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Geoeconomía: Europa se hunde mientras el mundo avanza rápidamente

Geoeconomía: Europa se hunde mientras el mundo avanza rápidamente

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
viernes 07 de marzo de 2025, 22:00h
Enrico Cipriani
Existen hechos y existen interpretaciones de los hechos. Los hechos, los datos sobre el problema, son claros y todos negativos. Europa se encuentra en una profunda crisis, tanto económica como política, que corre el riesgo de llevar al continente a un declive irreversible. Las decisiones que la Unión Europea ha tomado en los últimos años no solo han agudizado esta situación, sino que también contribuyen activamente a la caída del continente.
La industria europea, antaño el motor de la economía mundial, está en constante declive. Según datos de la Comisión Europea, la producción industrial en la zona del euro cayó un 2,3 % en 2023, con caídas negativas en Alemania (-3,5 %) y Francia (-2,8 %). La industria manufacturera sufre por el aumento de los costos de la energía y una política económica miope que parece más preocupada por dogmas ideológicos que por garantizar la competitividad del continente.
Además, ha habido un aumento en los precios del gas. Tras la suspensión de los suministros de gas ruso, los precios de la energía en Europa se han disparado. Según Eurostat, el precio promedio del gas para empresas pasó de 40 euros por MWh en 2021 a más de 120 euros por MWh en 2023, lo que representa un incremento de tres veces en unos pocos años. Esto tiene un impacto devastador en la competitividad de las empresas europeas, que se ven obligadas a trasladar sus operaciones al extranjero o cerrar sus puertas.
Al mismo tiempo, el poder adquisitivo de los hogares está disminuyendo. La inflación, a pesar de la decisión del BCE de aumentar las tasas de interés (al 4,5 % en 2023), no se ha controlado de manera efectiva, lo que conduce a una estancamiento económico que corre el riesgo de convertirse en una recesión crónica.
Mientras Europa se hunde, el resto del mundo se mueve en la dirección opuesta. Rusia, a pesar de las sanciones impuestas por la UE, logró un crecimiento económico del 3,2 % en 2023, impulsado por las exportaciones de energía a China e India. Estados Unidos, guiado por una política cada vez más proteccionista, limita el comercio con Europa y fomenta la producción nacional a través de la Ley CHIPS y la Ley de Reducción de la Inflación, lo que desvía inversiones industriales del viejo continente. China, por su parte, consolida su papel como superpotencia económica, reforzando los lazos con países emergentes y reduciendo la dependencia de las economías occidentales.
En este escenario, la UE sigue una política autodestructiva. En lugar de adoptar un enfoque pragmático para salvar la economía, se aferra a una postura moral e ideológica que daña los intereses europeos. El apoyo incondicional a Volodymyr Zelensky lleva a una guerra interminable que desangra a Ucrania y desestabiliza a todo el continente. Mientras tanto, Zelensky ha utilizado el conflicto para establecer una dictadura de facto, donde suprime la oposición y refuerza el control autoritario sobre el país, como se demuestra con las prohibiciones de los partidos de oposición y el cierre de medios independientes.
Europa corre el riesgo de ser políticamente aislada: ha perdido la confianza de Estados Unidos, se ha alejado de Rusia y no goza de la confianza de China. A pesar de la evidencia económica que demuestra que el aislamiento de Moscú ha tenido consecuencias catastróficas para la UE, nuevamente la dirección europea se niega a comprar gas ruso, prefiriendo costosas importaciones de Estados Unidos o de países inestables como Argelia.
Las decisiones ideológicas impuestas por la UE han agravado aún más la situación. El Pacto Verde, en lugar de promover una transición sostenible, ha destruido industrias enteras sin ofrecer alternativas viables. La prohibición de nuevos vehículos de gasolina para 2035 y la introducción de regulaciones ambientales cada vez más estrictas conducen a la ruina de la industria automotriz europea, mientras que gigantes como Tesla y empresas chinas ganan participación de mercado.
Simultáneamente, el BCE lleva a cabo una política monetaria desastrosa al mantener altas las tasas de interés, lo que sofoca el crecimiento. La decisión de no invertir en energía nuclear, especialmente en países como Italia, condena a Europa a una dependencia de la energía cada vez más cara e insostenible.
Finalmente, la política migratoria descontrolada crea tensiones sociales y económicas que producen un modelo de apoyo cada vez más insostenible sobre las finanzas estatales y socavan la cohesión social.
Esto lleva a una pregunta fundamental: ¿quién realmente determina el destino de Europa? Muchos de los actuales líderes no han llegado al poder por el deseo del pueblo, sino por intrigas y acuerdos en la oscuridad. La democracia europea continúa desmantelándose progresivamente, mientras que decisiones cruciales son tomadas por una tecnocracia que reacciona a intereses poco claros, si no oscuros. La UE, en lugar de ser un faro de democracia y prosperidad, se convierte en una colonia de grandes potencias mundiales, sin una estrategia autónoma y atrapada en los eventos.
Si Europa quiere evitar un suicidio, debe cambiar urgentemente de rumbo. Una política pragmática y no ideológica debe anteponer los intereses económicos y sociales del continente. Sin un cambio de rumbo, el destino de la UE está sellado: irrelevancia económica, retroceso social y sumisión geopolítica.