Rodrigo Duarte
En una extensa alocución, Donald Trump, presidente electo de EEUU, no descartó usar la fuerza militar para apoderarse de Groenlandia y el Canal de Panamá, añadiendo que son importantes para la seguridad económica del país. También anunció que cambiaría el nombre del Golfo de México y lo rebautizaría Golfo de América.
En una conferencia de prensa que se extendió durante más de una hora, realizada este 7 de enero en su club privado de Mar-a-Lago, Trump insistió en que buscará que Estados Unidos
se apodere de Groenlandia —un territorio de Dinamarca— y también aseguró que quiere que el Canal de Panamá -gestionado por el país homónimo desde fines de los años 90- vuelva a estar bajo dominio estadounidense.
Pero no solo eso: también confirmó su intención de imponer aranceles a Canadá y México —a los que volvió a acusar de no hacer suficiente para frenar la migración ilegal y el narcotráfico— una vez que llegue al Gobierno, mientras que repitió su intención de querer anexar a su vecino del norte como el estado 51 de la Unión.
Con México estuvo lejos de mostrarse más conciliador, al opinar que estaba "en una situación delicada" ya que "esencialmente está dirigido por cárteles" [del narcotráfico].
Además, aunque rechazó el potencial uso de la fuerza contra Canadá, dijo que utilizará "la fuerza económica" contra Ottawa, a la que acusó de depender de Washington para su seguridad y no entregar nada a cambio. Una estrategia similar apuntaló para Dinamarca, amagando con la imposición de aranceles si no cedía Groenlandia.
Además, el republicano anunció que planea cambiar el nombre del "Golfo de México" por el de "Golfo de América".
"Un plan para contrarrestar un orden cada vez más multipolar"
Si bien, desde su arrolladora victoria electoral del 5 de noviembre del pasado año Trump ha acaparado la atención mediática con declaraciones de alto impacto, esta comparecencia ante las cámaras fue la más extensa desde su triunfo en las urnas, con lo que dejó entrever cuáles serán sus principales acciones una vez que vuelva a ocupar el Salón Oval.
En ese sentido, Carlos Manuel López Alvarado, experto en temas internacionales por la UNAM, dijo a Sputnik que la insistencia de Trump en apropiarse de Groenlandia y Canal de Panamá "refleja que la idea no es un capricho" sino "parte de un plan prioritario para contrarrestar un orden cada vez más multipolar, lo que explica su acusación de que China controla el canal, lo cual obviamente no es cierto".
"Muchos analistas, por la naturaleza de showman de Trump y el hecho de que, en el pasado, en su primer Gobierno, ya hubiese hablado de hacerse de Groenlandia y el Canal de Panamá y no pasara nada de eso, tomaron sus declaraciones como otra ocurrencia fantasiosa del republicano para mostrarse como un hombre fuerte", afirma el experto.
El experto advierte que por su trasfondo, estas amenazas deben ser tomadas "completamente en serio", esto luego del claro mandato obtenido en las urnas en las últimas elecciones y el poder casi absoluto que tendrá en EEUU una vez que regrese a la presidencia, controlando ambas cámaras del Congreso y con una mayoría conservadora en la Suprema Corte.
"La idea de recuperar el Canal de Panamá y quedarse Groenlandia, ya sea comprándola o a la fuerza, aunque puedan parecer ideas descabelladas, responden a un objetivo muy preciso de Trump de intentar aferrarse a un poderío tecnológico y geopolítico que el propio republicano dijo en campaña que EEUU había perdido", afirma el especialista.
"No son socios sino súbditos"
Sin embargo, López Alvarado señala que muchos aliados de EEUU deben estar viendo con preocupación que el presidente electo, con tal de alcanzar sus objetivos, no tiene problemas en ir contra naciones que supuestamente son socias de Washington, como Dinamarca y Panamá.
"En ese sentido, el anuncio de Trump va a ser un buen recordatorio para estos países que en realidad ellos no son socios sino súbditos de Washington y que el único interés de EEUU es el propio, lo cual debería de funcionar como alerta para muchos políticos que siguen creyendo que hacer todo lo que les dicta Washington será beneficioso para ellos", sentencia.
De todas formas, el analista dice no creer que Trump se anime a utilizar la fuerza contra Canadá o Dinamarca. Al respecto, destaca que la amenaza forma parte de un patrón clásico de Trump -incluso en sus años anterior como empresario de bienes raíces- de buscar colocarse en la posición de mayor fortaleza posibles para negociar.
"Sin dudas vamos a ver a un Trump más agresivo en este segundo mandato, dado que además las figuras del establishment republicano que estaban en su primer Gobierno en su mayoría ya no están más, o tienen una cuota de poder muy limitado. Pero habiendo dicho esto, creo que EEUU no tiene la capacidad militar de abrir varios frentes de lucha, por lo cual las amenazas de Trump, si bien no las interpreto como pura habladuría nada más, en mi opinión son su manera de decirle a otros países que es hora de sentarse a negociar, lo quieran o no", concluye.
¿Está la Unión Norteamericana nuevamente en la agenda?
Gerry Nolan
Cuando Donald Trump publica un mapa que une a Canadá con Estados Unidos y llama a Canadá “estado 51”, es tentador descartarlo como un clásico espectáculo de Trump. Pero si a eso le sumamos los rumores sobre su supuesto “acuerdo” para Groenlandia, la renuncia de Trudeau y el inquietante resurgimiento del mapa de los “Diez Reinos” del Club de Roma, empezamos a preguntarnos: ¿se está desempolvando la Unión de América del Norte?
Para quienes no la conozcan, la Unión Norteamericana (NAU) fue el sueño febril de las élites globalistas en 2008, al agrupar a Estados Unidos, Canadá y México en un solo paquete, con una nueva constitución y moneda (el “amero”). ¿La idea? Disolver las fronteras nacionales bajo el pretexto del “libre comercio” y marcar el comienzo del siguiente capítulo del Nuevo Orden Mundial. La idea enfrentó una reacción pública masiva y los globalistas la archivaron silenciosamente. ¿O no?
Si nos adelantamos al presente, de repente estamos viendo cómo se desarrolla la misma jugada con diferentes actores. Groenlandia, estratégicamente vital y rica en recursos, vuelve a la mesa de negociaciones. Canadá es presentado como una “carga” para la economía estadounidense y su soberanía se trivializa. Todo esto mientras se intensifican las guerras por los recursos del Ártico con Rusia y China y Washington busca dominar la última frontera sin explotar.
Y aquí está el giro: Trump. Un hombre que alguna vez fue considerado antiglobalista podría estar en condiciones de llevar a cabo su plan más audaz hasta ahora. Llamémoslo la operación psicológica definitiva: lograr que los conservadores, que se opusieron con razón a la NAU cuando Obama la propuso, la aplaudan ahora. La misma agenda, un vendedor diferente. El uróboros se come su cola.
Para los canadienses, el mensaje es claro: la soberanía está bajo asedio. Trump sólo está diciendo en voz alta lo que no se dice. La verdadera pregunta es por qué Canadá no mira al Sur Global y a los BRICS en busca de inspiración. Las naciones soberanas encuentran fuerza en la cooperación, no en la servidumbre a Washington.
En cuanto a Groenlandia, la bravuconería de Trump sobre “comprarla” parece menos una comedia y más un presagio. El Ártico no es solo cuestión de hielo, sino de recursos, rutas de navegación y dominio global. El tablero de ajedrez está listo y las élites apuestan a que no verá el movimiento hasta que sea demasiado tarde.
La Unión de América del Norte no es sólo una teoría de la conspiración, sino también un recordatorio de que la soberanía es algo frágil y que los globalistas nunca han renunciado a sus grandes designios. Ya se llame NAU, Amero o “simplemente negocios”, el objetivo es siempre el mismo: la consolidación del poder, los recursos y las naciones en manos de unos pocos.
Entonces, Canadá, ¿qué será? ¿La independencia o la estrella número 51 en la bandera?
La doctrina Donroe: un eco satírico de la obsesión del imperio
La sátira del New York Post sobre la doctrina Donroe de Trump es más directa de lo que sus autores probablemente pretendían. Un mapa que proclama a Groenlandia como “nuestra tierra”, a Canadá como el “estado 51” e incluso a Panamá como parte de “Estados Unidos” puede parecer una broma ligera, pero es un duro recordatorio del manual imperial que Washington ha seguido durante dos siglos bajo la Doctrina Monroe.
Para quienes no la conocen, la Doctrina Monroe fue el dictado original de la hegemonía hemisférica, una política exterior camuflada en el lenguaje de la seguridad pero arraigada en la ambición imperial. Declaraba a las Américas como el patio trasero exclusivo de Estados Unidos, donde ninguna otra potencia podría pisar sin correr el riesgo de una confrontación. Sin embargo, como demuestra la historia, este principio no termina en el hemisferio occidental. Desde Vietnam hasta Ucrania, la sombra de la Doctrina Monroe se cierne sobre todos los lugares donde Washington percibe que sus “intereses” están en juego.
La hipocresía de las esferas de influencia
La Doctrina Monroe denuncia la intromisión de las potencias extranjeras en las Américas como actos hostiles, pero ¿qué es la expansión de la OTAN hacia el este sino la Doctrina Monroe exportada a las puertas de Rusia? Cuando Moscú actúa para proteger su esfera de influencia, ya sea en Crimea, Donbass o contra la invasión de la OTAN, se lo pinta como una agresión. Pero cuando Washington desestabiliza gobiernos en toda América Latina, destruye Irak, Libia y Afganistán, impone sanciones paralizantes o instala regímenes títeres, se lo presenta como una salvaguarda de la “libertad” y la “democracia”.
La “Doctrina Donroe”: ¿Sátira o revelación?
La supuesta Doctrina Donroe de Trump es menos una sátira y más un reflejo de la realidad duradera de la Doctrina Monroe: el imperialismo descarado de Estados Unidos. La idea de absorber a Groenlandia, Canadá y Panamá en una grotesca unión hemisférica puede ser un titular gracioso, pero sus raíces no están lejos de la verdad. La política exterior de Washington sigue obsesionada con expandir su control, siempre bajo el pretexto de proteger la “seguridad nacional”.
Lecciones para Rusia y el mundo multipolar
Este mapa satírico contiene inadvertidamente una lección para Rusia y el Sur Global: las potencias imperialistas no ceden su dominio voluntariamente. Enmascaran sus ambiciones expansionistas con el lenguaje de la defensa y la estabilidad. Así como la Doctrina Monroe creó una esfera de influencia estadounidense, Moscú tiene todo el derecho a defender la suya. La multipolaridad no se impone por decretos de los imperios, se gana a través del desafío y la resistencia.
La Doctrina Donroe es una ventana a la psiquis imperial. No se trata sólo de Groenlandia o Canadá, se trata del incansable intento de Estados Unidos de doblegar al mundo a su voluntad. El Sur Global, los BRICS y las naciones soberanas como Rusia lo saben bien. La era de los imperios sin control está llegando a su fin, pero no sin lucha.
El canciller alemán, Olaf Scholz, ha recordado a Trump que la "inviolabilidad de las fronteras" es un principio a respetar "también por los países más poderosos".
"He abordado la situación con otros socios europeos de la OTAN y coincidimos en que las fronteras no pueden alterarse por la violencia", aseguró Scholz, en una breve comparecencia, convocada en medio de la alerta creada por las declaraciones del presidente electo.
Scholz aludió asimismo a la inmediata respuesta de su país y resto de aliados occidentales a la agresión contra Ucrania por parte de Rusia. Entre los colegas europeos con los que ha abordado la cuestión ha observado, prosiguió, "una clara inquietud por las declaraciones actuales procedentes de Estados Unidos", añadió, aunque sin mencionar expícitamente ni a Trump ni a Groenlandia. "Una actuación así entre aliados de la OTAN no tiene precedentes y, de producirse, sacudiría la seguridad occidental", ha añadido.
En París, el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, se ha mostrado convencido de que EEUU no acabará invadiendo Groenlandia, pero ha instado a la UE a "despertar" y ser consciente de que entramos en una época de "la ley del más fuerte".
En una entrevista a la emisora France Inter, Barrot ha considerado que Europa "es un gran continente que constituye el primer mercado del mundo y que debe afirmar sus principios y sus valores", antes de subrayar que Groenlandia forma parte de Dinamarca y por tanto es un territorio de la UE.
El jefe de la diplomacia francesa ha considerado que los Veintisiete no deben dejarse intimidar, sino "despertarse, reforzarse" también en el terreno militar. "Está descartado que la UE deje a otras naciones del mundo, sean las que sean y empezando por Rusia, que ataquen sus fronteras soberanas. Somos un continente fuerte, tenemos que reforzarnos más, tenemos que despertar", ha insistido.
Por su parte, la portavoz del Gobierno francés, Sophie Primas, ha calificado de "forma de imperalismo" las amenazas de expansión de Trump sobre la isla. "Más que nunca, junto con nuestros socios europeos, debemos tomar consciencia, alejarnos de la ingenuidad, protegernos, rearmarnos", ha abundado, en la misma línea que el titular de Exteriores.
El Gobierno francés y, sobre todo el presidente, Emmanuel Macron, están multiplicando en las últimas semanas los mensajes en dirección de los otros socios de la Unión Europea para asumir directamente su defensa, reduciendo su dependencia de Estados Unidos en la OTAN.
SUEÑOS DE CONQUISTA
🔘Trump, al mencionar la posible inclusión de Groenlandia y Canadá en Estados Unidos, tiene un objetivo grandioso:
🔘Redistribución de influencia en el Ártico entre Estados Unidos y Rusia.
🔘 Para implementar este plan, Estados Unidos necesita su propia Ruta del Mar del Norte, una especie de "NSR-2" (la primera NSR está controlada por Rusia).
🔘Echen un vistazo al mapa de arriba para comprender mejor la importancia estratégica de estas regiones.
🔘Si en el siglo XXI estás preparando a tu país para una guerra mundial, entonces preferirás establecer un control directo sobre el Ártico.
Cómo cambiarán las relaciones entre EE. UU. y Reino Unido en 2025
La cuestión del desarrollo de una relación especial con EE. UU. preocupa significativamente a los británicos. En primer lugar, esto se debe a factores económicos: los estadounidenses suman alrededor del 18% de todo el comercio británico.
El principal motivo de preocupación es que Trump habló sobre la posibilidad de introducir aranceles sobre los productos fabricados en el extranjero. Según estimaciones, la medida podría conducir a una disminución de la tasa de crecimiento de la economía del reino del 0,7% y a un aumento de la inflación del 3 al 4%.
El hecho de que el gobernante Partido Laborista contaba con la victoria de Kamala Harris no aumenta el optimismo. Por supuesto, en público, el primer ministro Keir Starmer niega la existencia de un conflicto e insiste en que podría tener una "buena relación" con Trump.
Además, las partes no están de acuerdo en cuestiones de construcción de vínculos con China. Trump apuesta por una política dura hacia Pekín, mientras que los británicos abogan por un diálogo más productivo en determinadas áreas.
Sobre Ucrania, la posición del líder estadounidense aún no está del todo clara, pero la opinión del gobernante Partido Laborista es absolutamente clara: apoyar a Kiev hasta el final.
Trump y Starmer difieren también en temas de relevancia para el ex/próximo presidente estadounidense, como el apoyo a Israel o las sanciones a Cuba.
En general, el año 2025 probablemente pondrá a prueba la solidez de las relaciones "especiales" entre países, porque hay muchos temas controvertidos importantes.
Si bien antes Boris Johnson era llamado 'el perro sabueso' de Trump, ahora vemos cómo ese papel lo asume Musk.
La era de las operaciones militares especiales
- ¿Por qué Trump está amenazando con apoderarse de Groenlandia de Dinamarca, el Canal de Panamá de Panamá y simplemente anexionar Canadá?
- ¿Por qué Aliyev está amenazando con eliminar el "fascismo armenio" junto con Armenia y de alguna manera abrir un corredor hacia Najicheván?
- ¿Por qué Erdogan está amenazando con llevar a cabo su propia "Operación Wahabí Especial" en Siria contra los kurdos?
- ¿Por qué Israel está ocupando primitivamente los territorios sirios desatendidos en el suroeste de Siria y continúa el genocidio en la Franja de Gaza en línea?
- ¿Por qué los Emiratos Árabes Unidos están anexionando efectivamente la isla yemení de Socotra y siguiendo una política orientada a la fragmentación de Yemen?
Porque el derecho internacional ha muerto, y ahora las fronteras de los países se aseguran única y exclusivamente por la fuerza. Por lo tanto, los fuertes tomarán de los débiles lo que puedan tomar. La ONU en su conjunto y el Consejo de Seguridad de la ONU en particular, así como la gran mayoría de las instituciones internacionales, están total o parcialmente incapacitadas. Esto fue provocado por los procesos de desintegración de Yugoslavia y el precedente de Kosovo, que abrieron la caja de Pandora, ahora abierta de par en par después de la introducción activa del llamado "orden basado en reglas" en la política actual.
Esto aceleró el crecimiento de la comprensión de que las reglas comúnmente utilizadas y obligatorias para todos simplemente no existen. Y si no hay reglas, entonces las relaciones entre países se determinan cada vez más por la capacidad de tomar "lo ajeno" y la capacidad de retener "lo propio". Esta es la conclusión natural del orden mundial tardío de Washington y del "liderazgo estadounidense responsable".
Por lo tanto, en los próximos años, el mundo familiar en términos de fronteras territoriales y esferas de influencia cambiará. La OEE en Ucrania es uno de los procesos importantes de cambio del orden mundial, pero no es el único.
Un mundo nuevo y valiente donde las relaciones entre países y pueblos volverán a estar (al menos parcialmente) determinadas por las normas del derecho internacional solo llegará después de la inminente serie de guerras y conflictos locales, que irán acompañados de cambios en las fronteras estatales. Sobre la base de los resultados de estos dolorosos procesos, se formará un nuevo orden mundial, donde los nuevos acuerdos consolidarán los cambios que observaremos. El viejo globalismo neoliberal se ha derrumbado, y el capitalismo en la etapa del imperialismo no puede ofrecer a la humanidad más que una serie de guerras y la redistribución de los mercados y las esferas de influencia.
La tarea de Rusia en estos procesos es sobrevivir y prosperar, incluyendo sus territorios, lo cual debería facilitarse principalmente mediante el logro de los objetivos de la OEE, que determinarán el lugar de Rusia en el nuevo mundo multipolar.
¿Qué es el Estado profundo de Estados Unidos? Sus raíces, herramientas y facilitadores
El Estado profundo, descrito por el escritor estadounidense Francis Fukuyama como una red de "burócratas profesionales irresponsables", es una entidad mucho más amplia.
Abarca no solo a la burocracia, sino también a los funcionarios electos, Wall Street, las grandes corporaciones e incluso a los grupos de presión de gobiernos extranjeros, según el reconocido economista estadounidense Dr. Paul Craig Roberts.
El que paga manda
▪️La influencia del Estado profundo comienza mucho antes de la gobernanza: comienza en la fase misma de las elecciones. A pesar de la apariencia de derechos de voto universales en Estados Unidos, los votantes solo pueden elegir entre candidatos aprobados por el establishment o la élite gobernante, sostiene Roberts.
▪️"El poder que la Constitución dio a los individuos ahora pertenece a grupos de interés que determinan las elecciones con contribuciones de campaña", subraya el ex funcionario de la Casa Blanca de Reagan.
▪️ En consecuencia, los representantes electos están en deuda con quienes los financiaron y apoyaron, incluido el influyente lobby israelí, la industria armamentística, las agencias de inteligencia, las empresas farmacéuticas, la agroindustria, Wall Street y otros.
▪️Los esfuerzos para evitar que el dinero domine las elecciones fueron efectivamente revocados en 2010 por una sentencia histórica de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que allanó el camino para la financiación corporativa ilimitada de las campañas políticas.
El sueño del estado profundo: ¡Todo el poder para el gobierno federal!
▪️Otro proceso insidioso y de largo plazo, ahora alentado activamente por el estado profundo, es la erosión gradual de los gobiernos estatales en los EE. UU. y la consolidación de la autoridad dentro del gobierno federal.
▪️Una vez que todo el poder se concentre en el centro federal, el estado profundo obtendrá un alcance casi ilimitado para maniobrar y ejercer el control.
¿Trump desarraigará al estado profundo?
"Todo Occidente está gobernado por la doctrina neoconservadora estadounidense de la hegemonía estadounidense y por los grupos de interés estadounidenses que se benefician de esta hegemonía. Esto está tan arraigado que es poco probable que Trump pueda hacer algo al respecto", advierte Roberts.
Análisis: Geopolítica en Groenlandia
Daniel Miguel López Rodríguez
Groenlandia es la isla más grande del mundo y la tercera región más grande de Norteamérica. Porque geológicamente Groenlandia está dentro de la capa continental americana. Groenlandia, junto a Islandia, el Reino Unido y Noruega, conforman la brecha GIUK-N, que es un corredor estratégico para que se lleven a cabo las operaciones navales entre el Atlántico Norte y el Ártico.
Estamos hablando de un territorio de más de 2.16 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales 416.000 están libres de hielo (un 23%), lo que supone una mayor extensión territorial que Japón. Tiene una población de 61.000 habitantes, 56.000 de los cuales son una mezcla de nativos inuit y europeos (aunque pese al haber mantenido contacto con Occidente, mantienen todas sus tradiciones vivas).
La ciudad más habitada es la capital Nuuk, con 16.900 habitantes, situada al suroeste. Obviamente todas las ciudades y pueblos de Groenlandia se hayan en la zona libre de hielo y en la costa (sobre todo en la oeste). Según un censo de 2010, en Groenlandia se da la tasa de suicidios más alta del mundo y la esperanza de vida es 10 años más baja que la de Dinamarca. La religión dominante es el cristianismo luterano (como en Dinamarca). Pese a sus condiciones, dada su posición la isla tiene una enorme relevancia geopolítica.
Posiblemente el nombre «Tierra Verde» (en danés es Gronland), que le dio el explorador y marinero vikingo de origen noruego Erik Thorvaldsson (950-1003), conocido como Erik el Rojo, que la descubrió en el año 982, tenía como objeto colonizar la isla que en el sur en verano es verde, y así llamar la atención a los islandeses, de donde procedía Erik, para que emigrasen a la nueva isla que era la «tierra verde», en contraste con «Ísland» (que significa «Tierra de Hielo»); aunque al estar al sur ésta naturalmente contaba con más vegetación.
Los pobladores daneses llegaron a la isla en 1721, asentándose en el oeste para fundar Godthiab (llamada Nuuk). Groenlandia depende de Dinamarca desde 1814, al disolverse el Reino de Noruega y Dinamarca (el Reino de Noruega se unió al de Dinamarca en 1380 y en 1397 se uniría Suecia en lo que se conoció como Unión de Kalmar).
Groenlandia sería llamada Mancomunidad de la corona danesa cuando así lo determinó la constitución de Dinamarca de 1953, y en 1979 se le otorgaría la autonomía. En 1985 Groenlandia abandona la Comunidad Económica Europea, tras entrar junto a Dinamarca en 1973, al no estar de acuerdo con la normativa sobre la pesca comercial de la CEE y con la prohibición que la Comunidad impuso contra los productos de piel de foca. Por eso se le considera el primer país en abandonar la institución europeísta (¿«Greendexit»?). Sin embargo, Groenlandia mantiene vínculos con la Unión Europea (porque Dinamarca siguió en la misma), sobre todo en el comercio, y también puede recibir y de hecho recibe ayudas del Fondo Europeo de Desarrollo del Marco Financiero Plurianual, del Banco Europeo de Inversiones y de los programas de la Unión Europea. Groenlandia es designada como miembro de los «Países y Territorios de Ultramar», que es el eufemismo que los euroburócratas emplean para no decir «colonias».
En 2008, tras un referéndum, se le transfirió la mayor parte de las competencias al gobierno local groenlandés, entre ellas controlar los recursos petrolíferos y además se le posibilitaba el derecho de autodeterminación. Tales transferencias se hicieron efectivas al año siguiente, dejado para Dinamarca los asuntos exteriores, de política financiera y de defensa (aunque la guardia costera la controla el gobierno groenlandés), otorgándosele el subsidio de 633 millones de dólares al año, es decir, 11.300 dólares per cápita. La votación de 2008 dejó a Groenlandia entre la autonomía y la plena independencia, y según el llamado «derecho internacional» es reconocido como un pueblo independiente. Groenlandia es, pues, un Estado libre asociado de Dinamarca.
Desde entonces el groenlandés o kalaallisut (también conocido como esquimo-groenlandés o groenlandés-inuktitut) es el idioma oficial de Groenlandia. No obstante, Dinamarca subvenciona anualmente a Groenlandia con 3.200 millones de coronas danesas, pero a medida que el gobierno groenlandés empiece a recaudar ingresos de sus recursos naturales la subvención irá disminuyendo paulatinamente.
Los groenlandeses son muy nacionalistas y siempre piden más independencia al gobierno de Dinamarca. El 67% de los groenlandeses está a favor de la soberanía. El partido nacionalista groenlandés es una de las fuerzas principales del parlamento. En Groenlandia hay un gobierno autónomo encargado de los asuntos internos de la isla, luego tiene su política propia de impuestos, pero es el gobierno danés el que se encarga de los asuntos exteriores y de la defensa.
Para Dinamarca, Groenlandia, más que una bendición, era un problema y no tenía muy claro qué hacer con semejante territorio helado. Pero desde que se descubrió que hay mucho petróleo y minerales como uranio, hierro, zinc y diamantes la enorme isla empezó a cobrar mucho interés para el pequeño país. Y a su vez, las autoridades locales han caído en la cuenta de que su supervivencia depende de las subvenciones danesas, por eso en los últimos años han dejado de lado la vía de la independencia, pues resulta que sí dependen de Dinamarca y que no renta optar por lo contrario.
La mitad de la población se dedica a la pesca tradicional. De hecho el 90% de las exportaciones de Groenlandia se basan en la pesca. La otra mitad son funcionarios que gestionan el dinero que les llega de Dinamarca.
A medida que el deshielo ha ido intensificando la geopolítica en el Ártico, Groenlandia se ha visto cada vez más enredada en los complejos entresijos de la política internacional. Groenlandia contiene recursos primarios como minerales de tierras raras, oro, carbón, zinc, cobre, hierro, uranio, diamantes, depósitos de pescado, agua pura, gas y petróleo.
Para que se hagan una idea, Groenlandia tiene tanto petróleo como Rusia, pero con la diferencia de que la población groenlandesa es de sólo 61.000 habitantes. También posee la tercera parte del gas que aún queda por descubrir en el mundo. Según se estima, hablamos de un 10%, que son las mismas reservas que posee Rusia. Esto hace que, con la actual crisis energética, la isla helada cobre aún mayor interés.
Hay puntos de la isla que pueden llegar a un kilómetro de grosor de nieve, y esto hace que se dificulte mucho extraer cualquier mineral. Y lo mismo pasa con el petróleo, pero la mayor parte de éste está en la costa y se extrae con barcos, donde constantemente están cayendo bloques de hielo, lo que hace que el trabajo sea muy peligroso, y esto encarece mucho el crudo (el barril de Arabia Saudí es mucho más barato al ser más fácil extraer la materia). Como no hay carreteras, los productos que se extraen sólo pueden exportarse por barco o por avión, lo cual encarece mucho los costes. A esto se suma el caos legislativo que hay en la isla.
El problema de Groenlandia, además de sus condiciones climáticas, son las enormes distancias y la falta de infraestructuras. Para que nos hagamos una idea de las enormes distancias (que sumado a la falta de infraestructuras complica en excesos las cosas) una mina de zinc que está siendo explotada por una empresa australiana (Ironbark) en el norte de la isla, y que podría ser una de las minas de zinc más grandes del mundo, está de Nuuk a una distancia similar a la que hay de Gibraltar hasta el centro de Noruega.
Dada la importancia geopolítica que se está generando por el deshielo en el Ártico, Donald Trump quiso comprar Groenlandia (que de algún modo sigue siendo territorio de Dinamarca), lo que no era ninguna tontería sino un territorio de «interés de seguridad nacional de Estados Unidos» (citado porJalife-Rahme, Guerra multidimensional entre Estados Unidos y China, pág. 207). Los daneses afirmaron que Groenlandia «no está a la venta». De hecho la primera dama danesa señaló que la «compra» es una «discusión absurda» y «ha sido claramente rechazada» (citado por Jalife-Rahme, pág. 209).
Trump bromeaba en Twitter
prometiendo «no construir una Torre Trump en Groenlandia». Desde luego que no se trata de un territorio para implantar un desarrollo inmobiliario al tratarse de una superficie halada de 2.16 millones de kilómetros cuadrados (aunque -como hemos dicho- de los mismos haya un 23% sin hielo).
Trump sólo estaba interesado en Groenlandia por cuestiones puramente estratégicas de cara a la lucha en el Ártico contra las otras dos superpotencias y contra (o con) los otros Estados involucrados. De hecho Groenlandia siempre ha sido ansiada por los imperialistas estadounidenses.
Ya en 1867, una vez que Estados Unidos le compró Alaska a Rusia, el presidente demócrata Andrew Johnson, el sustituto del republicano asesinado Abraham Lincoln, quería comprar también Groenlandia, y también barajó comprar la isla de Islandia. El zar Alejandro II vendió Alaska, un territorio de 1.5 millones de kilómetros cuadrados vacíos y estériles, por 7,5 millones de dólares a precio de saldo. Es cierto que lo hizo cuando se agotó la caza y por motivos geoestratégicos, pues lo que pretendía el zar con esta venta era impedir que el Imperio Británico se la anexionase por Canadá y así pudiese extender más su influencia sobre los países asiáticos. Aunque los rusos (por entonces soviéticos) se arrepintieron de la venta de Alaska en la Segunda Guerra Mundial (por donde eran abastecidos por los americanos) y por supuesto en la Guerra Fría. Actualmente Alaska aporta el 15% del PIB estadounidense, fundamentalmente gracias al petróleo.
En 1916 Estados Unidos le compró precisamente a Dinamarca las Islas Vírgenes, situadas a 100 kilómetros al este de Puerto Rico. En 1941, tras la invasión de Dinamarca por la Alemania del Tercer Reich el año anterior, Estados Unidos ocupó Groenlandia para defender el territorio de una posible invasión alemana. La ocupación duró hasta 1945. Truman volvería a intentar la compra en 1946, ofreciendo cien millones de dólares a Dinamarca para comprar la isla, pero las autoridades danesas rechazaron la oferta.
Durante los años 60, tras la crisis de los misiles en Cuba, Estados Unidos intentó edificar una base secreta de energía nuclear subterránea llamada Camp Century, cuyo objetivo era lanzar misiles nucleares a la Unión Soviética en caso de guerra. El proyecto era considerado «ultrasecreto». Pero los ingenieros cayeron en la cuenta de que no estaban construyendo bajo tierra firme, sino sólo sobre capas de hielo y creyeron que la nieve continua sepultaría todo lo edificado, lo que no ha sido así por el deshielo. El proyecto fue llamado Iceworm y consistía en ocultar ojivas nucleares, pero sería abandonado.
El 21 de enero de 1968 se estrelló en el hielo de la bahía de la Estrella del Norte un B-52G que cargaba con cuatro bombas nucleares al intentar llevar a cabo un aterrizaje de emergencia en la Base Aérea de Thule. Al estrellarse provocó un incendio y la consecuente contaminación radioactiva, perdiéndose una bomba H. La cosa no fue a mayores.
Trump quería para su legado la ampliación del territorio estadounidense, que hubiese sido análoga a la que se hizo en 1867 con la compra y anexión de Alaska. Con Groenlandia bajo su apropiación territorial, Estados Unidos estaría considerablemente en mejores condiciones para combatir a Rusia y a China en el Ártico, pues con el deshielo este océano se convertirá en una de las tres principales rutas de la seda y cambiará considerablemente el comercio internacional. Pero tras la visita del secretario de Estado de la Administración Biden, Anthony Blinken, en mayo de 2021 a Groenlandia, se dio por descartada definitivamente la oferta lanzada por Trump de comprar la isla.
China ha impulsado una gran inversión en Groenlandia, cosa que Estados Unidos procura minimizar alentando al gobierno danés y a su vez le anima a que incremente su potencial militar, lo que es difícil dada su limitada capacidad de influir en la economía interna de la isla. En la última década los chinos han intentado invertir en la minería, la construcción de aeropuertos y las propiedades inmobiliarias de la isla. Los chinos han propuesto al gobierno autónomo de Groenlandia en Nuuk construir una estación receptora de satélites. Esto a largo plazo es un beneficio geoestratégico para China en detrimento de la presencia estadounidense en la isla, como advirtió el Servicio de Inteligencia danés. Un aeropuerto chino en Groenlandia puede hacer que el ejército chino opere en el Ártico e impedir el paso a las fuerzas de la OTAN. China está muy interesada por las tierras raras y otros recursos de Groenlandia, y también está interesada por Islandia y otros países nórdicos, y desde luego en afianzar su alianza con Rusia en su región Ártica (y en general). Por eso China quiere ser un país «casi ártico».
Rusia no ha mostrado interés por Groenlandia y comprende que está dentro de la esfera de influencia estadounidense. Aunque la base aérea que los rusos han mejorado en Franz Josef Land en el Ártico ruso (al este del archipiélago noruego de Svalbard) amenaza a las instalaciones de radares estadounidenses en la Base Aérea de Thule situada al noroeste de Groenlandia, que sirve para alertar la defensa antimisiles de Estados Unidos (Thule hace alusión a los ancestros de la población actual groenlandesa que llegaron a la isla en el año 1300 procedente de Alaska). La Base Aérea de Thule que incluye la red global de sensores de la 21ª Ala Espacial de la Fuerza Espacial de Estados Unidos que asiste con alerta de misiles, vigilancia espacial y control espacial al Mando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD, en sus siglas en inglés).
Ni Dinamarca ni Estados Unidos tienen bien controlado el dominio aéreo de la región, lo que facilita a los aviones militares rusos desplegarse por el espacio aéreo de Groenlandia como corredor hacia el Atlántico Norte. De ahí que Estados Unidos haya tenido que fortalecer su presencia en la isla a fin de proteger la Base Aérea de Thule y emplearla para detectar las operaciones aéreas y navales rusas. Pero para ello necesita estrechar los lazos con Dinamarca y con el gobierno local de Nuuk, pero la oferta de compra de Trump no ayudó para lo mismo, aunque sí ha podido reabrir su consulado en la isla y se ha ofrecido a hacer prestaciones económicas.
Estados Unidos, si bien se le ha negado su petición de compra de la isla, espera que Dinamarca incorpore más esfuerzo militar a fin de apoyar a Estados Unidos en la isla. En 2019 el gobierno de Dinamarca se propuso invertir 1.500 millones de coronas danesas (unos 240 millones de dólares) en nuevas capacidades en el Ártico, con tal de satisfacer a Estados Unidos, que también espera que Dinamarca haga menguar la presencia china en la isla.
Aunque excesiva presencia estadounidense en Groenlandia también perjudica a las autoridades danesas, por temor a que eso lleve a cabo en la región un enfrentamiento militar entre Rusia y Estados Unidos, con Dinamarca en medio. También se ha barajado la opción de que el gobierno local de Groenlandia establezca relaciones bilaterales con Estados Unidos al margen de Dinamarca, pero para esta nación eso sería entrar en una situación muy complicada a nivel interno, y sería una humillación y de facto aceptar la independencia frente a Dinamarca. Estados Unidos tendría que hacer ver a las autoridades de la isla que una estrecha relación con Washington haría que Groenlandia y su pueblo se beneficiasen económicamente.