geoestrategia.eu
La respuesta de los miembros de la Unión Europea al presidente Trump

La respuesta de los miembros de la Unión Europea al presidente Trump

Por Administrator
x
directorelespiadigitales/8/8/23
jueves 12 de junio de 2025, 22:00h
Thierry Meyssan
La cumbre de la OTAN que va a realizarse en La Haya podría marcar el fin de la Unión Europea. El presidente de Estados Unidos ha anunciado que es posible que cese de garantizar la seguridad de la UE. Si eso llegara a suceder sería urgente reorganizar la estabilidad del continente europeo. Pero Washington ya tiene la solución: crear una estructura alrededor de Polonia para reemplazar la actual, establecida alrededor de Alemania.
Apartir del 24 de junio, La Haya (Países Bajos) será la sede de la cumbre de jefes de Estado y/o de gobierno de los países miembros de la OTAN. Ese encuentro podría ser un momento decisivo para ese bloque bélico ya que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió a sus aliados, desde que regresó a la Casa Blanca, que si cada Estado miembro de la OTAN no dedica al menos el 5% de su PIB anual a la defensa, el Pentágono estadounidense abandonará su estatus de líder de las fuerzas de la OTAN en Europa –hace 5 meses, la mayoría de los miembros de la OTAN no llegaban al 2,5% del PIB nacional dedicado al sector de la defensa.
Es claramente imposible que los Estados miembros de la OTAN logren alcanzar la “meta” que Washington les ha fijado. Asi que el anuncio del presidente Trump puede estar a punto de convertirse en realidad. En todo caso, el Pentágono ya tiene planeada la retirada de las fuerzas estadounidenses presentes en Europa.
A principios de este año, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, viajó precipitadamente a Washington con intenciones de reunirse urgentemente con su homólogo estadounidense. Aunque se trataba de un encuentro totalmente imprevisto, el presidente Duda finalmente logró ver al presidente Trump durante algunos minutos, el 22 de febrero, al margen de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC). El presidente Duda aseguró al presidente Trump que Polonia ya había iniciado, desde hacía años, un proceso de reestructuración de sus fuerzas armadas, que aspiraba a conformar el ejército más numeroso de toda la zona de Europa occidental y central pero que no podía ir más rápido. Donald Trump se mostró comprensivo y le concedió un nuevo plazo: Polonia será el último país en el calendario de retirada de las tropas estadounidenses.
Mientras tanto, en París y en Londres se organizaban, una tras otra, apresuradas reuniones de ministros de Defensa y de jefes de los estados mayores. En aquellas reuniones se hablaba de la posibilidad de sustituir el “paraguas nuclear” de Estados Unidos con los de Francia y Reino Unido. Pero esa proposición enfrenta numerosos obstáculos: para empezar, Reino Unido no dispone realmente del arma atómica ya que sus medios nucleares dependen sobre todo de Estados Unidos. Por otra parte, el uso del arma atómica tiene que estar en manos de un solo poder político y eso implica que los Estados que se ponen bajo la protección de otro Estado tienen que confiar enteramente en su protector.
En definitiva, todas aquellas discusiones se interrumpieron cuando Washington suspendió totalmente –por 5 días– sus entregas de información de inteligencia a los demás países de la OTAN. Esa fue una manera particularmente cruel de recordar a las capitales europeas que, sin la cooperación de Estados Unidos, sus ejércitos no son gran cosa. En el campo de batalla ucraniano, el armamento suministrado por la Unión Europea simplemente dejó de funcionar. La derrota era inminente. Se comprobó así que las elucubraciones sobre una defensa europea independiente, garantizada por los países de la Unión Europea, son totalmente ilusorias.
Toda aquella efervescencia, caracterizada por encuentros que suceden rápidamente, corresponde al tipo de negociaciones que Donald Trump suele provocar. Ese ambiente le permite zarandear a sus interlocutores, obligarlos a plantearse todo tipo de soluciones, hasta que él les muestra implacablemente que nada pueden hacer sin contar con él y, a fin de cuentas, les impone sus soluciones.
A principios de junio, Reino Unido publicó su Strategic Defence Review 2025, una elegía a la protección estadounidense. En el más puro estilo británico, el ministro de Defensa del Reino Unido agregó a ese documento el anuncio de la adquisición de bombarderos Lockheed Martin F-35 Lightning II, capaces de utilizar armas atómicas. Londres todavía no alcanza la famosa meta del 5% del PIB dedicado a los gastos militares, pero la compra anunciada de bombarderos con capacidad nuclear a Estados Unidos abre la posibilidad de contratos de una envergadura tan importante que Londres siente que puede obtener a cambio una prolongación de la protección estadounidense.
Más conformes con las exigencias de Donald Trump, los “Nueve de Bucarest” (los países bálticos, la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria) y los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia), se reunieron la semana pasada en Vilnius (Lituania). Esos 14 Estados se comprometieron, todos, a dedicar el 5% de su PIB a los gastos militares durante el año 2025. O sea, esos países se pliegan a la voluntad de Washington… aunque a veces recurren a trucos como incluir las cuentas de la policía en los gastos de defensa.
Ese es el sentido de la propuesta del secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte. El 5 de junio, en la reunión de los ministros de Defensa de la alianza atlántica, Rutte declaró que un plan de inversión global de 5% podría dividirse en una primera fase de 3,5% para los objetivos vinculados a las capacidades y en una segunda fase de un 1,5% para inversiones, con la condición de que los Estados miembros se comprometan a aceptar la aplicación de planes anuales que permitirían verificar que respetan sus compromisos.
Esta solución parece ser considerada satisfactoria por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth. «Pensamos que hay un consenso cercano, digamos incluso que estamos cerca de un consenso, sobre un compromiso de 5% para la OTAN en La Haya, más tarde este mismo mes.», declaró Hegseth, quien anunció además que el próximo comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN en Europa (SACEUR) sería el general estadounidense de origen bielorruso Alexus Grynkewich.
Sin embargo, España sigue oponiéndose el objetivo del 5%, públicamente rechazado el 20 de mayo por la ministro española de Defensa, Margarita Robles.
Ya en vísperas de la cumbre de La Haya, quedan entonces 17 Estados miembros de la OTAN que todavía no satisfacen las exigencias de Donald Trump. ¿Cómo reaccionará Washington? El presidente Trump puede decidir que Estados Unidos retira su protección a esos 17 países, entre los que se encuentran Alemania, Francia y Reino Unido. Pero también podría considerar que, dado el hecho que algunos miembros de la OTAN ya se han comprometido, puede conceder un plazo a los demás.
Exploremos la primera posibilidad, la que modifica el panorama. El Tratado de Lisboa plantea que la seguridad de la Unión Europea no la garantizan los miembros de esa entidad supranacional sino la OTAN. La primera posibilidad pondría instantáneamente a la Unión Europea en la situación de un gigante económico totalmente desnudo.
Pero los expertos de la Unión Europea no creen que Donald Trump llegue a poner en ejecución su amenaza. Esos expertos estiman que los demás miembros de la OTAN podrán argumentar que la exigencia del 5% del PIB nunca fue aceptada en una cumbre la alianza –la última exigencia que se mencionó en una cumbre era del 3%- y esos expertos creen que Trump no se atreverá a ir hasta las ultimas consecuencias exigiendo el respeto de una regla que ha definido sólo de manera puramente oral. Y si creen eso no es porque la OTAN sea una organización respetuosa del derecho internacional sino porque Estados Unidos resultará más creíble si se despliega en el Extremo Oriente dejando detrás, en Europa, una situación estable.
El 29 de mayo, al recibir el Premio Carlomagno en Aquisgrán, la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, presentó su visión personal sobre el futuro de la UE. Según la señora von der Leyen, la Unión Europea debe completar la integración de todos los países de los Balcanes y del este de Europa (exceptuando Rusia y Bielorrusia); convertirse en una gigantesca gran potencia económica y garantizar su seguridad por sí misma. Pero la emperatriz europea dejó sin respuesta la pregunta fundamental. ¿Qué interés tendrían los países miembros en seguir dentro de la UE si Estados Unidos ya no garantiza la protección?
Volvamos a la hipótesis en la que Estados Unidos retira su protección a los 17 países que no satisfacen la exigencia del 5%. Donald Trump ha dicho abiertamente que considera que, si bien la UE surgió de la aplicación de una cláusula secreta del Plan Marshall, esa entidad supranacional es actualmente parte del “Imperio estadounidense” que él rechaza. Y ha dicho públicamente que, en la práctica la Unión Europea sólo perjudica a Estados Unidos –entiéndase que para Donald Trump, Estados Unidos no es lo mismo que el “Imperio estadounidense”. Donald Trump tampoco oculta su apoyo a la “Iniciativa de los Tres Mares”, o sea a la reorganización del continente alrededor de Polonia y Lituania, mientras que la Unión Europea actual está organizada alrededor de la Alemania reunificada.
Esta forma de ver las cosas tiene mucho que ver con la historia. Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania conformaron la “República de las Dos Naciones”. Aquel Estado binacional logró proteger a sus súbditos de los ataques de la Orden Teutónica, del Imperio ruso y del Imperio sueco, hasta que fue desmantelado como consecuencia de la oposición de una parte de la nobleza polaca y de su alianza con el imperio zarista. Sin embargo, en el periodo intermedio entre las dos guerras mundiales, el general polaco Jozef Pilsudki (sucesivamente Jefe de Estado de la República de Polonia y presidente del Consejo de ministros) trató de resucitar la República de las Dos Naciones. Ese es el principio del proyecto denominado Intermarium, ahora designado como “Iniciativa de los Tres Mares”, un organismo intergubernamental que ya cuenta 13 Estados miembros: Austria, Bulgaria, Croacia, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y la República Checa. Moldavia y Ucrania son miembros asociados de la Iniciativa de los Tres Mares, pero ya es evidente que Polonia no es favorable a la membresía de Ucrania y que sólo quiere incorporar el noreste de Ucrania, o sea la Galitzia oriental.
Durante su primer mandato presidencial, Donald Trump participó, en 2017, en la cumbre de la Iniciativa de los Tres Mares y no disimula su deseo de que esa organización tome el lugar de la actual Unión Europea.
En un esfuerzo por no quedar relegada, Francia ha reactivado el “Triángulo de Weimar” (Alemania, Francia y Polonia) y el pasado 9 de mayo el presidente francés Emmanuel Macron firmó con el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, el Tratado de Nancy, que fortalece la cooperación militar entre los dos países, pero aún en el marco de la OTAN.
Lo que sí es seguro es que la eventual desaparición de la Unión Europea tendría como consecuencia inmediata el resurgimiento de numerosos conflictos territoriales. Y la Historia demuestra que, desde los tiempos de Carlomagno hasta Adolf Hitler, los europeos no han logrado prácticamente nunca vivir sin guerrear entre sí.