Xavier Villar
Presentado como una solución definitiva para poner fin a al conflicto, a la destrucción y al sufrimiento, el proyecto revela en sus entrañas una lógica colonial que perpetúa la ocupación israelí y subordina la soberanía palestina. Mientras la propaganda oficial lo vende como un paso hacia la paz y prosperidad, su contenido y dinámica evidencian una estrategia diseñada para consolidar el control imperial sobre la región con la complicidad de ciertos países regionales.
Estados regionales: intermediarios cómplices y simuladores de legitimidad
Una de las piedras angulares del plan reside en el papel activo de países árabes y musulmanes como Emiratos Árabes Unidos, Catar, Jordania y otros. Estos actores —que se presentan ante la opinión pública como mediadores neutrales— operan, en realidad, como intermediarios que refuerzan de manera dinámica la soberanía israelí y estadounidense sobre los territorios palestinos. Su aceptación y promoción del acuerdo consolidan un régimen de consentimiento ritualizado que, bajo el disfraz de gestos diplomáticos, oculta su verdadera función en la administración del statu quo colonial.
Lejos de ser guardianes independientes de la justicia regional, estos estados operan bajo una soberanía limitada, actuando como traductores y ejecutores locales de mandatos externos. Este fenómeno es una caracterización clásica del imperialismo contemporáneo: países nominalmente soberanos que establecen políticas según las directrices de potencias globales, en un proceso que transforma la mediación en cómplice encubierto de la opresión.
Su respaldo público no es una expresión genuina de voluntad regional, sino un acto performativo dirigido a legitimarse ante audiencias tanto locales como internacionales, mientras mantienen en pausa indefinidamente la posibilidad de autodeterminación palestina. Bajo esta fachada, la población palestina queda marginada y despojada de su agencia política, transformada en objeto pasivo del entramado geopolítico en lugar de sujetos activos de sus destinos.
Una violencia soberana disfrazada de “paz”
El plan de Trump establece un régimen de violencia soberana normalizada, en el que el monopolio de la fuerza lo ejerce el Estado israelí y sus aliados, pero bajo un velo de aceptación consensuada. Su exigencia central —la desmilitarización total de la Franja y la exclusión absoluta de HAMAS de cualquier gobierno o proceso de negociación— se presenta como una concesión política, cuando en realidad constituye un dictado soberano encubierto.
Esta imposición crea un espacio de excepcionalidad en el que la violencia estructural, el despojo territorial y la negación política se naturalizan en nombre de la estabilidad y la seguridad regional. El mensaje implícito es que el derecho palestino a resistir, defenderse y gobernarse es ilegítimo, subordinado a un orden hegemónico que convierte la “paz” en un instrumento de control poblacional y político.
El plan contempla la creación de un gobierno temporal tecnocrático —liderado por actores internacionales, incluido el británico Tony Blair— destinado a gestionar la “reconstrucción” mientras Israel mantiene una presencia militar efectiva y el control sobre fronteras estratégicas y espacio aéreo. Esta administración desvincula por completo la gobernanza local de la voluntad popular palestina, excluyendo a sus líderes electos y restringiendo cualquier manifestación de soberanía.
El espejismo de la “desradicalización” y pacificación
Como ha señalado la politóloga Amal Saad, la redacción del plan, que comienza con la demanda de hacer de Gaza una “zona desradicalizada y libre de terrorismo,” revela no solo la continuidad del enfoque colonial, sino una escalada en la política de control social y político. Esta “desradicalización” no se refiere solamente a la eliminación de amenazas armadas, sino a la total anulación del sujeto palestino como actor político.
El plan no busca la mera disciplina o neutralización militar, sino una pacificación absoluta que deshumanice a la población palestina, reduciéndola a ciudadanos sin identidad política ni derechos reales, cuya supervivencia depende de su sumisión permanente. Esta lógica sectaria y colonial pretende transformar a los palestinos en una masa gestionable, subordinada completamente a la tutela extranjera y sin capacidad efectiva de resistencia ni reclamación.
Es esta negación del derecho a la resistencia legítima —considerada herejía o terrorismo por las potencias dominantes— lo que diferencia la propuesta de un verdadero proceso de paz y justicia. En su lugar, se establece una maquinaria destinada a borrar al Estado y al sujeto palestinos bajo un régimen controlado y estrechamente vigilado.
La paradoja y rendición de los Estados regionales
Es esencial comprender la abismal diferencia entre las posturas de la mayoría de los países regionales que avalan el plan y la posición iraní, que defiende incondicionalmente la soberanía palestina y el derecho a la resistencia. Mientras Estados como Emiratos Árabes y Catar priorizan sus propios intereses geopolíticos, estabilidad interna y relaciones con Occidente —a menudo a costa de los derechos palestinos—, Irán sitúa la autodeterminación como principio no negociable.
Este contraste refleja no solo divergencias políticas, sino una diferencia profunda en visiones sobre soberanía, justicia y legitimidad histórica. La apuesta iraní por la resistencia y la integridad territorial no solo desafía la agenda colonial, sino que constituye el único contrapeso real frente a la resignación impuesta.
El respaldo de estos gobiernos al plan —presentado como un acto pragmático o realista— puede asociarse con su rol como intermediarios nativos en el juego imperial, quienes desempeñan una función crucial en la perpetuación de una hegemonía que no solo despoja a Palestina, sino que marginaliza y fragmenta la alianza regional anticolonial.
Un futuro en pausa: la mecánica del consentimiento y la suspensión de la esperanza
Este plan fortalece un régimen donde la “misericordia gestionada” se convierte en el modo predominante de control. Al limitar la autonomía palestina y dirigir desde afuera la gobernanza, se administra la crisis, pero sin ofrecer una salida verdadera a la ocupación ni el reconocimiento integral de derechos.
Las promesas de desarrollo económico, apertura de corredores y reformas administrativas son, así, instrumentos para institucionalizar una subordinación bajo apariencia funcional, mientras se mantiene el control militar y político israelí. El gobierno palestino independiente queda suspendido hasta “futuras condiciones” prometidas, nunca precisamente definidas ni inmediatas.
El resultado es una parálisis política y social que condena a las próximas generaciones palestinas a vivir bajo tutela indirecta o directa, en un estado permanente de excepción. La legitimidad queda reservada a actores extranjeros y locales subalternos, anulando cualquier posibilidad de construcción estatal propia y de una paz basada en justicia.
Conclusión: una oportunidad para repensar la autonomía palestina
El plan Trump-Netanyahu para Gaza confirma que, bajo el disfraz de la diplomacia y la pacificación, persiste un orden colonial que niega la soberanía palestina y su derecho a la resistencia política.
La complicidad de ciertos estados regionales, aunque explícita en su retórica oficial, expone la profunda crisis política regional, en la que la prioridad es la estabilidad y los intereses propios, y no la emancipación de Palestina.
Solo un compromiso firme con la legitimidad histórica y política palestina —como el que sostiene Irán— puede ofrecer un camino auténtico hacia una solución justa. Resulta urgente desmontar las mascaradas coloniales y reivindicar el derecho fundamental a la autodeterminación y a la construcción de un Estado soberano.
El plan de paz propuesto por Donald Trump para Gaza está muerto
Larry C. Johnson
Les diré la conclusión desde el principio: los sionistas, no solo el primer ministro israelí Netanyahu, rechazan rotundamente la solución de dos Estados. Por consiguiente, el Plan de Paz para Gaza de Donald Trump está arruinado desde el principio... Muerto al nacer .
El presidente Trump, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca con Benjamin Netanyahu, reveló una propuesta detallada para poner fin a la guerra entre Israel y Hamás en Gaza, que se ha prolongado desde octubre de 2023 y ha causado más de 66.000 muertes palestinas y una destrucción generalizada. El plan, oficialmente titulado Plan Integral del Presidente Donald J. Trump para Poner Fin al Conflicto de Gaza , está estructurado como un marco de 20 puntos (aunque algunos informes se refieren a él como de 21 puntos, posiblemente incluyendo un preámbulo introductorio). Hace hincapié en un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes, el desarme y la exclusión de Hamás del gobierno, la supervisión internacional, una reconstrucción masiva y una vía vaga hacia la autodeterminación palestina. Netanyahu respaldó el plan, afirmando que logra los objetivos bélicos de Israel, mientras que Trump advirtió que Hamás debe aceptarlo o enfrentar la destrucción con el pleno respaldo estadounidense a Israel. Hamás declaró que no había recibido la propuesta por escrito, pero que la estudiaría de buena fe .
El plan se basa en elementos de ideas anteriores de Estados Unidos (por ejemplo, el marco de los Acuerdos de Abraham de 2020 de Trump y una propuesta saudí-francesa) y en los aportes de figuras como el ex primer ministro del Reino Unido Tony Blair, quien contribuyó a los conceptos de gobernanza de la posguerra. Se presentó por primera vez en un borrador de 21 puntos a los líderes árabes y musulmanes en la Asamblea General de la ONU el 24 de septiembre de 2025, recibiendo apoyo condicional de países como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Qatar, quienes acogieron con satisfacción los esfuerzos para poner fin a la guerra, pero enfatizaron que no habría desplazamientos, la retirada total de Israel y una solución de dos Estados . El presidente de Turquía, Erdogan, elogió los "esfuerzos y liderazgo" de Trump para un alto el fuego, mientras que la Autoridad Palestina expresó su confianza en su capacidad para encontrar un camino a la paz.
Los críticos, incluida la Yihad Islámica Palestina , lo calificaron de "receta para dinamitar la región", argumentando que margina a los palestinos y permite el control indefinido de la seguridad israelí. El plan evita el desplazamiento forzado, pero permite las salidas voluntarias, lo que contrasta con la controvertida idea de Trump de febrero de 2025 de una reurbanización liderada por Estados Unidos para convertirla en una "Riviera de Oriente Medio" con reasentamiento masivo (que enfrentó críticas y posteriormente se suavizó). La mayor señal de que este plan no es más que un engaño fue la presencia del yerno de Trump, Jared Kushner, en el anuncio. El sueño de Jared de construir complejos turísticos en las playas de Gaza sigue intacto.
Estos son los puntos destacados de la propuesta de Trump:
Trump aparentemente ignoró el discurso de Netanyahu ante la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de septiembre de 2025… El discurso fue desafiante y se centró en las acciones militares de Israel en Gaza, las acusaciones de genocidio contra Israel y las amenazas regionales de Irán y Hezbolá.
En cuanto a la solución de dos Estados —específicamente, el establecimiento de un Estado palestino soberano—, Netanyahu la rechazó explícitamente como una vía viable o inminente, presentándola como una concesión peligrosa que permitiría nuevos ataques contra Israel. Argumentó que dicho Estado se convertiría inevitablemente en un "Estado terrorista" controlado por grupos como Hamás, citando el ataque del 7 de octubre de 2023 como evidencia de que la creación de un Estado palestino, en las condiciones actuales, representa una amenaza existencial. Su discurso enfatizó que Israel no aceptaría soluciones impuestas por la comunidad internacional, priorizando el control de la seguridad sobre Cisjordania (conocida como Judea y Samaria ) y Gaza.
Durante la presentación del plan hoy en una conferencia de prensa conjunta, Netanyahu respaldó la propuesta, pero evitó comprometerse con un resultado de dos Estados. Afirmó: «Este plan logra los objetivos bélicos de Israel: destruir la capacidad militar de Hamás, asegurar nuestras fronteras y garantizar que Gaza no represente una amenaza». Al ser presionado sobre la condición de Estado palestino, evadió el tema, diciendo: «La paz requiere seguridad primero, no nociones abstractas de soberanía que ignoran la realidad». La vaga «vía hacia la autodeterminación» del plan de Trump le permitió eludir un rechazo explícito, manteniendo al mismo tiempo el control de seguridad de Israel sobre Gaza y Cisjordania.
Pero esto no fue más que teatro político dirigido al público estadounidense. La postura de Netanyahu sobre la solución de dos Estados ha sido constante desde octubre de 2023:
- 18 de enero de 2024 (Conferencia de prensa):Netanyahu rechazó las peticiones de Estados Unidos de un Estado palestino, afirmando: «En cualquier acuerdo futuro… Israel debe tener control de seguridad sobre todo el territorio al oeste del río Jordán. Esto contradice la idea de soberanía [para los palestinos]». Argumentó que un Estado palestino se convertiría en una «base terrorista» como Gaza tras la retirada de 2005.
- Febrero de 2024 (Declaración del Gabinete):En medio de las propuestas estadounidenses y árabes para un plan de posguerra para Gaza con un horizonte de dos Estados, el gobierno de Netanyahu aprobó una resolución que rechaza los "dictados internacionales" para la condición de Estado palestino, declarando que "causarían un daño sin precedentes a Israel" y recompensarían el terrorismo después del 7 de octubre. Enfatizó: "Israel continuará oponiéndose al reconocimiento unilateral de un Estado palestino".
- 17 de julio de 2024 (Discurso en la Knéset):Ante la renovada presión internacional, Netanyahu reiteró: «No permitiremos el establecimiento de un estado terrorista en Judea y Samaria [Cisjordania] que ponga en peligro nuestra existencia… La respuesta es no». Citó el control de Gaza por parte de Hamás como prueba de que la creación de un Estado palestino conduciría a una militancia respaldada por Irán.
No creo que Netanyahu cambie de tono. También creo que la mayor parte de su reunión privada con Trump la dedicó a hablar sobre la próxima ronda de ataques contra Irán... ¡Adiós a Trump, que ganó el Premio Nobel de la Paz! Ni Trump ni Netanyahu se toman en serio una conclusión pacífica de la guerra genocida de Israel... La matanza continuará.
La coyuntura estadounidense mientras se enciende el octavo frente de Israel
Alastair Crooke
La segunda etapa del traspaso de la guerra de Ucrania a los europeos por parte de Trump quedó claramente expuesta en su publicación en Truth Social del 23 de septiembre. En la primera fase, Trump se retiró de ser el principal proveedor de armamento a Kiev e indicó que, a partir de ahora, Europa tendría que pagar prácticamente todo, con armas compradas a fabricantes estadounidenses.
Por supuesto, Trump sabe que Europa está en crisis fiscal. No tiene dinero para financiarse, y mucho menos para una guerra a gran escala. Luego echó sal en la herida de esta crisis fiscal al desafiar a los países de la OTAN a ser los primeros en sancionar todos los combustibles rusos. Eso tampoco sucederá, por supuesto. Sería una locura.
En esta última publicación de Truth Social , Trump lleva la línea de Keith Kellogg al absurdo . «Ucrania, con el apoyo de la UE, puede devolver el país a su forma original, haciendo que Rusia parezca un 'tigre de papel'... ¡y quién sabe, quizás incluso más allá !».
Claro, ¿Kiev avanza hasta las puertas de Moscú? ¡Tírate al otro lado, Sr. Trump! Claro que está troleando a Kellogg y a los europeos.
Luego, tras la reunión de Trump con Zelenski, Francia, Alemania y el Reino Unido en la ONU, se propuso un borrador de resolución del Consejo de Seguridad que reflejaba la exigencia sin tapujos de la Unión Europea y la Coalición de la Voluntad de que Rusia se rindiera. Trump permitió que funcionarios estadounidenses participaran activamente en el debate sobre la resolución, pero luego, en el último momento, Estados Unidos la vetó.
De esta forma enrevesada, Trump logra, como Jano, encarar dos direcciones a la vez: por un lado, apoya 100% a Ucrania, ensalzando su "Gran Espíritu" y adoptando la postura de Kellogg de que Putin está en serios problemas. Por el otro, Trump se compromete a " no restringir la posibilidad de conversaciones de paz ni permitir que las tensiones se intensifiquen aún más ".
Putin puede vivir con la esquizofrenia de Jano de Trump, mientras las fuerzas rusas avanzan en todos los frentes de batalla clave. En resumen, la Casa Blanca ha señalado que no le interesa la guerra con Rusia. Eso es obvio. De todos modos, se está gestando una guerra más preocupante dentro de Estados Unidos.
Esta guerra es el Octavo Frente de Israel; Netanyahu ha empezado a proclamarlo así recientemente. El Octavo Frente está en Estados Unidos. Y está ahí precisamente porque Estados Unidos domina los medios de comunicación mundiales.
El modelo del llamado "orden basado en reglas" (si es que alguna vez existió verdaderamente más allá de la narrativa) ha sido destruido por Israel, muy deliberadamente y a sangre fría.
Tom Barrack, amigo de Trump desde hace mucho tiempo y enviado a Oriente Medio, al ser preguntado sobre el objetivo final de Estados Unidos para la región, descartó de plano la idea de "paz": " Cuando decimos paz, es una ilusión", dijo Barrack. " Nunca ha habido paz. [Algunas] personas pueden decir, bueno, que están peleando por fronteras y límites. [Pero no es eso] por lo que están peleando. Una frontera o un límite es [simplemente] la moneda de una negociación ". Continuó: " El resultado final es que alguien quiere dominar, lo que significa que alguien tiene que someterse. En esa parte del mundo... no existe la palabra árabe para someterse. No pueden entender la palabra someterse...".
La guerra sin límites, sin reglas, sin leyes –y sin fronteras éticas más particularmente– se convierte en el requisito previo para lograr la subyugación total de toda oposición.
El ex asesor de Seguridad Nacional de Netanyahu, Meir Ben-Shabbat, en un artículo publicado en Foreign Affairs en septiembre (junto con Asher Fredman), afirmó: «Israel ya no se adhiere a las líneas rojas que sus vecinos creían que jamás cruzaría. Israel no concederá inmunidad a ningún líder de grupos hostiles, independientemente de su cargo político o ubicación ». Cuando Ben Shabbat escribe «hostil», es una forma despectiva de referirse a «incumplidor».
Esta nueva doctrina se centra en el dominio israelí, y para ello, otros, lógicamente, deben someterse, insiste Barrack. El ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Ron Dermer, ha sugerido que una sumisión suficiente para que Israel se sienta plenamente seguro solo surgiría si la conciencia árabe-musulmana se viera afectada por una derrota radical y desradicalizadora.
La idea del "Octavo Frente" de Netanyahu, por lo tanto, se deriva de la proposición de que el dominio judío pleno (como lo describe el enviado estadounidense Barack) requiere también cierto dominio en Estados Unidos. Israel no puede lograr este dominio solo; necesita el apoyo incondicional de Estados Unidos, que mantiene el flujo de dinero, armamento y apoyo operativo.
Hasta hace poco, este apoyo incondicional se conseguía mediante la compra de políticos e influencers estadounidenses por parte de multimillonarios judíos ultrarricos, así como de los principales medios de comunicación. Sin embargo, el auge de los medios alternativos como principal fuente de noticias para los estadounidenses ha cambiado el panorama y ha generado temor en la comunidad judía multimillonaria.
El asesinato de Charlie Kirk se produjo tras múltiples presiones sobre Kirk por parte de multimillonarios judíos preocupados por la posible tergiversación de la juventud estadounidense, como ha señalado Max Blumenthal. El conflicto con los grandes donantes judíos de Kirk expuso el problema más amplio de su dominio en la política estadounidense de influencia. La controversia resultante ha provocado un esfuerzo desmesurado por parte de los multimillonarios proisraelíes para hacerse con el control de los medios de comunicación alternativos estadounidenses, en particular TikTok . (Todas las plataformas sociales estadounidenses tienen una inclinación algorítmica hacia Israel, mientras que TikTok no. Los multimillonarios proisraelíes que se disponen a comprar TikTok insisten en que su algoritmo debe ser reentrenado).
“[Lo que los sionistas] enfrentan ”, afirma Blumenthal , “ es un tsunami político [de realineamiento político] en Estados Unidos, y no tienen forma de contenerlo. Y es por eso que, tras la muerte de Kirk, y en los días previos a su muerte, algunos de estos adinerados sionistas han iniciado una campaña de toma de control total de los medios estadounidenses. Es como una presión a toda máquina en Estados Unidos. Netanyahu había estado librando una guerra de siete frentes en la región, y ahora Estados Unidos se ha convertido en el octavo frente. Y quieren impedir que cualquiera pueda expresarse en cualquier parte del ecosistema digital simplemente comprándolo todo”.
Pocos entre los donantes multimillonarios que apoyaron a la organización de Kirk, TPU.SA, han hecho más que Robert Shillman para dejar en claro la naturaleza subyacente de la guerra del 8º Frente: "¡Con esta pluma y mi chequera , proporciono la munición!" , proclamó el multimillonario entre aplausos, durante una gala de la derechista Organización Sionista de América (ZoA) en 2021.
“Uso la pluma para proporcionar 'munición' [donaciones] a organizaciones como ZoA que están en el frente de esta batalla que enfrenta a los enemigos de Israel y del pueblo judío, defendiéndose de los islamistas que desean destruir a Israel y de los izquierdistas radicales que odian a los judíos y que desean destruir al pueblo judío”.
¿Cómo se interpreta este asunto como una presión sobre Trump para que persista en la guerra contra Rusia en Ucrania? ¿Qué une a los ricos donantes judíos, a los clásicos rusófobos estadounidenses y al establishment europeo en la causa común de presionar a Trump para que actúe con firmeza contra Rusia? La respuesta es que los donantes y las élites proisraelíes estadounidenses y europeas comparten el interés de que Rusia se preocupe (y, en su opinión, se debilite) por el conflicto en Ucrania. Su preocupación particular es la posibilidad de una guerra en Oriente Medio. No quieren que Rusia ni China apoyen directamente a Irán, si este fuera atacado militarmente. Estas élites temen por el futuro de Israel, especialmente si Irán se ve fortalecido por los aliados del BRICS. Prefieren una Rusia estancada y que no vuelva a ser un actor clave en Oriente Medio, algo que podría frenar la ambición de supremacía judía/israelí en la región.
Recordemos que en 1992, el entonces subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, autor de la llamada Doctrina Wolfowitz, declaró que, con la expulsión de los soviéticos de Oriente Medio, Estados Unidos se había convertido en la única superpotencia indiscutible de la región y podía impulsar su agenda global. Wolfowitz destacó la salida de Rusia como el factor crucial para lograr la hegemonía estadounidense en Oriente Medio.
Recordemos también que, tras la invocación de la "reversión" de las sanciones del E3 contra Irán el 28 de agosto, Rusia y China firmaron declaraciones conjuntas denunciando la votación procesal del E3 como "ilegal y con vicios de procedimiento". En cierto sentido, esto justifica que China y Rusia ignoren cualquier sanción posterior impuesta a Irán en virtud de la cláusula de "reversión". Es la primera vez que Rusia y China han desafiado directamente al Consejo de Seguridad de la ONU e indicado implícitamente que ignorarán cualquier sanción de "reversión".
Sin embargo, visto desde una perspectiva diferente, la denuncia conjunta del Snapback podría abrir la puerta a “un regreso a la región” por parte de Rusia (y China) a través de brindar apoyo militar a Irán, si fuera atacado por Israel, los EE. UU. o ambos.
Con Rusia actualmente plenamente involucrada en Ucrania, es menos probable que desee iniciar un apoyo directo a Irán en caso de un ataque (Rusia está sumamente alerta a los peligros de una sobreextensión).
Si la guerra en Ucrania hubiera terminado, Rusia podría tener menos escrúpulos a la hora de intervenir directamente en apoyo de Irán. Lo mismo ocurriría con China si el conflicto en Ucrania hubiera alcanzado algún resultado.
Lo último que quieren el triunvirato de influyentes judíos sionistas, los halcones rusos estadounidenses y las élites proisraelíes europeas es que Rusia "regrese a Oriente Medio". Eso sería una pesadilla para ellos.
Cuando se le preguntó al enviado estadounidense Tom Barrack si Israel sentía la necesidad de otro "ataque definitivo" contra Irán, respondió:
Parece que están avanzando hacia una resolución de todo el problema, que es lo que es Gaza, ¿verdad? Me imagino que simplemente controlar Gaza, Hezbolá y a los hutíes no dará resultados si no se controla al régimen iraní. No tengo información sobre lo que van a hacer, pero no lo descartaría… Necesitamos decapitar a esas serpientes y cortar el flujo de fondos. Esa es la única manera de detener a Hezbolá.
Así, el asesinato inesperado de Charlie Kirk ocurrió "inesperadamente" en un momento clave en la apuesta de Netanyahu por el dominio regional, poniendo de relieve el ya menguante apoyo a Israel entre un grupo de jóvenes estadounidenses.
El asesinato de Kirk también ha desatado, sin que nadie se dé cuenta, la siguiente fase de una guerra cultural que lleva tiempo gestándose en Estados Unidos. El asesinato de Kirk ya se ha vuelto tan significativo como cualquier otro en la historia reciente de Estados Unidos.
Si las palabras de Rober Shillman a su audiencia judía abogando por " enfrentar a los enemigos de Israel y el pueblo judío - defenderse de los islamistas que desean destruir a Israel y de los izquierdistas radicales que odian a los judíos y que desean destruir al pueblo judío" no fue una declaración de guerra lo suficientemente clara y amplia, entonces escuchen a Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca, dirigiéndose a la multitud en el servicio conmemorativo de Charlie Kirk, ante un enorme aplauso de las 100.000 personas presentes en el servicio:
La Luz vencerá a la Oscuridad. Prevaleceremos sobre las fuerzas de la maldad y el mal. No pueden imaginar lo que han despertado. No pueden concebir el ejército que ha surgido en todos nosotros. Porque defendemos el bien, la virtud y la nobleza. Y a quienes intentan incitar a la violencia contra nosotros, a quienes intentan fomentar el odio contra nosotros: ¿Qué tienen? No tienen nada. Son maldad, envidia y odio. No son nada. No pueden producir nada. Somos quienes construimos, quienes creamos, quienes elevamos a la humanidad.