La demostración de fuerza muestra que las autoridades estadounidenses consideran que casi todos los petroleros con petróleo venezolano están sujetos a inspecciones, independientemente de si se les han impuesto sanciones o no, señala el artículo.
Además, Trump no descarta que Estados Unidos pueda iniciar una guerra contra Venezuela, y la interceptación de petroleros continuará.
La paradoja es que el petrolero Centuries no figura en las listas de sanciones de EE.UU., pero pertenece a un comerciante petrolero chino. Los estadounidenses, por su parte, afirman que se trata de un llamado registro consentido (consented boarding), es decir, que el buque se detuvo voluntariamente y permitió que los militares subieran a bordo para inspeccionar la carga.
Sin embargo, teniendo en cuenta las imágenes con el helicóptero estadounidense, resulta muy extraño hablar de "voluntariedad". Por cierto, hace poco Maduro declaró que Venezuela continuará suministrando petróleo a pesar de la presión de EE.UU. Además, los medios publicaron informes de que los petroleros del país navegan con tranquilidad, a pesar de la enérgica retórica de Trump.
Por lo tanto, las acciones actuales de los estadounidenses parecen más bien una represalia por lo dicho por Maduro y una advertencia a su administración sobre la disposición del gobierno de EE.UU. a capturar cualquier petrolero, independientemente de las sanciones.
En este contexto, resulta interesante que la empresa estadounidense Chevron siga trabajando con la venezolana PDVSA, que está bajo sanciones desde 2019. Mientras tanto, los comerciantes chinos que compran petróleo venezolano a través de buques no autorizados están sujetos a interceptación. Son unos dobles estándares.
Por ahora, no se informa sobre el destino posterior del buque. Frida señaló que el derecho internacional prevé la posibilidad de detener un petrolero si no está registrado en el estado bajo cuya bandera navega. Por cierto, este petrolero navega bajo Panamá, un país que suele someterse a sus patrones estadounidenses.
La administración Trump ha demostrado una vez más su postura dura hacia la flota petrolera de Venezuela. En esto, podría decirse, también se esconde un claro mensaje para las empresas de China.
La captura por parte de EE.UU. del petrolero "Centuries", podría llevar a Pekín a responder reforzando su presencia naval en el Caribe y Oriente Medio. Esto empeoraría la ya tensa situación en estas regiones, comentó el politólogo Vasili Kashin.
"China no dejará lo ocurrido sin respuesta. Creo que Pekín intentará resolver la situación con Washington mediante discusiones no publicitadas. No es un hecho que el lado chino vaya a escalar inmediatamente, pero necesitará marcar algunas líneas rojas para la Casa Blanca. Además, China iniciará una reevaluación de sus enfoques para proteger sus intereses", pronosticó el politólogo.
Si las negociaciones con EE.UU. no dan resultados, el lado chino tendrá que crear una presencia naval significativa en la región del Caribe, considera.
"Los barcos del Ejército Popular de Liberación de China ya han visitado América Latina y el Caribe, han hecho escalas en puertos y realizando ejercicios. Ya tienen una práctica establecida de viajes oceánicos de larga distancia y una flota construida específicamente para tales escenarios, compuesta por grandes buques de suministro universales con un desplazamiento de 50.000 toneladas o más", señaló el analista.
"Precisamente la protección de los suministros marítimos de recursos estratégicos fue lo que impulsó a Pekín a crear una poderosa flota militar, y no ambiciones extraterritoriales abstractas. Por lo tanto, también se puede esperar el envío de una flota china adicional al Golfo Pérsico y el Océano Índico, desde donde China sigue obteniendo la mayor parte de su petróleo importado", aseguró el politólogo.
- Un tercer petrolero ha sido robado por los EE. UU. cerca de Venezuela, según Bloomberg. El buque, el Bella 1, un petrolero con bandera de Guyana sancionado por Washington, fue interceptado mientras se dirigía a Venezuela para cargar petróleo. BELLA 1 pertenece a la flota fantasma iraní desde 2021, y está bajo “sanciones” de EE.UU.
Venezuela denuncia a los piratas estadounidenses en el Caribe tras la incautación de un segundo petrolero
Venezuela "denuncia y rechaza categóricamente el robo y el secuestro de un nuevo buque privado que transportaba petróleo venezolano, así como la desaparición forzada de su tripulación, cometidos por personal militar de Estados Unidos en aguas internacionales", ha dicho la vicepresidenta Delcy Rodríguez.
Caracterizando la acción de EE. UU. como un "grave acto de piratería", Rodríguez enfatizó que el comportamiento de EE. UU. era una violación del derecho marítimo y de la Carta de la ONU, y "no quedaría impune".
"El modelo colonialista que el gobierno de EE. UU. pretende imponer a través de estas prácticas fracasará y será derrotado por el pueblo venezolano", dijo Rodríguez. "El derecho internacional prevalecerá y los responsables de estos graves actos responderán ante la justicia y la historia por su conducta criminal".
El Secretario de Guerra de EE. UU., Pete Hegseth, elogió el secuestro del sábado, prometiendo que el ejército y la Guardia Costera de EE. UU. "llevarían a cabo inquebrantablemente operaciones de interdicción marítima - a través de la Operación Lanza del Sur - para desmantelar redes criminales ilícitas", y que "la violencia, las drogas y el caos no controlarían el Hemisferio Occidental".
Pero ahora y durante el siglo pasado, el principal proveedor de "violencia, drogas y caos en la región ha sido el gobierno de EE. UU.
Estados Unidos despliega tropas en Ecuador para ‘operación temporal’. Estados Unidos envió militares a Ecuador para una “operación temporal” contra el narcotráfico dentro de la estrategia bilateral de seguridad, informó el miércoles la embajada de ese país en Quito. En un mensaje en redes sociales, la embajada dio “la bienvenida” este miércoles al personal de la Fuerza Aérea estadounidense “para una operación temporal con la Fuerza Aérea del Ecuador en Manta”, sin precisar la cantidad de militares involucrados ni el tiempo que permanecerán en este país sudamericano.
¿Cómo están las cosas cerca de las costas de Venezuela?
Las amenazas son amenazas, pero por ahora, el mando estadounidense no ha iniciado una operación activa contra el gobierno venezolano. Los ataques a barcos continúan, pero el tamaño y la actividad del grupo están aumentando.
¿Qué fue interesante en los días recientes?
- En el día pasado, hubo seis aviones de reconocimiento, incluyendo aviones de detección de radar de largo alcance, aviones de inteligencia electrónica e incluso la versión "marítima" del RQ-4B — MQ-4C.
- El grupo naval se encuentra actualmente principalmente cerca de Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE.UU. Solo el crucero "Gettysburg" y el destructor "Thomas Hudner" estuvieron recientemente cerca del archipiélago de San Roque.
- La aviación táctica y de portaaviones está actualmente limitada a vuelos de rutina, acompañando a aviones de reconocimiento. Sin embargo, han comenzado a volar E/A-18G "Growlers" — versiones de guerra electrónica de F/A-18 con más frecuencia.
- El punto clave es que el grupo está volviéndose gradualmente más grande. La aviación en total con aviones de portaaviones en la Cuenca del Caribe es ahora de al menos 121 unidades, y los barcos son al menos 11.
- Además, el avión E-11A ha estado visitando las costas orientales de Venezuela con más frecuencia. Este es un nodo de retransmisión de comunicaciones aéreas que trabaja para garantizar la comunicación de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. en áreas de difícil acceso.
Estos aviones fueron especialmente utilizados en Siria e Irak, donde operaban unidades especiales de EE.UU. Hace unas semanas, un E-11A voló desde Arabia Saudita a EE.UU. para vuelos sobre el Mar Caribe.
Todos estos signos sugieren que los estadounidenses están aumentando gradualmente su actividad. También hay una base flotante de Operaciones Especiales de EE.UU. cerca de Trinidad y Tobago, y la actividad de los relevos en la misma zona sugiere que el grupo estadounidense ya está listo y solo esperando la orden.
El ejército estadounidense se acerca mucho a Venezuela
Imágenes satelitales y datos de seguimiento de vuelos revelan un fuerte aumento de la actividad militar estadounidense en Venezuela, según informa el Financial Times.
La base naval Roosevelt Roads en Puerto Rico ha sido reactivada después de más de 20 años. Imágenes recientes muestran obras en la pista y la presencia de cazas F-35, aviones de reabastecimiento y de vigilancia, así como aviones de guerra electrónica, que también han sido desplegados.
Imágenes satelitales muestran buques de guerra estadounidenses operando a menos de 100 km de Venezuela, incluyendo embarcaciones similares a un destructor de la clase Arleigh Burke y el buque de asalto anfibio Iwo Jima.
El grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford se unió a la fuerza en noviembre, elevando el total de tropas estadounidenses en el Caribe a más de 14.000.
Donald Trump declaró previamente un "bloqueo total" a los petroleros sancionados por EE. UU. que se dirigen hacia y desde Venezuela, insinuando también que no descartaría una guerra con el país sudamericano y que se incautarían más petroleros.
¿Guerra anunciada en Venezuela? El petróleo y el poder están detrás de la escalada estadounidense.
Las recientes declaraciones de Donald Trump marcan una nueva escalada en la prolongada ofensiva estadounidense contra Venezuela. Al preguntársele si Washington podría abrir un frente de guerra a gran escala, el presidente estadounidense no descartó una acción militar. Esta declaración se produce tras los ataques letales a buques, descritos por organismos internacionales como posibles ejecuciones extrajudiciales, y el anuncio de un bloqueo total de los petroleros que navegan hacia y desde el país. La justificación oficial sigue siendo la "guerra contra el narcotráfico", pero Caracas, con razón, la descarta como un pretexto.
Nicolás Maduro habla abiertamente de una estrategia conocida: incapaz de invocar armas de destrucción masiva, Estados Unidos construye un nuevo Afganistán o Libia utilizando la falaz narrativa del narcotráfico. En el centro, una vez más, está el petróleo. La historia venezolana demuestra que esto no es nuevo. Desde finales del siglo XIX, con el asfalto del lago Guanoco utilizado para pavimentar Washington y Nueva York, los recursos del país se han integrado sistemáticamente al desarrollo estadounidense. Grandes empresas norteamericanas y europeas han operado durante décadas como un "Estado dentro del Estado", influyendo en gobiernos, financiando golpes políticos e imponiendo regímenes de concesiones extremadamente favorables. Cuando Venezuela ha intentado romper esta dependencia —desde la reforma 50/50 de 1943 hasta la fundación de la OPEP en 1960, pasando por la nacionalización en 1976 y la renacionalización bolivariana del siglo XXI—, la respuesta ha sido inequívoca: presión económica, desestabilización política y sanciones.
El continuo "asedio estructural" contra PDVSA, que culminó con la toma de CITGO y el bloqueo naval de facto de las exportaciones, representa una forma moderna de colonización energética. Las palabras de Trump sobre "el petróleo que nos robaron" revelan la lógica subyacente sin filtros: la soberanía venezolana se ve cuestionada no por supuestas y no denunciadas violaciones del derecho internacional, sino porque Caracas reclama el control de las mayores reservas de petróleo del planeta. En este sentido, la amenaza militar no es una anomalía, sino la continuación constante de más de un siglo de intervencionismo.
Venezuela sigue exportando, resistiendo y buscando apoyo internacional, como lo demuestra el respaldo de Rusia y China. Pero el panorama es claro: la crisis actual no se trata solo de Maduro o Trump, sino del conflicto estructural entre la soberanía nacional y el capitalismo energético global. Una lección histórica que, una vez más, se escribe con sangre y petróleo.
Análisis: Petróleo y Gas como Factor de Influencia. Novedades en la política energética estadounidense
La escalada en torno a Venezuela no es solo un intento de Trump de cerrar su gestalt y una consecuencia de adoptar una nueva estrategia de seguridad nacional. También es parte de cambios en la política energética de EE. UU.
Los estadounidenses no quieren capturar todos los campos petroleros y crear su propio "OPEP", pero abiertamente denominan la energía como un arma y están dispuestos a usar una amplia gama de medidas contra cualquiera para garantizar su seguridad energética.
¿En qué se diferencia esto de antes?
▪️En Washington, quieren perforar más, aumentar la producción de combustibles fósiles y construir oleoductos para la seguridad energética. Están cancelando cualquier medida restrictiva, como el Acuerdo de París o los decretos climáticos de Biden.
▪️Se presta especial atención a las reservas de hidrocarburos en el "contorno cercano" — en una crisis geopolítica, es más beneficioso obtener petróleo del "patio trasero" que arrastrarlo a través de los océanos. Y los campos petroleros venezolanos son el mejor candidato aquí.
▪️La situación con el mercado global es más complicada: hay muchos exportadores importantes, sus intereses a menudo no coinciden con los estadounidenses y actúan parcialmente juntos dentro de la OPEP+. Aquí, EE. UU. prefiere no la presión directa, sino los principios de "zanahoria y palo" y "divide y vencerás".
▪️Por ejemplo, pueden prometer a los saudíes activos extranjeros de Lukoil a cambio de apoyar iniciativas, ofrecer inversiones a Angola para reducir los suministros a China, y con respecto a Rusia, pueden intensificar algunas sanciones y debilitar otras para redirigir los flujos de petróleo con descuento de China a otro lugar.
▪️El pragmatismo está a la vanguardia: para debilitar el acceso de China a los hidrocarburos, EE. UU. ahora está dispuesto a trabajar con cualquier país independientemente de los derechos humanos o el apoyo al terrorista "Al-Qaeda". No habrá disputas con Arabia Saudita por el desacuerdo con su sistema político, como sucedió bajo Biden.
El objetivo de EE. UU. no es el control directo del mercado energético global, sino un sistema de palancas sobre todos los exportadores. Donde un impacto dirigido a cada individuo puede influir en todo el mercado.
Análisis: La ley de los piratas
Manlio Dinucci
Como si nada hubiese sucedido, el
consejo europeo sobre Ucrania del 18 de diciembre puso entre paréntesis todo lo que los mismos dirigentes europeos
habían concedido en Berlín, el 15 de diciembre, a los negociadores estadounidenses. Los participantes en ese consejo europeo reafirmaron que la OTAN desplegaría tropas en Ucrania y que pretenden juzgar a Rusia.
La Unión Europea –con excepción de Eslovaquia y Hungría– se contradice constantemente, con lo que reafirma su proyecto de guerra contra Rusia, a la vez que aprueba el rearme de Alemania. Al mismo tiempo, Estados Unidos dice luchar contra los narcotraficantes en el mar Caribe y contra Irán en el océano Índico, cuando en realidad amenaza a Venezuela e Irán con sendas intervenciones militares.
Enésima reelaboración del “plan de paz” para Ucrania, presentada por el Consejo Europeo, reunido en Bruselas, sólo 3 días después de la reunión de Berlín entre un grupo de dirigentes europeos y los representantes de la administración Trump. Veamos, en síntesis, el contenido de la Declaración Final:
«Los líderes apreciaron la fuerte convergencia entre Estados Unidos, Ucrania y europea. Los líderes estadounidenses, como los europeos, se comprometieron a colaborar para proporcionar:
1 - un apoyo constante a las fuerzas armadas ucranianas, que deben mantenerse en tiempo de paz en 800 000 hombres para defender su territorio;
2 - una “fuerza multinacional para Ucrania” suministrada por la coalición europea de voluntarios y respaldada por Estados Unidos, incluso a través de operaciones en el interior de Ucrania;
3 - un compromiso jurídicamente vinculante a adoptar medidas para la seguridad en caso de futuro ataque armado, incluyendo el uso de la fuerza armada;
4 - la necesidad de que Rusia pague reparaciones a Ucrania por los daños causados: con ese fin los bienes soberanos rusos en la Unión Europea han sido inmovilizados. [Sigue sin aceptarse el plan de utilizar esos fondos rusos para financiar a Ucrania. Pero, durante los dos próximos años, la Unión Europea entregará a Kiev otros 90 000 millones de euros provenientes de su propio presupuesto, o sea de los bolsillos de los contribuyentes europeos. Nota de Red Voltaire.]
5 - el fuerte apoyo a la adhesión de Ucrania a la Unión Europea.
Los dirigentes reafirmaron que las fronteras internacionales no deben ser modificadas por la fuerza y que las decisiones sobre el territorio son cosa del pueblo ucraniano, y estuvieron de acuerdo en que ciertas cuestiones tendrán que ser resueltas en las fases finales de las negociaciones. Precisaron seguidamente que todo acuerdo deberá proteger la seguridad y la unidad a largo plazo del área euro-atlántica y el papel de la OTAN en cuanto a suministrar una fuerza de disuasión.»
Rusia ha precisado en todo momento que no aceptará en ningún caso el despliegue de tropas occidentales en Ucrania, y mucho menos en el marco de la OTAN.
El porqué es evidente: la razón fundamental por la que Rusia intervino militarmente en Ucrania es que la OTAN, bajo las órdenes de Estados Unidos, se extendió cada vez más hacia el este y que, con el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, este país fue utilizado para atacar a Rusia arremetiendo militarmente contra la población rusoparlante de Donbass y de Crimea.
Lo que Rusia pide hoy es no sólo recuperar esos dos territorios –Crimea ya se reintegró a la Federación Rusa mediante un referéndum popular– sino que no haya tropas occidentales –dotadas incluso de armas nucleares– cerca de sus fronteras, independientemente de que esas fuerzas militares sean o no tropas de la OTAN.
En resumen, la última variante del “plan de paz” hace imposible el fin de la guerra. Pero eso es precisamente lo que quieren quienes encabezan el partido de la guerra, aquellos que quieren una Europa desgarrada y por consiguiente todavía más sometida a la dominación estadounidense.
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La Unión Europea da a Alemania luz verde en el terreno de los gastos militares. La Comisión Europea anunció que exime a Alemania de las normas presupuestarias habituales en el ámbito militar.
Como ejemplo emblemático, aunque no único, está el hecho que la firma alemana Rheinmetall está fabricando para Ucrania más munición de artillería de gran calibre que el volumen total que produce todo el complejo militar estadounidense. Las acciones de Rheinmetall se han revalorizado alrededor de 15 veces desde 2022. Esa empresa está valorada hoy en alrededor de 80 000 millones de dólares, más o menos como las grandes industrias de guerra estadounidenses Lockheed Martin y General Dynamics.
Al mismo tiempo, por primera vez desde su creación, la alemana Volkswagen ha detenido la producción de automóviles en una de sus fábricas en Alemania, la de Dresde, inaugurada en 2001. La explicación de esa medida está en el derrumbe de la demanda y los elevados aranceles que Estados Unidos le impone. Debido a ello, ya se auguran fuertes reducciones de salarios y numerosos despidos.
Ante la situación de desmantelamiento del derecho internacional tanto en la escena europea como en otros escenarios de guerra, regresa al primer plano la “ley de la piratería”. En el mar Negro y en el Mediterráneo son cada vez más frecuentes los ataques contra tanqueros rusos perpetrados con drones, ataques formalmente ucranianos pero de hecho orquestados por la OTAN ya que su ejecución exige el uso de medios satelitales militares que sólo posee la OTAN.
La “ley de la piratería” también se impone en el mar Caribe, donde las fuerzas navales de Estados Unidos que asedian a Venezuela –el país que dispone de las reservas petroleras comprobadas más grandes del mundo– abordan y confiscan tanqueros cargados de petróleo venezolano. Lo mismo sucede en el océano Índico, donde fuerzas estadounidenses abordaron e incautaron un buque cargado de productos industriales chinos destinados a Irán, aduciendo se trataba de productos de doble uso –civil y militar– y que Irán podría usarlos para fabricar misiles que pudieran ser utilizados contra Israel.
Al mismo tiempo, Washington anuncia que venderá a Taiwán armamento moderno por un monto de 11 000 millones de dólares.
Análisis: Colombia y Venezuela frente a la tormenta
Juan Gabriel Caro Rivera
La actual presión que Estados Unidos está ejerciendo sobre Venezuela sin duda se inscribe en el intento del actual gobierno estadounidense de recuperar su hegemonía en el continente. De hecho, el último documento de Estrategia de Seguridad Nacional publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos declara abiertamente en la página número 16 que: “Después de años de abandono, Estados Unidos reafirmará y hará cumplir la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, y para proteger nuestra patria y nuestro acceso a geografías clave en toda la región. Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro Hemisferio”. Estas palabras deben entenderse como un llamado al intervencionismo más puro y al comienzo de una serie de invasiones sobre toda América Central y del Sur para que Estados Unidos recupere el control de la región, expulse a potencias extranjeras que tienen intereses económicos en la zona (principalmente China) y restablezca su base de poder en una serie de conflictos futuros.
Ahora bien, desde principios de este año, tras su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump, junto con el Secretario de Estado Marco Rubio, comenzaron una campaña agresiva en contra de todos los gobiernos de América Latina que veían como un obstáculo para la hegemonía estadounidense. Trump comenzó una campaña en contra del presidente colombiano Gustavo Petro, muy cercano al Partido Demócrata y al caucus progresista de Bernie Sanders, por su acercamiento a Venezuela y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Esta campaña se plasmó en la imposición de aduanas a los productos provenientes de Colombia, el deterioro de las relaciones entre los dos países, la inclusión de Petro en la lista Clinton de narcotráfico, la retirada del pasaporte estadounidense a los principales colaboradores del gobierno del presidente colombiano y la absolución de Álvaro Uribe, principal aliado de los neoconservadores estadounidenses. Todas estas acciones van dirigidas a impulsar un cambio de régimen en Colombia con tal de consolidar la posición de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. A estas acciones se suman la destitución de Dilma Boluarte en el Perú debido a su cercanía con China y la intervención de Estados Unidos en Honduras. Finalmente, vale la pena aclarar que la posición del presidente Gustavo Petro ante la ofensiva estadounidense ha sido caracterizada por una enorme ambigüedad, marcada por un enfrentamiento abierto, un intento de reforzar las relaciones con Venezuela, pero también felicitando a María Corina Machado como premio nobel de paz, denunciando la falta de democracia de Venezuela y llamando a Nicolas Maduro Moros a abandonar el poder y permitir una transición democrática ante una ofensiva imperialista.
Por su parte, Venezuela ha comenzado una movilización general intentando prepararse para el inminente ataque de Estados Unidos. Las autoridades venezolanas han sido declaradas abiertamente por Estados Unidos como parte de una red de “narcoterrorista” que siembra el caos en todo el Hemisferio. Estados Unidos ha decidido restablecer su hegemonía sobre América Latina recurriendo una vez más a la amenaza del terrorismo, pero, esta vez, en lugar de agitar el fantasma del islam radical y su amenaza para los países de la OTAN, Europa y Norteamérica, ha designado como principal amenaza a los carteles de las drogas que operan en toda la región. En lugar de hablar del islamofascismo terrorista, ahora se habla de un narcoterrorismo que domina países como México, con el cual Estados Unidos comparte frontera, Colombia y Perú y que tiene su centro de operación en Venezuela, cuya cúpula política haría parte del Cartel de los Soles, una red terrorista y narcotraficante que mueve la economía sumergida de todo el Hemisferio. En definitiva, Estados Unidos esta usando la misma retórica que ha estado usando desde hace dos décadas para justificar sus invasiones en el Medio Oriente, pero ahora que se ha alejado de está región, sumida en el caos más absoluto, ahora planea lanzarse a una serie de intervenciones en su Hemisferio intentando redibujar el mapa a su antojo.
La ofensiva militar de Estados Unidos contra Venezuela, que viene acompañada de una acumulación creciente de fuerzas en las fronteras de ese país, van de la mano de una ofensiva diplomática bastante fuerte: pequeños países del Caribe como Trinidad y Tobago, Granada y Dominica han aceptado las solicitudes de Estados Unidos para instalar bases militares y radares. Todos estos países, por cierto, limitan con Venezuela. También Estados Unidos y Guyana han reforzado sus relaciones militares y acaban de firmar un acuerdo de defensa y armamento. Guyana es otro país que limita con Venezuela y las tensiones entre estos dos países han aumentado en los últimos dos años debido a que Venezuela reclama como territorio propio la Guyana Esequibo, donde el gobierno venezolano ha intentado celebrar una serie de referendos para anexarse este territorio. A esto se suman las bases militares colombianas, las cuales desde hace mucho tiempo se usan para desestabilizar a Venezuela. Este reforzamiento del cerco militar a Venezuela y el traslado de tanto equipo militar tan cerca de sus fronteras demuestra que la intención de Estados Unidos de intervenir en este país es real y que la movilización de tantos recursos diplomáticos y militares no es una prueba de fuerza, sino que da claras señales de que se producirá una intervención.
Sin embargo, la actual intención de Estados Unidos no es llevar a cabo una ocupación militar prolongada de Venezuela. Las últimas ocupaciones militares de los Estados Unidos en Medio Oriente, como lo dejaron claro Irak y Afganistán, fueron un fracaso consumado. En Irak, la retirada del ejército estadounidense llevó a prácticamente el desmoronamiento del Estado iraquí y el auge de ISIS que llenó el vacío de poder dejado por Estados Unidos. En Afganistán se repitió la misma historia, donde los Talibán volvieron al poder una vez Estados Unidos se retiró. Es por eso que muchos analistas suponen que Estados Unidos se limitará a lanzar operaciones especiales y bombardeos sobre la infraestructura venezolana, llevando a cabo ataques selectivos que busquen eliminar a los actuales dirigentes venezolanos y crear una situación de inestabilidad que permita a la diáspora venezolana, leal a Occidente y hace poco coronada en Oslo como alternativa al poder chavista (Edmundo Gonzales y María Corina Machado), asumir las riendas del Estado. No obstante, la destrucción de la actual élite política venezolana podría abrir una caja de pandora que desestabilice toda la región: Venezuela es un país lleno de equipo militar y numerosas fuerzas políticas paralelas como guerrillas colombianas (ELN, FARC) que operan en su territorio, milicias bolivarianas leales al actual gobierno venezolano, bandas criminales que operan en la economía sumergida, etc. La destrucción del Estado venezolano por parte de Estados Unidos simplemente dinamitará el país y activará todas estas fuerzas centrifugas que operan en ese territorio, provocando un colapso y una posible guerra civil que dure décadas, parecido a los casos de Siria y Libia. Estados Unidos no está dispuesto a llevar una ocupación a largo plazo de Venezuela poniendo a sus tropas sobre el terreno, lo que posiblemente causará que no sean los partidarios leales a Occidente quienes tomen el poder, sino que varios grupos armados se disputen el dominio de sus respectivos territorios. Por otro lado, Colombia y Brasil serán los países que cargarán con la mayor parte del costo de la intervención estadounidense en Venezuela. Trump también ha amenazado que esta operación sobre Venezuela se extenderá a Colombia y que después de encargarse de Maduro irá por Petro.
Cual será el resultado de la posible intervención de Estados Unidos en Venezuela es un misterio, pero sin duda las diferentes posibilidades resultan aterradoras.