geoestrategia.eu
SME, euro, dinero electrónico: tres instrumentos de dominación del imperialismo de la UE

SME, euro, dinero electrónico: tres instrumentos de dominación del imperialismo de la UE

Por Administrator
x
directorelespiadigitales/8/8/23
martes 08 de abril de 2025, 22:00h
Luciano Vasapollo*
Tras el fracaso de la Serpiente Monetaria, en 1979 se creó el Sistema Monetario Europeo (SME), con Alemania, Francia, Gran Bretaña, España, Portugal, Italia, Irlanda, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Luxemburgo como miembros.
En la reunión del FMI en Jamaica, en la que se impuso el sistema de fluctuación del precio de la moneda comercial (sirviendo su precio en otras monedas nacionales como medio de pago internacional, por supuesto), Alemania, y con ella el resto de los miembros del mercado común, se mostraron decididos a mantener la estabilidad monetaria entre ellos, ya que de otro modo habría sido imposible dirigir el mercado común en la dirección de un mercado único. Por esta razón, en 1978 se puso en marcha un nuevo mecanismo institucional, el Sistema Monetario Europeo, nacido de una resolución del Consejo Europeo de 5 de diciembre de 1978 con dos objetivos fundamentales: estabilizar los tipos de cambio para corregir la inestabilidad existente y ayudar a controlar la inflación.
En 1987 se introdujo una mayor rigidez cambiaria y el sistema se denominó nuevo SME, pero hubo desacuerdos entre Alemania y Francia como protagonistas: Alemania ya había exigido en 1989 una revalorización del marco, necesaria tras la unificación alemana por inflación o apreciación frente a otras monedas. En 1991 se firmó el Tratado de Maastricht, que establecía cómo debía llevarse a cabo la unificación monetaria, pero hubo mucha oposición durante los acuerdos. Esta situación expuso a las monedas europeas a ataques especulativos en 1992: los operadores empezaron a vender liras y libras esterlinas para comprar marcos.
El ecu era en realidad una moneda compuesta (o cesta de monedas), formada por determinados porcentajes de cada una de las monedas participantes establecidos en función de la contribución del país respectivo al PNB y al comercio comunitario.
Servía como medio de pago y reserva para los bancos centrales. Las funciones del ECU eran servir como unidad de cuenta para calcular el presupuesto en la Comunidad Europea, como medio de pago y reserva para los bancos centrales y como cantidad de referencia en el sistema de tipos de cambio. El Fondo Europeo de Cooperación Monetaria (FECOM): se creó en octubre de 1972 con la función de facilitar la intervención en los mercados de divisas, realizar las liquidaciones entre bancos centrales y gestionar las líneas de crédito a corto plazo asociadas al SME. Aunque no se designó ninguna moneda como ancla, el marco y el Bundesbank alemán pronto se convirtieron en el centro del SME. Debido a su relativa fortaleza y a las políticas de baja inflación del banco, todas las demás monedas se vieron obligadas a seguir su ejemplo para permanecer dentro del sistema.
Pero el principal problema de la gestión del SME derivaba de la formación paralela de un inmenso mercado financiero mundial basado precisamente en la gestión mercantil de los precios del dinero: el tipo de interés (precio en el tiempo) y el tipo de cambio (precio en el espacio). Las reservas comunes de los bancos centrales del SME eran sólo una fracción de la liquidez nocional (contrapartida del capital nocional que constituye la mayoría de los activos financieros): en 1992, las reservas oficiales de los países vinculados al SME ascendían a unos 400.000 millones de dólares, 100.000 millones menos que los préstamos internacionales concedidos por los bancos. Ese mismo año, las transacciones de productos financieros derivados en divisas liquidadas ascendieron a 15 millones de transacciones por valor de casi 100.000 millones de dólares al día.
El SME duró poco: 1978-1992. Apenas quince años, lo que no debe extrañar si se recuerdan los tiempos de estabilidad de los sistemas monetarios tras el Patrón Oro: dos décadas es tiempo más que suficiente para dejar fuera de juego el sistema de tipo de cambio oro-esterlina o el sistema de Bretton Woods, por no hablar de la breve existencia del Patrón Oro renacido en el periodo de entreguerras: efectivamente, menos de una década. Esta inestabilidad monetaria de los sistemas regulados fue una de las ideas subyacentes a la propuesta de transferir al mercado la tarea de fijar el tipo de cambio.
Por otra parte, el lanzamiento del SME sacó a la luz las primeras contradicciones entre Estados Unidos y Europa. Hay que recordar que en el momento del lanzamiento del mercado común, una de las condiciones impuestas por Estados Unidos era la supresión del sistema de compensación de pagos vigente en Europa en los años 50, que había sido esencial para impulsar el comercio intraeuropeo sin tener que recurrir a una gran cantidad de liquidez (reservas). Y los países europeos aceptaron, en general sin mayores problemas. Pero entonces, veinte años más tarde, hubo un proyecto específico de capital europeo, el mercado único, y éste requería estabilidad, que ya se sabía que el mercado no podía garantizar. El nacimiento del ECU supuso, pues, un primer principio de independencia de los capitales europeos frente al dólar estadounidense.
El Tratado de Maastricht entró en vigor en 1993. Unifica los acuerdos anteriores (CEE, CECA, CEEA), y es el momento al que se remonta el nacimiento de la Unión Europea propiamente dicha. Se basa en tres pilares: la unificación de los acuerdos anteriores, las políticas interiores, las políticas exteriores y la seguridad. Ratificó al Consejo Europeo como órgano decisorio de las políticas internas de la UE y estableció los requisitos que debían cumplir los países para formar parte de la moneda única, con el fin de consolidar sus presupuestos y reducir la inflación (ratio de déficit del PIB ≤ 3%, ratio de deuda pública ≤ 60%, tasa de inflación ≤ 1,5% y un tipo de interés ≤ 2% respecto a la media de los tipos de los tres países más virtuosos, y ausencia de fluctuaciones monetarias en los dos últimos años del SME).
En 1997 se ratificó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que puede considerarse una continuación del Tratado de Maastricht; de hecho, prevé sanciones para los países que, formando parte de la Unión Monetaria, no respeten las limitaciones presupuestarias del tratado anterior. Las sanciones consisten en el 0,2% del PIB más hasta el 10% del importe que exceda del 3%. Las sanciones no pueden superar el 0,5% del PIB. El BCE preside el Sistema Europeo de Bancos Centrales y el Eurosistema: el primero está compuesto por todos los bancos centrales de los países de la UE, el segundo exclusivamente por los países que han adoptado el euro y, por tanto, también adoptan una política monetaria común.
En 1999 se fijaron oficialmente los tipos de cambio de las monedas nacionales con el euro, tomando como referencia el ecu, de modo que valía un euro, y así el tipo de cambio euro-moneda nacional estaba relacionado con el tipo de cambio del ecu.
El paso de la lira al euro se considera una operación logística de enormes dimensiones, que comenzó el 16 de diciembre de 1995, día en que se eligió el nombre de la moneda, y finalizó el 28 de febrero de 2002, fecha en que los antiguos billetes nacionales dejaron de tener curso legal.
Obviamente, la introducción del euro, tanto en Italia como en los demás países adherentes, supuso profundas transformaciones en el sistema de pagos que hemos mencionado.
En el año 2000, asistimos también en Europa al nacimiento de la primera reglamentación de las monedas electrónicas, que las definía como: «un valor monetario representado por un crédito almacenado en un dispositivo electrónico, emitido tras la recepción de fondos que sean al menos iguales al valor monetario emitido. Esta forma de moneda es aceptada como medio de pago por empresas distintas del emisor».
El dinero electrónico, por tanto, sustituía a los billetes o al efectivo y era registrado por el usuario en una especie de registro electrónico que tenía en su poder; no había, por tanto, necesidad de hacer anotaciones en la cuenta de un intermediario. El dinero electrónico sólo podía ser emitido por las oficinas de correos, los bancos y las entidades de dinero electrónico (IMEL), los intermediarios que se pusieron en marcha en 2000. Además: «Los emisores nunca pueden entregar más dinero electrónico que el importe de los fondos recibidos del cliente; los fondos deben depositarse en un banco o invertirse en valores de liquidez inmediata».
Sin embargo, las reformas aplicadas en la década de 2000 propusieron sin duda un nuevo modelo en el que los operadores, distintos de los tradicionales, podían contribuir por fin a ofrecer servicios de pago totalmente punteros. Sin embargo, en los años siguientes, debido a un aumento desproporcionado no tanto de la competencia de los operadores, sino de las nuevas tecnologías, cada vez más avanzadas, la competencia se recrudeció con innovaciones que cooperaron en la aparición de nuevos servicios dentro de la industria financiera.
En 2010, la eurozona tuvo que hacer frente a la crisis de la deuda soberana, que, por cierto, se desarrolló porque antes de la crisis, el sector privado estaba muy endeudado, mientras que después de la crisis, el sector público actuó como intermediario financiero contrayendo una enorme cantidad de deuda, ayudando a estabilizar la deuda privada. En algunos países (Grecia, Italia, Irlanda, Portugal y España) esta deuda alcanzó un tamaño insostenible.
Pero de nuevo, en 2011, estalló la crisis de la deuda soberana en España e Italia con riesgo de contagio a otros países europeos y se reactivó el SMP. Algunas políticas también aumentaron la necesidad de liquidez de los bancos, provocando una contracción del crédito que intentaron contrarrestar con otras medidas.
A lo largo de la crisis, las emisiones de liquidez han sido enormes y, desgraciadamente, a pesar de ello, actualmente nos encontramos en una situación en la que los bancos, a pesar de tener capacidad para prestar debido a las enormes emisiones de liquidez, prefieren ahorrar y no prestar. De este modo, las políticas del BCE son ineficaces porque no pueden repercutir en todo el sistema económico.
Pero incluso en Estados Unidos, el juego de la liquidez tiene fuertes efectos de influencia sobre los resultados económicos reales, no sólo a escala nacional, sino manipulando los resultados internacionales. La Reserva Federal (FED) es el banco central de Estados Unidos. Se creó oficialmente en 1913 y empezó a funcionar en 1916, con un banco central en Washington y varios bancos regionales. Se define como privado e independiente del gobierno, ya que sus decisiones no son ratificadas por ningún órgano ejecutivo o legislativo. Sus principales funciones son: fijar la política monetaria nacional utilizando los instrumentos de política monetaria ya enumerados, con el fin de lograr la estabilidad de precios; supervisar y regular los bancos para garantizar la estabilidad del sistema bancario y la protección de la economía y los consumidores; frenar el riesgo sistémico de los mercados financieros y mantener su estabilidad; prestar servicios de tesorería al gobierno nacional y a los gobiernos extranjeros.
La Reserva Federal opera principalmente mediante maniobras del tipo de descuento (correspondiente al tipo marginal de crédito europeo, pero a diferencia de este último, que se fija por encima del tipo de mercado, el tipo estadounidense se determina en el mercado, después de que la Fed haya fijado un valor de referencia).
Tras la crisis de 2008, la Fed también adoptó políticas monetarias no convencionales. Una de ellas es el Quantitative Easing, es decir, un programa de compra de títulos a gran escala. Al mismo tiempo, los bancos centrales pueden aumentar la base monetaria, ya que no hay esterilización de la moneda como en la Unión Europea. La esterilización monetaria es una «intervención del banco central para absorber, mediante operaciones compensatorias de mercado abierto, las variaciones de la base monetaria provocadas por intervenciones en el mercado exterior, y necesarias para estabilizar el tipo de cambio internacional». La esterilización monetaria, en definitiva, pretende aislar los canales exterior e interior de creación de la base monetaria».
Se trata de un intento de influir en el mercado para mantener el tipo de interés interbancario deseado, pero al igual que el BCE, la Fed tampoco ha conseguido aliviar la restricción del crédito. De hecho, la liquidez proporcionada a los bancos se ha utilizado para la especulación financiera en lugar de para conceder créditos a consumidores y empresas. Más controvertidos son los estudios que han intentado evaluar el impacto de la QE sobre la inflación.
*Luciano Vasapollo, economista italiano. Profesor en la Universidad «La Sapienza» de Roma y en la Universidad «Hermanos Saíz Montes de Oca» de Pinar del Río (Cuba). Director científico del CESTES (Centro de Estudios para las Transformaciones Económico-Sociales) y de la revista Proteo. También es miembro del consejo de redacción de Laberinto, Miembro de la coordinación nacional de la Rete dei Comunisti y Coordinador en Italia de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Es autor o coautor de 30 libros.