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La política exterior de Argelia y su relación con España: Un análisis estratégico. Nuevas provocaciones de Marruecos a España

La política exterior de Argelia y su relación con España: Un análisis estratégico. Nuevas provocaciones de Marruecos a España

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
viernes 18 de julio de 2025, 22:00h
Koldo Díaz
Argelia, como actor clave en la región del Magreb y África, mantiene una política exterior que busca equilibrar sus intereses en seguridad, soberanía y estabilidad regional. En este contexto, las relaciones con España, un vecino fundamental en el norte de África, son especialmente relevantes dadas las conexiones históricas, económicas y migratorias entre ambos países.
Relaciones históricas y económicas
Desde hace décadas, Argelia y España han desarrollado vínculos económicos significativos, con acuerdos en comercio, energía y cooperación en temas de seguridad. España es uno de los principales destinos de inmigrantes argelinos y también un socio clave en el suministro de gas y energía, lo que fortalece la interdependencia entre ambos países.
No olvidemos el tratado de amistad hispano – argelino, suspendido tras el escándalo de la ayuda española a Marruecos, enfrentado a Argelia, y el reconocimiento del plan de autonomía del Sáhara, una traición a los saharauis y una falta de visión geoestratégica para el Ministerio de Exteriores del PSOE, ya que en el Magreb no sólo tenemos intereses geopoliticos en el régimen marroquí, sino en Argelia, que además tiene mayor peso geoestratégico y es un aliado de fiar.
La cooperación en materia migratoria y de seguridad es un pilar fundamental en su relación. Ambos países enfrentan desafíos comunes relacionados con la gestión de flujos migratorios, el control del terrorismo y la lucha contra el crimen organizado. La colaboración en estos ámbitos busca garantizar la estabilidad y seguridad en la región.
La cuestión del Sahara Occidental y su impacto en las relaciones
El conflicto del Sahara Occidental es un tema delicado en la política exterior de Argelia, que apoya la autodeterminación del pueblo saharaui y respalda al Frente Polisario. España, por su parte, mantenía una posición de mediación que abogaba por soluciones diplomáticas hasta la traición de Pedro Sánchez. El PSOE y en menor medida el PP históricamente ha tenido vínculos con Marruecos, país con el que Argelia mantiene tensiones por el estatus de la región.
Sin embargo al ser una carta enviada sin apoyo el Congreso de los Diputados bien puede ser tomado como una declaración personal totalmente imprudente, aunque personal, y no como una doctrina de Estado.
De hecho la presión a Ceuta y Melilla, ciudades gobernadas por el PSOE y la posterior carta pseudomafiosa del partido del régimen marroquí, el Istiklal, denota que efectivamente Marruecos percibe que no es doctrina de Estado español, sino una declaración personal que puede extinguirse con la llegada de otro partido y otro líder, de ahí que el régimen ocupante marroquí, cobarde por naturaleza, tire la piedra y esconda la mano en su estrategia mafiosa (ya descubierta) con un PP, que tampoco es de fiar.
Implicaciones para la política española
La relación entre Argelia y España tiene implicaciones directas en la estabilidad del Magreb y en la política europea. La cooperación en energía y seguridad es fundamental para la seguridad energética de España, así como para mantener una política migratoria efectiva. Además, la gestión conjunta de asuntos relacionados con el Sahara Occidental y la lucha contra el extremismo son claves para evitar que los conflictos regionales afecten a ambos países.
Perspectivas futuras
Las dinámicas regionales, la lucha por la influencia en el Sahara y las necesidades energéticas seguirán moldeando la relación entre Argelia y España. La necesidad de mantener un equilibrio en sus intereses y promover una cooperación constructiva será esencial para garantizar la estabilidad y prosperidad en esta zona estratégica.
Sin embargo, es España, la que tras más de un lustro sufriendo la constante sumisión al sátrapa absolutista de Marruecos por parte de un Pedro Sánchez diminuto y traidor, debe dar el primer paso: hacerse respetar por Marruecos, defender la soberanía de España frente dm régimen marroquí y equilibrar la relación con Argel distanciándose de Marruecos ya que, parafraseando a Tolkien en El Señor de los Anillos: «un arma traidora (en este caso Marruecos), es un peligro para la propia mano».
España, también debe defender sus derechos en las aguas territoriales y la ZEE española frente a Marruecos y Argelia sin dilación acorde a los postulados del CONVEMAR.
En conclusión, la interacción entre Argelia y España es un elemento clave en el escenario del Magreb, y su desarrollo requiere una diplomacia activa que tenga en cuenta tanto los intereses comunes como las diferencias, sobre todo en temas sensibles como el Sahara Occidental y la seguridad regional y sepa aunar los intereses de Argel y Madrid de forma sana y estable distanciándonos de un socio peligroso, traidor y que tiene aspiraciones territoriales a costa de España en Canarias, Ceuta, Melilla y la Península.
Marruecos advierte por carta a Feijóo de que ha de seguir los pasos de Sánchez sobre el Sáhara
Segñun escribe Ignacio Cembrero en El Confidencial, Marruecos invocó el 8 de julio la congestión que provoca la Operación Paso del Estrecho (OPE), el regreso de marroquíes de vacaciones a su país, en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla para justificar el cierre inmediato, pero temporal de esas dos aduanas comerciales con España. Fueron abiertas hace solo cinco meses tras casi tres años de arduas negociaciones después de que el presidente Pedro Sánchez brindase su apoyo al sucinto plan de autonomía que Rabat ofrece para el Sáhara Occidental sorteando la autodeterminación.
En realidad se trató solo un de pretexto para mostrar así su disgusto por la invitación cursada al Frente Polisario para asistir al XXI Congreso del Partido Popular (PP), según dos fuentes conocedoras de la decisión marroquí. Rabat está también molesto por el estreno en Mosvitar Plus+ de una miniserie sobre el choque hispano-marroquí por el islote de Perejil.
Por si aún cabía alguna duda del trasfondo del enfado marroquí basta con leer la carta de Nizar Baraka, secretario general del Istiqlal, enviada a Alberto Núñez Feijóo tras concluir el congreso. En ella expresa su “profunda preocupación ante la falta de claridad del PP en cuanto a su posición sobre la cuestión del Sáhara marroquí en un momento en que se consolida una amplia y contundente dinámica internacional de apoyo a la iniciativa marroquí de autonomía del Sáhara bajo soberanía marroquí”. “Nos sorprende que el PP, a pesar de su peso político y su pertenencia al PPE, no se haya inscrito aún en esa dinámica histórica”, recalca. Además de dirigir al partido más antiguo de Marruecos, Baraka es ministro de Fomento.
La decisión de cierre aduanero “responde a la necesidad de evitar el colapso en los accesos y priorizar la movilidad de personas en un momento de máxima afluencia”. Con estas palabras la Administración de Aduanas de Marruecos comunicó, el 8 de julio, a las aduanas de Ceuta y Melilla el cerrojazo temporal que había decretado.
“Esta medida”, añadía el correo electrónico redactado en francés, “que estará en vigor hasta el 15 de septiembre, tiene como principal objetivo garantizar la seguridad y fluidez del paso fronterizo, en beneficio tanto de los ciudadanos de Melilla/Ceuta como de los miles de viajeros que cruzan la frontera durante la OPE”. Aludía a los emigrantes marroquíes en Europa que regresan a casa por vacaciones utilizando, a veces, los puertos de Ceuta y Melilla.
El cierre de las aduanas es, en realidad, la sanción marroquí al PP que gobierna Ceuta y Melilla. Fue tomada menos de 48 horas después de que concluyese su congreso en Madrid, al que acudió como invitado Abulah Al-Arabi, delegado del Frente Polisario en España. La ponencia aprobada por el partido pide además “respeto por las resoluciones de Naciones Unidas” sobre el Sáhara Occidental. Al evento fue también convidado el primer ministro marroquí, Aziz Akhnnouch, que declinó asistir y delegó su representación en dos diputados de su partido.
En Rabat también ha disgustado el estreno, el jueves 10 de julio, de la miniserie “Perejil, la guerra que no fue”, producida por El Terrat en colaboración con Movistar Plus+ que narra el enfrentamiento en 2002 entre España y Marruecos a propósito del islote de Perejil. El expresidente José María Aznar es uno de sus protagonistas.
La embajada de Marruecos en Madrid hizo el año pasado, cuando supo que el documental iba a empezar a ser rodado, una gestión con el Ministerio de Exteriores para pedirle que intentara impedirlo, según una fuente diplomática. Argumentó que era "inoportuna" porque la relación bilateral atravesaba un buen momento.
Su gestión no dio frutos. Los responsables marroquíes que entonces ostentaban el poder o los que ahora lo ejercen se negaron, sin embargo, a ser entrevistados para la serie. Solo un periodista y un columnista marroquíes defienden el punto de vista del palacio real, donde se tomó la decisión de adueñarse del islote. Esa negativa a colaborar explica que la serie refleje ante todo el enfoque español de aquel conflicto.
Las autoridades marroquíes acostumbran, a veces, a poner a prueba a los nuevos gobiernos españoles. Lo hicieron con el de Pedro Sánchez cerrando de un plumazo, el 31 de julio de 2018, dos meses después de su investidura, la aduana de Melilla que llevaba siglo y medio funcionando y no estaba sometida a las drásticas restricciones como si lo estuvo en febrero. No hubo reacción del Gobierno español.
Desde el palacio real, desde donde se ejerce el poder en Marruecos, también se han enviado advertencias al partido político español que, si se celebran elecciones, parece estar en condiciones de gobernar. Lo hicieron sobre todo en noviembre de 2010 promoviendo una manifestación monstruo en Casablanca contra el PP que fue tachado de “NAZI”.
Días antes, sus diputados en el Parlamento Europeo habían instado a que se abriera una investigación sobre el brutal desmantelamiento por los antidisturbios marroquíes del pacífico campamento saharaui de protesta de Gdeim Izik, en las afueras de El Aaiún.