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El plan secreto de la historia: el viaje filosófico de Nick Land desde el aceleracionismo hasta la escatología
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El plan secreto de la historia: el viaje filosófico de Nick Land desde el aceleracionismo hasta la escatología

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
viernes 31 de octubre de 2025, 22:00h
Markku Siira
Describir a Nick Land simplemente como un profeta de la distopía tecno-capitalista puede ser una caracterización inadecuada hoy en día. Su reciente conversación con el politólogo ruso Aleksandr Dugin revela que el filósofo británico que vive en Shanghái sitúa la crisis y la aceleración de la modernidad en un contexto histórico, teológico y geopolítico mucho más matizado. Land no abandona sus ideas anteriores, sino que las refina, ofreciendo un análisis que distingue entre dos formas clave de modernidad.
Land mantiene una distinción entre el «paleoliberalismo» y el actual «liberalismo globalista». El primero representa, para él, el núcleo de la tradición anglosajona, en particular angloescocesa, que se caracteriza por sistemas descentralizados, la «cumbre vacía» y las «manos invisibles», cuya pluralidad Land enfatiza deliberadamente. En este modelo paleoliberal, la moralidad pública más elevada de la sociedad no se codifica en la autoridad, sino que se delega en procesos espontáneos.
Según Land, la cultura china tiene características similares: «Existe una fuerte relación en la tradición taoísta-legalista de que el mejor emperador es invisible para la sociedad» y «las montañas son altas y el emperador está lejos», ideas que él considera análogas al concepto de «cumbre vacía».
Land se refiere a Adam Smith y Bernard Mandeville para ver esto como basado en una profunda comprensión de que las acciones egoístas de los individuos pueden conducir al bien común a través de una mano invisible. Considera que se trata de una forma de liberalismo saludable e históricamente sostenible cuando está vinculada a un contexto étnico y cultural específico. El problema, entonces, no es el liberalismo en sí mismo, sino su distanciamiento de su entorno original y su imposición como ideología global universal, lo que, en opinión de Land, se ha convertido en el mayor problema del mundo, un «monstruo moralizante».
Esta distinción explica el interés de Land por ciertas tecnologías contemporáneas. Considera que Internet, las criptomonedas y la inteligencia artificial descentralizada son manifestaciones modernas de los principios paleoliberales. Estas tecnologías se basan en una lógica descentralizada y no centralizada que se resiste a la «sobrecodificación» desde arriba. En este sentido, su aceleracionismo sigue vivo y coleando: los sistemas descentralizados generan una aceleración real.
Según Land los objetos actuales que más viven la aceleración son esencialmente los mismos: «la inteligencia artificial se está acelerando, la tecnología blockchain se está acelerando». Para él, estos fenómenos representan el verdadero liberalismo: «Estas tecnologías requieren una mentalidad liberal basada en la descentralización y el concepto de cumbre vacía». Internet mismo nació de este principio: sus diseñadores se dieron cuenta de que, en un intercambio nuclear, todos los centros de mando clave serían destruidos».
En su diálogo con Dugin, el marco filosófico de Land se aclara aún más. Destaca que tanto la tradición bíblica como la tradición de la filosofía crítica que se extiende desde Kant hasta Heidegger rechazan una concepción simple y progresista del tiempo. Según Land, una comprensión profunda del tiempo y la historia requiere abandonar la visión convencional de que los seres humanos influyen en un proceso causal desde el presente hacia el futuro.
Esto lleva a la tesis central de Land: «la estructura histórica organiza las decisiones que tomamos». Esta visión revela su actitud posthumanista básica, en la que la agencia humana es sustituida por procesos históricos más amplios y posiblemente divinos. Sin embargo, Land no adopta la idea de Dugin de «detener este proceso», sino que insiste en que estos procesos no son controlables por la voluntad humana.
Su enfoque se basa más bien en «confiar en el plan»: parece creer que los fenómenos aparentemente caóticos y ateos del presente, como la aceleración tecnológica, pueden formar parte de un plan más amplio, aunque incomprensible para los seres humanos.
Land explica esto refiriéndose al Fausto de Goethe: «La afirmación de Mefistófeles y el concepto de la mano invisible de Adam Smith son casi idénticos. Ambos sugieren que el bien común no surge de una intención deliberada a nivel individual, sino que se realiza a través de un poder superior».
Desde esta perspectiva, el pensamiento del filósofo británico, anteriormente llamado «satánico», es más bien un intento de decir «sí» a un profundo proceso histórico, en lugar de una rebelión contra él.
Por último, Land, que ha madurado en su pensamiento, considera positivo que el discurso social esté volviendo al lenguaje teológico y metafísico. No le preocupan las acusaciones de satanismo, ya que indican que se ha alcanzado el supuesto fin de la era moderna secular superficial.
Land afirma: «En realidad, la gente se ve obligada a pensar en las cosas mucho más profundamente de lo que podría parecer a primera vista. Creo que vale la pena pagar el precio y soportar las flechas y los golpes si eso significa que toda la cultura está avanzando hacia un espacio más profundo de contemplación sobre asuntos serios».
Según él, esta profundización se refleja en el hecho de que la gente está volviendo a hablar de ángeles, demonios y fuerzas históricas, lo que Land considera una alternativa bienvenida al «ateísmo complaciente».
La visión filosófica de Land alcanza una expresión particularmente poética en su interpretación de la cruz de San Jorge en la bandera inglesa. Señala que «las noticias procedentes de Gran Bretaña —Inglaterra— parecen mostrar ahora a gente ondeando la bandera de San Jorge» y Land relaciona esto con la investigación de la historiadora Frances Yates.
Según Land, «lo más fascinante es que esta [bandera] representa la tradición hermética rosacruz que pasó del Renacimiento italiano a la Inglaterra isabelina: la cruz de San Jorge, la Rosa Cruz». Para él, este simbolismo revela una profundidad secreta de la historia: «Aunque la gente no siempre conoce el significado más profundo de sus acciones, la bandera que ondean representa esta tradición oculta que influye en nuestro mundo moderno».
Esta observación resume la esencia de su enfoque: «La historia es mucho más profunda de lo que la gente imagina». En el viaje filosófico de Land desde la distopía del tecnocapitalismo hasta el umbral de la escatología, la crisis de la modernidad se revela como un fenómeno superficial, bajo el cual se esconden antiguas fuerzas metafísicas y tradiciones cuya influencia continúa hasta nuestros días, sean conscientes de ello o no.
El viaje filosófico de Land no significa que haya rechazado el aceleracionismo, sino que lo ha vinculado a una red cada vez más compleja de fuerzas históricas que trascienden los juicios morales tradicionales y nos obligan a enfrentarnos a las dimensiones metafísicas más profundas de la realidad.