de Estados Unidos, los propios europeos estarían pisoteando” (4)
Palabras de Vance que se condicen con las decisiones que está tomando Trump con respecto a Ucrania y que tuvo su primer capítulo en la nueva administración norteamericana en Riad. Desde Ucrania, el ex presidente Volodimir Zelensky, que ocupa ilegalmente el poder ejecutivo en ese país, ya que su mandato expiró en mayo de 2024, sostuvo en forma impotente que, el régimen de Kiev no participara en las conversaciones entre Rusia y Estados Unidos (a la cual no ha sido invitado y difícilmente se hará) y que no reconocería ningún acuerdo emanado de esas negociaciones. Una opinión que no influyó absolutamente en aquello que se trató en Riad, muestra evidente del desprecio absoluto que el régimen estadounidense tiene respecto a sus socios europeos y en específico contra el régimen kievita.
Un Zelenski que en su desesperación trató de adelantar su periplo por algunos países de Asia Occidental, entre ellos la propia Arabia saudita, en su idea de pasar el sombrero para así disponer de más fondos para mantener en pie una guerra ya perdida desde el inicio. Es tal su pesimismo respecto a la posibilidad cierta de perder el apoyo militar y financiero de Washington que arremetió contra la mano que le da de comer aún. Efectivamente, Zelenski afirmó que “Trump vive un espacio de desinformación” dando cuenta de su negativa a aceptar las críticas declaraciones de Trump en materia política y de apoyo económico.
El ex presidente ucraniano en Ankara, la capital turca, junto al mandatario de ese país, Tayip Erdogan declaró que “"Somos completamente honestos y abiertos. Por eso no quiero ninguna coincidencia. No iré a Arabia Saudí. La reunión entre Rusia y Estados Unidos en Arabia Saudita nos tomó por sorpresa, al igual que a muchos otros. Sí, hemos visto la cobertura mediática, pero no sé quién se quedará, quién se irá o a dónde irá cada uno. Para ser sincero, no me importa demasiado. Lo que me interesa es que nuestros socios se tomen el tiempo para pensar en nosotros" (5)
Zelenski llegó a Turquía un día después del encuentro Lavrov / Rubio en Riad. Esto, tras participar en la Conferencia de Seguridad de Múnich donde su retórica belicista no tuvo eco alguno en una Europa más preocupada del devenir económico de sus 742 millones de habitantes, que de seguir despilfarrando euros por cientos de millones, a un saco roto llamado Ucrania. El pasado 15 de febrero, en la segunda jornada de la mencionada conferencia, Zelenski llamó a la formación de un ejército europeo para derrotar a Rusia o a otra cualquier amenaza a la seguridad, según sus palabras. Al mismo tiempo remarcó que su país y la Unión Europea deberían estar en cualquier negociación sobre Ucrania.
Con énfasis el presidente de facto afirmó que “"Ucrania nunca aceptará acuerdos negociados a su espalda y sin su participación". Pero, la triste, penosa y cruel realidad indica que asi será: una paz negociada sin el régimen ucraniano, sujeto a la hipoteca del país al cual condujo a una guerra que a la hora del balance será onerosa en seres humanos, territorios, infraestructura y la pérdida de toda soberanía. Es evidente que la llegada de Trump a la Casa Blanca, en su segunda administración, hará realidad los peores temores del corrupto régimen kievita y de los líderes europeos expresados en Múnich: Europa en general y Ucrania en lo específico no tienen cabida en las discusiones sobre el futuro del país europeo oriental.
Da exactamente lo mismo aquello que opine Scholz criticando el discurso e Vance en Múnich o las pataletas de Zelenski porque su régimen no es invitado a definir el futuro del país al cual arrastró a la hecatombe. Que le puede importar a Trump los cientos de miles de soldados caídos en una guerra pérdida desde el inicio. La reunión en Riad entre Estados unidos y Rusia, junto a la Conferencia de Seguridad de Múnich, son la evidencia palpable de la ruina política de Europa, en el sentido de intentar ejercer algún tipo de influencia en el plano internacional. Y los efectos de cantos de sirena que Zelensky y los suyos creyeron a pie juntillas serán concretos: el descalabro político, social y económico de Ucrania y una Europa, cada día más, convertida en el patio trasero de Estados Unido, con un padre maltratador que no duda en mandar emisarios para “tirar las orejas” de sus cervatillos.
Zelesnki al basurero de la historia
El blondo presidente estadounidense ante las palabras de Zelenski fue tajante “Bueno, tenemos una situación en la que no ha habido elecciones en Ucrania tras la imposición de la ley marcial en su territorio. Lamento decirlo, pero su índice de aprobación está en un 4%. Entonces, cuando (los ucranianos) quieren sentarse a la mesa de negociaciones ¿no tendría el pueblo de Ucrania que decir que ha pasado mucho tiempo desde que tuvo elecciones? La celebración de comicios presidenciales en Ucrania no es una exigencia de Rusia". Esto es algo que viene de mí y también de muchos otros países". Igualmente, Trump afirmó que el ex presidente ucraniano Volodimir Zelenski no sabe dónde está ni la mitad del dinero que Washington le ha provisto a su país. De acuerdo con sus cálculos, Estados Unidos. ha proporcionado a Kiev más de 300.000 millones de dólares, en comparación con unos 100.000 millones de dólares por parte de Europa (6)
Trump ha tirado la cadena del excusado para Zelesnki a quien lo ha llamado un “dictador sin elecciones” y que ha hecho un “trabajo tremendamente terrible” . Le ha dicho que el dinero para la guerra y mantener su país se acabó y que deberá responder de aquellos cientos de millones de dólares perdidos en una nebulosa de corrupción, robos y desorden, que incluso ha significado un incremento en el tráfico internacional e armas. Aunque es lógico suponer, que al seguir el olor del dinero podría ser encontrado en las cuentas de paraísos fiscales y bancos europeos de políticos, oligarcas y militares ucranianos. Trump le ha dicho a Zelenski, lo que sabemos de mayo del 2024 respecto a que este personaje no es presidente y que ha conducido a su país a bancarrota y un baño de sangre, en una guerra perdida antes de iniciarla.
Trump ha llamado a Zelenski a una rápida reacción pues se quedará sin país dando a entender que las alternativas para el otrora regalón de Biden y la elite política europea son:
- Sufrir un golpe militar que lo deponga y saquee de escena, incluso con la posibilidad de su muerte. Una asonada apoyada por Washington y bajo el silencio obsequioso y servil de Europa que colocaría como jefe de estado de facto al ex jefe del ejército ucraniano Valerii Zaluzhnyi,
- El exilio en algún país europeo occidental que tal vez sea Alemania cuyo gobierno no sólo ha sido sostén del régimen genocida israelí, sino también de esta Ucrania, en el plano financiero, político, diplomático y militar. Esto, siempre y cuando el gobierno que surja el próximo 23 de febrero no esté dominado por conservadores y la ultraderecha.
- El suicidio bajo extrañas circunstancias.
Desde Latinoamérica existen distintas percepciones frente a lo que acontece. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, por ejemplo, en su red X señaló que, Estados Unidos traicionó a Zelenski y a Europa, a pesar de haberlos metido en la guerra, aunque señaló lo positivo que es que termine la guerra aseguró que es bueno que "termine la guerra". Igualmente, Petro recordó que junto a otros países de la región decidió ser neutral en la guerra de Ucrania, pues considera que es un conflicto "entre hermanos, armado por poderes externos a los pueblos eslavos".
Por otra parte, el presidente de Chile, Gabriel Boric, que ha mostrado con declaraciones y acciones su apoyo al régimen ucraniano de Volodimir Zelenski – recordemos que Boric fue orador principal en la llamada conferencia para la paz en ucrania celebrada en Suiza en junio de 2024. El mandatario chileno criticó fuertemente a su homólogo estadounidenses por sus declaraciones contra el presidente de facto ucraniano Volodimir Zelenski, calificándolas de inaceptables, obligándolo, igualmente a aceptar condiciones de paz que resultan también inadmisibles (7)
La rapidez de losa acontecimientos tras la Conferencia de Seguridad de Múnich y la reunión en Riad tiene desconcertados a los líderes europeos. Medios estadounidenses han comenzado a anticipar que “ya está sobre la mesa la posibilidad de que el Reino Unido, Francia, Alemania y otros países desplieguen decenas de miles de soldados en Ucrania como fuerzas de la paz. Los gobiernos europeos están afirmando la necesidad de grandes aumentos en sus presupuestos militares, si no el 5 por ciento del producto interno bruto que exige Trump, sí hasta niveles que no se han visto desde los días de la Guerra Fría a principios de la década de 1980”. Europa tiembla ante un gobernante como Trump que no tiene respeto alguno por sus aliados, más allá de considerarlos sujetos transaccionales. Tanto te doy si tú me das.
Los europeos no tienen fuerza ni siquiera al interior de sus fronteras cuando se trata de Trump que, en su conducta de caballo desbocado, una locomotora sin freno pisotea una y otra vez toda dignidad de gobiernos sumisos, timoratos y desprovistos de soberanía. Y, a estas alturas la pregunta será ¿Y Zelensky en todo esto que papel cumple? Zelesnki, Zelenski, quien es Zelenski?
Artículo para HispantTV
- https://actualidad.rt.com/actualidad/540541-asesor-putin-rusia-eeuu-acuerdan-avanzar-relaciones
- Convencido de que «la principal amenaza (para Europa) proviene] de dentro, apuntando a las élites políticas y deseando hacer saltar los cordones sanitarios erigidos contra la extrema derecha en Alemania, J. D. Vance articuló por primera vez la visión maximalista de la Casa Blanca de Donald Trump para el continente: un cambio de régimen. El discurso completo de Vance pueden encontrarlo en la siguiente página. https://legrandcontinent.eu/es/2025/02/14/cambio-de-regimen-el-discurso-completo-de-j-d-vance-en-munich/
- https://www.vietnam.vn/es/mong-doi-gi-tu-hoi-nghi-an-ninh-munich-2025
- https://legrandcontinent.eu/es/2025/02/14/cambio-de-regimen-el-discurso-completo-de-j-d-vance-en-munich/
- https://es.euronews.com/my-europe/2025/02/18/zelenksi-sobre-las-negociaciones-de-paz-entre-rusia-y-eeuu-no-asistire
- https://actualidad.rt.com/actualidad/540607-trump-ucrania-necesita-elecciones-lugar-negociaciones
- https://www.nytimes.com/es/2025/02/19/espanol/mundo/trump-europa-politica-exterior-defensa.html
Europa a la deriva
Andrés Piqueras*
Los Sociópatas de la Guerra, empeñados no sólo en la descomposición social de Europa sino en ponerla en riesgo de aniquilamiento, nos llevarán a un escenario eruptivo, de estallidos sociales.
Parece mentira el grado de deterioro, podredumbre e insignificancia al que la que fuera centro del mundo durante la era colonial de la humanidad, pergeñadora del Sistema Mundial Capitalista, puede llegar.
En un esfuerzo entre servil y de miseria cortoplacista por defender los intereses de EEUU como propios (por ser unos intereses a los que cada vez se encuentra más ligada su clase capitalista a través del proceso de centralización del capital o absorción de empresas europeas por el capital estadounidense, así como por la deriva financiero-especulativa de su economía), Europa se lanzó a una guerra contra Rusia a través de Ucrania (riéndose repetidamente de los Acuerdos de Minsk, como sus líderes reconocieron), y a unas locas sanciones contra el gigante euroasiático que perjudicaron seriamente al campesinado y en general, a los exportadores del sector primario.
Tocaron de muerte a ramas enteras de la industria gracias a la elevación de los costos energéticos y privaron de un mercado en auge y de transacciones al sector servicios, banca incluida. Las propias compañías aéreas perdieron competitividad al no poder sobrevolar el espacio ruso ni desplazar pasajeros sobre esa enorme masa de tierra.
A esas decenas y decenas de miles de millones de euros perdidos habría que sumar los que EEUU, a través del mando de la OTAN, obliga a inyectar a un esfuerzo bélico tan descabellado como a la postre impotente, e incluso ya para mantener la propia OTAN. Detrayendo, con esto, más y más fondos públicos, privando crecientemente al Estado de su función redistributiva expresada en servicios sociales básicos, así como en el cuidado de infraestructuras y aseguramiento de funciones soberanas.
A consecuencia de ello se ha venido dando un amplio y creciente descontento de las poblaciones, el cual más y más busca colarse, como el agua, por las grietas más fáciles del deteriorado entramado social: populismos de distinto pelaje, como el característico de la nueva «izquierda del Sistema», pero sobre todo de la versión neonazi del mismo, que encuentra autopistas abiertas por la retirada social y el colaboracionismo de esas izquierdas -y de la mayoría de las viejas incluidos los partidos comunistas- con todo el mencionado destrozo social.
Buena parte de las masas optaron, en una desesperación egoísta, por preservar el «Bienestar» residual (ya no entendido como conquista histórica, sino como privilegio de nacimiento por ser europeo/a, blanco/a) a costa del resto del planeta, ancladas en la nostalgia o el sueño de un capitalismo de riqueza y derroche al modo keynesiano, cuando el Sistema crecía manteniendo una enérgica reproducción ampliada del capital y su condición neoimperial le permitía extraer recursos y energía del resto del mundo sin apenas contratiempos ni grandes resistencias coordinadas.
¿Qué pretendían los desquiciados líderes europeos con toda esa parafernalia de agresiones a Rusia? Probablemente picaron los cebos anglosajones de una fácil y rápida derrota rusa; que una Rusia acosada militar y económicamente se desmoronaría pronto, quedando abierta en canal para que Europa hundiera en ella las manos y se apropiara de sus enormes riquezas (al fin y al cabo, es lo que lleva intentando desde hace al menos dos siglos).
Aún hoy, empezando a verse huérfanos de ese liderazgo anglosajón, los desesperados líderes europeos siguen pidiendo a sus poblaciones que acepten el derroche belicista. Ver, por ejemplo, el caso del Reino de España, con un gobierno de coalición entre la «izquierda-casta» del Sistema y la «neoizquierda del Sistema» (El gasto militar español debe subir a 24.000 millones para cumplir con la UE y la OTAN).
Rabian los líderes guerreristas de la Europa de las deslibertades y del desdesarrollo -a la manera del siempre fiel jardinero Borrell que echa espuma por la boca contra las decisiones de negociación con Rusia-, al sentirse traicionados por su jefe después de tanta bilis derrochada, de tanta idiotez geopolítica y de tanto daño autoinflingido a los propios intereses de Europa (Los líderes europeos pro guerra se quedan sin aire tras el paso dado por Trump en el conflicto en Ucrania).
Mientras que Trump acepta tácitamente la multipolaridad y se pone a negociar con el Mundo Emergente -aunque bajo sus cada vez menos ocultos intereses de apropiación de las riquezas ajenas-, una Europa sin rumbo sigue empeñada en suicidarse, a la manera del chihuahua que se lanzó tras del águila contra el oso y ahora sigue ladrando solo una vez que el águila parece querer dejar la pelea. ¿Por qué? ¿Qué aspiran a conseguir todavía esos demenciados líderes europeos de la OTAN y la UE?
Probablemente piensen que ya no hay marcha atrás una vez que mordieron al oso y crean que si le siguen mordiendo el águila volverá en su ayuda. Desde luego, están poniendo todo su empeño en llevar a EEUU junto a ellos hasta un punto de no retorno bélico, como si agredir a la primera o segunda potencia militar-nuclear del mundo fuera una cuestión de poca monta (algo que, sorprendentemente, para una parte considerable de las poblaciones europeas parece que no fuera con ellas, ajenas a lo que se cuece como cangrejos antes de ser lanzados a la olla).
En ese ínterin, el Eje Anglosajón (EEUU-RU) ha conseguido debilitar a Europa, especialmente a través del estrangulamiento de Alemania, hasta el punto de prácticamente eliminarla como posible futuro competidor económico.
«EEUU abandonó los acuerdos para una arquitectura de seguridad paneuropea inclusiva basada en la ‘seguridad indivisible’ para mitigar la competencia en materia de seguridad y sustituirla por sistemas de alianzas para dividir el mundo en aliados dependientes frente a adversarios debilitados.». [1]
Y ya se sabe, cuando el capital encuentra problemas para reproducirse ampliadamente, las intenciones redistributivas de sus personificaciones (la clase capitalista y sus agentes políticos), las posibilidades de protección de las sociedades, así como las de exhibir sus «bondades democráticas», que tantas luchas costaron arrancarle, involucionan aceleradamente.
La patética Conferencia de Seguridad de Munich
En la Conferencia de Seguridad de Munich (Foro Atlantista) de 2007, Putin entró por primera vez en la escena mundial y propuso una Europa unida, con Rusia (que no sólo también es Europa, sino que la sostuvo por siglos). Reiteró la propuesta de un esquema de seguridad europea integrada, advirtiendo sobre la inviabilidad de pisotear la legalidad internacional con intervenciones militares contrarias a la ONU y de que Rusia no retrocedería más (como hizo tras la caída de la Unión Soviética).
18 años después, tras la expansión de la OTAN a las mismas puertas de Rusia, abandono de Tratados de control de armamento por parte de EEUU, golpe de Estado de 2014 en Ucrania con masacres en Donbás y bandas de nazis asumiendo el liderazgo estratégico-militar y la amenaza directa de implantación de armas nucleares, la respuesta rusa de autoprotección sigue siendo vilmente presentada como amenaza y como riesgo de invasión de Europa (hay descerebrados, incluso en las Universidades europeas, que dan credibilidad a esto, abotargados por la intoxicación bélico-cognitiva en curso desde hace años).
Por eso, en esta última patética Conferencia de Seguridad, los Sociópatas de la Guerra europeos claman por una necesidad inexistente de aumentar (aún más) la inversión armamentística y mejorar la coordinación entre los Estados europeos hasta conseguir un modelo de «seguridad continental» (¡contra Rusia!) con mayores capacidades militares propias, como si los recortes sociales que eso significa fueran a anular la inferioridad militar o a permitir que algún día Europa fuera la principal potencia bélica en un juego de destrucción mundial.
Y como quiera que el águila no da señales de querer volver a la pelea, ahora los más guerreristas de los chihuahuas se convocan de urgencia a sí mismos en París para ver si pueden diseñar más políticas de muerte, dividiendo aún más a la UE (paisitos bálticos y escandinavos marginados), que ya de por sí presenta un futuro bastante incierto. Los que bajo ninguna consideración quieren la paz en Ucrania (como ha revelado el ministro de asuntos exteriores húngaro), incluso contemplan el envío de tropas a ese país eslavo en descomposición, con el fin, efectivamente, de frustrar las negociaciones Trump-Putin y calentar la caldera de la guerra hasta el punto máximo de ignición, con riesgo definitivo, mortal, para toda Europa.
Vamos, que esos líderes chihuahuas quieren tal vez hacerse dobermanes frente al oso (sin importarles lo que eso significa de riesgo de destrucción y muerte para sus sociedades), en vez de hacerse si no amigos, al menos «asociados» del oso para construir una Eurasia potente en todos los aspectos, la región con mayor dinamismo, la auténtica «Isla del Centro del Mundo» (que como advertía Mackinder significaría el fin definitivo del dominio mundial anglosajón -razón por la que Inglaterra y EEUU llevan dos siglos y medio provocando conflictos y guerras para dividir Eurasia e impedir su alianza grancontinental-).
Lamentable, descabellado, canallesco, suicida… se acaban los adjetivos. Los Sociópatas de la Guerra, empeñados no sólo en la descomposición social de Europa sino en ponerla en riesgo de aniquilamiento, nos llevarán a un escenario eruptivo, de estallidos sociales. El panorama político a buen seguro se modificará.
Las izquierdas del Sistema (o integradas en el mismo) serán aún más barridas, y las ascendentes ultraderechas, una vez muestren su incapacidad de ofrecer nada más que agresiones a la clase trabajadora autóctona y heteróctona, represión y odio, dejarán al Sistema con la única opción de hacerse definitivamente despótico hacia el abismo o de reaccionar al menos para salvar los muebles -autoritarismo incluido, por supuesto-, como está intentando Trump. Algo de gran calibre y alcance a escala social, desde luego, comenzará a pasar muy pronto en términos históricos.
Trump y el mundo
Resulta evidente desde su primer mandato que lo que la facción de poder que representa Trump busca es recuperar algo de lo que fue un capitalismo productivo, en contra de la deriva financiera-especulativo-ficticia sostenida por el Partido Demócrata y buena parte también del Republicano. Porque sólo a través de la creación de nuevo valor industrial se puede realmente «ser (algo) grande de nuevo».
Pero cualquier mínimo fortalecimiento económico, industrial (EEUU no está en condiciones de ir mucho más allá), pasa por contar con energía y recursos en gran escala. Entonces, la facción trumpista del poder estadounidense busca claramente apropiarse allá donde haga falta de esos recursos y tierras, como Trump no tiene el más mínimo pudor en proclamar.
Y esto incluye a Palestina y sus recursos gasíferos, por lo que el presidente norteamericano anuncia insultantemente, en contra de todas las convenciones, tratados y acuerdos que hasta ahora habían permitido al capitalismo aparentar que era un sistema razonable, hacer limpieza étnica del pueblo palestino. Y nuestros medios repiten esa intención sin escándalo, como si estuvieran anunciando la temporada de caza de las perdices, acostumbrando poco a poco a la idea, para hacernos convivir con el Horror, para naturalizarlo.
La estrategia de dominio del mundo de la facción trumpista no pasa por hacerlo necesariamente a través de la guerra, sino de llevarlo a cabo, mientras todavía pueda, a través del lado más bruto de la economía: amenazas, sanciones, aranceles… guerra económica en una palabra, en un juego de suma cero, «nosotros ganamos, vosotros perdéis», «no tenemos nada que ofreceros, pero si no aceptáis nuestras condiciones sufriréis las consecuencias» (Groenlandia, Palestina, Canadá, la UE, el continente americano, Suráfrica, Siria, Argelia, Ucrania… empiezan a ser terribles ejemplos de ello).
Así que Trump no está tan interesado en la guerra por la guerra, y como el principal competidor económico de EEUU es China, y no Rusia, lo que pretende es apaciguar a Rusia y si fuera posible, separarla de China. Si el poderío económico y el militar se divorciaran (hoy por hoy poco probable), el Eje Anglosajón tendría una nueva oportunidad de seguir dominando el mundo.
Para Nuestra América, Trump también tiene la intención de apropiarse o al menos seguir beneficiándose de sus recursos. Negociar recursos a cambio de ciertas «ententes» pinta ser la política a seguir y es lo que puede estar tras el viaje del enviado especial de Trump, Richard Grenell, a Venezuela (como Misión Verdad explica adecuadamente [2].
Por eso, países sin grandes recursos que ofrecer, y que además son «díscolos», como Cuba, sufrirán aún más las consecuencias de la apretada de tuercas estadounidense. Una vez abortados los intentos de Ecuador y Perú por liberarse de las cadenas, cuidado Nicaragua (sin grandes recursos y con canal transoceánico en proyecto) y Bolivia (con abundantes recursos). Veremos pronto qué actitud se viene encima con ellas.
En cuanto a Asia occidental, ha sido desde la Posguerra Mundial la zona de reserva energética estratégica estadounidense y el enclave de su entidad sionista o bastión avanzado en Asia. Será muy difícil que EEUU deje fácilmente que se consolide allí la presencia protagonista de otros actores, pues lo que busca es reestructurar la correlación de fuerzas regional para minar la influencia de Irán (en principio puede que sin agresión militar por medio), terminar de debilitar al Eje de la Resistencia -ya bastante golpeado en Líbano y fulminado por ahora en Siria-, hacer del régimen sionista un agente aceptado por el sionismo árabe -aun sin población palestina dentro de sus fronteras- (¿reactivación de los Acuerdos de Abraham?), así como disponer a sus anchas de las enormes riquezas energéticas de la región.
En África sigue EEUU su competición sorda con China y también la línea de destrucción de lo que el gigante asiático quiere allí engarzar y desarrollar. Es de suponer que Trump continuará desplazando a Francia del continente, pero resulta más dudoso saber qué hará respecto de las horrendas sangrías de Sudán y República Democrática del Congo, por ejemplo, si bien lo más previsible es que continúe con ellas.
No perdamos de vista, en cualquier caso, que asistimos a un cambio importante en cuanto a los medios de producción que constituirán la base productiva del Sistema. La fusión de lo digital y el ‘hardware’ y los grandes conglomerados resultantes de ello, conllevan una cada vez mayor, altísima, concentración (y a todas luces, centralización) del capital, lograda en parte gracias a la diversificación de activos mediante la absorción de sectores industriales enteros y toda clase de líneas de servicios.
Una modificación completa de la economía mundial que supone una reestructuración del Poder entre las cúpulas capitalistas. Los nuevos magnates del «capitalismo de plataformas» se preparan para hacer corresponder su ascendencia económica con un peso político proporcional, frente a las viejas poderosas familias que han dominado la economía mundial hasta ahora. En todo ello Europa ni pinta ni parece que vaya a pintar nada en adelante.
La verdadera pugna vendrá entre el descontrol anárquico de esa tendencia sistémica que conduce a una inmensa e impúdica acumulación de riqueza y poder por unos cuantos oligarcas (que aun si perdieran el 99% de su fortuna continuarían siendo billonarios), y la capacidad de una economía planificada para llevar a cabo la transición económica hacia un verdadero desarrollo social y humano. En eso China tiene mucho que decir -y que decidir-.
Andrés Piqueras* Profesor de la universidad Jaume I
Este artículo ha sido publicado en el portal observatoriocrisis.com/ la Haine
Foto de portada: secretolivo.com/
Referencias:
[1] (Glenn Diesen, https://glenndiesen.substack.com/p/mackinders-maritime-hegemony-and).
[2] https://observatoriodetrabajad.com/2025/02/06/la-administracion-trump-enmienda-el-relato-de-venezuela-como-amenaza-mision-verdad/.
La imposible estupidez de construir una Europa contra Rusia
Jasiel Paris Álvarez
Ha llegado Trump y la guerra interpuesta en Ucrania contra Rusia le interesa mucho menos que la guerra económica contra China. Las leyes de la geopolítica dicen que confrontar a Rusia desde Occidente empuja a Putin a los brazos de Xi Jinping, construyendo una alianza peligrosa para EEUU (alianza que está en el germen de los BRICS). Ya el siglo pasado se esforzó EEUU en romper el eje comunista de China + Unión Soviética. En aquel entonces EEUU terció a favor de una amistad con China para excluir a la URSS, hoy por el contrario el plan de EEUU parece ser entenderse con Rusia para debilitar a China.
Trump busca reabrir el diálogo con Rusia por Alta Geopolítica, por el Gran Juego, por el Tablero Mundial. Los europeos, que de eso nada entienden, deberían buscar normalizarse con los rusos por mera cuestión de supervivencia. Más nos valdría entendernos con nuestro gran vecino inmediato, por el bien de nuestra arquitectura de seguridad, de nuestro equilibrio económico, de nuestra preservación cultural y de nuestras capacidades energéticas. Pero, lejos de ello, los comisarios de la Unión Europea han decidido que Rusia será nuestro enemigo eterno. Parece ser que necesitamos de una amenaza exterior para unificarnos, porque no generan suficiente cohesión nuestros grandes logros internos: el cargador de móvil universal, los baños transgénero y los tapones de botella que no se separan.
Pero intentar construir Europa a la contra de Rusia es impensable: ¿qué consenso sobre la cuestión puede haber entre unos países mediterráneos que simpatizan con Ucrania pero sin ser anti-rusos, unos países orientales y nórdicos que son rusófobos a muerte y arrasarían desde Kaliningrado a Siberia mañana mismo si pudiesen, unos países europeos que son completamente neutrales y alérgicos al conflicto (como Austria o Irlanda) y unos países que son en mayor o menor medida pro-rusos (como Eslovaquia, Bulgaria o Hungría)?
En la Gran Geopolítica no pintan nada los europeos, divididos en no-sé-cuántos países que se han hecho entre ellos no-sé-cuántas guerras, con diferentes idiomas y diferentes espíritus, cada cual con sus neuras: unos queriendo gastar más, otros queriendo gastar menos, unos queriendo una Europa más integrada, otros salirse de la UE, unos queriendo industrializarse, otros descarbonizarse, unos cerrar centrales nucleares, otros adherirse al paraguas nuclear de la OTAN. Los europeos no están invitados a la mesa de los adultos, que sienta en Arabia Saudí a los yankis con los rusos. Así que, con rabieta, se juntan en una mini-mesa para celebrar una mini-cumbre y debaten qué hacer para dejar de ser irrelevantes. La conclusión a la que han llegado no la sé, porque es irrelevante.
Parece ser que los europeos quieren huir hacia delante como pollo sin cabeza. EEUU, iniciador estratégico y sostén de la guerra de Ucrania (con el doble objetivo de debilitar a Rusia y a Europa), ha dado la operación por amortizada y quiere pasar página. Pero los europeos son como aquel tonto: el camino se acaba y el tonto sigue. Se han creído la propaganda que EEUU les suministró a través de la OTAN: en Ucrania se libra una guerra universal por la democracia liberal y los Derechos Humanos, Zelensky es el nuevo Churchill y Putin el nuevo Hitler. Ahora EEUU desvela el cuento y los europeos se quedan como niños llorosos, intentando gritarle a sus padres que no pierdan la fe en los Reyes Magos. Lenin se preguntaba «¿libertad para qué?» y yo me pregunto «¿autonomía estratégica para qué?». ¿Para esto?
Ahora los europeos dicen que, aún sin EEUU, ellos solitos pueden continuar la guerra de Ucrania, ganarla quizás, o cuanto menos forzar a Rusia a ceder a las condiciones de paz de Ucrania. No estoy seguro de si lo dicen por no decepcionar a Zelensky, o por engañarse a sí mismos por algún tipo de delirio, o bien para engañarnos a usted y a mí para que con nuestros impuestos les dejemos comprar juguetes que disparan y explotan. En parte pretenden chinchar a Trump, cosa bastante difícil porque Trump no tiene ningún problema en que los europeos queramos sancionar a Rusia o financiar a Ucrania, siempre que lo hagamos todo con nuestro propio dinerito.
Hay algo pornográfico en la forma en que los europeos intentan desafiar a Trump. ¡Cumplamos el sueño húmedo de los yanquis de separar Europa y Rusia para fortalecer a Washington! ¡Reclamemos más OTAN! ¡Recaudemos más dinero para ofrecer a la OTAN! Que se joda Trump con su aislacionismo: ahora le vamos a poner más el culo, le vamos a exigir que nos domine más, además de ser putas vamos a poner la cama. Y a Ucrania, si Trump no quiere darle el ingreso a la OTAN, pues la metemos en la UE y, si hace falta, pagamos la reconstrucción del país y ponemos tropas de paz para garantizar que EEUU pueda llevarse tranquilamente de allí los recursos naturales.
De los europeos se decía que eran un gigante económico, un enano político y un gusano militar. Ahora quieren dejar de ser gusano y convertirse en gigante militar. Pero sin el presupuesto, sin soberanía, sin industria y sin motivación, los europeos se van a quedar siendo un gusano militar y además van a pasar a ser también un gusano económico y un gusano político. A la gusanera bruselense se la están comiendo los gusanos, apesta a cadáver institucional. Si EEUU está en visible decadencia, Europa está ya en avanzado estado de descomposición. Comparado con ella, miro al degenerado imperio americano de Trump y Musk (un octogenario naranja con el vocabulario de un niño y un asperger que lleva gorra en el Despacho Oval) y me parece estar viendo la Roma de la Dinastía Antonina.
A los habitantes del pudridero europeo nos han dicho Trump y Putin que no vamos a tener nada que decir, ni sobre lo de Ucrania ni sobre nada en absoluto. Quizás nos dejen pagar una parte de la factura. Somos los nuevos «mejicanos» de Trump, cuando en 2016 decía aquello de «voy a construir un muro contra México y lo pagarán los propios mexicanos». Ahora es «construiré en Ucrania una estructura de lavado de dinero, explotación de tierras raras y compraventas del complejo militar-industrial… y los europeos pagarán por ello». Sé que es duro para el pueblo español, siempre tan euro-optimista, «euroinómano» podríamos decir, pero la UE es a ojos del mundo un club decrépito al que ya nadie quiere pertenecer. Está bien que ellos se recuezan en su excremento, ahí en la mini-mesa, los protestantes anglo-germanos y los laicos franceses, pero ya no es un lugar serio para un país con el legado y el potencial de España.