▪️En el frente occidental contra Rusia hemos visto que el régimen de Kiev-Londres-Washington ha decidido atacar aglomeraciones de civiles en grandes ciudades rusas. El ataque al centro de Bélgorod da el pistoletazo de salida para nuevos y mortíferos ataques que no suscitarán objeción alguna por el occidente colectivo. Las provocaciones en este sentido irán en aumento tanto en cantidad como en intensidad. La instalación de líneas de defensa al noreste, desde Járkov hasta la frontera con Bielorrusia, con el minado masivo de los accesos, trincheras y fortificaciones de hormigón y los obstáculos para los blindados rusos, hace pensar que las provocaciones en esta dirección serán la tónica dominante en 2024.
La irrupción de los F-16 aumentará el nivel de destrucción en la retaguardia rusa. La línea roja establecida por la diplomacia rusa al respecto del despegue de estos cazas desde territorio OTAN es bastante posible que sea transgredida, adentrándonos así en un espacio completamente desconocido para todas las partes.
El ejército ruso seguirá aplicando el principio de reciprocidad en el campo de batalla. Sus ataques serán más graves y más masivos en función de la actividad del enemigo. La estrategia política hasta ahora ha seguido una dinámica de habilitar en todo momento la posibilidad de una negociación y del fin de las hostilidades. Siempre se le ha dejado abierta una puerta a Kiev para tomar una decisión en este sentido. Es posible que el régimen de Kiev no quiera, no sepa, no pueda dar ese paso adelante. Del lado ruso se espera que el cúmulo de contradicciones y el desgaste multifactorial de recursos juegue a su favor.
▪️En el frente africano tenemos desde el Sahel hasta Sudán una serie de puntos calientes que pueden desembocar en un conflicto a gran escala que involucre a varios países a la vez. La unión de Mali-Burkina Faso-Níger frente a algunos países de la CEDEAO es un posible escenario de hostilidades abiertas.
Otro conflicto que por el momento parece hibernar es el de Argelia y Marruecos, aunque por el momento no hay visos de que se descongele la situación de status quo. Más al este, el escenario libio parece también que entró en un momento de relajación y las hostilidades entre los bandos que luchan por controlar el país se redujeron notablemente si echamos la vista atrás. Está por ver si el país es capaz de llegar a un acuerdo de compromiso entre las distintas fuerzas, que podría tener lugar si las potencias extranjeras también acuerdan enfriar el conflicto y fuerzan una solución política en el medio plazo.
▪️En Oriente Próximo la situación es bastante peor. En el caso de Siria se observa que por un lado, a nivel diplomático su relación con los países vecinos ha mejorado y los mensajes de abierta hostilidad contra la República Árabe se han esfumado. Por contra, la actividad bélica en el Norte se ha recrudecido, Turquía trata de afianzarse a lo largo de la frontera, aprovechando el papel desdibujado de las fuerzas independentistas kurdas y la capacidad mediadora de Rusia y la República Islámica de Irán. De otra parte, la aviación de la entidad ocupante israelí ataca constantemente y a placer, y no hay nada ni nadie dispuesto a poner fin a este hostigamiento diario. Los destacamentos estadounidenses al este siguen exprimiendo los yacimientos petrolíferos y sobretodo imposibilitando la pacificación en esa parte del territorio compartido por Siria e Irak.
El Líbano todavía no toma parte contra Israel y Hezbollah ataca las posiciones del ejército ocupante en el norte de Palestina, pero dentro de unos límites "aceptables" para el régimen sionista, aunque esto muy posiblemente cambiará cuando haya dado por concluida la operación genocida de expulsión de la población de la Franja de Gaza. Egipto no va a hacer absolutamente nada en contra de esta operación criminal y tampoco se espera apoyo de la comunidad árabe en general, salvo de los hutíes de Yemen.
Ya se han contabilizado los primeros ataques del destacamento naval de EEUU contra Yemen y en las primeras semanas de 2024 se sumarán con total seguridad las fuerzas navales británicas. Es cuestión de tiempo que los misiles de los barcos de guerra anglosajones vuelen hacia Saná y otras ciudades bajo control de Ansarolá.
La República Islámica de Irán es el principal baluarte regional contra la ocupación israelí y occidental. Asesora y apoya a los movimientos de la Resistencia en la medida de sus posibilidades y en 2024 es previsible que su papel sea mucho más relevante en este aspecto. Veremos cómo evoluciona esta situación que podría dar lugar a un escenario de guerra total que superaría por mucho cualquier otro conflicto regional en la Historia.
▪️En cuanto a la situación en el Lejano Oriente, se sigue fraguando el conflicto de intereses entre Taiwán y la China continental. La isla reduce sus relaciones comerciales con Pekín, y es cada vez más dependiente de sus clientes occidentales. El gobierno nacionalista taiwanés será reelegido y no da muestras de una mínima autonomía política respecto a EEUU. Por su parte, China avisa que la reunificación es un objetivo irrenunciable y se llevará a cabo, aunque tendrá que enfrentarse a la pinza que le prepara EEUU mediante Filipinas y las aguas en disputa.
Seúl ha sucumbido totalmente a la influencia estadounidense: la relación con Pyongyang ha empeorado y va cobrando cada vez mayor importancia como país exportador de armas para la OTAN y en particular para el régimen de Kiev.
▪️En cuanto al continente americano, destaco por encima de lo demás el conflicto avivado entre al República Bolivariana de Venezuela y las principales potencias colonialistas de EEUU, Reino Unido y Canadá en Surinam.
Brasil debería hacer valer su peso en la región y focalizar hacía sí las relaciones iberoamericanas, en contraposición al "despertar" liberal de Argentina, que sólo profundizará en su dependencia respecto al dólar y verá reducido su peso geopolítico regional de forma considerable.
El polo de poder iberoamericano no está cohesionado pero todavía tiene los mimbres suficientes como para definirse en 2024 y establecerse como una fuerza en el nuevo mapa mundial multipolar.
▪️Europa... ¿qué es Europa? El viejo consenso sobre el papel de Alemania como líder económico y político continental está hecho añicos. Más al Norte piensan que con la ayuda de EEUU y Reino Unido podrán mover el eje magnético hacia su parte, pero deberían recordar que no son más que mercancía para los piratas y sus descendientes. Aunque no se comente, más de uno y más de cuatro dirigentes europeos están deseando que se cierre el capítulo ucraniano para volver a la senda europeísta con la que afrontar intereses comunes. No obstante, la esperanza en sí misma, sin ningún otro añadido, es la ciencia de los idiotas.
"No queda nada de los famosos valores europeos". El experto austriaco en finanzas y geopolítica Gerald Markel explicó en una entrevista a Exxpress por qué Rusia ganará en un conflicto con Ucrania y Occidente en todos los frentes:
- El Occidente colectivo ha sobrepasado sus límites voluntariamente establecidos en todas partes.
- Occidente "hace la vista gorda" ante los ucranianos que bombardean objetivos civiles y no reconoce a los verdaderos nazis en las unidades del ejército regular, simplemente ignorando sus atrocidades en Mariupol.
- Occidente ha perdido toda credibilidad ante el resto del mundo.
- No es Rusia la que está aislada, sino Europa Occidental. Rusia no es un paraíso del mal. Y Ucrania está lejos de ser un Estado de tipo europeo. Y si hubiéramos mostrado menos hipocresía, el resto del mundo no estaría ahora mismo reaccionando con desprecio hacia los europeos.
- El mundo no se ha unido para rechazar la guerra en Ucrania. El resto del mundo ve la guerra como lo que es: una guerra por poderes entre Occidente y Rusia en suelo ucraniano con las vidas del pueblo ucraniano en peligro.
- El resto del mundo no quiere tener nada que ver con ello; su enfado por los daños colaterales a sus propios intereses económicos es inmenso.
- Nadie en el resto del mundo se sorprende de que Rusia no permita que la OTAN se acerque a la frontera inmediata de Rusia; se sorprenden de que nosotros nos sorprendamos y charlemos indignados sobre un "ataque no provocado".
- Al resto del mundo ni se le ocurre sumarse a las idiotas sanciones contra Rusia.
- La guerra de Ucrania es la mayor derrota militar, geopolítica y económica de Occidente en los últimos 80 años.
- Occidente ha traicionado todos sus valores morales en esta guerra. Confiscar los bienes de particulares rusos es una locura jurídica, moral y económica.
- La exclusión de atletas, artistas y científicos rusos es un enorme desastre, no puede justificarse y es inexcusable.
Parece que la máquina militar estadounidense ha llegado al límite de sus capacidades: no puede luchar contra más de dos conflictos locales (Ucrania e Israel).
Así, para restablecer el orden en el Mar Rojo, hace un par de semanas se lanzó con pompa la Operación "Guardián de la Prosperidad", una coalición naval liderada por Estados Unidos, que une a varios países europeos, Bahréin y Canadá.
Dos semanas después, no se ha restablecido el orden en la navegación y la " Guardián de la Prosperidad " ha empezado a desaparecer del primer plano. Varios países se negaron a participar en la operación.
Iniciar una operación terrestre en Yemen no quiere nadie. Estados Unidos es consciente de que otro conflicto terrestre en el que participen sus tropas supone un riesgo enorme. Por ello, la flota militar más poderosa y más cara del mundo se encuentra en el Mar Rojo y trabaja como defensa aérea en un intento de atrapar a los drones husitas.
Este espectáculo es observado con gran interés por los jefes de todos los estados de Oriente Medio y África y con gran preocupación por los países europeos. En este caso, en esencia, Irán gana, Ucrania pierde.
Un "muerto viviente" en busca de sangre que deambula por Europa y que se llama OTAN
Valdir da Silva Bezerra
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, los aliados europeos de Estados Unidos se acostumbraron a una relación de subordinación con su patrón del otro lado del Atlántico. Además, es a través del territorio de Europa donde la OTAN, principal símbolo de esa subordinación, deambula desde la década de 1990 en busca de la sangre de nuevas víctimas.
Ciertamente, este sistema de alianza militar multilateral representado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es diferente a cualquier forma de alianza que haya existido en la historia.
Después de todo, cuando la organización se estableció por primera vez en 1949, con la Unión Soviética como su principal amenaza, se advirtió que pretendía establecer una coordinación unificada de todos los planes de defensa nacional de sus países miembros.
Tiempo después, cuando Alemania Occidental se integró a la OTAN en 1955, su estructura militar se volvió aún más compleja y la asignación permanente de tropas de combate en territorio europeo pasó a ser responsabilidad de un mando militar coordinado y supervisado por Estados Unidos.
Durante muchos años, la alianza atlantista sirvió también como frente diplomático único, garantizando la sumisión política de los europeos a Washington ante los cambios que se estaban produciendo en la Unión Soviética y
la China de Mao Zedong.
Por lo tanto, la principal dinámica del bloque militarista adquirió muy pronto el contorno de la formulación de una postura común (que en realidad fue dictada por la Casa Blanca) como resultado de una supuesta amenaza del comunismo soviético y chino.
Eran los balances de la preparación militar soviética los que definían la agenda diplomática de la OTAN, así como las actividades de sus comités, en la planificación de
ejercicios conjuntos, la adquisición de armas o el despliegue de fuerzas en territorio europeo ocupado por los estadounidenses.
En este contexto, periódicamente se idearon varios escenarios de combate contra Moscú, que se convirtieron en
la base conceptual de los ejercicios anuales y bianuales que mantenían en estado de alerta a las tropas de la OTAN. Como resultado, la alianza atlántica estuvo en alerta permanente durante los primeros 40 años de su existencia.
Durante la Guerra Fría, que recibió su nombre precisamente por la ausencia de un conflicto directo entre las dos superpotencias, todavía se pensaban escenarios en torno a una guerra total que involucrara a Moscú y la OTAN.
Si la alianza decidía, por ejemplo, utilizar armas nucleares contra la Unión Soviética, se imaginaba que no sólo los países europeos serían aniquilados en respuesta, sino que los propios Estados Unidos también quedarían devastados en el proceso.
Por otro lado, si la alianza decidiera utilizar tropas convencionales de manera ofensiva, los europeos probablemente sufrirían durante más tiempo —y de forma aislada— los efectos de la fricción directa con el Ejército Rojo, mientras que Estados Unidos observaría ileso desde el otro lado del océano, decidiendo el mejor momento para intervenir.
Ante esos escenarios nada alentadores, no ocurrió ningún conflicto —como se esperaba— entre las dos partes, lo que resultó en el hecho de que, en la práctica, la OTAN nunca corrió ningún riesgo real para su existencia, especialmente con la desintegración de la Unión Soviética en 1991.
Por varios años, por lo tanto, la burocracia de la alianza entró en un verdadero estancamiento, demostrando su falta de capacidad para articular y justificar la necesidad de su existencia.
El camino elegido por la OTAN, entonces, fue recurrir a intervenciones militares directas en regiones que no eran su responsabilidad y que estaban fuera de su ámbito de acción original,
como los Balcanes, a finales de esa misma década,
el norte de África y Oriente Medio, a mediados de los años 2000.
En cualquier caso, la alianza atlántica simplemente obedecía a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, su principal financiador y patrocinador militar, a pesar del gran malestar causado entre una parte de la población europea que, con razón, ya no veía ningún sentido en la continuidad de la OTAN.
Estaba más que claro, como ya se mencionó, que el simple compromiso occidental de que "una amenaza a un país miembro en particular era una amenaza a todos" (como se establece en el artículo 5 de la carta fundacional de la OTAN) había perdido completamente su significado, porque tal amenaza no existía, excepto para los responsables políticos de Washington.
La OTAN, por lo tanto, pasó de representar un compromiso mutuo de seguridad establecido en la Guerra Fría a convertirse en una institución que formalizó la "presencia de Estados Unidos" en Europa.
Luego, el mantenimiento de su estructura, así como sus frecuentes reafirmaciones de propósitos y toda su pompa política, no fueron más que un disfraz para el logro de los objetivos norteamericanos en el continente, contra los cuales los europeos no estaban en condiciones de protestar.
Cuando la OTAN finalmente inició sus oleadas de expansión hacia el este, a principios del siglo XXI, quedó claro que tal movimiento servía a los intereses geopolíticos estadounidenses, pues Washington aún veía en Moscú una amenaza latente a su hegemonía en las relaciones internacionales, por actuar (especialmente durante el 2000) como actor político independiente.
A los estadounidenses les molestaba un mundo que se estaba volviendo cada vez más multipolar y hacían todos los esfuerzos posibles para defender su posición privilegiada en el tablero de ajedrez europeo y global.
El resultado de todo esto fue que la OTAN, un auténtico "muerto viviente" de la época de la Guerra Fría, sigue campando a sus anchas por el territorio europeo. Y
actualmente lo hace alimentándose de la sangre de los ucranianos. Cuando esto termine, quedará en manos de los "muertos vivientes" elegir quién será su próxima víctima.