Peter Logghe
En el último número de la revista alemana Cato, Magazin für neue Sachlichkeit, el filósofo y columnista Michaël Andrick (nacido en 1980) escribe lo siguiente: "La eliminación de libros de las bibliotecas y de personas de la sociedad sigue siempre el mismo principio: el odio a los disidentes, a los comportamientos y a las ideas disidentes. Si este movimiento de anulación en Occidente sigue su curso sin ser perturbado, acabará en la idiotez y la ceguera moral-política".
Resulta especialmente preocupante que esta locura pseudorreligiosa parezca estar calando sobre todo en lo que antaño fueron los templos europeos del librepensamiento: nuestras universidades. Especialmente en los países anglosajones, este movimiento de rasgos blandos-totalitarios parece estar calando bien.
Nos gustaría confrontarles con la siguiente historia. En octubre de 2023, la Biblioteca de la Universidad de Cambridge pidió a sus bibliotecarios que elaboraran una lista de "libros problemáticos" para poder decidir qué hacer con ellos. Informó el periódico inglés The Sunday Telegraph.
La nota de la biblioteca universitaria decía: "Nos gustaría que todos nuestros colegas de Cambridge nos dijeran qué libros consideran problemáticos (por la razón que sea, no sólo en relación con temas de descolonización), para que podamos publicar una lista de ejemplos en la intranet de los bibliotecarios de Cambridge y decidir qué hacer con cada uno". El periódico británico informa de que el Pembroke College ha informado a su personal y le ha pedido que colabore en la creación de la lista de libros "negros". Más adelante, el Pembroke College asesorará a sus bibliotecarios y lectores sobre cómo tratar estos libros.
Y, oh no, no se trata de censura blanca (disculpen el patético juego de palabras), dice la Biblioteca de la Universidad de Cambridge (¡fundada en 1209!): "Las Bibliotecas de la Universidad de Cambridge no censuran, ponen en listas negras ni retiran libros a menos que estén prohibidos penalmente por las leyes del Reino Unido. Nos comprometemos a entablar un diálogo con nuestros colegas para que en el futuro podamos seguir estableciendo debates abiertos y honestos con los lectores sobre cómo recopilamos y por qué."
Caliente y frío al mismo tiempo. Nada de censura, sino "listas de libros problemáticos" y, más adelante, "directrices sobre cómo tratarlos como lectores o bibliotecarios": ¿en qué se diferencia esto de la censura? El Dr. James Orr, profesor de la Universidad de Cambridge, respondió de inmediato: "Crear un índice de libros problemáticos para un bando sobre un tema concreto -un tema sobre el que tanto los académicos como el público están particularmente divididos- sería un hecho oscuro y desagradable. Socavaría finamente la legítima reputación de la Biblioteca Universitaria como una de las mejores instituciones de este país".
La Biblioteca Universitaria de Cambridge ha anunciado que continuará con sus "esfuerzos".
"Dondequiera que uno quema libros, acaba por quemar personas".
Heinrich Heine (1797-1856)